viernes, 30 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LXIV) La embestida amontonada

El Juli conversa con Justo Hernández (Garcigrande).Mientras el ganadero del siglo XIX criaba los toros según su gusto y conveniencia sin tener en cuenta la opinión de los toreros, el ganadero del siglo XX y el del siglo XXI crían el toro para el torero y para el toreo. Hemos pasado -como explicó Pepe Alameda- del toro determinante al toro determinado. 
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"Se hacían los tentaderos en la plaza vieja y yo me metía en el burladero con los toreros. Escuchaba lo que decían desde el palco: Venga, ponla otra vez al caballo... Pero yo veía que ahí abajo se hablaba de otra manera. Hablaban de cosas distintas. A mí me interesaban los dos sonidos, pero me gustaba más el de abajo.
 
Yo intuía que los de arriba no sabían lo que decían los de abajo.
 
Y aquí, pensé, había un problema. Estos toreros no eran figuras ni ná, pero su forma de hablar del toro me gustaba. Hablaban otro idioma y me interesaba mucho eso. Y aunque era joven, yo pensé que esto del toro no era lo que estaban diciendo los de arriba, que hablaban de bravura de forma incompleta, mientras que abajo la disecaban mucho.
 
Arriba sólo veían una embestida conjunta... El aficionado hace un bulto del movimiento, pero el profesional lo diseca, lo desmenuza y eso, a mí, me interesaba más. Por un lado, veían una polvorina; por el otro, los cambios de movimiento.
 
(...)
 
Me gusta un toro que, a cada movimiento, sea independiente. Que tú le hagas hacer así y lo haga, o así. Que tú le puedas moldear la embestida. Para mí, eso es el toreo. Que el toro primero descuelgue y siga la muleta, no que venga todo abultado".
 
 
Declaraciones de Justo Hernández en Tierras Taurinas. Opus 34 (Vieux-Boucau, Editorial Terres Taurines, Septiembre de 2015. Págs. 37-38)

jueves, 29 de octubre de 2015

¿Que hacer con los terrenos?

Por Jack Coursier

Joselito Adame en su sensacional actuación del domingo pasado en la Inauguración de la temporada grande en la México. En el final de faena, torea en ochos (o sea, alternando pitones) y, en consecuencia, adelantando la pierna de salida.

Creo que todas estas historias de adelantar o de retrasar la pierna de salida, del toreo en 8 o en 0 tienen que ponerse en contacto con la teoría de los terrenos y su pertinencia.

En las tauromaquias antiguas, el ruedo era el terreno del toro y el hombre iba a la conquista de este territorio de forma progresiva, avanzando en ese peligroso campo. Torear era, esencialmente, esa toma de posesión. Torear en 8 adelantando la pierna, es decir, andando paso a paso, muletazo tras muletazo, hasta el corazón del territorio del toro es la aplicación de este principio. Interponerse entre el animal y el centro de su territorio era una temeridad o, en caso de accidente, un error profesional.

El toreo en 0 no tiene en cuenta estas nociones de territorios. Se funda, me parece, sobre otro modo diferente de dominar al toro: no invadiendo su territorio sino haciéndole sufrir el fracaso repetido causado por un objeto perturbador imposible de alcanzar en un recorrido lo más largo posible: la muleta que viene y vuelve sin parar provocándole con insolencia. 

Si bien, que el toro tropiece la muleta no tiene consecuencias en una tauromaquia en 8, resulta ser un error en la tauromaquia en 0, cuyo principio es necesariamente la incapacidad del toro para alcanzar el objeto perturbador.

La tauromaquia es una práctica acumulativa, donde las invenciones se van sumando y donde se van ofreciendo nuevas posibilidades sin desautorizar las prácticas anteriores. La lenta implantación de la tauromaquia en 0 no convirtió en obsoleta la primitiva tauromaquia en 8, que se practica todavía hoy: en los lances de recibo con el capote; en muchos inicios de faenas y en muchos finales de faenas (hasta habría que considerar como renovación de esa manera, los encadenamientos de pases con cambio de manos, con o sin espada, como lo hacen Juan Bautista o Daniel Luque). 

La teoría de los terrenos perdió su supremacía, pero permanece viva en numerosas fases de la faena.

Convendría preguntarse entonces, por qué lo que se consideraba imposible: no tener en cuenta la posiciones del toro y del torero dentro del ruedo, se convirtió en un sinsentido a partir de mediados del siglo XX: ¿Comprendimos lo que ignorábamos antes? ¿El animal, a consecuencia de su selección y a consecuencia del modo de tratarlo en el campo, se ha vuelto menos sensible a estas nociones instintivas más primitivas de territorio? 

Adelantar la pierna o retrasarla no es una elección: es una consecuencia, una necesidad que emana de la opción de toreo elegida. 

O conquistamos el espacio del toro, y toreamos en 8, adelantando la pierna; o provocamos con burla el toro por el temple y toreamos en 0, manteniendo (o retrasando) la pierna de salida.

Joselito Adame en la misma tarde y con el mismo toro de la fotografía que encabeza este post, torea-en la parte central de su faena- en redondo (o sea, mediante series de muletazos por el mismo pitón del toro), con la pierna de salida claramente retrasada en el cite.

martes, 27 de octubre de 2015

Una estocada frascuelina

Por Jose Morente


Frascuelo en Sevilla, cuadra en la cara del toro. Muy enfrontilado. De tanto estrecharse, la mayoría de las veces salía apurado cuando no trompicado de la suerte. Unas estocadas que había que calificar de superiores, aunque no se pudieran considerar perfectas. En cualquier caso, sus estocadas (frascuelinas las llamaron) han pasado como modélicas a la historia del toreo y todavía permanecen en el recuerdo y en la memoria de los buenos aficionados.

El negro Frascuelo representaba -dice Néstor Luján- "la seriedad, la sequedad, la arrogancia y el valor desmedido y resonante, el gesto recio de cuando la angustia hace el vacío en la plaza y, sobre todo, la audacia en la suerte suprema".
 
Sobre todo, eso: la audacia en la suerte suprema. Sus estocadas, a las que conviene llamar frascuelinas, han quedado como modélicas. No ha habido después de él diestro que domine esa suerte de manera tan rotunda, de manera tan brutal. Ha habido matadores muy seguros y, también finos estilitas de la suerte pero estoqueadores con el temple de acero del corazón de Frascuelo, ni uno.
 
Y no se piense que sus estocadas eran perfectas. Antes al contrario. En la revista la Lidia están reseñadas igual que están reseñadas esas viejas polémicas sobre el mérito de las mismas. Pues Frascuelo salía, muchas veces y de tanto estrecharse, rebotado de la suerte y por la cara, perdidos los agremanes de la chaquetilla en el pitón derecho de sus toros.
 
Pese a eso o mejor, gracias a eso, no es de extrañar que sus estocadas enloquecieran a los espectadores hasta tal punto que sólo por ellas (o casi sólo por ellas) Frascuelo pudo mantener la competencia con Lagartijo, gran artista y fino lidiador, mucho más torero que el de Churriana, durante un cuarto de siglo largo. ¡Qué tiempos aquellos!
 
Pero he dicho que sus estocadas no eran perfectas y conviene aclararlo. Lo hacemos de la mano de Peña y Goñi y de Mariano de la Riestra. Dice Goñi:
"(...) estrechándose tanto en el centro, lo cual indica que consiente extraordinariamente a los toros, éstos hacen con frecuencia de más y salen rebozados con el matador (...) los toros le han hecho perder terreno frecuentemente por estrecharse demasiado con ellos (...) Salvador pierde terreno por embraguetarse con exceso"
Y puntualiza De la Riestra:
"se deja caer despacio y con empuje, saliendo muchas veces apurado, y algunas trompicado"
Sus estocadas no eran perfectas de tanto como se atracaba de toro...No eran perfectas, eran -como entonces se decía- superiores.
 
 
Talavante con Colchonero el bravo toro de Garcigrande en Zaragoza. Talavante sale trompicado de tanto atracarse de toro después de entrar a matar con la máxima entrega y verdad posibles en la suerte más arriesgada. Evidentemente, no es una estocada perfecta... sino -como decían aquellos viejos aficionados que sí que sabían de toros- superior ¡Una estocada frascuelina!

Frascuelina Etiquetas: F. 1. f. Taurom. Estocada entera, hasta el puño, llamada así en homenaje a Frascuelo, gran dominador de esa suerte.

lunes, 26 de octubre de 2015

La tierra es redonda (y el toreo, también)

Por Jose Morente


La tierra es redondo y se mueve alrededor del sol (igual que el toro se mueve alrededor del torero) como sostuvo Galileo Galilei, contra viento y marea. Contra el viento de la intransigencia y la marea de la intolerancia.

A mi buen amigo, en la distancias cortas, Gastón Ramírez a quien -algunas veces- le pierde (¿o quizás le gana?) su excesiva ironía.
¿Existe acaso alguien tan insensato como para creer que hay personas cuyas huellas están más altas que sus cabezas? ¿Que las simientes y los árboles crecen cabeza abajo? ¿Que las lluvias y las nieves caen hacia arriba hacia el suelo? No tengo palabras para dar a aquellos que, una vez que han errado, perseveran insistentemente en su locura y defienden una cosa vana tras otra (Lactancio, siglo III d.C.)

La tierra es redonda
 
Para algunas gentes del medievo, suponer que la tierra era redonda resultaba inimaginable. Ellos preferían pensar que la tierra era plana. Les resultaba más sencillo de entender y, sobre todo, era más acorde con las enseñanzas recibidas de sus mayores. Mas cómodo en resumen.
 
Creo que, a lo largo de la historia de la humanidad, las dos causas que más jugado en contra del progreso han sido el esquematismo (o sea, el intento de simplificar la complejidad de las cosas más allá de lo razonable) y el inmovilismo (o sea, el temor y rechazo injustificado a los cambios, a las novedades)
 
Esa doble actitud es la que explica lo dificultoso que resultó en su día convencer a algunos de que la Tierra era redonda. La creencia en una tierra plana simplificaba mucho las cosas y cambiar las ideas recibidas, era demasiado incomodo. Resulta más fácil, condenar a la hoguera a los heterodoxos que luchaban contra las ideas heredadas que tener que repensar esas ideas.
 

Pensar que la tierra es plana impide dar una explicación lógica a determinados hechos físicas que resultan claros y coherentes desde el momento en el que aceptamos su redondez. Sin embargo es más cómodo que tener que cambiar de ideas.
Cyntha Colbourne me comenta que:" El dibujo del hombre mirando el barco es como mirar una faena en la Maestranza desde el tendido 12". Al hilo de su comentario se me ocurre pensar que la preocupación por el famoso desnivel parece que no es de Morante sino que vendría de los tiempos de Galileo.
 
El toreo es redondo
 
Con el toreo en redondo, ocurre algo parecido. Lo elemental, lo fácil, lo sencillo, lo primigenio al torear, es alternar pitones (torear en ochos) con el toro por las afueras para salvar el pellejo. O sea, torear en movimiento y a base de pequeños quiebros sobre las piernas desplazando al toro.
 
Que un valiente se plante en el platillo para aguantar, impávido y sin menear las piernas, las acometidas del toro es una osadía. Pero que, después del primer muletazo, se gire y pretenda engañar al toro por el mismo pitón (los toros aprenden) es una proeza que raya en el heroísmo.

Hoy vemos normal ese modo de torear en redondo (varios muletazos seguidos por el mismo pitón), pero no lo es. En su tiempo, supuso un cambio sustancial que provocó el alborozo de los públicos. Una especie de cataclismo taurino. Una nueva moda y unos nuevos modos que, lógicamente, exigieron unas nuevas formas y una técnica diferente a la que anteriormente se estilaba.
 
El muletazo de ahora (largo, profundo, lento y mandón) no tiene nada que ver con  el muletazo antiguo (corto, sesgado, fugaz y valiente). La técnica que lo posibilita (y que se basa en la entrega y en el dominio) tampoco tiene nada que ver con esa técnica defensiva que se usaba antes.

Presentar la muleta plana y adelantada cual escudo de guerrero; colocarse de frente para mejor controlar el inicio del muletazo; cargar la suerte, adelantando la pierna de salida para desplazar al toro hacia las afueras; moverse el torero, entre muletazo y muletazo, ganando el terreno que antes ocupaba el toro, son ardides defensivos que encajan muy bien en el toreo en ochos pero que no tienen nada que ver con el parado y más complejo técnicamente toreo en redondo.
 

 
 
En la imagen, José Tomás en Nimes en un natural que se desarrolla conforme a la mejor técnica del toreo e redondo: La muleta no se presenta plana y adelantada como un escudo sino a un lado y oblicua; la pierna no se adelanta sino que se mantiene anclada en el suelo; el toro no le pasa al torero por el costado sino por todo su frente; el remate no se realiza detrás de la cadera sino mucho más allá de la cadera; Pensar que se debe utilizar la técnica del toreo en ochos cuando se torea en redondo, impide dar una explicación lógica al toreo que se hace en las plazas. Un toreo en redondo que resulta claro y coherente desde el momento en el que aceptamos sus propias leyes internas.
 
El rechazo de algunos aficionados

Sin embargo, los aficionados que vieron como nacía el toreo en redondo fueron incapaces de aceptar de buen grado los cambios que esa nueva forma de torear implicaba y siguieron aferrados a sus viejos principios. Unos principios (los cánones del toreo en ochos) que eran, en realidad, una simplificación esquemática de las reglas que contenían las viejas tauromaquias.

Y es que, como ya hemos dicho, no resulta fácil cambiar de hábitos ni de manera de pensar. Ya sea por comodidad y pereza (o por un mal entendido esquematismo, unido a un proverbial inmovilismo), los aficionados (algunos aficionados) siguieron, y siguen todavía hoy, empecinados en exigir esos modos antiguos aun cuando se torea en redondo. Y, lo que es peor, siguen empecinados en enjuiciar y valorar el moderno toreo en redondo con  los conceptos, modos y formas que son propios del toreo en ochos.
 
Igual que los religiosos de la Inquisición que obligaron a Galileo a retractarse, incapaces de aceptar la idea de que la tierra era redondo, los aficionados (algunos aficionados) siguen exigiendo a los toreros de ahora que se retracten de su forma de torear en redondo, tan sólo porque a ellos les resulta imposible entenderla.

Y, sin embargo, se mueve... se mueve la tierra (el toro), mientras permanece quieto el sol  (el torero). Se torea en redondo, no en ochos.
 
Es un hecho incontestable e irreversible. Incluso aunque algunos aficionados no quieran aceptarlo, del mismo modo que los Inquisidores del Santo Oficio no querían aceptar la redondez de la tierra.

Lo que no se puede ni debe es condenar a Galileo (o a los toreros) por exponer su verdad.

La verdad de la redondez de la tierra o la verdad del toreo en redondo.
 
Es importante aclarar que el dilema que aquí se plantea no se refiere a cuestión de gustos o preferencias sobre una u otra forma de torear (a mí, personalmente, me gustan las dos) sino a ejercer o no de Inquisidores contra aquello que no nos gusta. En la imagen, un aficionado limeño de los años 70 manifiesta públicamente su indignación mientras el resto del público permanece expectante.

domingo, 25 de octubre de 2015

Don Francisco Bentué nos replica y explica las razones de su decisión

Alejandro Talavante agradece al público de Zaragoza la entusiasta reacción que provocó su faena a Colchonero de Garcigrande (Fotografía de la web de la Plaza de Toros de Zaragoza).
 
 
Una entrada de este blog (formulada, en parte, en clave de humor) relativa a la no concesión a Alejandro Talavante de la segunda oreja por su faena al toro Colchonero de Garcigrande, en la corrida celebrada en Zaragoza, el día 17 de octubre pasado, ha sido objeto de comentario por el Presidente de dicha corrida, don Francisco Bentué. Un comentario donde explica y puntualiza las razones de su decisión.
 
Su comentario ha sido ya publicado en el lugar oportuno de este blog (así como nuestra respuesta a sus argumentos de los que disentimos). No obstante y sin perjuicio de lo anterior, nos ha parecido conveniente darle a sus palabras, el mismo espacio y tratamiento que le dimos en su día a nuestra crítica a su actuación, agradeciéndole su deferencia con nosotros:
"Buenas noches, soy Francisco Bentué, Presidente del festejo a que se hace alusión en este artículo.  
Sin intención de polemizar con nadie quiero expresar, en primer lugar, que en ningún momento sufrí presiones como se da a entender en algún comentario y como se ha dicho en algún medio de comunicación.  
En segundo lugar decir que si al matador de toros Alejandro Talavante no le concedí la segunda oreja es simple y llanamente por que no mató bien. Las imágenes que se han publicado son im lactantes, con el pitón en la tripa y la mano con la empuñadura de la espada en los lomos del toro. Hay más imágenes, que no se por que motivos espureos no se han publicado. El toro fue escupiendo la espada, pudiéndose ver perfectamente como iba muy tendida. El torero, depues de mucho tiempo y comprobar que el toro no caía, tuvo que usar en estoque de descabellado. Conclusión:no era una buena estocada.
Un saludo"

viernes, 23 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LXIII) El mejor escultor es la muleta



 Joselito torea de muleta. El mejor escultor (Fotografía del Blog Recortes y Galleos de Rafael Cabrera Bonet)

-¿Cuál de los escultores le gusta a Ud más?

-La muleta. Lo que con ella se hace, nadie lo puede hacer con el barro

Entrevista de Don Quijote a Joselito el Gallo "Conversando con Joselito" (El Comercial. 14 de diciembre de 1919)

jueves, 22 de octubre de 2015

Para torear bien no es preciso ni necesario "cargar la suerte"

Por Jose Morente

López Simón toreando SIN cargar la suerte (con la pierna de salida retrasada, la pierna escondida) pero con máxima entrega y verdad (Fotografía del blog "Pureza y Emoción")


O bien cargar la suerte es la piedra angular del toreo (como sostenía Domingo Ortega) o no lo es.

En la primera hipótesis, si no se carga la suerte no se torearía. En la segunda, se admitiría que se puede torear bien sin cargar la suerte.

Descartada la primera opción pues es evidente que, López Simón y otros muchos toreros, torean bien sin cargar la suerte, caben dos posibilidades:

a) Que ese torear bien se deba a mandar en el toro. Torear bien sería mandar en el toro o
b) Que ese torear bien se deba al sitio donde se coloca el torero, en este caso López Simón.

La opción "a", mandar sobre el toro, explicaría porqué muchos toreros (la mayoría de los de ahora) torean bien o muy bien sin cargar la suerte (más bien al contrario pues se torea retrasando la pierna de salida, lo que choca y descoloca a los aficionados ortodoxos).

La opción "b", o sea colocarse donde se coloca López Simón, explicaría el impacto que el toreo de este torero está provocando. El mismo impacto que provoca el toreo de Saúl Jimenez Fortes o que en su día provocaba José Tomás.

Lo primero (mandar en el toro) tiene que ver con la técnica y provoca la admiración del buen aficionado. Lo segundo (colocarse en "ese" sitio) tiene que ver con la entrega y provoca la emoción del público.

Ambas opciones son dos caras de una misma moneda: torear bien. Aunque no son lo mismo.

En cualquier caso, la única conclusión posible es que cargar la suerte no es imprescindible para torear bien. Ni siquiera necesario....

Parece que los aficionados estamos empezando a entender ya algo tan sencillo... Gracias a López Simón.

Ahora sólo hace falta aplicar y extender ese mismo criterio a los demás toreros que torean como torea López Simón aunque, eso sí, no siempre en el sitio en el que se coloca López Simón.

Por eso no todos los toreros de hoy provocan la misma emoción que López Simón, aunque si que tienen todos nuestra cabal admiración.

Potdata 1. Aclaración para aficionados "conocedores".

En este pequeño post, hemos utilizado la expresión "cargar la suerte" en su sentido vulgar de "adelantar la pierna de salida" con el fin de hacernos entender.

Sin embargo, esa es una utilización impropia e incorrecta de ese término pues, de todos es sabido, que -desde Pepe-Hillo en adelante o sea, desde siempre- la suerte se carga con los brazos, no con las piernas.

La confusión, que viene de antiguo, se consolida a partir de la Conferencia de Domingo Ortega en el Ateneo de Madrid. No caigamos nosotros en ese trampa.
Por ello, conviene aclarar y precisar el título de este post: "Para torear bien no es preciso ni necesario cargar la suerte con las piernas... pero sí con los brazos".

Postdata 2. Un artículo de interés

La reflexión de este post surge a partir de la lectura de un interesante artículo de Joan Adell Mas en el blog Pureza y Emoción titulado "La paradoja de López Simón". Si bien algunos afirmaciones suyas pueden ser discutibles, el texto el artículo es, en mi opinión y en lo esencial, sugerente y recomendable.

martes, 20 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LXII) Condiciones que debe reunir un maestro

Joselito el Gallo. Pontífice máximo del toreo. El Papa-Rey. El maestro de maestros. Todos los toreros de su época -el primero Juan Belmonte- se miraron en él según decía y reconocía Manuel Jiménez Chicuela (Fotografía de portada de Palmas y pitos)

 
¿Qué es un maestro? ¿Qué condiciones debe reunir un maestro? ¿Es suficiente torear con perfección para ser un maestro? No; ni siquiera es condición precisa. Montes era imperfecto en la suerte de recibir, que en su época era fundamental y decisiva, y fue uno de los grandes maestros de la tauromaquia. El Chiclanero era perfecto recibiendo toros; y no fue un maestro.

Paquiro el Joselito del siglo XIX.  Pese a que atravesaba los toros fue considerado un maestro indiscutible del toreo frente al Chiclanero, perfecto matando toros pero que no fue considerado maestro. Montes modernizó y actualizó el arcaico y decadente toreo de su época. Organizador de las cuadrillas. Le llamaron el Napoleón del toreo.
 
Un maestro debe participar por igual de los dos principios en que se funda el toreo: conocimiento de las reses y conocimiento de las suertes. A esto hay que añadir, en el hombre maestro, carácter y vocación. 

Carácter para imponer una disciplina que contagie a toda la plaza y alcance a su cuadrilla. Sin cuadrilla no se puede torear. Por la cuadrilla se conoce al maestro. Vocación para hacer de su profesión, su vida. No sentirse a gusto fuera de la profesión. No estar jamás íntimamente satisfecho. Querer siempre hacer más. Superarse, no estancarse engreído en íntima adoración (...)


Guerrita. El mandón absoluto del toreo a finales del XIX. Se quedó solo a la retirada de Lagartijo y Frascuelo y solo reinó en el toreo. Un grandioso torero en guerra con todo el mundo. Después de él, nadie. Todo un carácter


Antonio Bienvenida. Mejor dicho, Don Antonio Bienvenida. Si ha habido un torero en la historia al que mejor cuadre el título de maestro ha sido este torero de vocación sin límites y de muleta límpida y tersa.
 
La maestría es, por el contrario, un afán ilimitado; buscar desesperadamente la perfección cada día. El público aplaude, pero pide más, porque confunde la facilidad con la seguridad; la emoción con el susto. Los críticos se entusiasman pero exigen. El maestro se encuentra cada vez más obligado con él y con el público. Sólo el torero sabe lo que es esto.

Al especialista, se le da un margen de oportunidades y de toros; al maestro, no. Todo esto es incómodo y triste, casi trágico. El camino es penoso. Hay que seguirle en busca de la perfección que nunca se alcanza en la medida que se le pide. 

   CORROCHANO, Gregorio. "¿Qué es torear?-Introducción a la Tauromaquia de Joselito (1ª ed., Madrid, Revista de Occidente, 1953. Páginas 18-19)



Marcial Lalanda. Otro maestro indiscutible y desde niño pues, no en balde, le llamaron el joven maestro. Su conocimiento de las reses y de las suertes -la nota común distintiva común de todos estos maestros- fue proverbial. Marcial fue, sino el más grande, uno de los grandes.


lunes, 19 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LXI) Condiciones que toda figura debe reunir

Por Jose Morente
 
Pase de trinchera de Paco Camino. Una auténtica figura del toreo, además de un torero de época
 
 
Las condiciones que toda figura debe reunir, a la vista de la dialéctica de la historia, son las siguientes:

1) Cuando se está en candelero durante cinco o más años, es decir, durante más de la mitad de lo que normalmente dura la vida profesional de una generación torera. De este modo, el torero logra lo más difícil dentro de su profesión, que no es, como todos ustedes saben ya, subir, ascender, con más o menos velocidad, sino durar, resistir una y otra temporada (...)

2) Esta persistencia en el escalafón de matadores de toros, debe reunir una característica esencial para que el protagonista de esta lucha pueda ser considerado como una figura. Nos referimos al número de corridas que toree anualmente. En efecto, toreros que duren más de cinco años en activo hay muchos. Pero son ya muchísimos menos los que durante estos años torean cada temporada un considerable número de corridas, por ejemplo, de cincuenta en adelante.

3) Para que esta duración tenga validez, en el sentido que nosotros le damos ahora, debe ir acompañada de una bien determinada característica de tipo económico. En el toreo, no solamente intervienen factores técnicos, estéticos, vocacionales, etc., sino también, y muy principalmente, económicos, los cuales han sido olvidados de un modo casi sistemático (...) Una figura auténtica debe cobrar sus corridas a un precio superior al de los otros toreros de su misma generación. No es necesario que esa diferencia sea grande. Basta con que sea notable.
 
4) Como consecuencia de lo dicho, es necesario que el torero tenga la aquiescencia y el favor del público. Esta actitud positiva del público será debida a una o varias causas y no solamente, como pueden pensar algunos, por la calidad intrínseca de la forma de torear del torero en cuestión. La historia, viva maestra de los desmemoriados, nos demuestra que ha habido figuras del toreo de muy discutible calidad artística. No tuvieron esa calidad, por ejemplo, Frascuelo, ni Machaquito, ni Arruza, ni Litri, ni Chicuelo II, ni Vicente Barrera, ni Vicente Pastor, ni Marcial Lalanda, ni la tiene ese Manuel Benítez de nuestras penas y nuestras alegrías. Hay muchas razones por las cuales el público incontrolable e intuitivo, apasionado y caprichoso, cruel y generoso ha refrendado las actuaciones de un torero: por su personalidad, por su valor, por su calidad, por su dominio, por su técnica, por su arte, por su inteligencia, por su honestidad profesional, etc., etc. Muchos son los caminos taurinos que conducen a la Roma del toreo. Conviene no limitar las cosas cuando ellas son generalmente tan amplías, complejas y variopintas.
 
Resumamos ¿Qué es, pues, una auténtica figura del toreo? Un torero que con el beneplácito del público ha toreado durante más de cinco años, actuando en cada uno de ellos en más de cincuenta corridas de toros a un precio superior al nivel medio de los restantes compañeros de su generación.
 
Ejemplos claros, entre todos los toreros de los años sesenta; Paco Camino, Diego Puerta, Santiago Martín "El Viti" y Manuel Benítez "EL Cordobés"
 
SUREDA MOLINA, GUILLERMO. "Paco Camino. En blanco y negro" (1ª ed., Palma de Mallorca, 1969. Páginas 10-13)

domingo, 18 de octubre de 2015

La cárcel de papel taurina (VII) ¡Fuera del palco!

Por Jose Morente

El desatino total y absoluto. Por esta tremenda estocada negó el Presidente D. Francisco Bentué a Talavante la segunda oreja del quinto toro (Prueba documental nº 1)

Vuelvo del campo justo a tiempo de ver la corrida de Zaragoza, del máximo interés -para mí- pues se enfrentan un figurón del toreo, Alejandro Talavante, en la que ha sido posiblemente su mejor temporada, y Alberto López Simón, el torero que más empuja de todos los que vienen empujando. Es muy bueno para todos que se abran los carteles de las Ferias.

Toros de Garcigrande, que siempre ponen el punto de emoción que da el toro que embiste con codicia, para Talavante y toros del Vellosino para López Simón. Sin sorteo, Nadie es perfecto.

No voy a reseñar la corrida pero resumo telegráficamente. Devolución fulgurante del primero de la tarde (¿Tan rápido, porqué?). Devolución del tercero, después de banderillas pues se había lesionado en el primer lance de recibo (¿Tan tarde porqué?). Dos sobreros para Talavante que dan pocas opciones y la tarde cuesta arriba para el extremeño. Enfrente, un López Simón disparado hacia arriba con dos faenones, de mucho mérito, marca de la casa con lo que ya está todo dicho.

En estas, que sale el quinto toro de Garcigrande y Talavante, da cumplida réplica a López Simón, al público y a la propia historia del toreo..
Faenón de los que hacen época a un toro encastadísimo que embestía con todo. El toro que quieren (y necesitan) las figuras verdaderas. Emoción a raudales. Grandioso el toro y el torero. Faena de la que se hablará muchos años.

Talavante se tira a matar de verdad pues quiere asegurar el triunfo. Estocada hasta la empuñadura de la que sale enganchado y trompicado el torero, de tanto como expone, pero, por fortuna, sin consecuencias. El público estalla y se desborda. Se piden con muchas fuerza las dos orejas aunque, para una faena así, las dos orejas se me antojan poco premio.

El palco tarda en dar los trofeos... Ya estamos... Lo de siempre... En el plus comentan que la estocada está tendida. Lo estará pero, tal y como ha ejecutado la suerte, eso no es demérito ni justificaría, en ningún caso, la negativa.

El presidente concede sólo una oreja y se cierra en banda. Hace un claro gesto de que no va a conceder la segunda. El público protesta como pocas veces se protestan estas arbitrariedades presidenciales.
Protagonismo absurdo de quien no debe ser protagonista. Desconocimiento de las más elementales normas básicas del toreo de quien está obligado a conocerlas. Falta de sensibilidad ante lo que el torero ha hecho en la plaza  de quien debe hacer gala de ponderación y equilibrio y, sobre todo. Chulería infinita del que piensa que su criterio es más importante que el de toda una plaza. Provocación con incitación a la algarada de quien tiene como principal misión ser garante del orden público. El toreo es una fiesta popular ¿Tanto cuesta entenderlo? A los poderes públicos, parece que sí.

Una historia que se repite demasiadas veces y una actitud que sólo encuentra el apoyo de algunos reglamentistas ¿Hasta cuando?
Sale el sexto y López Simón, lo que no era nada fácil, vuelve a calentar la plaza con su toreo-verdad. Gran tarde de toros. ¡Viva el toreo!

Pese a todo, el enfado NO se me pasa y presento la correspondiente denuncia ante el Tribunal de la Cárcel de Papel con sedeen Madrid. Es la única instancia de este país con capacidad de deshacer este entuerto ¡Que decidan los jueces de la Cárcel de Papel taurina!



En Madrid, a 18 de octubre de 2015, reunidos los miembros del Tribunal Superior del Toreo para juzgar al Presidente de la Plaza de Toros de esta ciudad, don Francisco Bentué, por su negativa a conceder la segunda oreja al diestro don Alejandro Talavante por su faena al quinto toro de la corrida celebrada ayer sábado en la Plaza de Toros de Zaragoza

RESULTANDO Que el diestro don Alejandro Talavante cuajó, al quinto toro de la tarde de nombre de la ganadería de Garcigrande, una faena de excepcional calidad a la altura de la excepcional calidad y bravura del toro, destacando por la justeza en sus movimientos y por el buen trazo de los muletazos así como su excelente concepto del toreo y su probada capacidad creativa.

Este Tribunal no cree pecar de exageración si califica a esta faena como una de las mejores realizadas por diestro alguno esta temporada en las plazas españolas. Lo que se considera hecho probado.

RESULTANDO Que también tuvo indudable mérito por su exposición y riesgo la estocada con la que el diestro remató su faena,. Se aporta como Prueba Documental nº 1, fotografía de dicha estocada. Lo que también se considera hecho probado

Dicha estocada puede parangonarse en emoción a algunas de las que realizaron a la largo de la historia del toreo aquellos diestros que cimentaron su fama en esta suerte, tales como Frascuelo, Mazzantini, Varelito, Luis Freg, etc., y cuyos nombres parece oportuno traer a colación en esta Sentencia.

RESULTANDO Que la absoluta mayoría de los plaza solicitó para don Alejandro Talavante la concesión de las dos orejas del toro como merecido premio por la faena realizada. Lo que también se considera hecho probado.

RESULTANDO Que la Presidencia otorgó la primera oreja pero se negó en redondo y de forma inexplicable a conceder la segunda. Lo que también se considera hecho probado.

CONSIDERANDO Que la negativa del Presidente Sr. Bentué, a la concesión de los trofeos solicitados parece fundamentarse en la colocación tendida del estoque, argumento que este Tribunal no puede aceptar pues supondría desconocer nuestra jurisprudencia en la materia y, lo que es más grave, desconocer o contravenir los criterios seguidos en la concesión de trofeos por los Presidentes de las Plazas de toros de mayor categoría desde los remotos tiempos en que se vienen concediendo las orejas como trofeos a los lidiadores, criterios que priman la ejecución frente a la colocación, hecho que el señor Bentué como buen aficionado no puede desconocer. Como no puede (o no debería) desconocer  la diferencia que existe entre un bajonazo o golletazo intencionado y una estocada tendida como fue la que nos ocupa.

Por todo ello, extremar el rigor, en la valoración de la colocación tendida del estoque, primando el resultado frente a la ejecución, como se ha hecho, puede resultar un criterio cómodo para el aficionado de tendido que de tal modo procediera, pero es siempre un criterio altamente desacertado e injusto, especialmente si se aplica desde el Palco.

CONSIDERANDO Por lo anterior, que el argumento esgrimido no pasa, en todo caso,  de ser una pobre justificación de una decisión injustificable, lo que agrava aún más los hechos enjuiciados.

CONSIDERANDO Que la decisión Presidencial, como opuesta al sentir popular,  tiene un carácter negligente y despótico que no sólo no es garantía alguna de pureza y seriedad del espectáculo o de la necesaria vigilancia de sus posibles vicios, como algunos aficionados pretenden, sino que, antes al contrario, dicha forma de actuar cae de lleno en la arbitrariedad incompatible con el ejercicio de la autoridad y provoca el total rechazo y descrédito de dicha autoridad.

Dado además, que corresponde a los poderes públicos arbitrar los cauces adecuados para el ejercicio de los legítimos derechos de los ciudadanos (expresión, reunión, etc.) pero no imponer sus dudosos e indefendibles criterios, dicha actitud, claramente antidemocrática, debe ser reprobada y sancionada por este Tribunal ya que puede incitar a la algarada y consiguiente alteración del orden público.

CONSIDERANDO Que no cabe oponer a todo lo anterior que la negativa de concesión de la segunda oreja se pueda justificar en el estricto cumplimiento del Reglamento Taurino vigente pues no existe artículo reglamentario alguno que ampare tal pretensión.

CONSIDERANDO Que vienen siendo ya demasiado frecuentes en nuestros cosos y por parte de los Presidentes de las plazas de Toros, actitudes similares a la que hoy se enjuicia, por lo que este Tribunal esta obligado, en aras de ejemplaridad, a extremar el rigor en la persecución de estas conductas cuya gravedad algunos pretenden ignorar o minusvalorar.

CONSIDERANDO Que, al margen de los anterior y dado lo evidente del error cometido, existen dudas más que razonables que nos impiden considerar que nos encontramos ante un mero error Presidencial, por lo que parece oportuno iniciar las pertinentes diligencias para depurar e indagar sobre las causas reales y últimas que pudieran subyacer detrás de la anómala decisión enjuiciada sin que,  a priori, quepa descartar ninguna posibilidad al respecto.

CONSIDERANDO Que los actuaciones judiciales de este Tribunal deben extenderse contra quien o quienes nombraron a don Francisco Bentué para el cargo que ocupa, con objeto de depurar las responsabilidades en las que han notoriamente han incurrido.

Por todo ello, a la vista de lo anterior y consideradas la prueba documental aportada.

FALLAMOS Y CONDENAMOS

don Francisco Bentué, a la pena de Prisión de tres años y un día en la Cárcel de Papel de esta Villa y Corte. Dicha pena de prisión incondicional, acarrea la de inhabilitación perpetua para el cargo de Presidente de las corridas de toros por su probada incapacidad para el desempeño de las funciones que corresponden a dicho cargo.

A quien o quienes nombraron a don Francisco Bentué para el cargo de Presidente de la Plaza de Toros de Zaragoza, a la pena de Prisión de un año y un día en la Cárcel de Papel de esta Villa y Corte.

Lo que declaramos en Madrid para su inmediata ejecución.

Entradilla de ABC digital

Don Francisco Bentué. Las actitudes intransigentes y despóticas deberían ser incompatibles con el ejercicio del cargo de Presidente de Plazas de Toros, cargo para el que se precisa un talante democrático y un mínimo de sensibilidad del que algunos usías carecen.

viernes, 16 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LX) Más no se puede ser

Guerrita con sus ¡Veinte nietos! Por cierto que a un inglés que se asombraba de lo numeroso de su prole, el Guerra siempre sentencioso le espetó ¿Pero miste, usted se cree que yo me he casado para hacer el rídiculo?. Algunos de estos nietos le acompañarían a la becerrada donde vio torear a Luis Miguel Dominguín (Publicado en la revista Mundo Gráfico en 1933) 
 
Mi alta valoración del toreo de Guerrita no solamente sigue en pie, sino que se acrecienta cada día que pasa. Sabido es que, como torero fue excepcional. Y, además, la figura cumbre que traslada el toreo del siglo XIX al del siglo XX.
 
Yo no conservo ni trofeos taurinos, ni cabezas de toros embalsamadas, ni trastos que me recuerden determinadas efemérides. No soy fetichista, ni entro en esa parafernalia que tanto abunda entre los de mi profesión (...)
 
Sí, conservo algo. Mi orgullo es tener en mis manos un dije de oro que Rafael Guerra me regaló, después de haberle brindado yo un toro en la plaza de Córdoba. En el dije está grabada está leyenda: "La Asociación de la Prensa de Madrid a Rafael Guerra Guerrita. 1895".
 
Le conocí en Córdoba, a donde fui a torear en 1939, con doce años de edad. Fue a la corrida, acompañado de sus nietos, que querían verme torear.
 
"Coges muy bien la muleta -me dijo-. Puedes ser torero. Pide a Dios ser lo que yo he sido, que más no se puede ser".
 
Antonio D. Olano "Dinastías-Dominguín. Ordoñez. Rivera"
(Madrid, 1ª ed., Promociones CH.Ass, S.L., pág. 113)
 
Luis Miguel vistiéndose de torero en su etapa de becerrista, hacia 1940, en la época en que le vio torear Guerrita (Del libro de Andrés Amorós "Luis Miguel Dominguín-El número uno")
 

jueves, 15 de octubre de 2015

Luis Miguel cierra el círculo (II) Un índice en alto

Por Jose Morente

Un joven Luis Miguel pasea la oreja del cuarto toro de Galache de la corrida del 17 de mayo de 1949 en Madrid. La faena del índice en alto... y del pase circular (Fotografía del Ruedo)


Resumen de la entrada anterior. Decíamos en la entrada anterior, que una vieja aspiración de los toreros antiguos fue, desde tiempos "inmemoriables", torear en redondo cerrando el círculo. O sea, que el toro diera una vuelta completa en derredor del torero bien mediante varios pases engarzados (toreo en redondo) o bien mediante un único pase aislado (pase en redondo o circular).

Vimos que para lograr la primera aspiración ("toreo en redondo") tuvieron los aficionados que esperar hasta la segunda década del siglo XX cuando Joselito el Gallo puso las bases del toreo moderno al torear en redondo (en tanda de 3 naturales) a muchos de sus toros.

Para lograr lograr la segunda ("pase en redondo") hubo que esperar aún más, casi medio siglo más, hasta 1949 mediados del XX cuando Luis Miguel Dominguín puso en circulación el pase circular.

Natural de Joselito en Barcelona (La Lidia, 1916)

Lo que pasó el 16 de mayo de 1949

La Feria de San Isidro de 1949, segunda de la historia, no había comenzado con buen pie. La primera corrida había sido suspendida por lluvia. En la segunda, 16 de mayo y aniversario de la muerte de Gallito, las reses de Manuel Gonzalez, chicas, habían provocado la repulsa de los espectadores que se dirigen sobre todo, no podía ser de otra forma, contra Luis Miguel Dominguín, quien alternaba con Bienvenida y Paquito Muñoz.
 
Y es que Luis Miguel, torero precoz de la cuerda gallista era un verdadero gallo de pelea, plano de ambición y conocimiento de las reses y de las suertes pero -siempre hay un pero- como todo buen torero técnico, Luis Miguel no gozaba del fervor de los públicos ni de los aficionados.
 
Muerto Manolete, el más firme candidato a ocupar el trono vacante del Califa Cordobés era sin lugar a dudas el hijo menor de Domingo Dominguín. 
 
El paseíllo del día 16 con los toreros (Bienvenida, Luis Miguel y Paquito Muñoz) y las cuadrillas desmonterados en memoria de Joselito el Gallo (Fotografía de El Ruedo)
 
17 de mayo. Un corrida con mucho intríngulis
 
Al día siguiente, 17 de mayo, el paseíllo transcurriría en medio de una fuerte bronca dirigida sobre todo, no podía ser de otra forma, contra Luis Miguel a quien acompañaban, ese día, Parrita y Manolo González. "De los veintitrés mil espectadores, veinte mil, por lo menos, están en contra suya" decía Alfredo Marquerie en El Ruedo.


Se deshace el paseíllo, de la tercera de Feria, en medio de una sonora pitada dirigida sobre todo, no podía ser de otra forma, contra Luis Miguel.
La lidia de los dos primeros toros transcurriría con normalidad. En el primero, Parrita había sido ovacionado por su voluntad y Luis Miguel había estado bien con un toro muy parado y agotado pero desafortunado con los aceros.

Agustín Parra, Parrrita, torea al natural en la línea de Manolete (Fotografía del Ruedo)
 
La decoración cambió en el tercero de la tarde  que correspondía a Manolo González. El sevillano que se había presentado en Madrid sólo un año antes de forma triunfal, gozaba del fervor de la afición capitalina. Un quite por verónicas y, sobre todo, la media de remate habían puesto en pie al público. La faena de muleta provocó el alborozo del público. Iniciada con varios pases por alto, enjaretó cuatro naturales que remató con un soberbio pase de pecho que llenó el ruedo de sombreros. La faena siguió con el público encandilado y entusiasmado. Mató con facilidad y le dieron la oreja (algún revistero decía que las dos pero que una la había tirado al albero).
 

Excelente natural del sevillano Manolo González en su faena orejeada al tercero. Manolo González además de arte, derrochaba valor (Fotografía de El Ruedo)

La muestra del entusiasmo del público. El ruedo sembrado de sombreros al final de la faena de Manolo González al tercero de la tarde (Fotograma del NO-DO)
Mientras paseaba la oreja, Parrita le pregunta a Luis Miguel si había visto eso. Luis Miguel le replica que si, pero que ese día sólo se hablará de él.
 
Y en efecto, después de la corrida solo se hablaría de Luis Miguel.
 
La lidia del cuarto, la comienza intentando la larga cambiada de rodillas pero el toro se le frena. Luego coloca tres pares de banderillas.
 
Luis Miguel banderillea al cuarto con soltura. Luego vendría la sonada faena de muleta (Foto de EL Ruedo)
 
La faena de muleta la describe así K-Hito en Dígame:
"Lo inenarrable. Lentamente, parsimoniosamente, corre la mano en unos derechazos que duran media hora cada uno. Son pases en redondo, pero tan en redondo, que no los habíamos visto jamás; el toro describe una circunferencia completa. Con la flámula en la izquierda, repite la maravilla.
Cuando todos estábamos boquiabiertos, se lleva la mano diestra al pecho y luego yergue el brazo con el índice enhiesto

Entradilla de El Ruedo. Un dedo índice en alto: Luis Miguel se proclama número uno del toreo.
Un natural de Luis Miguel al Galache. Como es lógico en un torero de línea natural, Luis Miguel toreaba muy bien al natura (Fotografía del Ruedo)

Con el índice en alto, Luis Miguel se acaba de proclamar número uno del toreo.

El escándalo que se forma es tremebundo. Las Ventas braman. Todos los espectadores están en pie. Flamean los pañuelos, no se sabe si pidiendo la oreja que se concede o en  señal de protesta. Hay conatos de pelea en la sombra. Como dice Andrés Amorós, uno de sus biógrafos, se discute hasta en el callejón.
 
Giraldillo en ABC, sentencia lacónico recordando una dura y cruel frase de Corrochano: "En el toreo es modesto el que no puede ser otra cosa".
 
Años después Luis Miguel explicaba las razones de su gesto a Carlos Abella, otro de sus biógrafos:
"A mí no me trataban bien en Madrid, y cuando vi que el público se volcó de esa manera con Manolo, se me revolucionó el cuerpo y pensé que, fuera como fuera, la figura del día sería yo"
Y lo consiguió. Pero no sólo por el gesto de nombrarse número uno sino, y sobre todo, por lo que hizo en el ruedo. Sigue diciendo el torero:
"Me acordé de un pase circular que había dado en Zaragoza y lo puse en práctica en esa corrida, la primera vez que lo di en Madrid y, al salirme perfecto, me volví y me proclamé el número uno, de lo que no me he arrepentido nunca"
Tan identificado estaba el torero con ese guarismo que para divertirse y molestar a sus enemigos eligió como hierro de su ganadería, un "uno"
 
Un siempre irónico y sarcástico Luis Miguel eligió el "uno" como hierro de su ganadería.
 


Lo importante
 
Lo del gesto tuvo su miga y su gracia pero lo verdaderamente importante es que, en la tercera corrida de la Feria de San Isidro del año 1949. el diestro Luis Miguel Dominguín desempolvó o recuperó o reinventó el pase en redondo completo, el pase circular.
 
Lo hizo con el cuarto toro de la tarde Sacristán nº 60, de la Viuda de Galache, negro girón y calcetero, "rebosante de casta y nobleza" según Areva.

Lo relataba Don Justo en el Ruedo:
"Ante el asombro de los espectadores y la admiración de los más veteranos aficionados, Luis Miguel llevando al galache embarcado en la muleta, y tirando suavemente de él, le hizo describir sobre el albero una circunferencia completa en torno del torero quien, sin descomponer la figura y construyendo el punto céntrico del círculo, remató el pase sin interrupción en el mismo terreno donde le inició"
Natural de Luis Miguel al cuarto de la tarde, visto por Antonio Casero en El Ruedo
 
Había nacido el verdadero pase en redondo completo, el pase circular.
 
Hoy la proeza no nos lo parece tanto, pues ya estamos habituados pero a los espectadores de la época aquello les produjo verdadero asombro.
 
Asombro que se trocó en estupor cuando Luis Miguel levantó el índice.
 

El toreo de muleta de Luis Miguel (tanto por la derecha como por la izquierda) tenía su ápice en el muletazo largo y mandón (muy largo y muy mandón) como corresponde a un torero de línea natural y de corte gallista. Tan largo y mandón como el derechazo de la foto (Extraído del libro Cuando suena el clarín de Corrochano). No tiene nada de extraño que fuera él quien llevó a las plazas el pase circular. Ese pase en redondo completo que, los viejos aficionados de finales del XIX, decían -o soñaban- que se lo habían visto dar a Cayetano Sanz.
(Continuará...)