lunes, 28 de noviembre de 2011

La dureza del toreo (VI) Pobrecito Ponce que en Lima murió

 

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Retrato de José Ponce publicado en la Lidia (1915) por Pedro Tejera.

Aunque parezca mentira, estamos (estoy) en Lima (Perú) siguiendo las huellas que aquí dejaron entre otros- Joselito, Belmonte y… Ponce.

Aunque cuando hablo de Ponce no me estoy refiriendo a nuestro coetáneo Enrique (Quien, por cierto, ha estado sensacional esta tarde en la corrida de la Feria del Señor de los Milagros con un toro de Roberto Puga) sino a José María, aquel “pobrecito Ponce que en Lima murió llamando a Cristina”, como dice la seguiriya dedicada a su muerte, compuesta (según Aurelio de Cádiz) por el enigmático y emblemático Tomás el Nitri.

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El enigmático Tomás el Nitri del que nos queda memoria de su genialidad y sus rarezas.

Lo más interesante es que la letra y música de esta seguiriya han llegado (con todos los matices que se quieran hacer) hasta nosotros pues la cantaba, en sus actuaciones en directo, Antonio Mairena, gracias al cual se han conservado este y tantos otros cantes.

Luego, hace no muchos años, la grabaría Carmen Linares en el CD que hizo con Gerardo Núñez titulado “Un ramito de locura”.

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Carmen ´Linares y Gerardo Núñez grabaron en 2002 el CD “Un ramito de locura” donde se incluye la seguiriya “En Lima murió” dedicada al torero.

Como quiera que esta letra por seguiriyas se ha venido cantando hasta nuestros días, la memoria del torero (al menos su nombre) se ha conservado en el mundo del flamenco con más fuerza que en el taurino pues José Ponce es hoy día un prácticamente desconocido para los aficionados a los toros.

Y eso que su dramática historia no deja de ser emotiva y muy propia además de la época romántica que le toco vivir. Repasémosla.

 

¿Quién era José María Ponce?

 

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El retrato de José Ponce que inserta Sánchez de Neira en su monumental obra El Toreo y que probablemente se hiciera a partir de la foto del torero que abre esta entrada

¿Quién era ese José Ponce, amigo de Tomás el Nitri, que murió en Lima llamando a su amada Cristina?

Su historia nos la cuenta José Sánchez de Neira en su monumental obra El Toreo. Neira nos dice que José María Ponce y Albiñana, tal era su nombre completo, nació en Cádiz en 1831, en el barrio de los Usías (un barrio de gente acomodada) y tenía por profesión la de calafate (carpintero de ribera).

Parece también (aunque esto no nos lo dice Sánchez de Neira sino Aurelio Ramírez Bernal) que no tenía nada que ver con el ambiente taurino, pero que conoció a una guapa gitana de la que se enamoró.

Ella se llamaba Cristina Ortega y pertenecía a una familia famosa de toreros gaditanos de los que ya conocemos algunos datos por otra entrada de este blog y entre cuyos descendientes figuran -nada más y nada menos- que Joselito y Rafael el Gallo.

Más concretamente, Cristina era hermana de Francisco de Asís (Cuco), de Manuel (El Lillo), de Gabriel (Barrambín) y de Enrique Ortega (padre de Gabriela Ortega, la madre de los Gallo). Todos toreros y el último también flamenco.

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Detalle del árbol genealógico de la familia Gómez-Ortega (del libro de Paco Aguado “Joselito el rey de los toreros) donde aparece el torero José Ponce casado con una hermana de los Ortega Díaz cuyo nombre (que no figura en el cuadro) era el de Cristina. La otra hermana, Carmen, también se casó con un torero, el Poncho.

 

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Enrique Ortega (Enrique el Gordo) uno de los hermanos de Cristina y por tanto hermano del Cuco, Lillo y Barrambín. Aunque banderillero como ellos su valía como torero fue menor. No así su proyección como flamenco. Gran amigo de Silverio Franconetti, quien le cantó a su muerte que acaeció siendo aún joven una emotiva seguiriya.

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Gabriela Ortega (La madre de los Gallo) era hija de Enrique el Gordo y, por tanto, sobrina de Cristina, la mujer de José Ponce.

Lo de ser torero en esa familia era una especie de obligación, tanto que cuando Ponce empezó a salir con Cristina está le exigió para mantener relaciones que abandonara sierra, garlopa y martillo y que lo sustituyese por capa y muleta, lo que nuestro protagonista hizo.

Y no fue mal torero. Al contrario, sin llegar a primera figura, el advenedizo Ponce -según Aurelio Ramírez Bernal- practicaba un toreo parado aunque seco y pausado, grave y valiente. Gustaba de recibir a los toros, suerte que practicaba con preferencia al volapié.

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Curiosa foto de estudio de José Ponce simulando un momento de la lidia. El torero se presenta sin montera y con la muleta plegada (Cossío T. III. Fotografía de la Colección de Ortíz Cañavate) en pose que concuerda con la imagen de torero seco y parado que los críticos nos han transmitido de él.

La alternativa se la dio nuestro también conocido Manuel Domínguez (protagonista de otra entrada de esta serie) en la plaza de Sevilla el 2 de octubre de 1859. Ponce pese a algunas críticas adversas tenía muy buen cartel en Andalucía.

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Detalle de un cartel de una corrida celebrada en Sevilla en 1866 donde Ponce alternó con Manuel Domínguez. Este último -por lo que dice el cartel- fue la única vez que toreó ese año en la Maestranza sevillana. Los toros de Concha y Sierra -expuestos en Tablada- habían llamado la atención de los aficionados

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Manuel Domínguez (Desperdicios)

Al respecto de su buena aceptación por el público y mala por la crítica (algo que viene siendo recurrente en todas las épocas), es muy curiosa la reseña (que recoge José María de Cossío) de una corrida en Córdoba donde el torero tuvo un gran éxito lo que el revistero de turno (exigente y dogmático como todos los de la cáscara amarga) achacaba a la asistencia a la plaza de numerosos jornaleros, muchachos y (atención que la frase, que se pretende irónica, era y es de juzgado de guardia) “otros seres animados que el vulgo llama mujeres”.

Curioso personaje tuvo que ser este detestable crítico, elitista y misógino para más inri, del Boletín de Loterías y Toros.

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Uno de esos “seres animados que el vulgo llama mujeres” (que diría el impresentable crítico del Boletín de loterías y Toros) en la plaza de toros de Cádiz, la ciudad natal de José Ponce.

 

El toro Caramelo de Saltillo

Una de las tardes más complicadas de la carrera de este torero, tuvo lugar en la plaza de toros de Cádiz en junio de 1867. El relato de esa corrida (cuya reseña también se puede leer en el Boletín de Loterías y Toros) lo hacía P.P.T. (pseudónimo de Aurelio Ramírez Bernal, crítico taurino malagueño)

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Aurelio Ramírez Bernal que firmaba sus artículos con el seudónimo de P.P.T. y que nos relata la historia de Ponce y el toro Caramelo en uno de los artículos de la serie “Memorias del tiempo viejo” que publicó en la revista Sol y Sombra

El segundo de la tarde se llamaba Caramelo, era colorado, ojo de perdiz, bien puesto de cabeza, de unas nueve yerbas (traducción: ocho años) y con mucho sentido.

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El toro Caramelo de Saltillo, era colorado, ojo de perdiz y bien puesto de pitones como se observa en la imagen (que es detalle de una fotografía que se inserta más adelante).

El toro tomó 27 varas de Pinto, Calderón, Gallardo y un reserva, rompió cuatro garrochas, dio siete caídas tremendas a los picadores (dejando a dos de ellos, Gallardo y el reserva, fuera de juego) y mató nueve caballos.

Cada vez que salía de una vara perseguía al peón que estaba al quite, al que obligaba a tomar el olivo, donde el toro llegaba siempre antes pues cortaba el viaje escandalosamente.

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La plaza de Cádiz. Han pasado muchos años desde la época de Ponce hasta el momento de la instantánea, pero la escena que se ve en la fotografía (bastante antigua en todo caso) debe ser muy parecida a lo que se vivió ese día de junio de 1867 durante la lidia del toro Caramelo de Saltillo. Las asistencias arreglan el ruedo en las cercanías de un caballo muerto. El toro, que mansea y se defiende, acaba de arrebatar su capote (que yace en el suelo) al peón que está en primer término. Uno de los toreros cita al toro con bastantes precauciones.

Al acabar, como se pudo, el tercio de banderillas el toro se entableró. El público viendo lo que había pidió que saliesen los mansos pero el Presidente dijo que nones. Por lo que Ponce (de azul y plata) salió muy resuelto con toda la plaza en expectante silencio. El toro se defendía con la cabeza en las nubes. Ponce pinchaba en hueso repetidamente y no conseguía matarlo.

El torero en un momento dado, consiguió –embraguetándose mucho- darle una gran estocada en lo alto. El toro, al sentirse herido tiró un derrote y le enganchó por el brazo derecho, dándole un puntazo en la cabeza, un varetazo en el pecho y tirándole al suelo, cayendo el toro mortalmente herido al mismo tiempo.

Cuando el torero se levantó, la ovación fue unánime y atronadora. Máxime cuando, pese a la oposición de los médicos y del Tato con el que alternaba, salió a matar a su segundo toro Copa-alta.

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Tales fueron los pesares y penurias del torero con el toro Caramelo y tal el alivió cuando consiguió matarlo, que Ponce quiso fotografiarse en este trance frente a la cabeza disecada del cornúpeta que tan mal rato le había hecho pasar en la plaza de toros de Cádiz.

Durante la lidia del toro sucedió un hecho curioso y es que al Cuco se le ocurrió quitarle la vara a un monosabio y, desde el callejón, descargar con ella un golpetazo sobre el lomo del toro escondiéndose tras la barrera a continuación.

Según contaba este torero personalmente a Aurelio Ramírez Bernal, el toro al recibir el fuerte palo se volvió y poniendo las manos en el estribo asomó por el filo de la barrera el hocico para ver quien le había pegado el golpe. ¿Era o no sabio? Preguntaba el famoso banderillero.

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El banderillero el Cuco según un grabado de la época que presenta un gran parecido con las fotografías que de este torero se conservan.

 

En Lima murió

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La plaza del Acho en 1890 (fotografía del blog de Pepe Villanueva)

Ponce, después de un periplo por Veracruz, la Habana y Matanzas llegó a Perú donde fue muy bien recibido, esta vez tanto por el público como por la prensa.

Y en esa ciudad, el día 2 de junio de 1872, el diestro que estaba enfermo en la cama, se levantó para participar gratuitamente en una corrida de 14 toros con el Salamanquino, Gerardo Caballero y Pedro Cortijo (de Valladolid) celebrada a beneficio de la Compañía Nacional de Bomberos.

El segundo toro de la tarde de la ganadería regional de Bujama, dio muestras desde el primer momento de estar toreado, lo que causó la natural prevención entre las cuadrillas.

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Casi medio siglo después, en diciembre de 1920, Isidoro Martí Flores pasaba por alto en Lima (toreando con Joselito y Curro Martín Vázquez) a un toro de ganadería de la zona (como el toro que mató a Ponce). En este caso se trata de un astado de la Rinconada.

Nuestro torero no obstante, le dio varios pases naturales pero al pasarlo con la derecha, el toro alargando la gaita lo alcanzó por la espalda, lo levantó un palmo del suelo y le propinó un leve puntazo en la parte superior del glúteo derecho. El Salamanquino a la media vuelta remató al toro, mientras Ponce se retiraba a la enfermería.

La herida que parecía poco importante se le fue complicando por días. Al final se le declaró la gangrena y el 14 de julio de ese año fallecía.

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El 12 de julio de 1815, Pedro Tejera publicaba en la Lidia un artículo sobre la plaza de toros de Cádiz en el que incluía la foto del toro que mató a Ponce. Muerte que –sorprendentemente- se decía que fue en Granada.

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El 26 del mismo mes, el autor del anterior artículo publicaba esta rectificación y confirmaba el dato de la muerte de Ponce en Lima (quien había muerto en Granado era José Romero, hermano del mítico Pedro Romero). Sin embargo, no aclaraba si la cabeza del toro Hechicero que había publicado correspondía o no al que mató a Ponce en Lima (Un dato en contra de esa atribución es que en toda la bibliografía que hemos consultado se cita la ganadería a la que pertenecía el astado –Bujama- pero no el nombre del mismo)

 

La tierra le sea leve

Lo curioso es que, el día que murió, se había anunciado en los carteles su participación en la corrida de esa tarde:

“La empresa tiene la satisfacción de anunciar al respetable público que el matador José Ponce se encuentra ya fuera de peligro

Ironías del destino, se decía que estaba fuera de peligro el mismo día que fallecía en Lima a muchos kilómetros de distancia de su querida Cristina, aquella gitana por la que se había hecho torero.

La noticia de la muerte de Ponce llegó muy pronto a España, siendo difundida a través de la prensa de la época y causando el consiguiente impacto.

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¡La tierra le sea leve! El Boletín de Loterías y Toros daba así (el 9 de septiembre de 1872) la noticia de la muerte de Ponce en Lima. Había muerto –según el periódico- un hombre digno.

Su amigo Tomás el Nitri le hizo la sentida seguiriya que comentábamos al inicio de esta entrada y cuya letra dice en una de sus versiones (hay varias):

“Pobrecito de Ponce

que en Lima murió

como murió llamando a Cristina

murió y no la vio

Empezaba la leyenda que ha llegado hasta nuestros días.

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La Plaza de Armas de Lima donde se celebraban las corridas de toros antes de la construcción de la plaza de toros del Acho.

martes, 22 de noviembre de 2011

Paco Camino (y III) Casta de torero

Dedicado a todos l@s “caministas de hueso colorado”.

 

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Valiente y bello cambio de muleta por la espalda al toro Serranito de Pablo Romero (Madrid, 29 de mayo de 1971). Un muletazo donde resulta más que acertada la opción del torero de cargar la suerte sobre la pierna de salida que avanza hacia el toro con lo que consigue desplazar, siquiera mínimamente, hacia afuera su embestida lo que le permite ganar al torero el espacio necesario para ejecutar el siguiente muletazo con limpieza. El toreo es, en el fondo, un problema de geometrías como muy bien señalara Ortega y Gasset.

 

Paco Camino. Torero valiente

Para terminar de perfilar el retrato del torero creo que es imprescindible recordar una virtud que Camino compartía con los grandes lidiadores y que siempre se olvida mencionar o reconocer a estos toreros técnicos y es su inmenso valor. Se hablaba mucho de valor de Diego Puerta  y era verdad (aunque se obviaban, por cierto, otras cualidades). Y, sin embargo, no se mencionaba el valor de Paco Camino. Valor probado pues hay que ser muy valiente, cuando tan claras se ven las cosas, para quedarse en el sitio.

 

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Para torear bien (sabiendo lo que sabía Camino) hace falta mucho valor. Aquí al contrario que en la anterior, el torero remata el lance a pies juntos imponiendo su verticalidad en contraste con la agresividad del toro.

 

Camino demostraba su valentía en su toreo y especialmente, en sus estocadas. Sus modelos en esta suerte eran Rafael Ortega, el Viti y Antonio Ordoñez, toreros que como Camino gustaban de ejecutar la suerte de matar con la máxima lentitud.

Ordoñea citando a matar 001

Esta fotografía de Ordoñez citando para la estocada es magnífica porque nos permite apreciar perfectamente la colocación del torero, muy enfrontilado, en el centro de la “cuna”. Así, decía Mazzantini, que hay que citar (aunque yo, personalmente, no lo tengo tan claro ya que citando en esa posición hay que mandar mucho al toro o salirse de la recta con riesgo de travesar la estocada como decían que le pasaba a Paquiro). Lo importante, en cualquier caso, venía después y era la lentitud con la que el rondeño ejecutaba –cuando quería- la suerte de matar.

 

Camino estocada (TVE2)

Camino se colocaba también enfrontilado pero más al hilo del pitón, como lo hacía Joselito y como Joselito decía que había visto hacerlo (en fotografías) a Frascuelo, quien fue gente con el acero en la mano.

Paco camino citando a Novato

Aquí está citando al toro Novato (otra de sus cumbres mexicanas) ostensiblemente al hilo del pitón derecho.

 

Es verdad que el volapié clásico (“vuela pies”) es una estocada que debe darse con celeridad, pero no lo es menos que adquiere una belleza inusitada cuando se ejecuta con la lentitud y parsimonia con que hacían la suerte los toreros citados y con la que la hacía el diestro de Camas.

Respecto a sus estocadas, Camino decía que siempre le había gustado matar bien a los toros, lo que para él era:

“Hacer la suerte despacio, mirando el morrillo”.

Y además lo relacionaba con el valor:

“Yo no he perdido valor porque me cogieran los toros al entrar a matar […] en cambio, las [cornadas] que te pega el toro toreando las recuerdas más

 

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Una perfecta estocada de Paco Camino a un toro de Juan Pedro Domecq. Un detalle, la pierna derecha retrasada (prueba de valor según Carlos Abella) y el peso del cuerpo cargando sobre la pierna izquierda.

 

Las cogidas de Paco Camino

Y al hilo del tema del valor y la estocada y ya que Camino habla de cogidas, me resulta también sorprendente que se haya hablado tanto de la supuesta abulia del diestro de Camas y tan poco de las innumerables cogidas que sufrió. Cogidas que prueban también el valor que el torero derrochó en los ruedos (pues le sobraba a raudales) y del que no hizo alarde.

Para mí (dicho sea con toda la ironía posible) esta es la verdadera mandanga de Paco Camino: La lista de sus cogidas.

1959

15 de marzo. Barcelona. Fractura en la mano derecha al entrar a matar a su primer novillo. Esa tarde sufrió 6 volteretas.

12 de abril. Zaragoza. Herida leve que le impidió continuar la lidia.

26 de abril. Presentación en Sevilla. Varetazo y conmoción cerebral al entrar a matar al sexto de Hidalgo Rincón (Encaste Núñez)

15 de agosto. Sevilla. Novillo de Juan de Dios Pareja Obregón. Al pisarle le fisura el tobillo derecho

11 de septiembre. Alcañiz (Teruel). Bautismo de sangre. Herido por un novillo de González Carrasco. La cornada le disecó la vena safena.

De esa cornada Camino confesaba a Carlos Abella que le había asustado mucho ya que vio “la sangre salir a borbotones” aunque añade que en la clínica se dio cuenta de que eran gajes del oficio. 

1960

13 de agosto. Palma de Mallorca. Herido de gravedad en el muslo izquierdo por un toro de Pilar Sánchez Cobaleda.

1 de noviembre. Lima. Cogido por su primer toro lo que le produjo una conmoción que no le impidió matar al sexto.

1961

19 de mayo. Madrid. Herida en la región parietal por el toro Girondino de Atanasio Fernández.

22 de agosto. Bilbao (Plaza de Vista Alegre). Cornada muy grave en el triángulo de Scarpa al entrar a matar. El toro también era de Atanasio. En la enfermería y ante la gravedad de la herida se le administró la Extremaunción.

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Bilbao. 22 de agosto. El toro Cardiaco de Atanasio le coge al entrar a matar dándole una de las cornadas más graves de su vida torera.

14 de septiembre. Salamanca. Un toro de Garzón le pegó una paliza el día de su reaparición después del cornadón de Bilbao, que se tradujo en “varetazos varios y un puntazo”.

A estas alturas de su carrera, Camino había sufrido ya varias cornadas de importancia, se lo cuenta a Paco Malgesto en la televisión mexicana.

 

Paco camino entrevistado por Paco Malgesto

1964

11 de junio. Plaza de toros de Andalucía la Nueva de Marbella). El toro brocho le dio un puntazo en el escroto.

6 de agosto. Málaga. Cornada grave en el vientre (en la fosa ilíaca izquierda). Sobrero de Francisca Mora Figueroa

1968

15 de abril. Barcelona. Un toro de Mercedes Pérez-Tabernero le produce una rotura de escafoides en la mano derecha

13 de septiembre. Salamanca. Cornada en el muslo derecho al entrar a matar a un toro de Paco Galache.

1970

28 de agosto. Tarazona de Aragón (Zaragoza). Cornada grave en el muslo derecho al entrar a matar a un toro de Luís Albarrán.

1971

2 de enero. Cali (Colombia) Cornada grave en el muslo derecho por un sobrero de Félix Rodríguez al dar un pase de pecho.

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Una de sus cogidas. Muy aparatosa

1973

Es un año fatídico ya que el toro Curioso de Atanasio Fernández infringe el 3 de junio una cornada mortal a su hermano Joaquín en la plaza de Barcelona. Fallecería dos días después.

1974

Diciembre. Colombia. Fractura en la mano izquierda.

1975

18 de abril. Sevilla. Se clava una banderilla cuando toreaba de muleta a un toro de Carlos Núñez.

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El episodio de la banderilla tal y como lo recogió el Ruedo.

1980

30 de junio. Aranjuez. Un toro de los Herederos de Baltasar Ibán le derribó pegándole una cornada en la rodilla y en el suelo otra (gravísima) cornada en el cuello. Camino (que acababa de reaparecer) estuvo al borde de la muerte.

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Aranjuez. Los dramáticos momentos después de la cogida en el cuello. Camino en el suelo. Paquirri, Esplá y las cuadrillas al quite. Parrita –su peón- se lleva al toro.

 

Después de lo de Aranjuez, siguió toreando

Después de lo de Aranjuez, todo el mundo pensó que abandonaría el toreo. Sin embargo, Paco Camino reapareció al año siguiente y siguió toreando dos temporadas más sólo para demostrar, a todos y a él mismo, que un toro no lo iba a quitar de torear (Luego volvería años después una única tarde para dar la alternativa en Nimes a su hijo Rafi)

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Nimes. 26 de septiembre de 1987. Han pasado más de cuatro años desde su última corrida en Bogotá. Camino reapareció por un día para conceder la alternativa a su hijo Rafi en presencia de Miguel Báez Litri (quien esa misma tarde doctoraba también a su hijo Miki)

 

Pero antes, como decía en una entrevista con François Zumbiehl:

“Decidí torear tres años más para que viesen que no me daba miedo. Lo hice un poco por capricho mío. Pensaba ‘Ahora que me han pegado una cornada gravísima, se van a creer que me he rajado yo con treinta y ocho años en los lomos, ¡Ni hablar! Sigo toreando para que vean que no me importa’ Por eso estuve toreando unos dos años más

Lo importante es que lo que Camino consideraba un simple capricho suyo, tiene -para mí- un nombre muy sencillo: Casta torera.

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La actitud del diestro después de una cogida. Casta torera.

 

Epílogo. El concepto del toreo de Paco Camino resumido en 1/2 minuto.

El libro “Paco Camino el Mozart del toreo”, no sólo es un magnífico relato de la vida taurina del diestro sino se convierte en un pequeño tratado de su tauromaquia gracias al espléndido análisis del toreo del diestro de Camas que hace su autor, Carlos Abella. A lo que hay que añadir la entrevista que incluye con el torero y en la que éste explica muchas de las claves de su toreo, claves que hemos ido revisando a lo largo de estas tres entradas.

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Del relato de su carrera taurina (que se contiene en el excepcional libro de Carlos Abella, “Paco Camino el Mozart del Toreo” editado en Madrid por Espasa Calpe en la Colección la Tauromaquia, número 54, en 1994) hemos ido entresacando parte de la información de estas entradas y la relación de las cogidas del diestro que se incluía más arriba.

 

Todo ello lo resumía Don Antonio (Antonio Abad Ojuel) en la siguiente frase:

“El toreo de Camino se construye sobre la fragilidad de su figura, la sencillez con la que burla al toro para que no le coja cuando parece que lo tiene que coger, la gracia con que quiebra la cintura en el largo natural o se echa el toro por delante en la variante majeza del pase de pecho

Si a mí me pidieran que definiera en medio minuto como era el toreo de Paco Camino, cual su concepto del toreo, me limitaría (una imagen vale más que mil palabras) a poner las imágenes que vamos a ver a continuación.  Paco Camino inicia su histórica faena al toro Traguito en México.

Se trata sólo de un detalle, nada más y nada menos que un pequeño detalle, con el que creo que sobra y basta para entender a este torero y a su toreo. 

Camino y Traguito

 

Resulta impactante su inteligencia que le permite tener muy claro lo que hacer con un manso huido. Primero, perseguirlo para cerrarle la salida y cuando el toro acosado no tiene más remedio que defenderse, presentarle la muleta por delante y muy baja, perdiendo terreno y andando hacia atrás pero, eso sí, templando una enormidad y encelando al toro.

Manera de actuar que nos habla muy claro de su concepto del toreo que no pretende imponerse al toro sino que, por contra, se basa en adaptarse a las condiciones del toro, para lo que se necesita el excepcional e intuitivo conocimiento de las reses que tenía Camino.

Quien además remata la jugada con un sensacional y vibrante pase de pecho en la línea del toreo natural, en su línea. Pase de pecho, de muy bella factura, en palpable demostración del conocimiento de las suertes que también poseía.

El final es aún más ejemplar. El torero se echa la muleta a la izquierda. Va a empezar el toreo al natural. Sigue la faena y vibra la Plaza. ¡Viva la Fiesta!

(Por cierto, del medio minuto me han sobrado cuatro segundos lo que me permite incluir el siguiente mini-epílogo).

 

Mini-epílogo 

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Paco Camino. Un caso de precocidad taurina y…

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Un grandísimo torero. Su chicuelina ha quedado como modelo de buen hacer.

 

The last question

Ya he comentado como Rodolfo Gaona había dicho después de la faena al toro Novato de Mariano Ramírez (el primer gran éxito de Camino en México) que “no se podía torear mejor”. En la entrevista que al día siguiente le hizo en Televisión el periodista Paco Malgesto, el comentarista se deshace en elogios hablando de la faena y al final le hace la inevitable pregunta:

-¿Usted cree que lo puede hacer mejor?

Camino muy ufano, pero sin petulancia, le dice que sí. Que, por supuesto. El comentarista –lógicamente- disiente, lo ensalza y le repite la pregunta.

Camino y Paco Malgesto

 

El tiempo se encargaría de dar la razón al torero. Después de Novato, Camino cuajó en México al inolvidable Catrín de Pastejé, a los berrendos de Santo Domingo (Gladiador y Traguito) y, ya en su segunda época en ese país y en una de sus plazas emblemáticas, Querétaro, al toro Navideño de Garfías. Una de las cumbres de su carrera (y que por cierto, se puede ver en you tube). Y eso sin contar los toros que inmortalizó en España.

No tenía razón el Califa de León de las Aldamas, puesto que si que se podía torear mejor.

Sólo que el único capaz de superar a Paco Camino era… el propio Paco Camino.

El Maestro Paco Camino

El maestro Paco Camino

 

Regalo de un (falso) sobrero. El toro Navideño de Garfías

Tal y como hacen aquellos diestros que topan con un toro excepcional y no quieren acabar la faena, me cuesta mucho rematar esta serie sobre Paco Camino.

Tanto que, después del epílogo, el mini-epílogo y la última pregunta (“the last question”), quiero hacer como hacía Camino en la México las tardes de responsabilidad en las que los toros del hierro titular no acaban de embestir o simplemente cuando le apetecía al torero.

Por ello, aquí viene el regalo del sobrero. Sobrero que, en este caso, no lo es tal pues se trata del toro Navideño de Garfías, con el que Paco Camino hizo la mejor faena de su segunda etapa mexicana  (faena que brindó a Lorenzo Garza) y, quizás, una de las mejores –si no la mejor- de toda su carrera.

Camino, con ese toro, reinventó el toreo: Suavidad, temple, colocación, mando, poderío, cabeza, buen gusto… Todo lo que se diga es poco. Lo vemos.

Camino y Navideño

jueves, 17 de noviembre de 2011

Paco Camino (II) De Madrid al cielo… mexicano

 

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Paco Camino saliendo a hombros de la Plaza de Madrid. Sus triunfos en las Ventas se convirtieron en algo habitual. 

 

Camino y el público español

Lo cierto es que, pese a lo que pudieran decir los críticos, Camino no engañaba a nadie. Con el toro bueno “se fumaba la breva” y con el toro malo abreviaba, pero, eso sí, con independencia de lo que pensara el público. La consecuencia, de esa enorme facilidad e intuición que tenía el torero, es que daba siempre la sensación de andar sobrado, de estar por encima de sus toros y eso los públicos no lo perdonan nunca.

En el fondo, la opinión de Cañabate era compartida por bastantes críticos y aficionados de la época pues se pensaba que el torero era capaz de dar de sí más que lo que daba en los ruedos.

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El pase de trinchera de Paco Camino. Me resisto a llamar trincherazo a un pase de tan exquisita naturalidad. Lo que muchos confundieron en su época con una excesiva facilidad, algo que no se suele perdonar.

 

Falso estigma que siempre ha acompañado y acompañará a los toreros técnicos y de cuerda larga pues dan en la plaza tal sensación de tranquilidad que el público acaba creyendo que torear es lo más fácil del mundo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad ya que como bien decía Paco Camino, “lidiar es más difícil que torear” y –añado yo- entender la lidia mucho más difícil que entender el toreo, que se reduce a una cuestión de estética.

Y aunque no sea justo, quizás eso sea lo que explique cierto desapego del público español hacía la figura de este grandioso torero (y también a otros grandes lidiadores de la historia).

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Camino reconocía que siempre estaba muy pendiente de lo que hacían sus toros… y los toros de sus compañeros. En la foto, le vemos dirigiendo activamente la lidia durante un tercio de banderillas. Todo muy coherente con su concepto gallista basado en “imponer su toreo al toro”.

 

Para empezar, el público de Sevilla, su tierra, siempre fue más afecto a su paisano Curro Romero, mucho más frágil e inseguro.

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Camino con Curro. Sobra torería para derrochar.

 

Por ello, Paco Camino fue más torero de Madrid y ahí en esa plaza firmó algunas de sus mejores actuaciones en España como la faena que hizo al toro “Serranito” de Pablo Romero o la del sobrero del Jaral de la Mira (la que según los críticos contestatarios le consagró)

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Camino fue más “torero de Madrid” que de Sevilla.12 Puertas Grandes de la Ventas jalonan su carrera. Este es del 26 de mayo de 1967 cuando salía a hombros de las Ventas en compañía de Curro y Diego Puerta.

 

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Camino en sendos naturales al toro “Serranito” de Pablo Romero (un toro de vuelta al ruedo) el 21 de mayo de 1971 en Madrid. En el segundo que corresponde al final de la faena el torero se relaja y puede torear con mayor desmayo.

 

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La faena del 22 de mayo de 1975 a un sobrero del Jaral de la Mira fue una de las grandes faenas de su carrera. Así daba la noticia el periódico El Ruedo

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Ese día Camino convenció a todo el mundo. En primer lugar a sus compañeros de terna (Ángel Teruel emocionado le brindó la muerte del quinto toro) y finalmente a la prensa contestataria que no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia reconociendo que Camino había estado cumbre en ese toro. Joaquín Vidal sorprendentemente decía que era la primera vez que Camino había estado bien de verdad en la Plaza de Madrid (Con olvido de anteriores éxitos). 

 

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Camino –sin embargo- siempre dijo que el toro con el que había estado mejor en Madrid, toreando con la mano izquierda, era con este astado de Galache el 18 de mayo de 1963. El día de su consagración en esa plaza.

 

Y en Madrid fue también donde Camino se encerró con siete toros de diversas ganaderías (uno de ellos de Miura) en la corrida de Beneficencia del año 70, triunfando clamorosamente.

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Camino hace el paseíllo en solitario en la corrida de Beneficencia del año 70. Una corrida donde el conjunto (que es lo que se debe valorar esas tardes) fue sensacional.

 

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Camino propinó esa tarde un par de soberbias estocadas. Aquí vemos una de ellas. En la que el torero se atraca de toro.

 

Camino y el temple

No estaría completa la imagen del torero si no hiciéramos mención a otro de los reparos que se le pusieron a su toreo y es que de Camino se dijo que toreaba algo acelerado, muy eléctrico, con poco temple.

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Más que rapidez creo que habría que hablar de intrepidez y decisión en determinados momentos. Como en este pase de pecho de Paco Camino en Sevilla (1963). Un pase de pecho en línea con su concepto del toreo. Un toreo de línea recta, de “línea natural”.

 

El caso es que cuando se habla de la rapidez de Paco Camino, se omite un dato sustancial para entender su toreo. Y es el de su gusto por el toro que se viniera pronto a los engaños. Lo que explica su afición al toro de Santa Coloma (ganaderías de Buendía y sus remezclados Felipe Bartolomé) que es un toro más encastado y fiero, por no decir violento o áspero que otros.

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Claude Popelin, al comentar esta foto, hacía hincapié en el detalle de la maestría de la muleta del torero que incita a continuar la embestida del toro. De un toro (probablemente de Joaquín Buendía o Felipe Bartolomé) que frena su viaje.

 

Si a ello se une también su gusto por dejarse al toro crudo en varas (o sea, por picar poco con lo que el toro llega a la muleta más entero y agresivo), tendremos la explicación de la supuesta “rapidez” del toreo del diestro sevillano.

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Camino con un toro de Buendía en Toledo en 1974

 

Por ello, cuando Camino toreó en México toros de encaste Saltillo (matriz de Santa Coloma, su encaste predilecto, pero con un punto menor de velocidad que el toro español), su toreo se enseñoreó de ese temple que (aquí) decían que le faltaba.

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En México su toreo se templó probablemente ayudado por la más pastueña embestida del toro mexicano.

 

Camino en México

En México, al contrario que en España, Paco Camino alcanzó desde el principio el reconocimiento máximo que merecía su toreo, pues no sólo se reconocería su categoría como torero (que en España tampoco se discutía) sino que se le consideró figura de época en aquel país, un mito, como antes lo fueron Chicuelo, Cagancho y Manolete.

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Cagancho en México. Empaque máximo.

 

Cuando toreaba Camino en México los comentarios elogiosos se sucedían. Hasta Rodolfo Gaona, llegó a decir después de una de las faenas de Paco que “¡Mejor no se puede torear! Y era cierto.

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Rodolfo Gaona dijo de una de sus faenas que como había toreado Paco Caminono se podía torear mejor

 

La faena a Catrín de Pastejé

Vamos a ver una pequeña parte de la faena de Paco Camino al toro Catrín, sobrero de Pastejé, lidiado en la Plaza de Toros de Cuatro Caminos el 27 de marzo de 1963. Camino cortó sólo una oreja porque pinchó dos veces antes de la estocada definitiva, pero tuvo que dar seis (6) vueltas al ruedo entre el delirante entusiasmo de los aficionados. Los comentarios, muy sabrosos, son de Pepe Alameda.

Resulta emocionante ver las viejas películas mexicanas de los primeros años de su carrera. Tanto por lo excelso de su toreo como por la entusiasta reacción del público mexicano. Impresiona (a mí me impresiona) la capacidad de asombro de ese público ante la rotunda propuesta del diestro. Toda una revelación.

 

Advertencia previa antes de ver las imágenes de Camino en México

Para ver estas imágenes de nuestra peculiar tauroteca hay que despojarse antes de prejuicios. El toreo ha ido evolucionando a lo largo de su historia y los conceptos van siempre cambiando. Enjuiciar la forma de torear de los años 50-60 desde el dogmatismo belmontista (“pata alante”, muleta adelantada, cite cruzado, etc.) o desde cualquier otro dogmatismo, es un tremendo error. Y además una injusticia con toreros del calibre de Antonio Ordoñez, Antonio Chenel “Antoñete”, Rafael Ortega o Paco Camino.

 

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Las dudas de Antonio Ordoñez entre el cite de frente (en puridad, “tres cuartos”) o el cite de perfil dan, a su toreo, cierta ambigüedad que causaba no poca perplejidad entre compañeros y críticos. Sus panegiristas (como su biógrafo Antonio Abad Ojuel) tenían que hacer encaje de bolillos para justificar el toreo de perfil del rondeño, técnicamente –sin embargo- mucho más correcto (por no decir, el único modo correcto) cuando se torea en redondo. En cualquier caso, llama la atención al ver estas fotografías -incluso tantos años después- el gran empaque de su figura.

 

Precisamente en estas películas, vamos a ver a Paco Camino citando con la pierna de salida retrasada y de perfil (a veces, casi de espaldas) con el fin de lograr un pase de enorme longitud, rematado muy atrás y casi cerrando el círculo. Es un pase (como saben los buenos aficionados) también de enorme belleza. Más adelante, con los años Camino se colocaría más de frente, dando más el pecho, en posición de tres cuartos para citar de muleta pero sólo en el primer muletazo de la tanda.

Lo cuenta el propio torero en una entrevista:

Así [cruzado] puedes dar el primero, más el segundo y el tercero, no. Si quieres ligar el segundo muletazo lo tienes que dar en línea con el toro, no cruzado; si no, tienes que volver a citar, o sea, volver a empezar

En la transcripción de sus palabras se desliza un error que corregimos (se escribe “o cruzado” lo que carece de sentido). No obstante, el comentario, aunque breve, es todo un tratado de buen toreo en redondo dictado por un catedrático de reconocido prestigio: Paco Camino.

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Paco Camino en su reaparición en Manizales (1972) citando de frente y a punto de adelantar la muleta. Camino comentaba que esta forma de torear era resultado de la influencia de Antonio Ordoñez. Lo cierto es que el toreo estaba ya evolucionando.

 

No estoy defendiendo que hoy se tenga que torear así (aunque la técnica del toreo en redondo sigue siendo la misma). El toreo ha evolucionado técnicamente y mucho. Y bien está. Pero si no somos capaces de ponernos en situación y comprender cada época en su propio contexto perderemos una magnífica ocasión de gozar con el buen toreo.

Pero dejemos los matices aparte y disfrutemos viendo el buen toreo por obra de Paco Camino.

 

Camino y Catrín

 

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La película seleccionada está sacada del DVD “Paco Camino-Sus mejores faenas en México y España” que me ha llegado gracias a Aquilino Sánchez Nodal. Este sensacional DVD contiene como indica el título una selección de las mejores faenas del torero y está editado por Francisco Camino Gaona. Merece la pena buscarlo porque nos permite disfrutar con las faenas del diestro en México que son muy poco conocidas en España. Hay enlace a algunas de esas faenas en esta entrada de  La Aldea de Tauro.

 

Otra de las cosas interesantes de esta película es la entusiasta reacción del público. Es una lástima que en España hayamos perdido (si es que alguna vez hemos tenido) esa capacidad de asombro y disfrute que tenía el público mexicano de aquellos años (Capacidad que también en México –me dicen algunos amigos- empieza por desgracia a escasear).

Creo que estamos hoy día encorsetados por los tópicos. Concedemos además excesiva importancia a detalles nimios que, a veces, pueden carecer de trascendencia en el contexto de la faena (un paso atrás, un enganchón), pero que utilizamos para rebajar el grado de entusiasmo. Como si entusiasmarse y divertirse en los toros fuera delito.

 

Mantillas en los toros 001 (2)

Disfrutar en los toros… no es pecado.

(Continuará…)