Uno de los primeros libros de toros que cayó en mis manos fue "La Tauromaquia de Juan Belmonte" escrita por Luís Bollaín, un libro que me leí de cabo a rabo y que me lo aprendí casi de memoria.
Uno de las partes que más me llamó la atención fue aquella en las que Bollaín recogía las opiniones del Pasmo de Triana sobre lo que era lidiar a un toro. Reproducimos a continuación lo que decía Juan Belmonte al respecto:
"No admito que pueda hacerse nada meritorio con una muleta o un capote en las manos, sino a base de que el torero sea siempre el supremo dictador. Torear es llevar la contraria al toro, obligarle... a lo que el no "quiere":
Si es huido, a que doble; si es tardo, a que embista; si se resiste a pasar, a que pase; si se cuela, a que acometa derecho; si derrota alto a que humille; si se revuelve pronto, a que vaya lejos; si acomete recto hacia el torero porque este "se cruzó" con él, a que quiebre la derechura del viaje; y si embiste fuerte y rápido, a que pase suave y lento.Entre todos esos matices y recursos, entre todas esas recetas, la de la mano que sujeta y hace doblar al toro huído, siempre me ha fascinado. Esa capacidad de someter al toro a la voluntad del torero me parecía y me sigue pareciendo lo más grande del toreo, pura magia, algo inimaginable y es que, tarde tras tarde, sólo he visto sujetar los toros que se dejaban sujetar. Cuando el morito decía que no, no había nadie que pudiese impedir su huida a los tableros.
Sin embargo, ayer en la Maestranza surgió, si no el milagro, si la sorpresa y la confirmación de las tesis de Belmonte.
Ocurrió en el segundo toro de la corrida de despedida de Rivera Ordóñez en esta feria de abril. El Juli con un manso rajado de Daniel Ruiz, puso en practica lo que decía Belmonte.
Lo vemos
Para calibrar el mérito de lo hecho por el Juli,nada mejor que releer este texto de una crónica de Gregorio Corrochano de 1927:
"Dejar pasar al toro y dejarle ir donde su instinto o su querencia le guíe, es un matiz del toreo; pero obligar al toro a que haga lo que quiere el torero, llevarle la cabeza como atada a la tela y colocarla en el sitio preciso, eso sí que es torear, y de más mérito cuanto más rebelde es el toro a que le dominen".Y remachaba Corrochano, de forma inapelable:
"Eso lo saborean los buenos aficionados, aunque los modernistas se aburran"
Por eso, porque el gusto por la vieja lidia ha sido siempre gusto exclusivo de pocos, muy pocos, aficionados, es por lo que, a estos detalles, se les suele dar hoy mucha menos importancia de la que realmente tienen. Eso, sí no se le da ninguna.
Es una lástima.
Es una lástima.
La mano que sujeta... al toro huído (Fotografía del Juli el lunes en Sevilla con su primer toro de Daniel Ruiz-Maestranza Pagés) |
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