lunes, 29 de junio de 2015

El toreo de muleta por Fernando Cámara (I) El cite

Por Jose Morente



Fernando Cámara. Director técnico de la Escuela Taurina Diputación Provincial de Málaga (Foto: Diario SUR)
El 6 de marzo del presente año. se iniciaba el ambicioso ciclo de Conferencias denominado "El toreo por dentro". Un ciclo organizado por la Unión Taurina de Abonados de Málaga (UTAMA) y nuestro blog, La razón incorpórea.

La primera de las sesiones, y como no podía ser de otra forma, se dedicó al "Toreo de muleta". Un toreo de muleta contado y explicado por el maestro Fernando Cámara quien, a su alto nivel profesional, une una capacidad didáctica fuera de lo común.


El tema no es baladí pues la muleta centra y concentra en nuestros días, ya sea para bien o para mal, el interés de los públicos hasta tal punto que toda la lidia gira en su derredor.

Con independencia de la valoración que a cada uno de nosotros nos pueda merecer esta circunstancia, está claro que el devenir de la Tauromaquia, marcado por los inequívocos gustos de los públicos ha situado a la muleta en el epicentro de todo lo que se hace con el toro en la plaza.

Penetrar por tanto en las claves del toreo de muleta, comprender los movimientos que hace el torero en respuesta a las cambiantes exigencias de los astados, es una cuestión ineludible si queremos entender de verdad el toreo actual.

Por desgracia, mientras que los toreros han ido adaptando, genialmente y en cada momento, su forma de torear al toro de cada época y a los gustos de los públicos de cada época, los aficionados hemos ido perdiendo (quizás irremediablemente) el tren del conocimiento y nos hemos quedado anclados en un pasado que, para colmo, nunca fue tal y como nos imaginamos.

Así, a las soluciones técnicas que proponen los diestros en la plaza, el aficionado "purista" responde oponiendo los rígidos preceptos de una ya más que anquilosada Cartilla. Por eso, mientras el torero se gira en el cite para conseguir mayor profundidad y largura en el muletazo, el aficionado "purista" sigue pidiendo y, en algunos casos, exigiendo con un rigor la mayoría de las veces exagerado, el cite enfrontilado. Un cite que si bien podía ser aconsejable, dado su carácter netamente defensivo, en el toreo primitivo y ante un toro primitivo, hoy día y ante un toro de mayor bravura y nobleza, pierde su justificación como único modo posible de torear. Dicho de otro modo, el cite de frente es, pese a la opinión en contra de algunos aficionados teorizantes, un cite adecuado para determinadas situaciones y, desde luego, más bien cuestión de estética que de ética.

Precisamente sobre el cite, sobre esos matices del cite, versó parte de la Conferencia de Fernando Cámara en el Salón Cajamar de Málaga, el pasado 6 de marzo. Fragmentos que rescatamos para esta primera entrega.

Un momento de la Introducción a la charla del maestro.Fernando Cámara quien fue presentado por Joaquín Riera, presidente de UTAMA (fotografía Alberto CH)


Oímos al maestro.






Nota: Dado que inicialmente no teníamos intención de publicar esta grabación, la calidad de imagen y sonido no es la óptima. No obstante, dado el interés que tienen las palabras del maestro Cámara (sobre todo, al manejar conceptos poco conocidos por la actual afición) nos han animado a su publicación bien que tras una pequeña labor de "aclarado" de las imágenes y "limpieza" de los ruidos de fondo.



(Continuará...)

sábado, 27 de junio de 2015

La tauromaquia de Albert de Juan

Fotografías: Albert de Juan
Texto: Jose Morente

Niño viendo toros (Fotografía de Albert de Juan)


Investigando sobre el toreo de los festejos populares de la mano (buena mano) de Juan Magallón, me topo con este impresionante blog del fotógrafo y aficionado Albert de Juan.

De las fotografías publicadas (magníficas todas, por cierto) me he entretenido en seleccionar un ramillete que creo conforman una verdadera y espléndida tauromaquia.

Pienso que en los festejos populares, en las calles, está la raíz más pura de donde se nutre el toreo. Por eso, estas fotografías merecen verse con el mismo detenimiento y pasión con el que han sido realizadas por su autor, Albert de Juan.


Pelea de toros

El toro en el campo. Lucha de dos toros de Cuadri que componen en su enfrentamiento una imagen de un raro y extraño dinamismo
Salida del toro



La salida del toro a la plaza impresiona por su fuerza y su pujanza, por su poderío. El toro lleva además la muerte en los pitones y la bravura en sus ojos. 
Frente a frente

.El hombre frente al toro. Solos los dos. De esa postura, desafiante pero nada chulesca, nace el toreo. Me dice Juan Magallón que se trata de Juan Nieto, un verdadero artista en estas lides.
Toreo de capa

Recorte al molinillo. Un mecanismo ancestral para esquivar al toro. El antecedente directo e inmediato de la media verónica belmontina
Suerte de espaldas o aragonesa
El toreo de espaldas o a la aragonesa que inventara el genial Pepe-Hillo a finales del setecientos, pero ejecutado aquí a cuerpo limpio
Correr los toros
Aunque lo habitual para cambiar a los toros de terrenos es el uso de los engaños, en las calles el engaño es el propio cuerpo del aficionado
Suerte de banderillas
Una de las fotografías más bellas e impresionantes por la postura del hombre y por la postura del toro. Banderillas sin palitroques.
El quiebro


Decía Gerardo Diego sobre el quiebro: Ven aquí, toro castaño/Mira tú si no es locura/Yo mi junco y mi cintura/Tú, latín de quinto año
La cogida
El toreo, en la plaza o en la calle, no está exento de riesgo lo que, a veces, demasiadas veces, se nos olvida
El quite
Lo dijo Gregorio Corrochano: "Judas nunca hubiera podido ser torero", Es la mejor definición de la grandeza que encierra arriesgar tu vida por salvar la de tu compañero.

La cuadrilla


Desde la época de Francisco Montes Paquiro, disponer de una buena cuadrilla conocedora y conjuntada es una de las claves de la lidia.
Toreo de rodillas
Con o sin muleta, el toreo de rodillas siempre produce asombro por lo que supone poner pecho, cuello y cara a la altura de los pitones del toro.
Toreo por alto
Ninguneado por algunos aficionados actuales, el toreo por alto nos trae el aroma de otros tiempos, de los tiempos primigenios del toreo, donde solo hacer pasar al toro constituía cumplida proeza.
Toreo al natural
Torear con la izquierda siempre se ha considerado el summun. Quizás porque hay no hay ayuda. Quizás porque la mayoría no somos zurdos: En cualquier caso, a esa mano se le ha llamado siempre la mano de los billetes. Lo es incluso cuando el toreo se hace sin otro interés que el de la mera afición.
El toreo por dentro
Decía Vicente Zabala que los más importante para entender el toreo era desentrañar su entraña, penetrar en su esencia. Conocer el toreo por dentro. Ahí es donde están todas las respuestas.

El público
La visión del espectador no tiene nada que ver con la visión del torero. Son dos puntos de vista distintos. Eso es lo bueno y lo menos bueno de ser sólo público.
La serenidad
La experiencia es la madre de todas las ciencias y mucho más en un arte empírico y no especulativo como es el toreo.. Por eso el Madriles está tan tranquilo.donde muchos ni siquiera estaríamos.
La joven promesa
Del aficionado antiguo al más joven aficionado. Viendo esta imagen uno no puede perder la esperanza. El toreo tiene por delante toda su vida.



miércoles, 24 de junio de 2015

¿Qué es preferible?

Por Jose Morente



Toro de Daniel Ruiz lidiado ayer en Alicante


Los usos y abusos de los años 60 (años en los que se lidiaba habitualmente un toro de poca edad y poca cara) provocaron las demandas quizás justificadas de los años de la transición.

Sin embargo, la moda del toro grande que se impuso la plaza de Madrid a partir de los años 80 no solo trajo consigo la desaparición de algunos encastes (hoy llamados minoritarios) sino también una cierta preferencia o tendencia a primar la apariencia frente a la esencia.

Y, en efecto, hoy se tiende a poner el trapío del toro (a veces, muy mal entendido e interpretado) por encima de su comportamiento. Quizás porque es más fácil distinguir un toro grande de un toro chico que discernir sobre los infinitos matices que conforman la bravura.

Esa exigencia de un trapío a veces desmesurado y/o desproporcionado a las características de cada encaste y cada plaza hace que hoy se hile (y muy fino) en los reconocimientos veterinarios.

Esta bien la exigencia en ese sentido pero siempre que no olvidemos que tan importante es la presencia del toro en el reconocimiento matinal como su comportamiento en el ruedo por la tarde.

Y llegados a este punto, la pregunta-duda es razonable ¿Que es preferible? ¿El toro de las 12 (el del reconocimiento) o el toro de las 5 (el de la plaza)?

¿Que es preferible? ¿El toro que a algunos no les gusta en el reconocimiento (por ejemplo, el ejemplar de Daniel Ruiz cuya foto encabeza este post y que se lidió ayer en Alicante) pero que luego entusiasma al público en la plaza por la tarde? ¿O por el contrario, tenemos que optar por el toro que asusta en el reconocimiento (por ejemplo, el Adolfo de la foto que cierra el post lidiado hace un par de años en Daimiel) y que luego no tiene un pase ni un paso ni un aplauso en el ruedo?

Yo lo tengo claro.

Para mi, tan importantes son el trapío como el comportamiento. En ese sentido, me dan igual ganaderías y encastes.

Pero lo que también tengo claro, lo que NO quiero es que el toro de Madrid, las hechuras del toro de Madrid y el volumen del toro que se exige en la plaza de Madrid (lógicas por otra parte en ese plaza), se impongan en el resto de las plazas que no son Madrid.

Y es que uno empieza a estar cansado de quienes quieren imponer (por bemoles) un mismo toro en todas las plazas sean de la categoría que sean o sea, de quienes quieren convertir en un aburrimiento solemne lo que era un espectáculo vibrante y emocionante en los años 60. Un espectáculo vibrante gracias a los buenos toreros que había entonces pero, sobre todo, gracias al toro terciado y vareado pero con buenas hechuras que se lidiaba en aquella época. 

Que es el toro que normalmente embiste aunque no guste a algunos en los reconocimientos.


Toro de Adolfo lidiado en Daimiel hace un par de años.

Postdata: Hablo del volumen que se exige en Madrid..... a las ganaderías que no son del gusto de esa plaza porque a las ganaderías que son del gusto de Madrid, en Madrid le perdonan todo...hasta la falta de trapío. ¡Imparcialidad que le dicen!


sábado, 20 de junio de 2015

Dicen que los toreros de ahora no tienen personalidad

Por Jose Morente

Un torero de hoy con muchísima personalidad  (Magnífica foto de Víctor Luengo tuiteada por José Vega)

Dicen (se ha dicho siempre pero ahora más) que los toreros de hoy no tienen personalidad. Dicen que son todos iguales. Que todos torean igual y que no hay quien los distinga.

Eso lo dicen los que siempre dicen lo mismo.

Pero no es verdad. Los toreros de ahora tienen tanta personalidad, al menos, como los toreros de antes y como tendrán los toreros del futuro.

Tienen tanta personalidad que, hasta de espaldas, es muy fácil reconocerlos y distinguirlos.



La suerte de varas a debate

Málaga. 10 de julio a las 19:00 horas. Salón Cajamar. Alameda Principal, nº 19





martes, 16 de junio de 2015

Madrid 1922. La gran bronca del toro tuerto

 

1922-06-18 Madrid Bronca toro tuerto (2)

Madrid. 18 de junio de 1922. Bronca por un toro tuerto.

En aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos cuando los toros tenían cinco años, un trapío imponente y un fiero comportamiento; cuando los toreros derrochaban siempre valor y torería; cuando la autoridad ejercía inexorable su autoridad y cuando los aficionados imponían sus criterios al villamelonista público de paso; en aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos, repito, pasaban cosas tan poco edificantes como la que les contaba Don Ventura a los lectores del semanario el Ruedo en un artículo publicado a finales del año 60.

1960-12-01 (p. R) Toro tuerto Don Ventura

¡No era nada lo del ojo! Así titulaba Don Ventura en el Ruedo su remembranza taurina.

Abuso de autoridad

Para el día 18 de junio del año 1922, fue anunciada en Madrid la décima corrida de abono, en la que José Roger, «Valencia»; Juan Luis de La Rosa, y José Gómez, «Joseíto de Málaga», tenían que estoquear un toro de don Félix Gómez y, otro de don Celso Cruz y cuatro de don Narciso Darnaude. Un verdadero saldo ganadero.

1960-12-01 (p. R) La terna

Aunque la corrida fuese un saldo ganadero, la terna de ese cartel (el primero de los Valencia, el jerezano Juan Luís de la Rosa y Joseito de Málaga) tenia su enjundia (Fotografía de los diestros publicada en el Ruedo en el artículo de Don Ventura)

La corrida fue, conforme a lo previsible un continuo escándalo. En primer lugar, salió un toro muy grande y gordo, muy enmorrillado, de don Félix Gómez, de nombre Barquillero, que cogió a Valencia al dejar este diestro una estocada contraria. Una cogida que le impediría continuar la lidia.

1922-06-18 Mad.Cogida de Valencia 1º

La Libertad publicaba este apunte con la cogida de Jose Roger Valencia por el primer toro de la tarde.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid Valencia conducido a la enfermería

Y Sol y Sombra, recogía el momento en el que el primero de los Valencia era conducido a la enfermería.

El segundo toro de Darnaude además de negro y feo era, a la vista del anterior, muy chico y fue devuelto por ello. En su lugar salió un sobrero de Carreros, de nombre Calcetero, negro, bragao y recogido de defensas (eufemismo de cornicorto).

El toro, nada más salir, empezó a hacer cosas raras como si tuviera algún defecto en la vista por lo que Juan Luis de la Rosa, a quien correspondía su lidia y después de llamar la atención al Presidente, se negó a seguir toreándolo.

Aquello fue el acabóse. El público se soliviantó y se organizó uno de los mayores tumultos que se recuerdan en la plaza Vieja. De la Rosa subió al palco, donde el Presidente, le ordenó autoritariamente que continuara la lidia, no sin antes multarle.

Como el toro había tomado solo una vara, al Usía no se le ocurrió otro despropósito que ordenar banderillas de fuego, con lo que arreció la bronca.

1922-06-18 (p. La voz) par de banderillas

También fue fogueado el sexto, al cual uno de los pares se lo pusieron en el rabo y desde el callejón (Viñeta de la Voz)

De la Rosa, viendo el cariz que tomaban las cosas y la airada actitud del público madrileño (justificada esta vez), se limitó a hacer una faena de aliño y rematar al toro con media estocada.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid De la Rosa entrando matar al 2º

Juan Luis de la Rosa entrando a matar al segundo toro. Tuerto y aculado en tablas. ¡Casi ná! (Fotografía publicada en Sol y Sombra)

Al arrastrar al toro, el torero jerezano pidió que pararan las mulillas y que la autoridad y un veterinario lo examinaran. Además pidió que cortaran su  cabeza como prueba.

El público, que se había callado, seguía con expectación tan inusual escena.

Reseña del Toreo toro tuerto

Paco Media-Luna opinaba que, aunque el toro era tuerto, en Madrid se habían visto lidiar reses de peores condiciones. La opinión del crítico de El Toreo, a fuer de surrealista y parcial era mal intencionada pues, en el fondo, estaba dirigida contra los toreros. Una actitud, la enemiga sistemática contra el torero, que por desgracia ha sido demasiado frecuente entre los críticos. Sin embargo, lo sucedido con el toro tuerto fue tan flagrante que la postura de Media Luna fue una excepción entre la crítica madrileña alienada en defensa de la postura de Juan Luis de la Rosa.

Unos veterinarios carentes de vergüenza

La Autoridad, al terminar el festejo, dispuso que las cuadrillas quedasen detenidas en la plaza, hasta que llegara el Director General de Seguridad. El Presidente impuso dos multas de quinientas pesetas a Juan Luís de la Rosa y varias más a algunos miembros de las cuadrillas. Aunque las sanciones no se llegaron a hacer efectivas porque lo que ahora diremos.

1922-06-19 (p. EH) Multas

El Heraldo de Madrid del día siguiente daba cuenta de las multas impuestas por el Presidente de la corrida

Lo curioso es que a la empresa que soltó de sobrero, un toro de una ganadería que no figuraba en el abono (además de tuerto), nadie propuso sancionarla.

El colmo llegó cuando el análisis de la cabeza del toro tuerto se encargó a los mismos veterinarios que por la mañana lo habían reconocido y dado apto para la lidia. Lógicamente suscribieron un acta afirmando que el toro no tenía ningún defecto de visión y disponiendo además, sin un atisbo de vergüenza, que su cabeza, con la carne y los despojos de los restantes toros, pasase a los carniceros.

Pero De la Rosa había solicitado hábilmente la intervención del abogado de la Sociedad de Toreros, el señor Cuitarte y este requirió a las autoridades para que se efectuase un nuevo y, esta vez, imparcial reconocimiento.

Para ello, se nombró una comisión compuesta por un Catedrático de Veterinaria, por el Director Anatómico de la misma Facultad,por el delegado veterinario municipal y por otro experto en la materia, los cuales dictaminaron que,  en la capa inferior del ojo derecho, existían copos flotantes que sólo transitoriamente podían alterar la visión, pero que, en el ojo izquierdo, se apreciaba una queratitis, que, aunque limitada a la abertura pupilar, imposibilitaba la visión.

En resumidas cuentas, que el toro era ¡tuerto del izquierdo y por el otro ojo veía poco!.

 

La consecuencias del desaguisado

1922-06-18 (p. SyS) Reseña (2)

El crítico de Sol y Sombra era tajante a la hora de atribuir responsabilidades.

A la vista de la contundencia del informe de los expertos, el Director General de Seguridad dejó sin efecto las multas impuestas a los toreros y aplicó un fuerte correctivo a los veterinarios que habían dado por útil (y dos veces) al toro tuerto, tal y como pedía la Prensa.

1922-06-19 (p. La Correspondencia) Multas a los veterinarios

La Correspondencia de España, al igual que el resto de periódicos publicados al día siguiente de la corrida de la bronca del toro tuerto, se hacía eco de las sanciones impuestas a los veterinarios.

La moraleja es que Juan Luis de la Rosa tenía razón cuando se negó a seguir toreando. Que el Presidente se equivocó de medio a medio cuando quiso sancionarlo y que los veterinarios (que dijeron dos veces que el toro tuerto veía) le echaron mucho morro al tema y muy poca profesionalidad, rayana –si no inmersa- en el delito.

Titular Heraldo

Entradilla de la reseña de la corrida en el diario El Heraldo

No hace falta decir, porque se adivina, que todas aquellas trapisondas
de la incompetente autoridad fueron objeto de sabrosos comentarios en los mentideros taurinos del tan castizo Madrid de la época. Comentarios que hicieron olvidar lo que había sucedido en el ruedo durante el resto de la corrida como las aseadas faenas de los diestros o el comportamiento bravo y suave de algunos toros

1922-06-18 (p. La voz) Joseito de Malaga

Pese a su poca calidad gráfica esta foto de la Voz de un pase por alto de Joseíto de Málaga, conocido como el Manteca, es muy representativa de su estilo.

1922-06-18 (p. SyS) Madrid abono (2)

Vara del toro cuarto. Un toro muy bravo en los caballos que llegó (¡como debe ser!) muy suave a la muleta (Fotografía publicada en Sol y Sombra)

 

Hoy igual que ayer

Si bien en general, la actuación de los representantes de la autoridad es correcta y se ajusta a lo dispuesto en los Reglamentos, hay ocasiones en que no ocurre así.

Por poner un ejemplo, los Presidentes se equivocan cuando retrasan la concesión de las orejas, forcejean con el público y juegan a su antojo con la carrera profesional de los profesionales, por un prurito de rigor innecesario que convierte en elitista una fiesta que siempre ha sido popular y donde siempre ha mandado el pueblo.

Por poner un ejemplo, los veterinarios se equivocan cuando aprueban, como ocurrió el pasado lunes 25 de mayo en las Ventas, una novillada que tenía que haber ido a las calles.

Evidentemente, los veterinarios de ese día, no tienen ninguna responsabilidad en las tremendas volteretas de Galdós y Escudero pero si la tienen (los de ese día y los de los restantes días) en colaborar para hacer tan difícil el triunfo en la plaza de la Villa y Corte. Hoy por hoy, en Madrid en demasiadas ocasiones, no pasan los reconocimientos (y si pasan ya se encargan los del 7 y sus adláteres de devolverlas a los corrales) las reses con buenas hechuras y buena nota sino los galafates que hacen imposible el toreo.

Unos galafates que NO tenían que pasar los reconocimientos como no tenía que haberlo pasado ese toro tuerto que propició en Madrid la gran bronca del año 22.

 

Paco Medina en Mundotoro 2

Equipo gubernativo

Uno de los novillos del Montecillo que iba para las calles, según su ganadero, y que sin embargo acabó lidiándose en las Ventas. Algo parecido a  lo de esta novillada, es lo que ocurrió con la corrida de Pablo Romero en esta misma Feria de San Isidro.

 

Postdata: En aquellos viejos, magníficos y añorados tiempos, el Director General de Seguridad sancionaba con dureza la ineptitud de los veterinarios de la plaza de Madrid que admitían toros no aptos para la lidia.

La pregunta es ¿Porqué hoy no se hace lo mismo y se sanciona a los representantes de la autoridad cuando se extralimitan en sus funciones?

Si quitan los toros...

Por Paco Carmona

La Monumental de Barcelona cerrada por la incultura histórica de unos y la desidia mezquina de los otros
Si quitan los toros...

A nosotros nos cortarían las alas, nos quitarían nuestra identidad, nos aplastarían el alma.

Pero al ciudadano de a pie, esto tan "nuestro", tan puro, tan de verdad e incontestable, no le interesa nada, le da absolutamente igual. Es más, cualquier político, del color que sea, puede crear un discurso demagogo y dar a entender que, además de un arte inútil y dudoso, el toreo no beneficia a nadie y crea pérdidas para la ciudad.

No soy derrotista, pero, desde hace ya varios años, soy capaz de mirar desde fuera la imagen que proyectamos y, lo que es peor, la no imagen y la falta de representación "legal" que tenemos. 

El Toreo, la Tauromaquia o la Fiesta de los Toros, como la queramos llamar, sufre de una desinformación brutal. Somos un cero a la izquierda y, en las zonas de no tradición o las grandes urbes, es complejísimo que las nuevas generaciones se acerquen y se interesen por el toro.

La manera de consumir actual está muy reñida con pararse a ver una corrida de toros. No sólo es cuestión de no tener pelas o de pensar que los animalitos sufren. Yo tengo muchos conocidos a los que esto les da absolutamente igual pero los toros les suenan a prehistoria y sino fuera por los festejos populares y algunas Ferias, el peligro sería inminente.

Ya no hay apenas segunda fila, ni tercera. No se dan sin caballos y apenas queda circuito de novilladas... Al final, a esto no lo mata nadie, sino que se le deja morir, se le deja de prestar atención y se le acaba la cuerda por si mismo. 

En muchos pueblos, los toros simplemente han dejado de interesar al ir reduciendo festejos y días de toros... Eso tiene más peligro que el que los políticos de turno lo quisieran quitar de un plumazo

Se ataca lo que está débil, como ocurrió en Barcelona veinte años después de que se dejara la Monumental en manos de los enemigos íntimos.

lunes, 15 de junio de 2015

Ronda y Sevilla. Las escuelas no son los estilos

Por Jose Morente

Francisco Herrera Guillén (Curro Guillén) atronando al toro posiblemente sin haber entrado a la muerte (Detalle de una lámina de los Anales del Toreo de Velázquez y Sanchez, 1ª. ed., Madrid, 1868)

Ronda y Sevilla

Hemos dicho, en repetidas ocasiones, que hemos llegado a un punto de conocimientos en el que estamos en condiciones de reescribir la historia del toreo. Una historia del toreo que, hasta la fecha, ha sido mal contada por mal entendida.

Los libros de Pepe Alameda y la difusión (a través de las Escuelas Taurinas, de vídeos y de publicaciones) del bagaje técnico que atesoraban (hasta ahora solo en la intimidad) los toreros, nos permiten aproximarnos a esa historia (y también al presente) con un talante nuevo.

Un ejemplo de esa revisión del toreo tan necesaria, lo constituye la forma en que hasta la fecha se han venido entendiendo las dos escuelas clásicas del Toreo: La escuela sevillana y la rondeña.

Pasado su momento histórico, para la mayoría (por no decir la totalidad) de escritores, tratadistas, aficionados y toreros estas escuelas no habrían existido nunca. Ronda y Sevilla serían dos caras de una misma y única moneda. La diferencia estaría en el acento personal o sea en el estilo con el que los toreros de esas dos poblaciones (de esas dos escuelas) habrían interpretado el toreo. Un toreo que, no obstante y según esa visión, sería único y monolítico. Un toreo único con diferentes formas de expresarlo.


La opinión de un torero de Sevilla y otro de Ronda

 Pepe Luis, el Sócrates de San Bernado, prototipo de torero del gusto de Sevilla. Debajo de la gracia subyacia, sin embargo, un torero dotado de una gran intuición para conocer las reses.

Pepe Luis Vazquez, decía con su habitual perspicacia y lucidez a  François Zumbiehl "Yo nunca he creído en las escuelas, en el toreo sevillano, en el toreo rondeño. Yo creo que la escuela es única" ("La voz del toreo", pág, 22)


Pese a tratarse de uno de los más grandes toreros de la guerra para acá, Ordoñez no es de los más nombrados. Por suerte, todavía queda aficionados que lo recuerdan (portada de la revista Cuadernos de Tauromaquia)

Por su parte, el rondeño Antonio Ordoñez, apostillaba en declaraciones al mismo autor: "Para mi hay los que torean muy bien, los que torean bien y los que torean mal. Pero no hay escuela andaluza, escuela castellana (...) Insisto, lo que hay son los que torean bien y los que torean menos bien, o si se prefiere los estilos personales. Unos tendrán más profundidad y otros más alegría" ("La voz del toreo" págs. 98-99)

Ambos no hacen sino expresar en voz alta lo que es un lugar común entre historiadores, críticos, aficionados y toreros quienes opinan que el tema de las escuelas históricas del toreo se reduce a una cuestión de estilos.


El fondo del asunto

Creo que ese punto de vista, pese a estar comúnmente aceptado, no se sostiene desde el punto de vista histórico sino que responde a su momento, un momento en el que ya habían desaparecido, hacía mucho tiempo, las escuelas tradicionales.

Como suele ser habitual hablamos del pasado tomando como referencia el presente. Un modo de análisis que nos impide entender como fue realmente el toreo a finales del XVIII y principios del XIX y, por ende, un modo que también nos impide entender cabalmente el toreo de nuestros días.

En mi opinión, y contra lo que se afirma con tanta profusión, las Escuelas de Sevilla y Ronda no solo existieron realmente sino que fueron dos Escuelas bien diferenciadas en sus fines y no sólo en sus formas.

Ronda, la Escuela rondeña no es sólo, ni sobre todo, la sobriedad, la economía de medios o el toreo parado sino el concepto de aquellos toreros (Los Romeros y sus epígonos) que ponen en la estocada el acento primordial de toda la lidia. Son diestros que torean con el exclusivo objeto de matar al toro. De matar bien al toro y que, por tanto, desdeñan cualquier elemento extraño que no sirva a dicho fin. Prescindiendo, incluso, de los pases de muleta o de la propia muleta cuando era necesario.

No es ninguna casualidad que en los Anales del Toreo se represente a Pedro Romero citando a la estocada...


Sevilla. la Escuela sevillana, asociada a la gracia, la ligereza y el jugueteo con los toros (el toreo movido que anatemizaron los puristas) no es sólo eso sino mucho más que eso. Para el torero de esa escuela (Hillo, Cúchares, Guillén), la estocada es sólo el punto final de la lidia pero no es el objeto ni el fin primordial de la misma. La estocada puede ser prescindible y, de hecho lo es, pudiendo ser incluso sustituida directamente por el descabello (como haría Curro Guillén quien, paradojas de la vida, moriría en el trance de matar). Lo importante son los lances de capote y muleta que se convierten, para los toreros de esa Escuela, en un fin en si mismos.

...ni tampoco que, en la misma obra, Pepe Hillo aparezca ejecutando un lance de su invención. 

La disputa entre las escuelas sevillana y rondeña no es, por tanto, cuestión de estilos, como se piensa y dice, sino de ideas o conceptos. De planteamientos. Mientras Ronda apostaba por la estocada, Sevilla primaba el toreo.

La lógica de los tiempos y la evolución de la historia han llevado al triunfo de una sobre la otra, Hoy por hoy, Sevilla prevalece y ha eclipsado a Ronda.

Un proceso que no parece tener vuelta atrás.

El genial Cúchares, "inventor" del arte del toreo aunque muchos lo tengan por su primer corruptor. Fue uno de los máximos exponentes de la Escuela sevillana del toreo por su estilo y por su concepto (Lámina de los Anales del Toreo de Velázquez y Sánchez)

viernes, 12 de junio de 2015

La dureza del toreo (XI) Julio Aparici "Fabrilo"

Por Marcos García

Julio Aparici "Fabrilo" la apostura de un torero valenciano hoy en el olvido

Realizando una aproximación a Julio Aparici (Fabrilo), vemos que su figura estaba predestinada para un fin trágico desde el mismo día de su nacimiento. El que después fue famoso matador de toros nació en Ruzafa el 1 de noviembre de 1865, festividad de Todos los Santos. Sus padres, que poseían un molino arrocero y consagraban su vida al trabajo, pensaban destinar el mismo camino a su numerosa prole, cuatro varones y cinco hembras, hasta que el segundo hijo varón, Julio, sintió el deseo irreprimible de ser torero y cambió el devenir de su familia.

Sus inicios taurinos tuvieron las características propias de los chavales de su edad acudiendo a cuantas capeas se celebraban por la zona y adquiriendo así un aprendizaje difícil y rudo, pero efectivo. Podría haberse diluido como tantos otros jóvenes pero el antiguo banderillero José Solves (Ñespla) dio un impulso definitivo a su carrera cuando decidió apadrinarle y proporcionarle actuaciones en plazas importantes como la de Valencia, en la que desde 1886 comenzó a ser un habitual en los carteles.

Pero Julio no siguió a la gran mayoría de los toreros de la época al no realizar una larga formación en una cuadrilla como banderillero sino que, tras muy pocas actuaciones como tal, empezó a actuar como matador en novilladas económicas y después en festejos picados.

Pronto despertó en toda la región un interés extraordinario, pues la ciudad del Turia contaba con la que estaba considerada mejor feria taurina de España y una gran afición, pero carecía de un torero que rivalizara con las grandes figuras del momento.

Tras varios años de novillero se anunció su alternativa en Madrid el 23 de septiembre de 1888 de manos de Francisco Arjona (Currito), pero la mala suerte se cruzó por primera vez en su trayectoria y la corrida fue suspendida. Antes de la finalización de la temporada se organizó otra alternativa en Valencia el 14 de octubre de manos de Antonio Carmona (Gordito) e inmediatamente después marchó a Cuba a torear varias corridas.

A la vuelta, Frascuelo le confirmó en Madrid y su carrera vivió un bache de un par de temporadas. Pero en 1892 cambió de apoderado y consiguió durante los siguientes años torear entre 21 y 27 corridas, un número considerable para la época. Y cuando parecía que su toreo mostraba una clara progresión surgieron diversos problemas.

Fabrilo fue lo que hoy llamaríamos torero mediático, alguien muy popular entre todos los estamentos sociales. Sus alardes y apostura le hicieron famoso. En la imagen, un famoso desplante de Julio Aparici, en Valencia, el 10 de noviembre de 1895 ante el toro "Chiclanero" (Cien años de tauromaquia-Panorama)
En nuestro tiempo que existe el término de “toreros mediáticos” para designar a unos toreros con unas características muy precisas, podemos ver que, aunque es nuevo el término, no lo es el hecho y como dice Cossío (Los Toros, Tomo III, pág. 46) «súbitamente la afición valenciana se hizo su enemiga por motivos de orden particular». 

En 1895, la vida privada de Fabrilo empezó a ser la comidilla de todos los mentideros sociales de Valencia. En junio de ese año Fabrilo había contraído matrimonio en Lérida con una muchacha valenciano, Pilar Teruel, cuyo padre se había opuesto a su relación y por ello la había enviado a vivir con su madre a la capital ilerdense. Tras la boda, Fabrilo instaló a su esposa en su domicilio de Valencia donde vivía con sus padres y hermanas pero surgieron problemas, pues la familia del torero se opuso a la muchacha creyendo que su interés radicaba en la fama y en el capital del torero.

Poco después empezó a circular por la ciudad que el torero casado mantenía una relación con una de las hijas de los marqueses de Fuente el Sol. El pueblo no dejaba de hablar de esta situación, lo que incrementaba el número de partidarios y detractores de Julio Aparici por sus simpatías personales. Analizando la situación se atisba una pugna entre dos escalas sociales: la clase modesta se oponía a Fabrilo por burlar a la mujer pobre y honrada con una chica de distinguido linaje y la clase noble también se oponía por ver que un hombre de condición modesta intentaba acceder a su categoría. Sólo los aficionados imparciales valoraban su actuación como torero y, cuanto más acuciaban los unos, más protestaban los otros.

En este desagradable contexto se sitúa la famosa corrida del 10 de noviembre de 1895. En los días previos sus detractores intentaron crear un mal ambiente para reventar el espectáculo, pero cuando Fabrilo salió al ruedo prevalecieron los aplausos. Ese día, en posiblemente la mayor demostración de arrojo temerario, tras un quite al sexto toro extendió el capote en la arena y se tumbó delante del toro Chiclanero, de Veragua, en la imagen que describe más fielmente su toreo y su vida.

Pero la parca acechaba a Fabrilo. El 29 de junio de 1893 a punto estuvo de morir en la plaza de Játiva a causa de una gravísima cornada recibida en el glúteo izquierdo por un toro de Peñalver. El 11 de octubre de 1894 un toro de Clemente le infirió en Gandía otra terrible cornada en el muslo derecho. En junio de 1896 sufrió un ataque de apendicitis que también le llevó a las puertas de la muerte.

Tras cada herida o enfermedad se temía un funesto desenlace que el torero lograba salvar con sorprendente fortaleza. Pero la muerte seguía planeando sobre el torero y no cejaría en su empeño hasta ver saciado su deseo. El 27 de mayo de 1897 se anunció en Valencia junto a Antonio Reverte seis toros de José Manuel de la Cámara.

27 de mayo de 1897. Valencia. Reverte y Fabrilo se encierran con una corrida de José Manuel de la Cámara (Archivo LRI)

Durante la corrida Fabrilo había tenido momentos lucidos pero una parte del público le escatimaba los aplausos. En esta situación salió el quinto, Lengüeto, un toro cárdeno, grande y con buenas defensas.


Lengueto de Cámara en los corrales(fotografía facilitada por Marcos García)

Tomó ocho varas sin codicia y cuando se cambió el tercio el público solicitó, como era habitual en aquellos tiempos, que banderilleasen los matadores, pero sabiendo que el toro no se prestaba al lucimiento ambos se negaron indicando que lo harían en el siguiente. Las protestas habían remitido cuando su hermano Paco Fabrilo cogió los palos, entró al cuarteo y, por pararse el toro en el momento de la reunión, pasó en falso, lo que aumentó la protesta y llevó a Fabrilo a pedir dos pares de banderillas, ofreciendo uno a Reverte, que rehuyó el ofrecimiento. Fabrilo se perfiló, cuarteó y dejó un par que provocó que el toro, al sentir los arpones, alargara el cuello y empitonara al diestro por la ingle izquierda provocándole una herida grave de 15 centímetros de profundidad.


El momento de la cogida y el instante del quite (Imágenes facilitadas por el autor del artículo, Marcos García)

En la enfermería se vivió un momento dramático que pudo determinar la propia muerte del torero. Cuando Fabrilo fue llevado allí una gran multitud invadió el recinto, provocando incluso la rotura de parte del instrumental médico. La policía cargó contra la gente para dejar a los médicos actuar.

Tras serle practicada la cura el torero fue traslado por la noche a su domicilio –muy próximo a la plaza de toros– y allí parecía evolucionar favorablemente, pero pronto empeoró y finalmente falleció el día 30. En su empeoramiento influyó que en la primera exploración médica un trozo de taleguilla había quedado en el interior de la herida.



Fabrilo de cuerpo yacente y su mausoleo

Tras su muerte, la familia quedó desprotegida. Varios toreros prometieron a Paco Fabrilo incorporarlo como banderillero pero finalmente no se concretaron estos ofrecimientos y el nuevo Fabrilo decidió retomar su antigua carrera como novillero. Para la reaparición, intentando sobreponerse al mal fario, se preparó una novillada el 27 de junio, un mes exacto de la cogida mortal de Julio, y con el mismo ganado al que pertenecía Lengüeto. Su actuación supuso un enorme éxito y despertó un gran interés en la afición, que veía en Paco al continuador de la dinastía torera.


Paco Fabrilo en 1898 (Fotografía facilitada por Marcos García)

Pero fueron pasando los meses, su campo de actuación prácticamente se limitaba a la plaza de Valencia y esto le perjudicó. Pronto los detractores de Julio retomaron sus protestas contra Paco y en este contexto se anunció una novillada en Valencia el 30 de abril de 1899 con ganado de Pablo Romero y junto a Carlos Gasch (Finito).

Chaquetilla del terno grana y oro que lució Julio Fabrilo el día que lo mató el toro Lengueto (Museo Taurino de Valencia)

En un nuevo desafío al destino, Paco Fabrilo vistió esa tarde el mismo terno grana y oro que su hermano Julio había lucido la tarde de su cornada mortal. La corrida fue desastrosa y las protestas del público desairaron a Paco, que al entrar a matar al cuarto toro, Corucho, fue enganchado, saliendo del embroque con una terrible cornada en el muslo derecho de la que manó mucha sangre. Llevado a la enfermería se apreció la gravedad de la herida y allí falleció al día siguiente, cuando ya marcaba el calendario el trágico mes de mayo.

Los toros de Pablo Romero en los corrales. Corucho es el toro negro que está en último término (Fotografía facilitada por Marcos García)

Vemos demasiadas coincidencias en la muerte de los dos hermanos: la misma plaza, el mismo mes, el mismo vestido… 

La dureza del toreo adquiere en Fabrilo una dimensión terrible: el castigo de los toros, un matrimonio desdichado, el rechazo de sus paisanos, la muerte, las terribles coincidencias con la cogida mortal de su hermano y, aún hoy, su caída en el olvido en parte de la afición.

En el contexto de la tauromaquia valenciana Fabrilo fue un torero muy importante, el más importante hasta la aparición de Manuel Granero. Su figura despertó un gran interés y bajo su atracción muchos paisanos desearon emular sus triunfos, lo que se tradujo en la aparición de un buen ramillete de toreros muy interesantes que llenaron hermosas páginas de la tauromaquia valenciana como José Pascual (Valenciano), Carlos Gasch (Finito), Agustín Dauder o el propio Paco Fabrilo.

Esperemos que este año que se celebra el 150 aniversario de su nacimiento sirva para reivindicar su figura, restañar la injusticia que sufrió por parte del público y reconocer su importancia en la historia del toreo.



Fabrilo. Torero mediático fue portada en Pan y Toros


Postdata. Sobre Marcos García, autor de este post

Que la afición a los toros está viva, se demuestra por la asistencia de público a las plazas, pese a la maldita crisis pero sobre todo se demuestra por la existencia de jóvenes aficionados como Marcos García que han hecho del toreo su pasión desde niños.

Marcos ha sido aficionado e, incluso, intentó ser torero (con 12 años ingresó en la Escuela Taurina de Valencia) aunque pronto comprendió que eso no era lo suyo. Perdimos un torero pero ganamos un gran aficionado. Un gran aficionado que además es la prueba evidente de que el toreo es cultura. Y de la buena pues Marcos es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Valencia y profesor por oposición de la especialidad de Griego que ejerce en el I.E.S. José Rodrigo Botet de Manises.

A Marcos, le encanta la Fiesta. Especialmente la tauromaquia valenciana, la bibliografía taurina y el último cuarto del siglo XIX.

A Marcos también le encanta escribir (escribe muy bien, añado yo) y ha publicado en www.taurologia.com los artículos Amadeo de Saboya y los toros, Juan Belmonte en Valencia y Las encerronas de Joselito el Gallo. Ha impartido en el foro de ASABAF la ponencia El desplante de Fabrilo, figura sobre la que ha profundizado y a la que ha dedicado su primer libro: Julio Aparici (Fabrilo). Un rasgo de valor.

Estamos ya expectantes por leer los siguientes.



Aunque de Fabrilo se había publicado anteriormente algún otro libro, es evidente que ninguno había alcanzado el nivel e interés del escrito por el autor de esta entrada Marcos García. Su título "Julio Aparici Fabrilo-Un rasgo de valor" (Valencia, Avance Taurino, 2014)