miércoles, 30 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (VII) De Guerrita a Manolete (7ª parte)

Por Jose Morente

Estatuario de Manolete en Málaga. Un pase que fue "santo y seña" de su toreo. Un muletazo con más enjundia lidiadora de lo que aparenta (Fotografía publicada en El Ruedo en agosto de 1944)
Como hemos comentado en la entrada anterior, con Manolete se cumple la profecía de Juan Belmonte (“llegará un día un torero que toreará a todos los toros”) y es que Manolete les hará faena -toreará- todas las tardes a todos sus toros.

Una faena que, como también hemos visto en esa entrada, consigue fundir la lidia con el toreo. Manolete no recurre a la "lidia evidente", al toreo de dominio sobre las piernas para someter al toro, sino que lo somete directamente en redondo y por naturales. Manolete lidia a los toros con sutileza máxima y encubierta. O sea, toreando.

Pero su aportación no se limita a eso (aunque "eso" hubiera sido suficiente para pasar a la historia del toreo) sino que, además, su faena se convertirá en modelo y patrón del toreo venidero. Pero ¿cómo era esa faena? ¿cuál era su faena tipo?


La faena tipo de Manolete

Decía Felipe Sassone del toreo anterior a Manolete:
"Un pase aquí, dos allá, tres acullá, recorriendo todos los sitios de la plaza, cortando el lance, no por defecto del toro, que no huye cuando es bravo, sino por voluntad temerosa del torero que no resiste o no consigue, por falta de habilidad, torear seguido, no constituye faena propiamente dicha".
El párrafo de Sassone aunque excesivo (algunos diestros anteriores, y estoy pensando sobre todo en Juan Belmonte, aportaron un evidente y cierto sentido de unidad a sus trasteos aunque, por supuesto no siempre ni todas las tardes) resulta revelador y clarificador. Lo que antes de Manolete era normal y admitido (la faena como sucesión de muletazos sin orden ni concierto), deja de serlo a partir de él. Hasta tal punto ello es así que, para Sassone, la faena de pases sueltos ni siquiera merecerá ya llamarse faena. Para eso, exigirá coherencia y unidad

Y es que Manolete tuvo muy claro como tenía que ordenar sus faenas. Tanto que estas van a seguir siempre un mismo patrón (patrón que se convertirá en referencia de la faena moderna): Es el siguiente:
Inicio por estatuarios.
Tandas en redondo (culminando el sueño de los toreros anteriores).
Manoletinas de remate.
La cosa tiene más enjundia de la que parece y merece la pena detenerse en ella.


Inicio por estatuarios



Alameda decía de ese inicio, que a él, en un primer momento, esos estatuarios le parecieron insulsos comparados con los ayudados por alto ganando terreno y barriendo los lomos de los toros de otros toreros, 

Más tarde comprendió que esa era la manera del torero de Córdoba de interrogar al toro. De descifrarlo.

Dejándolo ir a su aire, sin forzarle, sin condicionar su embestida, Manolete comprobaba en esos primeros compases, cual era la verdadera condición del toro: Si punteaba, si se vencía o acostaba, si se quedaba corto o se rebosaba,... 

Una forma muy inteligente de proceder y muy propia de gran lidiador que eso es lo que siempre fue el diestro de Córdoba. Una cualidad suya que creo que no ha tenido el reconocimiento que se merece.




El toreo fundamental




Después de los estatuarios, venía la faena de muleta estructurada en tandas de naturales y derechazos rematados con algún otro muletazo (en Manolete pocos veces mediante pases de pecho pues el toreo cambiado le era extraño y ajeno). 

El natural de Manolete es el natural clásico, cargando la suerte con los brazos y no con las piernas. 

Manolete se colocaba al rafe del pitón para respetar el viaje natural del toro y una vez pasada la cabeza por el cuerpo del torero, rematar hacia atrás para poder ligar los muletazos. Precisamente, para ligar los muletazos, se colocaba de perfil como había hecho años antes el Guerra

Manolete además citaba con la muleta a la altura del cuerpo que tal era la norma clásica. La muleta adelantada es escudo y defensa, la muleta a la altura de cuerpo es pura entrega. Por eso su natural era tan emocionante.


Una de las características más impresionantes del toreo de Manolete era su aguante. Antonio Luis Aguilera en Córdoba nos recordaba hace pocos días que Manolete era el único torero capaz de quedarse quieto ante los toros gazapones. Una hazaña de incalculable mérito e importancia fuera de lo común.
La faena de Manolete se estructuraba sistemáticamente en tandas (series de muletazos), lo que, además de novedoso, era también muy inteligente. Los toreros antiguos toreaban de un tirón (salvo alguna pausa para reposar con el pretexto de arreglar la muleta, o cambiar los terrenos) porque las faenas eran muy cortas y de muy pocos muletazos (sólo los que el toro tenía).

Al darle más importancia a la faena de muleta, esta se alarga y la lidia ya no consiste en machacar al toro de salida, sino en un dominio dosificado (para conseguir que dure la emoción y la faena).

Estructurar la faena en tandas será clave para poder realizar esa lidia dosificada.pues las pausas permiten descansar al toro y, sobre todo, que este recargue el depósito de la bravura (que vuelva a querer pelear, a embestir). 

Están muy bien las faenas cortas, pero 10 o 12 arrancadas las da casi cualquier toro. Lo difícil es torear cuando el toro se para y hay que tirar de él (y no sólo llevarlo o acompañarlo aprovechando inercias). Hay quien ha dicho que cuando el toro se para, es cuando empieza el toreo.

Dentro de su faena, causaron sensación los pases mirando al tendido

Manolete quiso demostrar que toreando en redondo se podía dominar totalmente al toro. Esa es la explicación de su pase mirando al tendido. Una expresión de dominio total. Tanto que, cuando toreaba mirando al tendido, los públicos rugían de entusiasmo.

La mejor prueba del dominio sobre el toro. Un toro que va totalmente toreado y embebido en el engaño. El pase mirando al tendido fue "marca" de la casa.



Remate de faena por manoletinas


Verticalidad y grandeza incluso en los adornos. Aunque debajo de esa estética aparente de líneas rectas, ascetismo y seriedad, había mucho más. El fondo en Manolete tuvo tanta o mas importancia que sus impactantes formas.  
Por lo que respecta al remate de al faena por manoletinas era su manera de conseguir mantener o incluso acrecentar el clima de emoción sostenido durante toda la faena, antes de la estocada

Algunos diestros de hoy, lo consiguen llevando el toro de los medios o del tercio a la barrera, toreando en ochos. Manolete lo hacía como había empezado con un toreo de línea natural, no cambiado. 

Eso demuestra la total coherencia de su sistema, de su forma de torear.





El triunfo de un concepto

Manolete conseguía todas las tardes y en todas las plazas imponer a los toros su modelo de faena. La faena del diestro de Córdoba será el mayor referente de todo el toreo que vendrá después.


sábado, 26 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (VI) De Guerrita a Manolete (6ª parte)

Por Jose Morente
Manolete fue un lidiador sobrio y muy eficaz que consiguió dominar pero a base de torear por naturales a la mayoría de los reses a los que se enfrentó en su vida. Por eso, muy pocas veces tuvo que recurrir a esa vieja lidia que, sin embargo, tan bien conocía y tan bien practicaba (Fotografía publicada en El Ruedo)

Del toreo de "pasos sin pases" al toreo de "pases sin pasos"
.

Decíamos en la entrada anterior que la mejor manera de entender el toreo de Manolete era -por puro contraste- comenzar por ver torear a Domingo Ortega.

Y, en efecto, el toreo del torero de Córdoba es diametralmente opuesto al del toledano. No solo desde el punto de vista de la estética sino también en su técnica y en su concepto.

Para Ortega, torear es dominar al toro, poderle, someterle... El toreo de Ortega se basa en una lidia hecha, no de pases ("torear no es dar pases" diría después) sino de pasos, de muletazos en movimiento, entrando y saliendo continuamente del terreno del toro.

Manolete desmontó en las plazas toda esa teoría de Domingo Ortega. Hasta que llega Manolete a la fiesta, lidia y toreo iban separados. A partir de Manolete, lidia y toreo se funden. Manolete dominará a los toros (a todos los toros) toreando por naturales, colocado en su centro, sin moverse, lo que supuso una impactante novedad.

Manolete toreando a un complicado toro de Miura en Barcelona, el 2 de julio de 1944. Su toreo era siempre el mismo fuesen cuales fuesen las condiciones de los toros (Fotografías del blog Tauromaquia murciana)

Ortega no se lo perdonó. 

Ortega no le perdonó la frase. Por eso, en la Conferencia del Ateneo, le quiso ajustar las cuentas que no pudo ajustar en la plaza y le acusó de transgresor de las normas clásicas cuando el clásico era el de Córdoba (Lo clásico en el toreo es cargar la suerte con los brazos no con las piernas), pero… la conferencia de Ortega le vino de perlas a los antimanoletistas que no paran de repetir todavía hoy las cosas que dijo el del Borox.

Una lástima porque Ortega, obsesionado como estaba con desmontar el toreo de Manolete, un toreo cuya importancia y verdad no fue capaz o no quiso entender, perdió la ocasión de explicar su propio toreo.


Así se tenía que haber llamado la conferencia de Ortega en el Ateneo: "El arte del toreo cambiado". Pretender encerrar todo el toreo en unos moldes particulares y personales fue un dislate.

Lidia y toreo fundidos

Con Manolete y desde Manolete, ya no se lidia primero, sino que se torea desde el primer momento. Manolete ya se lo dijo a Ortega:
“Mientras usted se dobla con el toro yo ya le he dado cinco naturales” 
Con Manolete se va al garete ese planteamiento arcaico que sostenía que primero había que lidiar  y dominar al toro y luego, conseguido lo anterior, si se conseguía, torearlo. Hoy, eso se admite y celebra pero se admite y celebra mucho más lidiar toreando. Ese "pronto y en la mano" que diría años después el manoletista maestro Antoñete.

Fue ese un planteamiento que tuvo mucha enjundia e importancia porque iba a cambiar el rumbo de la fiesta de forma irremisible para los años venideros.

Hay que advertir también que eso de dominar a los toros, toreando en redondo, no era un concepto nuevo. En un artículo de la Lidia de mil ochocientos ochenta y tantos, ya se decía que el toreo en redondo era el que más castigaba a los toros, el que más los destroncaba, el que más los obligaba.

No era un concepto nuevo pero no se alcanzó, al menos de forma sistemática, hasta que pisó los ruedos el diestro de Córdoba. Quien puso en práctica ese sistema, todas las tardes y con todos los toros, ya fuesen dóciles o fieros, suaves o broncos, fáciles o peligrosos.

Se cumplía así también la profecía de Belmonte: "Llegará un día un torero que toreará a todos los toros".

Ahí, el de Córdoba, con su novedoso planteamiento, marcó la diferencia con el resto de la torería de su época y de todas las épocas.


Uno de los naturales de Manolete más difundido. El que dio en Barcelona a un toro de Miura en 1944 ¡Para que luego digan que el toreo en redondo sólo se puede hacer con toros dóciles y bobalicones!
Como comenta Antonio Luis Aguilera, el toro de la foro se llamaba "Perfecto". Perfecto como el muletazo del diestro de la Lagunilla. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (V) De Guerrita a Manolete (5ª parte)

Por Jose Morente


Domingo Ortega (Fotografía de Alberto Schommer)


Una rara avis el toreo de su época

Hemos ido viendo, en las entradas anteriores, todo el proceso previo de creación del toreo moderno en redondo, desde Joselito el Gallo, quien toma como referencia a Guerrita hasta Chicuelo. Un proceso que culminará en Manolete.

Mientras los públicos y los toreros de la Edad de Plata (en México, de Oro) se dedican a matizar y perfeccionar el toreo a base de series de pases naturales, ora con la izquierda, ora con la derecha. de la mano de toreros tan geniales objetivamente como Armillita o tan importantes históricamente como Villalta, respectivamente, serán pocos, muy pocos, los que seguirán practicando de forma exclusiva el toreo cambiado. Y digo de forma exclusiva porque ese toreo no sólo no desparece sino que todavía en esa época seguiría siendo el predominante.

Uno de esos toreros, de pura línea cambiada, ya lo hemos comentado, fue Juan Belmonte, fiel a su estilo hasta el final de sus días. El otro, fue un torero de la época (y de época) que ha pasado a la historia, tanto por su forma de torear como por sus virtudes como catequista. Me estoy refiriendo, como muchos habrán adivinado a Domingo Ortega.

A Ortega, que llegó al toreo en edad madura, le resultó fácil -gracias a su innata capacidad- ponerse en primera fila desde el primer momento. Luego, en la posguerra, resultó barrido, como todos los demás diestros, por el fenómeno Manolete y, aunque parece que el trato entre ellos fue siempre relativamente cordial, el de Borox no le perdonaría nunca al de Córdoba haber cuestionado y puesto en solfa su modo de torear, algo que analizaremos en los próximos post.

Pero hoy, no me interesa esa disputa póstuma del Ortega superviviente contra el Manolete fallecido en Linares, sino el contraste entre esas dos formas de torear (el toreo en redondo y el toreo en ochos) tan diferentes técnicamente. Dos formas que conforman dos mundos opuestos, como ya vimos en la primera entrada de esta larga serie.


El toreo de línea natural y el toreo cambiado

Que el toreo de línea natural (del que nace el toreo en redondo) es algo diferente -y no sólo técnicamente- del toreo cambiado (el que se hace en ochos), se puede apreciar fácilmente comparando estas dos imágenes de Ortega y Manolete, respectivamente.


Pase de pecho de Ortega (arriba) y natural de Manolete (abajo)

El pase de pecho de Domingo Ortega es el mejor ejemplo, el más ilustrativo, de lo que es el toreo cambiado. Igual que el pase natural de Manolete, resume en una sola imagen todo un concepto del toreo, el toreo de línea natural.

Y además, cuando un torero es coherente con su propio concepto del toreo, como lo son Ortega y Manolete, todo lo que hace ese torero se encuentra dentro de su concepto. Por eso, el natural de Ortega es... poco natural y se aproxima más al trazo y contextura de un pase de pecho, al de un pase cambiado o al de un trincherazo.

El pase natural de Ortega tiene toda la tensión del toreo cambiado, desplazando al toro fuera de su línea. El natural de Ortega es un natural grandioso y maravilloso pero es... poco natural.
Lo mismo ocurre con el pase de pecho de Manolete, torero de máxima pureza y coherencia con su concepto del toreo de linea natural. El trazo de su pase de pecho, resulta también forzado, extraño. Su "aire", se acerca más al trazo de su pase natural que al trazo y estética del toreo cambiado.

Manolete en un pase de pecho que tiene muy poco del toreo cambiado y mucho de su propio concepto del toreo, El toreo de línea natural
Para entender el toreo de Manolete, el toreo de línea natural, nada mejor que empezar entendiendo (viendo) el toreo opuesto, el de línea cambiada. Vamos a ver imágenes de Domingo Ortega. Pero no esas ya tan manidas del Ortega de la posguerra en la plaza, en festivales o en el campo, toreando con suma suavidad, dominio y maestría, andando siempre a los toros, sino imágenes del Ortega de antes de la guerra, el que siempre le podía a todos los toros. Con una muleta como un látigo.

Son imágenes de una faena en Alicante que pudimos rescatar de un noticiero italiano y que volvemos a traer a estas páginas por su importancia como testimonio y documento de una forma de torear que ya no se ve.

Ortega torea alternando pitones, haciendo pasar y repasar al toro por delante suya, por los terrenos de afuera, metiendo la pierna, empujando hacia afuera. Toreo de expulsión que no de reunión. Un toreo técnicamente muy complejo y difícil por su continuo movimiento.

Ortega utilizaba siempre (antes y después de la guerra aunque con distinto son en cada etapa) la misma técnica: la técnica del regate descrita en las viejas tauromaquias. Era su método universal para todos los toros: los broncos y los nobles, los bravos y los menos bravos, los fieros y los dóciles.

Un toreo de deslumbrante maestría pero que no tiene nada que ver (¡pero nada!) con esas teorías que, a partir de sus textos, que no de su toreo, han elaborado los Corrochano, Vidal y Cía,. A mí después de ver esto que no me vengan ya con cuentos chinos sobre como se torea o como se debe torear. Ya no cuela.

El toreo de Ortega fue siempre (y especialmente en su última época) personal e intransferible. Un toreo siempre en movimientomagnífico para quien quiera o sepa verlo pero que, no sé si por suerte o por desgracia, no hizo (no podía hacer) Escuela.




domingo, 20 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (IV) De Guerrita a Manolete (4ª parte)

Por Jose Morente

No es de recibo que se rebaje a torero "meramente pinturero y gracioso" a quien es capaz de soñar un natural como este. 
La importancia de Chicuelo en la historia del toreo en redondo, está fuera de toda duda. Fuera de toda duda salvo para el belmontismo militante empeñado en cambiar la historia (Chicuelo con Corchaíto en Madrid, en 1928)

Chicuelo, el incomprendido

Cuando en 1961, Pepe Alameda publica "Los arquitectos del toreo moderno" sabía que el toreo en redondo había sido propugnado por Guerrita en su Tauromaquia y en las plazas y, también sabía que, luego en el interregno de Bomba y Machaco (quienes habían impuesto la moda del toreo espatarrado), ese toreo en redondo había desaparecido  de las plazas para, finalmente, resurgir en la Edad de Plata y culminar esplendoroso en Manolete.

Pero a Alameda, que aún no había visto la película de los siete toros de Joselito en Madrid, le faltaba el nexo con el Guerra y puesto que Joselito nada nuevo había traído al toreo (o, al menos, eso decían todos) Alameda consideró que el puente entre Guerra y Manolete no podía ser otro que Chicuelo, el torero que, en su época, mejor supo encarnar esa forma de toreo.

Pero dado que el toreo de Juan Belmonte era la base del toreo moderno (o, al menos, eso decían todos), Alameda no tuvo más remedio que atribuir a Chicuelo el mérito de haber resuelto el problema que Juan habría planteado aunque no supo resolver: Redondear el toreo en redondo.

Alameda acertaba al atribuir a Chicuelo un papel relevante en esta historia pero se equivocaba al atribuir a Belmonte una intención que nunca tuvo.

En cualquier caso, las tesis de Alameda, levantaron ampollas entre los numerosas huestes belmontistas. El problema es que, algunos, para desmontar esas tesis, no tuvieron mejor ocurrencia que desmontar a Chicuelo, El belmontista más destacado, Luís Bollaín, llegó a decir:
No; Chicuelo, no está aquí; Chicuelo no es ese. A Chicuelo hay que buscarle (...) en el Imperio de la Gracia. Chicuelo ha sido, en rigor de exactitud, uno de los artistas de más "duende" que ha conocido el mundo del toreo (...) Porque en su cuerpecillo menudo cabían de verdad (...) la Giralda, el Parque de María Luisa y el Barrio de Santa Cruz. Y todo sirviendo de aderezo a un saber torear como los ángeles, y a una picardía taurina... como los demonios.
Nunca he entendido que para defender una cuerda del toreo (el toreo en ochos) haya que denigrar la otra (el toreo en redondo), como si ambos modos de torear no cupieran a la vez en los ruedos, pero menos entiendo aún que se pretenda rebajar el mérito de un torero tan grande como Chicuelo sólo para mantener en un falso pedestal a Juan Belmonte y, lo más triste, hacerlo de esa forma tan pretendidamente ingeniosa en la forma pero tan despectiva en el fondo.


La importancia de Chicuelo

No, Chicuelo, no es el torero pinturero y ventajista que pinta Bollaín. Chicuelo es algo más que eso, mucho más. Para empezar, Chicuelo fue gallista hasta la médula y continuador del toreo de Joselito como bien nos cuenta Alameda:
Chicuelo es, sin duda, discípulo de Gallito, no por lecciones directas pero sí por haber respirado desde niño en su atmósfera y bebido en su fuente. Es sabido que José fue un decidido admirador de Chicuelo como torero en agraz, en quien veía, aunque indecisa de carácter, esa orientación técnica que lo ligaba con lo suyo.
A Chicuelo -prosigue Alameda- le encajaba mejor ese toreo de "menos" piernas y más cintura que era la base de la faena de los tres naturales ligados de Joselito. Un concepto del toreo que supo ver también, y muy bien, Manolete.

Cuando Alameda le dijo al torero de Córdoba que encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, el Monstruo le contestó:
Así es –dijo sin titubear-. La gente no suele verlo, porque la gente no se fija en esas cosas, pero ese es mi toreo. Yo creo que el torero debe mantenerse lo más posible en su centro, en la línea. Y, en eso, el mejor que yo he visto ha sido Chicuelo.
El problema de Chicuelo, como también le dijo Manolete a Alameda, es que Chicuelo sobre no ir sobrado de decisión, tenía muy mala suerte en los sorteos.

Visionadas las películas de José con su visionaria forma de torear, Alameda pudo reconstruir al fin el hilo perdido del toreo y situó a Chicuelo en su verdadero sitio. El de recreador, del concepto del toreo de línea natural, que tenía Joselito, y el de transmisor de ese concepto a Manolete.

Fueron muchos los toreros que, en la Edad de Plata- siguieron el modelo de faena de Joselito pero ninguno tan clarividente, tan fiel al concepto, tan meridiamente expresivo y coherente, como el torero de la Alameda, tal y como nos enseñó Pepe Alameda. Y tal y como sentenció Manolete.


Tauroteca. Un natural de Chicuelo

Puede que su poca regularidad explique el porqué hay tan escasas grabaciones de Chicuelo disponibles hoy día. No sé si en México se conserva algo pero en España, creo que salvo unos lances el día de la reaparición del Gallo en Sevilla, unos pocos capotazos en Zaragoza, el año 21, y un quite en Málaga, el día de la alternativa del Manteca, no hay nada más. Nada de sus naturales engarzados en perfecta ligazón (la misma ligazón con la que engarzaba sus verónicas).

No hay nada o no había nada porque hemos conseguido localizar unas imágenes de Chicuelo en un tentadero. Toreando por naturales. Unos naturales en la estela del natural de Joselito. La misma estela que seguirá Manolete.

Para tener cabal idea, vemos primero el natural de Joselito. Un natural largo, suave, en línea y rematado detrás del torero. Cargando la suerte con los brazos. Un natural mandón, muy mandón.


El natural de Joselito el Gallo


Un natura que no tiene nada que ver -ni en intención ni trazo- con el natural de Belmonte, más cruzado y corto. Cargando la suerte sobre las piernas. Un natural más tenso y dramático. Pero un natural sesgado y hacia afuera.


El natural de Juan Belmonte



Y ahora, vemos por fin, el natural de Chicuelo. Es de una película de la que ya publicamos un pequeño fragmento en este blog, hace tiempo. Son muy pocos fotogramas pero contienen dos o tres naturales, uno de ellos inmenso.

Un natural con el mismo concepto que el natural de Joselito. Con el concpeto del toreo de línea natural que hace posible el toreo en redondo. Un natural muy largo y muy mandón..Muy suave y elegante. El natural de Chicuelo.


El natural de Chicuelo


Es posible que estas imágenes sepan a poco, pero creo que son suficientes para captar toda la grandeza del toreo de muleta de ese gran y genial torero que se llamó Manuel Jimenez Chicuelo. El torero de la Alameda.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (III) De Guerrita a Manolete (3ª parte)

Por Jose Morente



Dos de los siete (7) naturales que Joselito el Gallo le propinó en Madrid a un toro de Gamero Cívico el día del Santo del año 16. Joselito toreaba en redondo con mucha frecuencia.

El toreo en redondo de Joselito el Gallo

De Joselito hemos hablado mucho en este blog, quizás demasiado como me reconviene algún buen amigo. Sin embargo, su figura resulta imprescindible para entender la historia del toreo en redondo. 

Joselito torero ecléctico (igual que Paquiro, Chiclanero o Guerrita) es el perfecto contrapunto de Belmonte. Sin José, la aventura del toreo en redondo hubiera abortado antes de despegar, arrasada por el cataclismo (literal) que, en la fiesta, provocó el Pasmo de Triana, ajeno totalmente a esa forma de torear. 

En efecto, Juan no toreó nunca en redondo (las dos o tres ocasiones en las que lo hizo, no pasan de ser una anécdota por más que se trate de una anécdota de gran categoría). Joselito, por el contrario, gustaba de torear en redondo, muchas tardes y a muchos toros. Lo que está documentado en las reseñas de la época.

La faena tipo del torero de Gelves comenzaba con un pase por alto y continuaba con tres naturales seguidos y ligados, dejando la muleta en la cara y manteniendo fija la pierna de salida, eje de su toreo. Joselito toreaba sin menear los pies, tendiendo la suerte que cargaba con los brazos no con las piernas (lo de cargar la suerte con las piernas pertenece a otra historia, la historia del toreo cambiado). 

Luego, después de ese toreo en redondo, venía el toreo en ochos o por la cara o los adornos y desplantes pues José era un torero muy largo, pero eso venía después... después de torear como hemos contado.

Cuando el toro lo permitía, Joselito podía seguir dando naturales hasta cansarsey cansarlo. Eso pasó en Madrid un día del Santo del año 16, con un toro de Gamero Cívico, al que le propinó ¡Siete naturales seguidos! entre la admiración del público (Ya vimos en la primera entrada que repetir una misma suerte por un mismo pitón era una proeza. Imagine el lector lo que supondría repetirla 7 veces. ¡Un escándalo!).

Vamos a poder ver en vídeo, varios ejemplos de esa faena tipo de Joselito. Antes de verla, conviene ponerse en situación y recordar que estamos en el principio de una nueva época. Cualquier comparación con el toreo de hoy, sería odiosa y, sobre todo, que más difícil es abrir caminos que transitarlos.

A José podremos verle en Madrid (el día de los 7 toros de Martínez), en Sevilla (en unas imágenes de la feria del año 15, probablemente), otra vez en Madrid (el día de la despedida de Bombita) y en Barcelona. Joselito convirtió lo excepcional en norma como luego haría Manolete.

Sobre la faena de Joselito en Barcelona, un par de detalles. Primero, el comienzo con las dos rodillas en tierra. Segundo, su toreo cambiado, un puro ballet de elegancia y suavidad y luego ya, veremos ese toreo en redondo (tres naturales tras un espléndido kikiriquí) del que podemos disfrutar desde dos puntos de vista distintos (había dos cámaras en la plaza ese día del homenaje a Florentino Ballesteros).





Los epígonos del gallismo

Aunque Joselito no tuvo sucesor a su altura (Granero murió joven; Félix Rodríguez se malogró prematuramente y Marcial carecía de clase) todos los toreros (repito: todos) siguieron su estela.

Nos contaba Rafaelito Chicuelo en la Alameda de Hércules (el día que me lo presentó mi buena amiga Salomé Pavón), que su padre, el inolvidable Manuel Jiménez Chicuelo, le decía que, en su época, todos los toreros eran gallistas (repito: todos). Y remataba diciendo que el más gallista de todos ellos, era, precisamente, Juan Belmonte.

Y no creo que se declararan así sólo porque de los muertos siempre se habla bien sino porque Gallito fue el verdadero referente de su época para todos los toreros. Tanto que su faena tipo de muleta, la de los tres naturales (y no la faena en ochos de Juan Belmonte), fue la que todos tomaron como modelo, la que todos (repito, todos) siguieron.

Como hemos dicho, aquí pretendemos probar todos nuestros asertos. Por eso, vamos a ver dos faenas post-gallistas en la estela de Joselito. Una de un torero de la cuerda de José y la otro de un torero supuestamente de la cuerda contraria, la de Belmonte. Y resultan que los dos hacen el mismo tipo de faena que no es la que hacía Belmonte, sino la que hacía José.

Veremos, primero, a Marcial Lalanda, gallista confeso, en un pase por alto para seguir toreando luego por naturales en la Maestranza sevillana y, después, veremos, a Antonio Mázquez (oficialmente belmontista, hasta el punto que le llamaron el "Belmonte rubio") en Alicante, toreando, no al estilo de Juan, sino al de José, y ligando tres naturales seguidos tras un pase por alto. 

La faena estándar de Joselito se imponía mayoritariamente en la Edad de Plata, aunque muerto ya José y vivo Juan, los críticos se dedicaron a contar otra cosa diferente.

No supieron o no quisieron verlo, al contrario que los toreros, quienes, desde el primer momento, tuvieron muy claro cual tenía que ser su referente en el toreo de muleta. Creo que ahí empieza el divorcio entre lo que cuenta la crítica (que es lo que ve el aficionado influenciado por la crítica) y lo que los toreros hacían realmente en los ruedos. Un divorcio que llega a nuestros días.

Tan claro como los toreros, lo tuvieron también los públicos que recibieron alborozados ese toreo en redondo al natural. Tanto que, cuando un diestro se ponía a engarzar naturales como se engarzan las perlas de un collar, esos públicos de la época jaleaban y numeraban a voz en grito los pases ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco,...!, animando y empujando a los toreros en la hazaña de culminar el toreo en redondo.

Todo eso de los públicos entusiasmados y los naturales en serie, lo podemos ver también en imágenes, unas imágenes ya más conocidas de una faena del ínclito Marcial en Nimes, ya en los años 30. Lalanda se lía a dar naturales en serie y el público francés, exquisito, flemático y generalmente poco expresivo, acaba botando en sus asientos....¡Qué tiempos aquellos!



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Belmonte (mientras tanto) seguía a lo suyo

¿Y mientras tanto, que hacía Belmonte? Pues lo curioso o sorprendente, es que, mucho después de la (r)evolución gallista, Belmonte, reaparecido en Nimes en 1934, seguía a lo suyo, o sea toreando de muleta a la antigua, en su estilo cambiado, alternando pitones, ignorando y al margen de todo lo logrado en el toreo de muleta en esos años. Belmonte seguiría aferrado a esos ya viejos modos, toda su vida (las películas de sus faenas camperas a finales de los años cincuenta, poco antes de su muerte, lo atestiguan).

Juan fue insensible y se mantuvo al margen de la evolución del toreo de muleta que, personalmente, pienso que debe muy poco al trianero (por no decir casi nada). La verdadera aportación de Belmonte estuvo en el toreo de capa. En eso, alcanzó una cumbre que, muchos años después, permanece todavía esperando quien la iguale. Ha habido diestros que han toreado muy bien de capote, pero nadie ha aportado nada tan nuevo y tan sorprendente como lo que aportó Juan al toreo a la verónica.

Vemos su faena de muleta, de factura arcaica, en ochos, alternando pitones, cuando ya el toreo en redondo se había impuesto de modo imparable en todo el orbe taurino.




Postdata: El que no quiera verlo, que no lo vea (¡Allá él!). Pero, después de ver todo esto ¿Como es posible sostener en serio -como se ha sostenido y sostiene- que el toreo de muleta de nuestros días es herencia del toreo de muleta de Juan Belmonte?

¡Amos, anda! Que diría el castizo.


Belmonte siguió practicando el toreo cambiado toda su vida. Un toreo que había nacido en la época de la Guerra de trincheras (La Gran Guerra Europea de 1914.1919) y que tenía en los pases de trinchera (el trincherazo pero también la media verónica o el molinete) su peculiar santo y seña 

lunes, 14 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (II) De Guerrita a Manolete (2ª parte)

Por Jose Morente


Un Guerrita joven (Fotografía de Matarrodona)



La línea clásica del toreo

Decíamos en la entrada anterior de este blog que Manolete era torero de la más pura escuela clásica y que su concepto del toreo era el mismo que el de Chicuelo, Gallito o Guerrita. Un concepto muy alejado del toreo cambiado y en ochos que practican los toreros cuyo duro aprendizaje se ha producido en las noches de las dehesas o en las polvorientas tardes de las capeas, tales como un Belmonte o un Domingo Ortega.

Las afirmaciones dogmáticas les podrán parecer válidas a muchos aficionados pero nosotros nos hemos propuesto demostrar con pruebas documentales, siempre que podamos, nuestros propios asertos y eso es lo que vamos a intentar en esta entrada.

Vamos a rescatar algunas viejas películas de los toreros citados y vamos a comprobar como toreaban realmente. Un toreo que no tiene mucho que ver con lo que han contado los revisteros taurinos o los libros de historia del toreo.

La historia del toreo que cuentan los libros tiene algo que ver, pero no mucho que ver, con la verdadera historia del toreo, la del toreo por dentro (En la imagen, portada del Gran Diccionario Taurómaco de Sánchez de Neira)

Guerrita, el precursor

Empezaremos por Guerrita, el precursor de esta bonita historia del toreo de línea natural, el toreo en redondo

En puridad, y si pretendemos ser rigurosos, nuestra historia debería comenzar mucho antes. Como me apuntaban en Córdoba, el toreo en redondo tiene un antecedente lejano y probado en Cayetano Sanz. Del mismo Lagartijo tenemos datos fiables y suficientes para suponer que se encuadra también en esa escuela. Sin embargo, la carencia de películas de los diestros anteriores al Guerra nos aconsejan empezar nuestro relato con él.

Del Guerra se ha dicho que era un torero ventajista y que mangoneaba en la elección del ganado. Se añade que era un torero técnico que no emocionaba

Sin embargo, Guerrita es uno de los toreros más interesantes de toda la historia de la fiesta. Su mala prensa oculta a un torero genial cuya intervención en la evolución del toreo resulta capital.


Las aportaciones de Guerrita. El perfil en el capote y la pierna escondida en la muleta.

Guerrita es el primero que intuye que el toro tiene que evolucionar tanto en su apariencia como en su comportamiento. Por eso, frente a las destartaladas reses de la época de Lagartijo y Frascuelo impone cabezas más armoniosas y recogidas. También incita a sus picadores a aumentar el castigo en varas pues Guerrita, estoqueador sólo eficaz, va a tener su fuerte en la muleta (y no ya en la suerte suprema como Frascuelo o Mazzantini). Y para poder trabajar de muleta con un mínimo de garantías, es fundamental que las reses lleguen convenientemente ahormadas al último tercio,

Estampa con sabor de época de un torero de culto: el madrileño Cayetano Sanz (Fotografía publicada en Pan y Toros)
Pero las aportaciones importantes de Guerrita son de mucho mayor calado y afectan al toreo de capa y al de muleta.

Por ejemplo, en el capote, Guerrita pone, a la verónica, de perfil, como se acredita en su propia Tauromaquia. Una innovación que permitirá ligar los lances de capa correctamente y que será aceptada de forma unánime.

Un documento impagable. Guerrita toreando de capa en el campo en un tentadero el año 14. Guerrita puso la verónica de perfil como se comprueba en la imagen. Las manos van todavía muy altas pero el del tren inferior (con esa pierna de salida adelantada como corresponde al toreo en ochos) es plenamente moderno (Fotografía de Nuevo Mundo)
En la muleta, y aunque sigue citando de frente, atrasa en el natural la pierna de salida. Este importante dato lo conocemos de un escritor que nos merece absoluto crédito, F. Bleu, quien añade que, con ello, no se consigue ventaja pero si una posición idónea cuando, después del natural, el torero quiere engendrar otro natural o sea, torear en redondoGuerrita sería, por tanto, el inventor de la denostada pierna escondida.

A la vista de todo esto, resulta que la tauromaquia 2.0 no es tanto un invento de los toreros de ahora sino del Guerra y los diestros que siguieron su estela. Una invención, además, aceptada de buen grado por los aficionados más conspicuos e integristas de la época ¡Me encantaría ver la cara que ponen algunos ante estos datos! (Aunque lo más probable es que sigan la táctica habitual de ignorar todo aquello que pueda contradecir sus "brillantes" teorías)

Guerrita en Madrid citando de muleta para un natural. El cite clásico de toda la vida con la muleta en la izquierda, el estoque en la derecha y el corazón en el centro. Hay mucha verdad y mucha ética en esa forma de citar.
Dos detalles importantes: Uno, la muleta a la altura del cuerpo, sin adelantar y dos, el torero al hilo, sin enfrontilarse totalmente.. 
Por cierto, cualquiera convence hoy a un aficionado neo.moderno que lo clásico es precisamente eso: citar así con la muleta retrasada y al hilo del pitón. Pero así es. Así, precisamente así, citaba Manolete con la única mejora de colocar el cuerpo de perfil, no de frente, para poder ligar los muletazos, toreando en redondo (Fotografía de Sol y Sombra de una corrida  de Guerrita en Madrid, en marzo de 1898)

¿Como toreaba Guerrita de muleta?

Sin embargo, y por lo que sabemos, el toreo en redondo (que entonces se llamaba "pase en redondo" y que se componía de tres naturales ligados) no debía ser demasiado frecuente en esas últimas décadas del siglo XIX.

Lo habitual era que, de muleta, el torero torease situado en los terrenos de adentro (entre el toro y la barrera) y dejando al toro los suyos (las afueras). Al natural le seguía un pase cambiado y así sucesivamente,

Esto de alternar pitones tiene su enjundia y su lógica. Pues repetir el mismo lance varias veces, se consideraba entonces osadía temeraria. Cuando Belmonte engarza cuatro o cinco verónicas sin enmendarse, se monta un verdadero lío. Igual que cuando Gallito quiebra a un toro en Madrid, cuatro veces por el mismo pitón. Repetir lances se considera proeza que. cuando se hacía además por el mismo pitón del toro, alcanzaba caracteres de epopeya). Y es que los toros aprenden y se orientan (incluso en nuestros días es frecuente encontrar astados a los que no se les pueden ligar más de dos o tres naturales o derechazos seguidos sin que el toro se quede corto y empiece a puntear engaños y buscar el bulto).

Por eso, el toreo antiguo se hacía generalmente en ochos y alternando pitones. Que es, precisamente lo que vamos a ver hacer al Guerra en Beziers (en 1898) pero con una particularidad que, en vez de darle al toro un pase cambiado o de pecho después de un natural, Guerrita se cambiará la muleta de mano y le dará un pase por alto con la derecha, respetando el viaje natural del astado, sin cambiarle los terrenos.

No en balde, el Guerra es torero de esa cuerda, la de la línea natural. Sólo, en el primer muletazo (un ayudado), el toro pasa por el terreno de adentro y eso porque lo cita o distrae un banderillero.




La secuencia de la película. Primer muletazo por dentro (posiblemente por el cite de un banderillero. El segundo por alto con la derecha, el tercero, un natural. Guerrita torea alternando los pitones. Pero en el cuarto muletazo, cambiará la muleta de mano para mantener al toro en su terreno (Imágenes extraídas de la película de los hermanos Lumiére)
Por desgracia, en el resto de la faena, diestro y toro salen de cuadro sin que el operador de la casa Lumiére, sea capaz de corregir sobre la marcha el encuadre de la cámara pero ¡eso es lo que hay! Puede que poco pero, para mí, suficiente para saber como toreaba el Guerra: 

Erguido o encorvado (a Guerrita se le reprochó muchas veces torear demasiado encorvado, igual que se le reprochó a Joselito pero pisando la arena con mucha seguridad y poderío.

La seguridad y el poderío que dan el conocimiento.



domingo, 13 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (I) De Guerrita a Manolete (1ª parte)

Por Jose Morente

De Guerrita...
...a Manolete
























El pasado viernes, bajo el título genérico de "Manolete. La culminación de un sueño", y junto a Manuel Vazquez (coordinador del acto), Antonio Luis Aguilera y José Francisco Coello Ugalde (siquiera este de forma virtual), evocábamos y recordábamos, bajo la tutela de la Tertulia Taurina "El Castoreño" en el Real Círculo de la Amistad y  presentados por José María Portillo, la figura del gran torero de Córdoba, 

La citada conferencia a la que pusieron flamenco y sentido cierre, Antonio de Pozoblanco y Javier el Tomate, fue el aperitivo  para el paseo que, magníficamente organizado y dirigido por Antonio Luis Aguilera y con la colaboración impagable de Rafael Sánchez González, tuvimos la fortuna de poder realizar el sábado por la mañana por los rincones de la ciudad cordobesa vinculados a la memoria del genial torero muerto en Linares. Muchas gracias a ambos.

Lo que sigue es un resumen la conferencia que bajo el título "De Guerrita a Manolete" dedicamos a intentar desvelar el verdadero papel que jugó y juega Manolete en la historia del toreo.


Manolete. Figura clave en la historia del toreo

Sepultado bajo un alud de críticas, la figura de Manolete que nos presentan historiadores y aficionados está muy lejos de acercarse a la verdad.

Entender el toreo de Manolete resulta imprescindible para entender la verdadera historia del toreo. Sin entender a Manolete no se puede comprender el toreo de nuestros días.

Es más, estoy convencido que gran parte del desapego del aficionado de hoy hacia el toreo de hoy trae causa en el desconocimiento de la historia real del toreo y, sobre todo, en el desconocimiento, del verdadero papel jugado por Manolete, en esa historia.


Manolete no rompe el canon clásico ni transgrede el canon belmontista

El análisis del toreo, hecho desde posiciones dogmáticas y tradicionalistas, induce a confusión y error. 

Ir a la plaza a juzgar si lo que el torero hace se ajusta a nuestras convicciones previas (hechas a base de tópicos y dogmas de escaso fundamento) es ir dispuestos a no entender nada.

Solo desde esas posiciones acríticas, se explica que hayan sido aceptadas sin reservas las injustificadas críticas vertidas contra la figura de Manolete.

Manolete no tergiversa los cánones clásicos porque (al contrario que Domingo Ortega su principal impugnador), Manolete es torero de la más pura línea clásica del toreo. Tampoco puede traicionar el canon belmontista porque el toreo de Belmonte (campero y personal) le es radicalmente ajeno a su concepto del toreo. Son toreros de cuerdas muy diferentes.




Manolete en la línea de Guerrita, Joselito y Chicuelo

Manolete está en la línea torera de LagartijoGuerrita, Joselito y Chicuelo que es la cuerda del toreo de línea natural (aquella en la que el torero al torear respeta el viaje natural del toro, toreando al hilo, sin quebrarlo defensivamente). Un toreo practicado por toreros de escuela, hijos de toreros o formados al amparo de un maestro.



Apostura vestidos de corto de los toreros de Escuela: Lagartijo. Guerrita. Joselito

Es un toreo muy diferente al toreo de línea cambiada practicado por los toreros cuyo aprendizaje se ha efectuado en el campo, en las capeas o en las marismas, tales como el Espartero, Belmonte, Domingo Ortega o Paco Ojeda.



Los toreros que practican el toreo cambiado. Del campo a la plaza: Espartero, Belmonte y Domingo Ortega
Mientras los primeros (Lagartijo, Guerrita, Joselito, Chicuelo, Manolete) practican el toreo natural, de reunión, en redondo, cargando la suerte con los brazos; los segundos (El Espartero, Belmonte, Domingo Ortega), gustan de practicar el toreo cambiado, de expulsión, en ochos, cargando la suerte sobre las piernas.


Dos modos de torear radicalmente diferentes 

Son dos modos de torear radicalmente diferentes. No tienen nada que ver uno con el otro. Lo que vale en uno de ellos, no vale en el contrario. Entender esto es clave para poder entender la historia del toreo.

Pretender juzgar el toreo clásico de Manolete, desde el punto de vista del toreo cambiado, es injusto y erróneo y sólo se explica desde el dogmatismo más recalcitrante

De igual modo, pretender juzgar el toreo en redondo de nuestros días desde los modos del supuesto canon belmontista, propios del toreo cambiado y de expulsión (cruzado) es un un engaño.

Dicen que "el mejor aficionado es aquel al que más toreros le caben en la cabeza". Yo corregiría el aserto y señalaría que "el mejor aficionado es aquel al que más modos de torear le caben en la cabeza".

Sin entender el toreo de Manolete, no se puede entender el toreo de hoy

(Continuará)



miércoles, 9 de noviembre de 2016

El viernes en Córdoba

Por Jose Morente



Alabado por muchos (En México era un dios) y criticado por algunos, la figura de MANUEL RODRÍGUEZ MANOLETE, pieza clave en la historia del toreo, se agiganta a medida que pasa el tiempo. 

Manolete no es el martillo que destroza y pulveriza las normas clásicas o el canon belmontista, como algunos han dicho, sino el torero en el que culmina el sueño del toreo en redondo que tantos desvelos e inquietud había provocado los toreros desde los albores de la Fiesta. Al mismo tiempo con Manolete empieza también la andadura, la magnífica andadura, del toreo moderno.

Sin conocimiento, no puede haber entusiasmo ni empatía. Analizar el toreo de nuestra época, sin conocer cuál ha sido el papel y legado de Manolete (y el de Guerrita, y el de Joselito el Gallo y el de Chicuelo) en su construcción, es imposible

Quizás ese desconocimiento sea la principal causa del desapego de muchos aficionados de hoy hacia el toreo de hoy. Un toreo que es hijo legítimo y magnífico de la apuesta que hace ya 70 años hizo, en los ruedos, un cordobés cabal y honrado como pocos.

Es necesario, por tanto, evocar su figura, analizar su papel en la historia del toreo y recuperar su memoria. Sólo entendiendo a Manolete y descubriendo lo que significó y supuso su arriesgada apuesta torera, podemos entender plenamente el toreo de nuestra época.