lunes, 30 de junio de 2014

El destoreo (II) Paco Camino

Por Jose Morente

1971-05-29 (p. 06-01 ER) Serranito natural paco Camino

Madrid. 29 de mayo de 1971. Paco Camino en un natural a Serranito de Pablo Romero. Un toro que embiste, como es habitual en ese encaste, con la carita alta

La faena que hizo Camino al 4º de la tarde del 29 de mayo de 1971, de nombre Serranito y de la ganadería de Pablo Romero se ha convertido en una faena mítica.

Un aficionado de los de ahora, se atrevería a decir que con este toro o con uno similar, (con el toro con el que triunfaban las figuras de antes), fracasarían los toreros artistas de ahora, Morante de la Puebla por poner un ejemplo. Diría eso… pero se equivocaría de medio a medio.

Y es que Serranito no fue, ni con mucho, “ese toro imponente que impone respeto”, ese toro que “da miedo” y que tanto gusta a los “toristas” de nuestros días sino, más bien,… todo lo contrario.

Serranito fue un buen toro. Flojo, pues se cayó hasta dos veces al salir de la segunda vara, y sobre todo noble, muy noble. Tuvo, eso sí, el defecto de llevar la cara alta como era (y es) tan frecuente en esa ganadería pero, como hemos dicho, fue bravo y nobilísimo. Un toro de los que hacen posible el triunfo de un torero.

1971-05-29 (p. 06-01 ER) Serranito

Serranito, de Pablo Romero, no fue el toro con el que sueñan los toristas sino el toro con el que sueñan los toreros.

En el vídeo se ve muy bien, tanto el defecto de llevar la carita alta como esa embestida noblote y suavona, siempre en línea recta sin vencerse hacia el cuerpo del torero, que tanto ayuda al buen toreo.

Como, además, Serranito llevaba en el anca el hierro de la mítica ganadería de la divisa celeste y blanca, era el toro perfecto para triunfar en Madrid.

Y Camino triunfó. Un poco in extremis, porque la feria se le iba sin mayores éxitos, pero con un triunfo legítimo y practicando un toreo de muchos quilates.

Un buen toreo basado en el dominio de la técnica o, quizás fuera mejor decir, basado en ese conocimiento (de las reses y de las suertes) que siempre ha distinguido al sevillano.

Camino toreó con un planteamiento menos radical y avanzado que el que le pudieron ver en México. años antes. Quizás porque en España los cánones pesaban y pesan mucho o, quizás, porque Madrid es Madrid, lo cierto es que el de Camas hizo algunas concesiones a la galería de los ortodoxos como ese primer muletazo de cada tanda donde echa la pata ‘alante como dicen los puristas que se debe torear.

Un muletazo, eso sí, con un toro que se arranca de lejos y va fijo en la muleta y que por tanto sigue esa trayectoria rectilínea que tanto denigran los aficionados de escuadra y cartabón.

Lo hemos dicho muchas veces y no está de más repetirlo una vez más, la pata ‘alante está recomendada y es casi obligatoria cuando quiere ganarse terreno al toro y se alternan los pitones. O sea cuando, por ejemplo, se torea a la verónica con el capote o en los principios de la faena de muleta.

1971-05-29 (p. 06-01 ER) Serranito veronica paco Camino

Un lance de recibo. Camino mide y observa la embestida de Serranito

También es admisible en el primer muletazo de la tanda o cuando los muletazos suceden de uno en uno (pues entonces cada uno es el primero de su propia serie). Pero cuando se torea en redondo y se liga, lo ortodoxo, lo correcto y lo canónico es no menear los pies en el embroque ni antes de él.

Camino con Serranito 01

En el toreo en redondo, lo correcto es no menear lo pies en el embroque ni antes de él.

En el toreo en redondo, la colocación de perfil con la pierna de salida en línea o, incluso, algo retrasada respecto a la otra (“escondida”) es lo más correcto y lo que debe hacerse si no se quiere que el muletazo sea demasiado corto y brusco. Y sobre todo, conviene recordar que, en el toreo en redondo, lo importante es traer el toro hacia el terreno de dentro y no expulsarlo hacia fuera como ocurre cuando se adelanta la pierna de salida (lo que, por otra parte, no se ve nunca o casi nunca).

Camino con Serranito 02

La aparente facilidad de Camino. Lo que algunos quisieron confundir con una supuesta “desgana

Otras cuestiones, denostadas por los dogmáticos, se reflejan también en el vídeo. Tal son los toques, el cite con la muleta oblicua y el palillo inclinado hacia arriba, la colocación de perfil y al hilo (lo que llaman fuera de cacho) o ese, necesario e imprescindible, perder pasos entre los pases cuando el toro se queda corto.

Son medios técnicos correctos, empleados correctamente por uno de los toreros que mejor han toreado en la historia del toreo. Unos medios técnicos que son, hoy día, perfectamente reconocibles en los toreros de nuestros días pues ni ellos, los de nuestros días (Tomás, Morante, el Juli,…) ni sus inmediatos antecesores (Capea, Espartaco,…) los han inventado sino que simplemente los han heredado.

Sin embargo, cuando los toreros de ahora torean como toreaban los toreros de hace medio siglo, hay incluso aficionados que se atreven a acusarlos de ventajistas y “destoreadores” mientras que a aquellos, a los toreros antiguos, por hacer lo mismo, se les enaltece y reconoce como grandes maestros. Vivir para ver

¿Es sólo desconocimiento o hay algo más?

 

 

Epílogo  

1971-05-29 (p. 06-01 ER) Serranito estocada paco Camino

Aunque Camino era capaz de matar muy bien, una estocada ida, por no decir atravesada, con saltito y saliéndose de la suerte, fue la que puso colofón a esta faena que, sin embargo y merecidamente, fue premiada con las dos orejas del burel por el entendido público madrileño de entonces.

jueves, 26 de junio de 2014

La facilidad lidiadora de Daniel Luque

Por Jose Morente

 

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Daniel Luque “desencasillado” en Madrid (Foto de Julián López para Mundotoro)

Solemos ser los aficionados a los toros los seres más cómodos de todo el Planeta. Una vez que hemos visto a un torero un par de veces, lo encasillamos y etiquetamos  (con acierto o sin él) y de ahí ya no nos mueve nadie.

Es una forma facilona de andar por la vida, como digo, pero tremendamente injusta pues si algo caracteriza al toreo es precisamente ese carácter variable e imprevisible que tanto encanto le confiere.

Y es, además, un encasillamiento que no nos permite disfrutar de las buenas actuaciones de los toreros a los que tenemos sentenciados de antemano. El caso es que la tan manida frase “yo no soy de nadie sino del que lo hace” no responde casi nunca a la verdad pues, en realidad, somos del que lo hace… pero como a nosotros nos gusta.

En ese sentido, uno de los toreros más “encasillados” por los doctos aficionados actuales es Daniel Luque. Un torero al que se le tiene catalogado como torero fácil y un tanto frío y vulgar.

Sin embargo, el diestro de Gerena es un buen torero, nada heroico si se quiere, pero que atesora un gran conocimiento técnico, no exento de cierto porte en su desenfadada forma de torear. Es, por ende, uno de los mejores capoteros actuales y aporta, además, ese punto de desdén en sus formas que le confiere un curioso sabor a modernidad, algo que no parece gustar a los aficionados más rancios.

 

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Pese a todo parece que poco a poco, aunque a regañadientes, los aficionados se van convenciendo ya de la categoría que, con el capote, tiene el diestro sevillano.

Resulta que, el pasado día 5 de junio y ante un magnífico encierro del Puerto de San Lorenzo, Daniel Luque se reivindicó ante la Cátedra madrileña deshaciendo muchos de los clichés con los que algunos aficionados quieren desacreditarlo.

Cuando tantos otros diestros han pasado por esta feria abdicando de su forma de torear y de su personalidad, intentando así  contentar al sector más radicalizado de la afición madrileña (lo que siempre se ha llamado “torear para la galería”), Luque se limitó a torear como el sabe sin mixtificar su estilo ni su propia personalidad. 

Pero no es de sus formas toreros ni de sus buenas faenas a los dos toros del Puerto de San Lorenzo que le permitieron (en justo premio) salir por la Puerta Grande de las Ventas, de lo que me interesa hablar aquí, sino de su capacidad lidiadora puesta de manifiesto en el tercio de varas del toro “Cartuchero”.

Luque colocó a “Cartuchero” (el bravo toro del Puerto que, junto a Zahonero” de Miura ha acaparado la mayoría de los premios de la Feria) frente el caballo, en las dos varas que tomó, con una rara precisión. Con economía de medios. Con una displicente y suave elegancia lidiadora. 

La buena lidia se debe hacer, tal y como enseñó Daniel Luque con el capote en Madrid, sin alharacas ni gestos innecesarios pero con precisión milimétrica.

Desgraciadamente todo eso pasó casi desapercibido. Conviene, pues, que lo recordemos.

 

sábado, 21 de junio de 2014

José Tomás o el poder de la Fe

Por Fernando Cámara

JT (Mundototro)

José Tomás paseando por la arena con la naturalidad de un dios del Olimpo

Aquel héroe épico se pasea por la arena con la naturalidad de un Dios por el Olimpo. Consciente y capaz de cualquier cosa, su trágica y misteriosa figura somete voluntades animadas e inanimadas, su enorme personalidad hace estremecer hasta los viejos ladrillos que rodean la arena. Llena espacios con su sutil devaneo por el ruedo de la muerte, e impacta en la mente de los que no somos más que simples espectadores de su frio idilio con el oscuro personaje de la guadaña.

Ocupa el espacio de todos los toreros de la historia y hasta el del rey de la fiesta, el toro. Roba el protagonismo a todo artista y destroza el simbolismo de la fuerza mítica del cornúpeta en un íntimo mano a mano contra si mismo, enamorado de la muerte y con la gracia del cielo en sus muñecas.

Este José Tomás trasciende a lo humano a lo lógico y hasta a la razón para dibujar impetuosos trazos de un surrealismo divino. ¿Como hace tanto de forma tan sutil?

La fuerte convicción de José Tomás, somete la voluntad animal a su antojo y cuando se coloca, la suerte está echada, ya tiene en la mente lo que hará y con una increíble pero sabia tozudez, aparece la magia de lo imposible. Su fuerte torera determinación acaba realizando lo que su mente imagina y así, surge la obra y la sorpresa, impactando firmemente en el sentido de sus numerosos y fervorosos feligreses que lo admiran con total fascinación.

Feligreses

Los feligreses fascinados

El Mesías del toreo, el Dios de los ruedos, el Profeta de los toreros. A lo mejor nos hemos vuelto locos todos los que vamos a presenciar la danza con el miedo de José Tomás y vemos musas en el aire, pero lo que es tangible, es que José Tomás impacta en las mentes del que participa en su religioso arte.

Se coloca totalmente convencido y sin dudas, sin esperar lo peor ni tampoco lo mejor de su fiel oponente, pero resuelto al más mínimo ajuste de su técnica hasta la última décima de segundo donde se refugia el miedo, estremece los corazones, desata la sorpresa y se asoma al abismo donde al fondo se presume la eterna luz.

José Tomás, el más mítico y misterioso también es el más generoso, casi tanto como el Dios que pudo poner su propio sacrificio en los pitones del quinto de la tarde.

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El sacrificio del Dios

Fotografías de esta página: Santana de Yepes para Mundotoro

viernes, 20 de junio de 2014

Cuaderno de notas (XXX) Ese embriagador entusiasmo

 

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La corrida acabó (como deberían acabar todas las corridas) entre los “gritos de alegría delirante” y los “relámpagos aprobadores” de los ojos de las aficionadas. El toreo fue una fiesta ayer en Granada, con José Tomás, como lo fue en 1851 cuando Maximiliano de México visitó España. 

 

La corrida había acabado. El pueblo bajó a la arena y afluyó a las puertas de salida. Lleno de embriaguez y entusiasmo dejé estos lugares, cuyo recuerdo quedará para mí imborrable, donde yo había pasado las horas más  interesantes de mi viaje (…)

¡Que la suerte me conduzca de nuevo a España en esta época [Maximiliano se refiere aquí a los meses del verano en los que se celebraban y celebran mayor número de espectáculos taurinos] a fin de que estudie de más cerca tales combates y el espíritu del pueblo que se manifiesta en ellos, y que yo guste una vez todavía, este embriagador entusiasmo, esta noble alegría, este interés palpitante que he sentido! (…)

Tal es mi deseo más querido, aunque deba oírme llamar por labios sentimentales un bárbaro sanguinario, un joven desnaturalizado.

Yo tendré mi compensación en los gritos de alegría delirante que se escapan de los lindos labios de las españolas y en los relámpagos aprobadores que lanzan los más bellos ojos de Andalucía.

En medio de la agitación de las mantillas y del rumor de los alaridos, yo no puedo dejar de gritar:

-¡Españoles, os envidio esta fiesta antigua!

Maximiliano de México. Aus meinem Leben, Reiseskissen, Aphorismen. Gedichte, Wien, 1868

 

Nota de LRI: Maximiliano de México estuvo en España en 1851, un año después de la muerte de Paquiro y quedó fascinado por el bárbaro pero magnífico espectáculo que presenciaron sus ojos: Las corridas de toros. Once años después escribía el texto que publicamos. Siglo y medio después todavía resuenan en nuestras plazas de toros esos “gritos de alegría delirante” que causaron la envidia del que llegó a ser monarca mexicano.

jueves, 19 de junio de 2014

Cuaderno de notas (XXIX) La neurosis de los vociferantes

 

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Una bronca en 1921. Los espectadores saltan al ruedo para protestar. Hoy día es raro que esto ocurra. Sin embargo, el nivel de virulencia verbal que alcanzan las protestas de los vociferantes (dentro y fuera de la plaza) es altísimo (Del blog Aportaciones Histórico-taurinas mexicanas).

 

La neurosis de los conocedores vociferantes es harto interesante por el proceso que desatan y que, lejos de curarlos, los amarga todavía más. Ellos no asisten a la plaza a distraerse, sino a escarnecer, a destruir, con tal de alimentar su ego hambriento.

Como dice Robert Ludhum: la gente histérica siempre se aferra a cualquier cosa que no sepan los demás para darse importancia.

Tan pronto como perciben el primer “error”, saltan materialmente en cuerpo y voz para señalar el fallo y confirmar su sapiencia: “He aquí un conocedor que no se deja engañar”.

Las figuras mandonas son estanques propicios para refrescar en sus aguas abundantes el juego psicológico de tales bañistas. Es un pequeño divertimento de poder que se enciende al primer desliz del torero y que puede ir, desde la corbata mal colocada o un traspiés en la arena interpretado como miedo, hasta el terreno de los pecados mayores: echar la pierna atrás o matar arteramente.

La oportunidad prende la conexión y arranca su influencia alrededor. Si en ese momento el espada despierta en el público una expectativa, los rumores de la esperanza menguan la prominencia del “exigente”,  y si el artista o el valiente realiza en el ruedo algo torero, el sonido del ole hunde la incipiente autoridad proclamada por el “experto”.

Horrible medicina para el psicópata en ciernes, que desgraciadamente no alivia sino, al contrario, sumerge al paciente involuntario en la desesperanza y en la aflicción. Lo único positivo del episodio es que tal despechado de la realidad, regresará devoto a la plaza con el vivo anhelo de triunfar sobre el hereje victorioso.

Los mandones siempre necesitan de estas virutas para avivar la hoguera.

 

Guillermo H. Cantú. Manolo Martínez-Un demonio de pasión (1ª ed., México D.F., Editorial Diana, 1990. Pág. 185)

 

Aviso a navegantes. “Lo importante de los textos es lo que dicen no quien sea el autor” (Proverbio Syldavo)

lunes, 16 de junio de 2014

El Juli. La estética del poder

 

El Juli

Esto es el toreo

Nota de LRI:

La percepción que tiene el aficionado a los toros es, necesariamente, una percepción externa. Más de fuera que desde dentro. Por eso, en todas las épocas los aficionados se han movido entre la defensa de la épica y el ensalzamiento de la estética pues son los dos aspectos de la Fiesta que más entran por los ojos del espectador.

El toreo de antes y el de ahora se debate, por tanto, entre el “Se puede pagar el dinero de la entrada por verle hacer el paseíllo” (aplicable a diestros como Lagartijo o Curro Romero) y el “nada tiene importancia si no hay toro” (donde mandan los hierros emblemáticos como Victorino o Miura ¡Siempre Miura!).

Esta tendencia, ya sea  la de la épica o la de la estética, prima la apariencia sobre la esencia, el resultado sobre el procedimiento y la forma sobre el fondo. En el toreo, son muchas las veces que los aficionados nos hemos refugiado en esa cómoda postura para calibrar o valorar las cualidades de un diestro: El empaque, la elegancia, la chulería, el arrojo o sea, esa mezcla aromática que hemos convenido en llamar torería, han sido valores que han primado sobre otros tanto o más sustanciales pero mucho menos evidentes.

Por estas razones, los diestros menos formalistas, los que no son ni épicos ni estéticos, tales como Guerrita, Joselito el Gallo o Luis Miguel Dominguín, han sido siempre los más denostados por los aficionados superficiales que los han tachado (¡y hay pruebas documentales!) de mediocres o vulgares. Vivir para ver.

El pasado día 4 de junio, Julián López “el Juli” actuaba en la Corrida de Beneficencia en Madrid, entre la complacencia de la mayoría y el vocerío de los superficiales formalistas. Una actuación muy rotunda pero también muy discutida que acabó con el merecido premio por su buen toreo pero entre la división de opiniones del respetable. División que debe agradecer el diestro pues, hoy por hoy y como dice un buen amigo mío, ese tipo de protestas prefabricadas de la plaza de Madrid son la mejor prueba de la categoría de figura de un torero.

Lo que sigue es parte de una amena y tranquila conversación, al margen de ese ruidoso guirigay de la plaza, que tenía lugar hace muy pocos días en facebook entre tres muy buenos aficionados. Una conversación inusual sobre fondo y forma, sobre apariencia y esencia, sobre continente y contenido. Una conversación que todavía, a fecha de hoy, continua.

Transcribimos parte de ese debate, concretamente, su inicio.

 

Ante esa foto, y ese pie de foto propuesto por Paco Carmona, y a raíz de la corrida de la Beneficencia, Felipe Romero Taller de Toros planteaba una duda (lógica): 

¿La estética del toreo de poder debe exigir el sacrificio de la naturalidad? Es una pregunta que me hago y no tengo clara la respuesta.

La respuesta de Paco Carmona

Hay muchas, cientos de fotos que se pueden titular igual que esta que comentamos del Juli. Porque no hay una pureza absoluta en el toreo. Hay pureza siempre que éste se ejecute con verdad y con la máxima entrega.

Pero también es cierto que esta manera de torear exige el sacrificio de esa naturalidad de la que hablas y nos da paso a otra estética más prolongada o de desgarro.

Juli cita "desde dentro" a un toro de Madrid para torear la embestida y prolongar la bravura hasta límites insospechados, sacrificando una estética más "bonita" por un toreo de mayor compromiso.

La exigencia de Juli con el toro también es un arma de doble filo porque no amortiza al instante la belleza que provoca el toreo "desde arriba". Juli inicia la suerte con la muleta colocada, como si el muletazo ya se hubiera iniciado desde dentro, para con media muleta no dejarlo salir de la suerte y retenerlo dentro hasta que éste no pueda más...

Las cosas y los debates pueden siempre tomar un sesgo inesperado. Por eso, Jack Coursier, tan sagaz siempre, se interrogaba sobre la estética de la postura de Glen Gould tocando el piano y la comparaba con la del Juli.

Una foto de Jack Coursier.

Glen Gould al piano

Felipe Romero Taller de Toros reprochaba amablemente a Jack que, hacer un paralelismo entre dos artistas que tal vez tengan como puntos comunes el de primar su afán por el desarrollo técnico de su arte frente a los aspectos formales, era quizás… una provocación.

Y añadía que, en ambos casos, la perfección y la profundidad se anteponen a la puesta en escena. Glenn Gould acabó prescindiendo de las actuaciones en directo para centrarse en la música de estudio.

Para Felipe

Lo que importa es el sonido/Lo que importa es dominar y someter al toro.

El fondo frente a la forma. Si suena bien ¿qué importa mi aspecto?/Si va largo ¿qué importará que mi figura se fuerce? Y sin embargo en ninguno de los dos casos logran sacudirse el estigma de la imagen.

En ambos casos, El Juli y Gould, la estética acaba siendo fundamental para reconocer al artista. En el caso de Gould es su vieja silla en una vitrina de la Biblioteca Nacional de Canadá la que le ha sobrevivido, así como su imagen.

No su música, para la que no tengo educado el oído lo suficiente como para apreciarla. Y es que estamos en un mundo en el que la cultura visual es parte esencial para la diferenciación de los artistas.

Pero es que en el toreo siempre fue así y lo que quedan son las imágenes.

En todo caso y como señalaba Jack Coursier

La silla de Glen Gould y su posición muy baja fueron y son mínimos aspectos de su vida artística, la pequeña leyenda que hace sonreír. Su discografía es admirable y admirada y su fama no se limita a su taburete.

En el caso de los toreros, me parece que es conveniente distinguir por una parte, la belleza de la obra, que se confunde con su eficacia y pertinencia (el muletazo de conducta soberana es, por antonomasia, el muletazo de bello trazo. Repito, me parece), y por otra parte la elegancia del torero, de sus gestos, su prestancia, toda la parte seductora, fotogénica de su presencia en el ruedo.

(…)

jueves, 12 de junio de 2014

Miguel Ángel Perera. Nuevo rey del toreo

Por Fernando Cámara

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Miguel Ángel Perera. Entronizado en las Ventas (Foto de Juan Pelegrín)

Nota de LRI: Con motivo de la primera Puerta Grande de Miguel Ángel Perera en Madrid publicábamos un sustancioso artículo del maestro Fernando Cámara quien nos revelaba algunas de las claves de esa tarde del torero extremeño en las Ventas.

El Catedrático Perera ha vuelto a abrir la Puerta Grande de las Ventas en su segunda tarde y con toros de Adolfo Martín. De alguna manera, abrimos nosotros también la Puerta Grande de este blog para dar entrada a los comentarios imprescindibles de Luis Miguel López-Rojas (que ya hemos publicado) y a este nuevo artículo del maestro Cámara que publicamos hoy sobre esa segunda y clamorosa actuación del torero de la Puebla del Prior en los madriles, de la que ambos nos dan su percepción de esa tarde.

El texto de Luis Miguel nos desvelaba, con claridad y sencillez siempre de agradecer, las claves que habían permitido que el “milagro” se produjese. En este otro texto de Fernando Cámara, se profundiza –de forma sutil y matizada- en los aspectos internos de la faena y de la relación del hombre con el toro.

Es un texto importante por venir de quien viene y referirse a quien se refiere. Y es que entre los dos (Fernando y Miguel Ángel) suman nada menos que siete (7) Puertas Grandes en la plaza de las Ventas. Casi nada.

 

El toreo científico de Perera no solo quedó de manifiesto esta tarde sino que además lo que no veíamos nadie, Perera ya lo estaba viendo desde que salió del hotel hacia el coso de las Ventas.

A la ciencia aplicada añadió, además, esa increíble mística que influye en la voluntad del toro. A éste que nadie veía claro, Perera lo vio embestir ceñido a los alamares una veintena de veces por lo menos.

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Perera lo veía todo claro ya antes de salir a torear (Foto: Juan Pelegrín)

¿Qué fuerza increíble puede influir en el instinto salvaje de un toro bravo? Nadie se lo explica, ni siquiera los que nos hemos puesto delante y hemos comprobado la brutalidad y tozudez de la casta brava.

Sin embargo, Perera elevó a magia lo que antes fue solo ciencia.

Colocación perfecta del cuerpo ante el toro, colocación del engaño con respecto a la cara del toro con la inclinación y angulación perfectas para no ser visto, hicieron que el toro, sin querer, embistiera buscando lo único que podía ver: la encarna, mágica y poderosa franela de Perera trazando recorridos con precisión aritmética.

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Trazando recorridos de precisión aritmética (Foto: Juan Pelegrín)

Perera, no restó ni añadió ni un movimiento de más ni de menos en la faena ante la gris bravura que exponía el Adolfo, pero no bastó con esa difícil perfección, sino que añadió, además Perera, una gran fuerza mística, cuya consecuencia hizo embestir al animal incluso con calidad y transmisión, y créanme, no por virtud, sino por imposición.

Las precisas manos de Perera bien podrían ser las de un eminente cirujano interviniendo en la áspera y correosa voluntad del asaltillado Albaserrada. Sajando así, uno a uno, los innumerables defectos en la misma y dejando solo la parte sana para culminar una vez más la obra que somete, a la voluntad del hombre, un animal indomable.

Obra perfecta, incuestionable y digna de un profundo análisis. Aun propuesto para análisis posterior, me atrevería a decir que Perera se colocaba en semiperfil, con las zapatillas asentadas en el lugar elegido, adelantando la muleta peinando el suelo para llegar hasta la cara del toro con la presentación perfecta para tapar el campo de visión del mismo.

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El cite de semiperfil y las zapatillas asentadas. La muleta canaliza la embestida hacia afuera y hacia adelante pero en la trayectoria perfecta para que el toro roce la taleguilla del torero

Mediante un leve toque, la muleta se estremece para estimular el ataque del toro y, justo en ese momento en que el toro empuja con el tranco, la muleta insinúa un sutil movimiento que canaliza la embestida ligeramente hacia fuera y hacia delante, pero en la trayectoria perfecta y sin desplazamiento, para que el toro roce la taleguilla del torero durante el viaje.

Cuanto más cerca pasa el toro por la barriga del torero menos lo puede ver y una vez rebasado el cuerpo, de una cadera a la otra, aparece el mandón trazo que acaba ante la cadera contraria de Perera, después de que este haya ejecutado el muñecazo justo para quedar en la suerte, perfectamente colocado y en la línea correcta para el nuevo muletazo.

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Cuando el torero se impone al toro y le hace pasar por la barriga (Foto: Juan Pelegrín)

Esto se repite una vez y otra hasta acabar en grandiosos pases de pecho echándose al toro por delante de pitón a rabo.

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Los pases de pecho de pitón a rabo

No podía ser de otra manera, sino la planteada por Perera, para que la faena cogiera una dimensión extraordinaria, producto del convencimiento, del conocimiento y de la metafísica influencia de la voluntad de un torero sobre un toro.

Un torero que acaba de crecer más, si cabe aún. Crecer hasta acabar de nuevo tras atravesar el portón de la gloria, en la calle de Alcalá, esta vez, erigido como nuevo Rey del toreo.

 

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Perera cruza el Portón de la Gloria en la calle de Alcalá (Foto: Juan Pelegrín)

martes, 10 de junio de 2014

Cuaderno de notas (XXVIII) Tan a gustito los dos

 

1951-09-18 Valladolid Pepe Luis Vazquez orejas y rabo (5º) - copia

Pepe Luis Vázquez, el día que más a gusto estuvo toreando, el 18 de septiembre de 1951, con un toro de Villagodio en Valladolid.  El diestro de San Bernardo pasea las dos orejas, el rabo y la pata del astado. De la generosidad premiadora de entonces (quizás excesiva) hemos pasado a la mezquindad y cicatería con que hoy día se conceden los trofeos.

- Le ha sucedido alguna vez el perder la cabeza, por ejemplo, cuando un toro se había entregado por completo, y dejar hablar sólo a su inspiración?

- Pues si. En algunos momentos, la he perdido. Ha habido ocasiones en que me he emborrachado, como se dice en el argot taurino. Cuando se está a gusto con un toro ya se deja salir el sentimiento y esa cosa voluptuosa de la borrachera puede más que la inteligencia, Uno se deja llevar, porque en el fondo es artista. Si no fuera uno un sentimental, tampoco se podría ser un torero de altura

-¿En esos momentos podía usted sorprenderse a si mismo. gustarse, o sea, notar lo bueno que era?

- No es que notara lo bueno que era, sino que yo estaba gozando. Entonces, lo único que a mí me transmitía la emoción aquella de estar toreando a gusto era que yo gozaba una barbaridad, y había momentos en que yo creía que no tenía nadie alrededor. Me transfiguraba y era como si estuviera en una plaza de tientas, con tres amigos o sin nadie. Estaba solo, aislado del mundo.

Era como si estuviéramos completamente solos el toro y yo, en ese diálogo entre los dos.

Entrevista con Pepe Luis Vázquez Garcés publicada en “El torero y su sombra” de François Zumbiehl (Madrid, Espasa-Calpe, S.A., Colección La Tauromaquia nº 9, 1987. págs. 56 y 58) 

 

NOTA:

Está entrada está dedicada a mi amigo Gastón Ramírez Cuevas y a esos tantos otros aficionados actuales que todavía piensan que los toreros de nuestros días (aquellos que reconocen haber disfrutado toreando en una plaza de toros) son unos heterodoxos que no tienen nada que ver con  los heroicos toreros de antaño.

domingo, 8 de junio de 2014

El día que Perera marcó la raya

Por Luís Miguel López-Rojas

 

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El pasado día 3 de junio, Perera marcó, en el ruedo de las Ventas, la raya del mejor toreo

Existen actuaciones que marcan el nivel de una temporada, el de un torero y en muy contadas ocasiones el del toreo. Pues bien, el día 3 de junio de 2014, en Madrid, con la corrida de Adolfo Martín, Miguel Ángel Perera marcó una raya en el coso venteño.

Me gustaría empezar analizando, bajo mi particular punto de vista, qué se debe dar para que ocurra lo acontecido el día de autos.

 

Las condiciones necesarias. La apuesta

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Primera condición para el éxito. La apuesta de anunciarse en Madrid con los toros de Adolfo.

En primer lugar, y con la antelación con que hoy en día se cierran las ferias, que el torero tenga la decisión de anunciarse con una corrida de este tipo. Dar el paso al frente y apuntarse a una corrida de los hierros del gusto de la afición torista. Una corrida con la que sólo por estar anunciado en los carteles, tenga la consideración de gesta.

Hay que señalar que muchas de las veces, la mayoría, el resultado y el reconocimiento del esfuerzo por parte de los aficionados no están a la altura de la apuesta, del gesto. Cabe recordar como ejemplo los primeros años de la década del 2000, donde el Juli se apuntó a Miuras en Valencia, Guardiola en Madrid, Joselito con Pablorromero y Adolfo Martín en San Isidro, coincidiendo en ésta última con José Tomás, el famoso día de los avisos…

Sin ir más lejos, el año pasado en la encerrona de Talavante con 6 de Victorino, donde ante el fracaso del resultado (que no de la apuesta), salieron voces de mofa del tendido “¡Vete a grabar el anuncio a televisión!”

Este año, Perera, consciente del nivel que se encuentra, según los mentideros, pidió a la empresa de Madrid, tres tardes y entre ellas, matar la de Adolfo y Victorino Martín, quedando al final, seguramente por causas ajenas al torero, cerrada sólo la de Adolfo de las dos del encaste Albaserrada pedidas.

 

Las condiciones necesarias. Un toro

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Segunda condición del éxito: Un toro con un poso de bravura suficiente.  aunque en este caso el “pozo” era tremendamente hondo (En la foto de Juan pelegrín, el sexto de la tarde, Revoltoso, número 460. 590 Kg. Cárdeno)

 

En segundo lugar, que dentro de una corrida de estos hierros, salga ese toro con fondo y bravura suficiente para realizar el toreo actual. El que el público demanda. Ese toreo largo, profundo, estético, por abajo, ligado… que el público hoy en día quiere ver independientemente de la condición del oponente.

Hay que ser consciente y así lo señalaba Paco Carmona en la animada tertulia que tuvimos en los prolegómenos de la Beneficencia, que las figuras del momento, indiscutiblemente, son los toreros más capaces y que mejor pueden con cualquier tipo de toro. Pero este poderío, esta sensación de seguridad que mostrarían ante estas ganaderías, cuando el toro no se presta al lucimiento, no siempre gusta al público, especialmente a aquellos aficionados toristas que se rigen más por el hierro que por la condición.

 

Las condiciones necesarias. Cuajarlo

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Tercera condición para el éxito: Cuajar la faena (Excepcional natural de Perera. Foto de Juan Pelegrín)

 

Y el tercero y más difícil, que cuando se den los dos primeros, cosa que raramente ocurre, cuajarlo. Macar la diferencia con el resto de mortales. Llegar hasta donde muy pocos o nadie pueden llegar. Coronar la cima. Elevar el nivel del toreo. Esto tan fácil de explicar y tan difícil de hacer es, simplemente, lo que hizo Miguel Ángel Perera el pasado día 3.

Bien es cierto, y así lo reconocía el propio torero ante los micrófonos del Plus, que se han dado todas las circunstancias para que esto ocurra. Fundamental ese éxito tan rotundo, tan incontestable, con la corrida de Victoriano del Río.

Con ese toreo tan perfecto en el toro de las dos orejas. Toro de gran calidad, que podría dar a pensar a más de uno, que ese toreo ante un toro de esta condición, lo podía hacer “cualquiera” (no malinterpretar: entendido como un buen número de toreros). Con esta actuación, Miguel Ángel se ganó el respeto y la “espera” del público de la Ventas. Cosa que hoy en día, tratándose de figuras y toreros de este corte (no artistas), es harto difícil.

Esta expectación, esa paciencia, ese “crédito” que se precisa por parte del público para el torero pueda desarrollar su labor, lo acrecentó dentro de la misma corrida de Adolfo con su primero. Labor soberbia, llena de matices… para que en su segundo surgiera el milagro. Toro con dificultades, con carbón, exigente, que se metía en el primer y segundo pase…un toro que nadie veía.

Miguel Ángel a fuerza de valor, de tragar, de corregir, de proponer, de distancias, de terrenos, de cites, de alturas, de toques… impuso esa tauromaquia que a mí me gusta denominar del “sí o sí”. Obligó a toro a seguir el camino de su poderosa muleta. Al toro no le quedaba otra opción. Esto es el “sí o sí”. Toreo largo, profundo en series emocionantes, milagrosas… Perera hizo un raya en el albero del coso venteño. Puso el listón a la temporada 2014, a su toreo y, seguramente, al toreo.

De momento, ahí queda. Para todo aquel que quiera osar traspasarla, ya sabe dónde está el nivel. “La raya de Perera

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Perera marcó la raya en el ruedo que es donde hablan los toreros (Foto de Juan Pelegrín)

 

Declaraciones chocantes

Al hilo, me resultaron muy chocantes las declaraciones del Juli al terminar su actuación en la Beneficenciaestoy deseando volver este año, ¿en Otoño?, ojalá”. Declaración sorprendente en los tiempos actuales. Puede que Julián lo dijera porque tenía la sensación de que esa tarde no había tenido el tipo de toro necesario en Madrid para mostrar su verdadera dimensión… Puede.

Puede que lo dijera porque había sentido que la mayoría del público ha reaccionado a su toreo y se ha impuesto a esa minoría dictatorial y sectaria que, por sistema, quiere reventar todas sus actuaciones... Puede.

Pero a mí, no sé si de forma real o por mi imaginación/ilusión como aficionado, creo que los motivos son más profundos. Tenía a Perera en la cabeza y esa raya que quedó marcada el 3 de junio. Comprende que esa marca sólo se puede ser borrada en el lugar que se hizo. El albero venteño. Y si hay alguien capaz de responder al órdago, de recoger el guante, ese es… Julián.

Y si llegados a este punto y mi teoría fuera cierta, ¿por qué esperar a otoño?

Juli salida

El Juli abandona la plaza el día de la Beneficencia ¿Porqué esperar a Otoño?

domingo, 1 de junio de 2014

El destoreo (I) Antonio Bienvenida

Por Jose Morente

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En la mayoría de las fotos de Antonio Bienvenida, que circulan en la red, se ve a este diestro cargando impecablemente la suerte sobre la pierna de salida siempre adelantada. Una posición que, para algunos, es el súmmum de la ortodoxia. Sin embargo al captar la fotografía un instante concreto, no es fácil determinar si esa posición se debe a que la foto recoge el último tramo del muletazo (y el cite se produjo realmente con la pierna retrasada) o, al contrario, si la pierna se adelantó al arrancarse el toro. 

 

El aprendizaje de la técnica

No podemos ni deberíamos olvidar que el toreo es un arte o, mejor dicho y como nos recordaba Fernando Cámara y apostillaba Jim Verner en la anterior entrada de este blog, una ciencia esencialmente empírica y pragmática.

En ese sentido, si el conocimiento teórico (los cánones) pudiera ser patrimonio de los aficionados, resulta evidente que el conocimiento práctico (la ciencia del toreo) pertenece en exclusiva a los toreros. Un conocimiento que los toreros adquieren con la experiencia (“la letra con sangre entra”) y, fundamentalmente, viendo torear a otros toreros.

Adolfo Ramos cogida Malaga

El aprendizaje del torero se produce a partir de su propia y dura experiencia y viendo torear a los buenos toreros (En la foto de Joaquín Bueno, cogida del novillero Adolfo Ramos. En el callejón, su maestro Fernando Cámara)

Por eso, porque los toreros no aprenden el toreo leyendo sesudos textos sobre la tauromaquia ni aplicando en el ruedo los cánones que los aficionados tenemos por inamovibles, sino toreando y viendo torear a otros toreros es por lo que el toreo de cada época resulta ser una nueva edición, corregida y aumentada del toreo de la época anterior, del toreo de siempre. A lo largo de toda la historia del toreo se manifiesta ese hilo conductor que es la técnica.

1942 Zaragoza Pepe Luis y Manolete en el callejon 001

Los toreros no leen sesudos tratados de Tauromaquia, se limitan a observar a otros toreros y aprender de ellos (En la imagen Pepe Luis Vázquez y Manolete atentos a lo que pasa en el ruedo)

Esa cadena de transmisión puede presentar y presenta sus lógicos altibajos pues no siempre una generación mejora lo que hizo la anterior ni tampoco las nuevas aportaciones tienen que ser necesariamente válidas o incorporadas directamente al acervo común profesional. El proceso por el que se formaliza y define un nuevo modo de torear es un proceso de altísima complejidad pero, como decimos, tiene su base en el aprendizaje de lo existente y en la experimentación de lo nuevo (procedimiento prueba-error).

 

1939-07-02 Sevilla Alternativa Manolete Chicuelo

El aprendizaje del toreo por transmisión de conocimientos. Manolete aprendió a torear viendo –entre otros- a Chicuelo quien, a su vez, había aprendido de Joselito el Gallo (Fotografía con la alternativa de Manolete concedida por Chicuelo). 

 

La negativa apreciación sobre el toreo actual

El toreo de nuestra época se incardina en ese proceso. Por eso, no creo que sea correcta la apreciación de algunos aficionados que consideran que el toreo actual se encuentra en decadencia debido a que los toreros actuales practican un toreo muy alejado de los cánones clásicos que practicaron los grandes toreros del pasado, un toreo ventajista y tramposo al que llaman “destoreo”.

Creo que esa percepción parte de una lectura simplista de la realidad basada en dos errores: Un negativismo exacerbado sobre el toreo del momento presente (sobre el que no vamos a entrar ahora) y una idealización utópica del toreo de épocas anteriores.

Sevilla Pepe Luis muletazo con la derecha 001

Es muy frecuente la idealización del toreo del pasado. A partir hechos más o menos ciertos, se atribuye a los toreros de antes hazañas que nunca hicieron o simplemente modos de torear que les eran ajenos (En la foto de Cano, Pepe Luis Vázquez torea por naturales, con el compás cerrado y de perfil pero, sobre todo, con una elegancia y un desmayo inigualables)

Vamos a centrarnos en la segunda cuestión, en la suposición de que los grandes maestros del pasado se han ajustado siempre al torear a los cánones clásicos. Una suposición que no corresponde a la realidad.

Y no corresponde porque, esos grandes toreros, no han toreado como hoy se nos dice que toreaban y, mucho menos, lo han hecho ajustados a unas normas que no tienen nada de clásicas sino que están formadas por tópicos o clichés impostados..  

Y vamos a intentar demostrarlo. Vamos a comprobar (en esta nueva serie) que los toreros considerados como ejemplo de clasicismo por los aficionados actuales (Ordoñez, Luis Miguel, Antoñete, Bienvenida, Paco Camino, El Viti, Rafael Ortega o César Rincón) no siempre toreaban como ahora nos dicen que toreaban (o sea con arreglo a esos cánones supuestos) sino que dichos diestros han utilizado muchos de los mismos medios técnicos básicos que siguen utilizando los toreros actuales. Esos medios que ahora tanto denostamos y criticamos.

En lo que aquí nos interesa y a la vista de lo que vamos a ver, creo que deberíamos tener mucho más cuidado con los reproches de orden técnico que hacemos al toreo de hoy (el pico, perder los pasos, los toques, la suerte descargada, la pierna contrario, etc.) porque son reproches que perfectamente podríamos hacer extensivos a los toreros considerados históricamente más ejemplares y puros, por los aficionados más intransigentes, como vamos a tener ocasión de comprobar.

De igual modo, los toreros actuales (José Tomás, Morante, El Juli, Talavante, Fandiño, Urdiales o Perera) no sólo no rompen o pervierten el toreo de épocas anteriores sino que, antes al contrario, son continuadores del toreo que hicieron sus ilustres predecesores.

Podrá haber diferencias de empaque, ritmo, suavidad, elegancia o clase, que las hay y muy evidentes en uno u otro sentido y entre unos y otros toreros. Pero esa es otra cuestión diferente. Esa es una cuestión de estilos o de formas pero no de fondo.

Como las palabras y los argumentos se los lleva el viento y, al final, son patrimonio de los dialécticos y los demagogos, creo que lo mejor es comprobar de modo empírico, la tesis que estamos proponiendo.

Que nadie se rasgue las vestiduras porque vean que sus ídolos no torean como ellos pensaban o querían creer (o hacernos creer) que toreaban.

El problema no está en esos grandiosos toreros del pasado ni, por supuesto, en su magnífica forma de torear con una técnica tan semejante, en lo fundamental, a la que ahora se demoniza. El problema real está en los tópicos heredados que pueblan nuestra imaginación.

Y una importante precisión para espíritus sensibles. Conviene recordar que los medios técnicos de los que hablamos no son buenos o malos “per se”. Son buenos o malos por el modo de utilizarlos y sobre todo, por su adecuación o no a las condiciones de los toros.

El problema no es torear con la parte del pico de la muleta sino utilizarlo para despegarse al toro en los casos en que no es necesario. El problema no es no abrir el compás sino no echar el peso del cuerpo hacia la pierna de salida. El problema no es perder los pasos, el problema es perderlos cuando no es necesario y hacerlo, además, de forma poco armoniosa. Etcétera.

En la forma de citar está la verdad o la mentira

El tópico. Jose Tomás toreando “con el pico” de la muleta como se denuncia en esta foto obtenida del blog “El Chofre”. Sin embargo, se adivina un muletazo mucho más ajustado y preciso que la mayoría de los realizados con la panza de la muleta. 

Y es que se confunde el “destoreo” (que es hacer mal las cosas) con la utilización de determinados recursos técnicos que pueden ser perfectamente válidos según y como.

Emilio Muñoz natural - copia

Aunque con el compás abierto y de frente se asumen evidentes riesgos, el muletazo de la foto no puede ser presentado como ejemplo de ortodoxia ya que el peso del cuerpo no descansa en la pierna de salida sino en la otra. Y aunque la imagen presenta una rara belleza, la suerte está descargada.

 

El destoreo.

Visto lo anterior, he creído oportuno titular a esta serie, que hoy comienza, con el tan llevado y traído nombre del “destoreo” y la he subtitulado (de forma claramente irónica) como “O la buena técnica de torear”.

Vamos a ver, por tanto, a los grandes maestros del pasado, destoreando o, dicho con mayor rigor y sin ironías, aplicando correctamente los procedimientos, medios y recursos técnicos que permiten el toreo, el buen toreo.

Unos procedimientos, medios y recursos que, hoy día, son rechazados y protestados por algunos aficionados actuales en una clara muestra de desconocimiento de la correcta técnica del toreo de nuestros días y del de siempre.

Antonio Ordoñez Derechazo 001

Antonio Ordoñez, con su empaque habitual lleva al toro embebido en los flecos de la muleta. Magnífico ejemplo de buen toreo (Aunque hoy le llamarían “destoreo” por la posición de perfil sin adelantar la pierna de salida).

 

Capítulo I. Antonio Bienvenida

Me parecía también oportuno empezar esta serie por un maestro indiscutible como es Antonio Bienvenida.

Vamos a ver dos tandas de muletazos de este diestro en la plaza de Madrid correspondientes a dos faenas diferentes. Pura técnica del toreo de muleta en redondo, más puro y perfecto .

Son muchos los matices en los que podríamos reparar pero, sobre todo, nos fijaremos en dos aspectos: el movimiento de los pies entre pase y pase (perder los pasos) y en la colocación para el cite (al hilo y con la pierna de salida escondida detrás de la pierna de entrada) en todos los muletazos (incluido el primero de cada serie) de esas dos tandas

Conviene señalar que ambas  faenas corresponden a dos tardes triunfales de Bienvenida en Madrid. En la segunda de ellas, el diestro cortó las dos orejas del astado saliendo a hombros pese a matar de media estocada que podemos calificar de defectuosa. No se trata pues de dos faenas mediocres sino de dos de sus grandes faenas, lo que confirma la validez como prueba de estas imágenes.

Aunque hemos creído conveniente llamar la atención sobre esos dos aspectos técnicos que permanecen en el toreo de nuestros días, es interesante fijarse también en el empaque, elegancia, ritmo y torería con los que torea (¿destorea?) Antonio Bienvenida. Aspectos que constituyen lo realmente importante y meritorio de su actuación premiada (como no podía ser de otra forma) clamorosamente por los aficionados de la época, tan exigentes, pero mucho más justos y conocedores de la técnica del toreo, que los aficionados actuales.

Unos aficionados que eran buenos catadores del buen toreo.

antonio bienvenida  redondo

.Impecable derechazo de Antonio Bienvenida. quien –elegante y erguido- lleva al toro fijo en una muleta cuya tersura era marca y distintivo de su toreo. Sin embargo, los puristas de hoy lo tacharían de “destoreo” por la posición de perfil y el compás cerrado del torero y por la trayectoria rectilínea que sigue el toro. Si eso es así, bienvenido sea el “destoreo”.