Lo de las vías del tren es uno de esos tópicos que tanto equivocan. En el ruedo no hay carriles y el toro no es un tren que tenga que ir por un camino determinado.
Al contrario, el toro es un animal hipersensible al movimiento y tiende a cortar terreno (a anticiparse al enemigo) y mientras más se le marca el terreno de afuera (mientras más cruzado está el torero y más adelanta la pierna) más se "abre" el toro hacia afuera.
Los toreros aprovechan esa condición del animal, igual que los niños jugando al pilla-pilla o igual que el recortador que recorta al toro en la carrera y le marca a este una dirección para tomar enseguida la contraria. Es también, el mismo mecanismo que se utiliza en el quiebro, donde basta desplazar la pierna y el cuerpo hacia un lado para, recuperando al instante la posición, conseguir salir airoso de la suerte. El toro se desplaza hacia donde se le marca la salida y luego, por pura inercia, es incapaz de rectificar.
Adelantar la pierna de salida en los lances de capa y muleta (lo que algunos llaman cargar la suerte) es, en realidad, utilizar el mismo mecanismo que en el quiebro: señalar al toro un punto donde el torero no llegará. Solo que en este caso, el diestro no tiene que recuperar la posición inicial pues, al utilizar el engaño, el toro centra y ceba en el su acometida.
Meterse en las vías del tren (cruzarse al pitón contrario) no es más heroico que mantenerse al hilo, al rafe de los pitones. Es un movimiento necesario con determinados toros pero un abuso o ventaja -como explicaba Manolete- con otros. Una ventaja necesaria cuando se practica el toreo cambiado (cuando al toro se le cita por un lado y se le da salida por el otro) porque, en ese caso, se precisa acentuar el desplazamiento con ayuda de la pierna, pero cuando se torea al natural (cuando al toro se da salida en la muleta por el mismo lado por el que se cita) es una ventaja excesiva porque ahí el diestro puede y debe contar solo con sus brazos y no ayudarse con las piernas.
Lo ideal y lo más difícil (pero eso sólo es posible con toros de buena condición) es llevar al toro sin menear los pies mandando solo con el movimiento del brazo. Pero el verdadero mérito, lo heroico, es torear bien, ya sea adelantando la pierna de salida en el toreo cambiado o situándose al hilo en el toreo natural.
Al contrario, el toro es un animal hipersensible al movimiento y tiende a cortar terreno (a anticiparse al enemigo) y mientras más se le marca el terreno de afuera (mientras más cruzado está el torero y más adelanta la pierna) más se "abre" el toro hacia afuera.
Los toreros aprovechan esa condición del animal, igual que los niños jugando al pilla-pilla o igual que el recortador que recorta al toro en la carrera y le marca a este una dirección para tomar enseguida la contraria. Es también, el mismo mecanismo que se utiliza en el quiebro, donde basta desplazar la pierna y el cuerpo hacia un lado para, recuperando al instante la posición, conseguir salir airoso de la suerte. El toro se desplaza hacia donde se le marca la salida y luego, por pura inercia, es incapaz de rectificar.
Adelantar la pierna de salida en los lances de capa y muleta (lo que algunos llaman cargar la suerte) es, en realidad, utilizar el mismo mecanismo que en el quiebro: señalar al toro un punto donde el torero no llegará. Solo que en este caso, el diestro no tiene que recuperar la posición inicial pues, al utilizar el engaño, el toro centra y ceba en el su acometida.
Meterse en las vías del tren (cruzarse al pitón contrario) no es más heroico que mantenerse al hilo, al rafe de los pitones. Es un movimiento necesario con determinados toros pero un abuso o ventaja -como explicaba Manolete- con otros. Una ventaja necesaria cuando se practica el toreo cambiado (cuando al toro se le cita por un lado y se le da salida por el otro) porque, en ese caso, se precisa acentuar el desplazamiento con ayuda de la pierna, pero cuando se torea al natural (cuando al toro se da salida en la muleta por el mismo lado por el que se cita) es una ventaja excesiva porque ahí el diestro puede y debe contar solo con sus brazos y no ayudarse con las piernas.
Lo ideal y lo más difícil (pero eso sólo es posible con toros de buena condición) es llevar al toro sin menear los pies mandando solo con el movimiento del brazo. Pero el verdadero mérito, lo heroico, es torear bien, ya sea adelantando la pierna de salida en el toreo cambiado o situándose al hilo en el toreo natural.
Torear bien -se toree como se toree- es lo más complicado y lo más meritorio.
Addenda. Acuciados y preocupados por este problema, la Razón Incorpórea ha decidido contratar al sagaz Inspector Clouseau para que localice en los ruedos españoles y de todo el mundo esas supuestas vías del tren. Por desgracia, la búsqueda está siendo infructuosa.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo en todo José, gran artículo.
Pero me temo que los aficionados cabales hemos perdido esa batalla, sobre todo en Madrid. Al que tiene como dogma que hay que estar cruzado siempre, no hay quien le haga razonar que ni es posible, ni es más puro, ni es más nada, si acaso como bien dices, es más ventaja. Y al que está aprendiendo, como es normal, le llega mucho más el pitido y el grito que el silencio respetuoso.
P.D. El pasado lunes, día de San Isidro, Joaquín Bernadó dijo en la retransmisión de Telemadrid que hay que cruzarse siempre y que los tres matadores habían estado casi permanentemente fuera de cacho. Así es muy difícil que salgan nuevos y, sobre todo, buenos aficionados.
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