domingo, 23 de febrero de 2020

Un quite de la Macarena

Por Jose Morente


La Macarena con las mariquillas que le regaló Joselito (ABC)

Un medalla abollada

El 17 de agosto de 1913, un toro de Saltillo en San Sebastián, le destrozaba la pechera a José de un certero pitonazo, en una tarde en la que el diestro de Gelves alternaba con Ricardo Torres Bombita y Rodolfo Gaona

La cosa no fue a mayores porque una medalla de la Macarena que Joselito llevaba al pecho le evitó una cornada que pudo costarle la vida. Lo contaba el revistero Divisa, en la revista Palmas y Pitos:

Parte de la reseña de la corrida del 17 de agosto de 1913 en San Sebastián (Publicado en el número de Palmas y Pitos del día 1 de septiembre)
Recorte de la fotografía publicada en el Blanco y Negro del día 24 de agosto de 1913 (La imagen está obtenida de un artículo del magnífico blog "A contramano y contraquerencia" de Gloria Sánchez Grandes)

Joselito con el Caballero Audaz

La anécdota la relataba también el propio Joselito. En una entrevista que le hizo el Caballero Audaz, el de Gelves le hablaba de esa medalla de la Macarena, abollada por el pitonazo del toro de Saltillo en San Sebastián.
"—¿Es usted religioso? —Sí, señor. Sin ser beato, creo en Dios con todas las veras de mi alma, y, sobre todo, tengo una fe ciega en la Virgen de la Esperanza.
Al decir esto, metióse una mano en el pecho y sacó un manojo de medallas. Primero que nada, las besó.
¿Ve usted? — me dijo después mostrándome una de ellas casi doblada y medio suelta del arete de brillantes—. Esta Virgen de la Esperanza la llevaba puesta una tarde que el toro me echó mano en San Sebastián. Está doblada de la cornada que me dió el bicho, y que si no se pone por medio la medalla, me parte el corazón... No la he puesto derecha, porque para mí es así una reliquia.
Besó las medallas otra vez, una á una, con unción religiosa, y volvió á guardarlas en su pecho."

Joselito conversa con el Caballero Audaz
Las mariquillas de la Macarena

Ese invierno, Joselito agradecido a "su" Virgen, trajo de su viaje a París, otra joya de la que pocos imaginaban la importancia que llegaría a tener. Se trataba de cinco broches, cinco pétalos de cristal de roca francés de color verde: las famosas mariquillas de la Macarena.

Como explican en la web de la Cofradía:
"El torero nacido en el municipio sevillano de Gelves, en unas de sus frecuentes visitas a la ciudad de la luz, visitó una joyería de enjundia para comprar cinco piezas art decó que, tras aterrizar en la capital de Andalucía, regalaría a la Virgen de la que era fiel devoto.
Fue Juan Manual Rodríguez Ojeda, factótum de la Hermandad de la Macarena, quien se las coloca a la Virgen poco antes de la imposición de la corona de oro anteriormente mencionada. Desde ese mismo momento, las mariquillas pasan a convertirse en uno de los elementos distintivos de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena.
Al tiempo, se desconoce en qué momento exactamente, las mariquillas comienzan a contar con una muelles que le otorgan un cierto movimiento cuando la Virgen sale en procesión bajo palio la madrugada del Viernes Santo. Un vaivén muy característico de las mariquillas de la Virgen de la Macarena que en poco tiempo los sevillanos tomaron como propio en la imagen, pues parecía incluso que le daba vida"
La Macarena en 1912, cuando todavía no lucía las mariquillas que le regaló Joselito.

Nuevo pitonazo en el pecho.

Hace tiempo, recordábamos en este blog una gran faena de Joselito en Sevilla: La del toro Palilloso de Gregorio Campos, la tarde del 22 de abril del año 14. La escueta reseña que daba ABC de esa lidia, decía lo siguiente:


Lo interesante es que esa corrida está filmada. Y, más, concretamente que, de la lidia de ese toro, pudimos reconstruir la faena de muleta de José, completa o casi, a base de fragmentos de distintas fuentes. Están ahí, en esas imágenes, tanto los tres naturales en redondo "superiores", como los demoledores pases por alto y, especialmente, esa segunda estocada citando a recibir y metiendo el pie, en la que el espada recibe un palotazo en el pecho. 

Joselito encorajinado se revuelve y desplanta (¡Dejadme solo!, parece decir), hasta que el toro cae y resuenan los aplausos, se agitan los pañuelos y el diestro saluda agradecido y reverencial al público sevillano, mientras a lo lejos, en la puerta de toriles, se adivina ya la salida del siguiente toro.

Pero lo sorprendente es que ese palotazo en el pecho, como dijimos aunque de pasada en la anterior entrada, lo detuvo en seco -otra vez- la misma medalla de la Virgen Macarena que ya venía abollada por el anterior pitonazo de San Sebastián.

El asunto tuvo mucha difusión por Sevilla, tanta que, hasta el deslenguado, antitaurino y descreído Eugenio Noel se hacía eco, en el semanario el Chispero, de su dirección, de esa sorprendente coincidencia.


Cabecera de "El Chispero-Semanario Antiflamenquista" dirigido por Eugenio Noel.
Decía Eugenio Noel, en ese número del Chispero, comentando la noticia aparecida en una revista religiosa:
"Tomamos del Iris de Paz, órgano oficial del Comité Ejecutivo de la Obra de la Buena Prensa, estos datos que causan náuseas, pues parecen indicar que la madre de Jesús se preocupa de los toreros, como si desde el cielo presenciara las corridas. Es para rugir de indignación ver cosas como estas en un periódico católico 
Pero eso de rugir ¡es de tan mal gusto en el país de los sapos!... Leed, hermanos, y santifícaos: 
 «Entre la gente taurina, y especialmente entre los admiradores sevillanos de Joselito Gómez, se comenta muchísimo el nuevo milagro de la Virgen en favor del diestro. Lo refiere el mismo Gallito  Chico, atribuyendo el estar ileso a una medalla de oro, orlada de brillantes, de la Virgen de la Esperanza, que jamás se quita del pecho. 
La medalla ha librado al diestro de dos graves cornadas: una en la Plaza de San Sebastián, y otra en la de Sevilla. En la primera fué aparatosamente cogido por el pecho al dar un pase de muleta, no haciéndole ningún daño, pero la medalla quedó doblada, desengastándosele casi todos los brillantes. En la última corrida de feria de Sevilla, Joselito entró a matar a su primer toro recibiendo, sufriendo un fuerte palotazo en el pecho, a consecuencia del cual quedó con la chaquetilla y la camisa destrozadas. Cuando llegó a su casa y se desnudó el traje de luces, vio el torero que el pitón del toro había tropezado con la medalla, haciendo desaparecer la dobladura y perdiendo los brillantes que le quedaban» 
 Lo que estamos perdiendo todos es la chaveta, meollo—vulgo calabaza—y la sindéresis o arte de darse cuenta".

El quite doble de la Macarena

Eso de que estamos perdiendo la sindéresis tiene su guasa, pero lo cierto es que, ese quite que la Virgen Macarena le hizo al llorado Joselito, en San Sebastián y Sevilla, le salvó la vida al diestro de la Alameda y por partida doble.

Luego en Talavera, ya no habría salvación posible...

Joselito paseando. 
Tras los dos pitonazos, Joselito pudo -gracias a la Macarena- seguir paseando por su Alameda.