viernes, 5 de mayo de 2017

Cuaderno de notas (CXXI) Todo se confunde

Natural de Morante a un toro de Núñez del Cuvillo, el pasado jueves en Sevilla (Foto de Carlos Núñez para Cuadernos de Tauromaquia) 
Escribo a partir de una certeza y una incógnita: el toreo ha cambiado y no sé a dónde va

Desde un lugar en la Maestranza he contemplado, con pena, que todo se confunde: el arte con el artificio; el valor con el arrojo; la naturalidad con la afectación; lo clásico con lo hortera; el toreo con el no toreo

Salió un toro con casta y Morante de la Puebla, sorteando al viento, dibujó naturales que eran hondos y de seda, suaves como la última caricia. Y en redondo, muy profundo, aguantó el empuje del burel y ligó tandas bravías, porque el toro apretó y el maestro no cedió terreno. 

Fue todo muy puro y muy de verdad, de mucha entrega, y con ese valor que es el auténtico valor: seco, sin muecas, sin arrebatos. Para casi todos, invisible. Tras estocada y dos avisos no hubo mayoría de pañuelos, así que desde el palco se le negó el trofeo (...)

ACEVEDO, Álvaro. "La cosa está muy mala" (En la web de Cuadernos de Tauromaquia)

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Nota de LRI: Como siempre, Álvaro Acevedo ha vuelto a poner el dedo en la llaga. Mientras en el ruedo se siguen viendo cosas de importancia (otras, no tanto) el público sigue confundiendo las churras con las merinas y sigue sin darle importancia a lo que realmente la tiene. No sé cuales son las causas de esta situación. Tampoco Álvaro habla de ellas pues se limita a constatar ese hecho que, a algunos, nos tiene desconcertados y preocupados, pero me atrevo a aventurar una: la impunidad con la que desde las redes sociales se descalifica -con frivolidad, por sistema, sin conocimiento, sin pudor y sin vergüenza- a los mejores toreros, a los más solventes, ya se llamen José Tomás, el Juli o... Morante de la Puebla. Estas cosas, a la larga, se pagan.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, el otro día en Madrid el 7 se entusiasmó con Ureña por no torear. Hasta un sombrero le tiraron. Según estos aficionados, el momento cumbre de la faena (al final) aconteció cuando el pobre Ureña se libraba como podía de los achuchones del toro. Achuchones que demostraban que el toro no estaba dominado. Y por esa proeza cortó una oreja. Que sí, que la cosa está muy mala, como dice Álvaro Acevedo.

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo con el artículo de Álvaro Acevedo,cuando manda la masa,pierde el aficionado,pierde el toreo,es clave,juzgar al torero, en función de las condiciones del toro, cosa que pocos ,muy pocos saben ver, abrazo, Manuel Vázquez

Jose Morente dijo...

Anónimo 1:

No vi la corrida de Madrid pero no me extraña, pues en Madrid siempre la entrega del torero ha sido la cualidad más valorada, por encima del arte y, desde luego, muy, muy por encima de la capacidad técnica del torero. Y nadie puede negar la entrega de Ureña, toreando.

Jose Morente dijo...

Manuel Vázquez:

En efecto, si hay algo que permite valorar con justeza a los toreros, al margen de disfrutar con lo que hacen en la plaza, es medirlos en función de las condiciones de cada toro concreto, algo que algunos aficionados confunden con mirar el hierro de la ganadería, dato relevante pero no sustancial pues lo verdaderamente importante es, repito, el comportamiento de cada toro concreto, sea del hierro que sea.

Un cordial saludo

Fernando Camara dijo...

Acertadisimo artículo de Alvaro Acevedo para describir la tarde del jueves. El toreo de a pie nació del sentimiento del pueblo oprimido en busca de igualdad. Igualdad, pero no en el estrato bajo de la sociedad, sino en el más alto. Es decir, el torero podría alcanzar una posición aritocratica con su habilidad para manejar los trastos. Ahora esa diferencia a nivel humano que establece el toro, está siendo reclamada por una sociedad que no sabe a donde va. La igualdad se confunde con la mediocridad, el colectivismo trata de opacar valores individuales y esto ya es una vacanal de hedonismo en el que todos comen carne y pescado. La figura del torero es denostada en casi todos los sectores de nuestra sociedad con una impune falta de conocimiento de nuestros propios principios como seres racionales y al toreo ya no se le da la importancia que realmente tiene. A todo esto, hay que añadir que los toreros en su mayoría confunden la expresión de los valores esenciales de la lidia y no interpretan con un lenguaje claro sus propios principios. De esta forma vemos cómo nos invade la chavacaneria, la orterada, la desfachatez y la mala educación. Por otra parte, y esto es solo merito de los propios toreos. En mi opinión, el toreo está envejeciendo a nivel técnico y artístico, es decir, ya no se puede torear mejor, con más valor y puereza y además, lo hacen casi todos. El toreo salvo en muy contados representantes, se está volviendo algo cotidiano. No existen grandes diferencias a nivel épico o artístico y por tanto se le ha robado al espectador la capacidad de sorpresa. La conclusión es que asistimos a un espectáculo en el que el toro está siendo devaluado, el torero denostado y el público ausente sin capacidad de valoración de lo esencial, afortunamente la magia aparece de vez en cuando en las manos de los pocos genios que alberga la maravillosa lámpara de la tauromaquia...

Anónimo dijo...

La cosa está muy mala y lleva razón Acevedo.
Pero el motivo es que en Sevilla el panorama en los tendido ha cambiado brutalmente.
Hace unos diez años habían unos 6 mil abonados que iban todos los dias a los toros. Recuerdos los martes de preferia con dos tercios para ver los cuadris, con los tendido igual de llenos que que para ver a los Miuras ayer. Porque ahora no hay ni 2 mil abonados que siempre son los que dan la identidad a una plaza.
Por esto el publico cambia mucho de un dia para otro, hay menos entendidos, muchos turistas, menos gente que mide con el mismo rasero tarde tras tarde y sobran los que van a corridas puntuales para pasarselo bien (y no quiere decir que vayan a las tardes mediaticas que como hemos visto han sido las de peor aforo).
El problema es que es a esta situación hemos llegado tanto por la crisis, como por el boycot de las figuras en 2014 que hicieron huir muchos abonados. Ahora el absurdo encarecimiento de los precios está impidiendo que vuelvan los abonados que se fueron.
La cosa está muy mala y lo peor es que no se sabe si va a mejorar.


Gregorio

Masa Ignara dijo...

Si ponemos el cartel de "Que nadie entre aquí si no sabe de geometría" en las plazas de toros, estamos apañados. Los trofeos y la idiosincrasia de cada plaza no la decide solo el aficionado, el público también cuenta. El valor de los trofeos es el que es, luego los aficionados podéis decir como siempre habéis dicho desde que existe esto de la tauromaquia en vuestras tertulias, que el publico es masa ignara y que se va a cargar esto. En Madrid por dar demasiadas orejas, ahora en Sevilla por no pedirlas...

Anibal dijo...

Creo que el aficionado no debe obsesionarse con los premios que el público otorga pué es el público en general y no el aficionado el encargado de pedir recompensa o no a cada faena. En cualquier plaza lo normal es que el aficionado esté en minoría, no se puede pretender prohibir la entrada a las plazas "a quien no sepa de geometría". Incluso dentro de cada afición y cada plaza los criterios son diversos y respetables. El aficionado que se cree en posesión de la verdad absoluta esta condenado a la frustración y de frustración y consiguiente pesimismo están llena las crónicas taurinas desde el principio de los tiempos de la tauromaquia. Como el teatro, la tauromaquia esta en eterna crisis, mientras sea así, ambos seguirán vivos.