viernes, 28 de febrero de 2014

Historia verdadera de lo que pasó en Málaga los días 11, 12 y 13 de julio de 1919

Por Jose Morente

1920-05-13 Valencia Joselito Belmonte Varelito (retocado)

Varelito acartelado (como se dice ahora en horrorosa expresión) entre Joselito y Belmonte (Valencia, 13 de mayo de 1920). El sevillano no ponía en aprietos a las figuras por los que estos lo incluían con frecuencia en sus carteles o lo enviaban de sustituto cuando procedía (Cartel facilitado por Joaquín Albaicín)

 

La historia del toreo

La historia del toreo antiguo, que generalmente nos han contado, es una historia mixtificada y tergiversada en la que se ocultan las miserias y se exageran las grandezas de lo que realmente sucedió.

La razón es que, a algunos aficionados actuales, parece que del pasado sólo les interesa lo que les sirva para denigrar el presente.

Por eso, decir toda la verdad sobre el toreo antiguo, molesta -y mucho- a muchos. La publicación, en este blog, de una carta autógrafa de Guerrita (¡de 1899!) ha provocado más de una reacción airada y algunos han llegado a atribuirnos no sé que ocultas intenciones en defensa de no se sabe qué deleznables vicios del toreo actual.

Sería para tomárselo a chacota si no fuera porque es muy grave que a alguien le moleste que se cuente la verdad, sólo porque la verdad contradice y desmiente la falsa visión que ese alguien se ha creado del toreo.

Por eso, no escribo este blog para ese tipo de aficionado difícilmente recuperable, pues no es fácil superar esa montaña de  subjetivismos, prejuicios, tópicos y falsos cánones que se entretejen en tupida red que, cual tela de araña, los envuelve y nos envuelve a todos.

Escribo este blog para aquellos que no tienen miedo a conocer la  verdadera historia del toreo, aquella que empezó a desvelar Pepe Alameda, y a los que no les importa enterarse de los tejemanejes que se trajeron los toreros antiguos porque, esos trapicheos, no les restan un ápice de grandeza a los diestros que los protagonizaron. Al contrario, nos los devuelven más humanos y reales. Más creíbles, ellos y sus proezas.

A los otros aficionados, a los que cierran sus ojos y su inteligencia a las verdades del barquero solo puedo decirles que se equivocan puesto que la verdad nunca puede ser un problema.

Más bien, debería ser la solución.

Creo que por ahí empieza la ética, esa que tanto reclamamos a los demás y, en particular, a los toreros actuales pero que nunca nos exigimos a nosotros mismos.

En esa línea, en la línea de contar esas verdades que, ahora, tanto parecen molestar, no está de más trasladarnos a la Málaga de 1919, pues contratados Joselito y Belmonte para una corrida de Pérez de la Concha, ocurrió lo que se supone que no debiera haber ocurrido.

Nos lo cuenta (lo contaba para El Ruedo) Juan Cortés Salido, periodista y empresario, por aquellas fechas, de la Malagueta.

 

1918 PLaza de toros (Archivo Municipal) - copia

Vista de la época (1918) del Puerto de Málaga con el barrio de la Malagueta y su plaza de toros, del mismo nombre, en primer término (Postal del Archivo Municipal)

 

Málaga, 1919

Fueron muchas las vicisitudes y peripecias que Juan Cortes Salido, orondo empresario de la Malagueta, tuvo que pasar para celebrar la corrida del 13 de julio de 1919.

Juan Cortes Salido Caricatura (Memorias-1952) 001

Juan Cortés Salido, empresario de la Malagueta en 1919 (Caricatura publicada en sus Memorias. 1952)

Regresado Belmonte de América, su presencia en Málaga ese año, junto al insustituible Joselito el Gallo, resultaba imprescindible, por lo que el cartel de esa tarde se cerró con ellos dos e Ignacio Sánchez-Mejías.

1919-07-07 (ET) Cartel Málaga el 13

Anuncio (publicado en el número de El Toreo del día 7 de julio), de la corrida programada en Málaga para el día 13 de ese mismo mes. 

Los dos diestros toreaban juntos casi todas las tardes. De hecho, el día 6 de julio, lo habían hecho en Madrid en la despedida de Cocherito de Bilbao.

1919-07-06 (p. 09 MG) Cocherito en su despedida - copia

Cocherito de Bilbao el día de su despedida en Madrid (6 de julio de 1919). Toreaba con Gallito y Belmonte (Fotografía publicada en Mundo Gráfico)

 

1919-07-06 (p. 07 LL) Cocherito Joselito Belmonte - copia

Los tres diestros (Joselito, Cocherito y Belmonte) en la puerta de cuadrillas de la plaza Vieja de Madrid el día 6 de julio de 1919. Joselito, que lleva el mítico capote negro de luto por la muerte de su madre, la señora Gabriela, aparece muy serio y –según el revistero de La Lidia, con un semblante demacrado y pálido.

 

1919-07-06 (p. 09 MG) Joselito estribo - copia

1919-07-06 (p. 09 MG) Joselito temerario adorno toro 2º (o) - copia

1919-07-06 (p. 07 LL) Joselito temerario - copia

Una palidez que, evidentemente, no era producto del miedo (como se puede comprobar en estas tres fotografías) sino debida a las fiebres gástricas que el de Gelves venía padeciendo todo ese año (Fotografías publicadas en Mundo Gráfico, las dos primeras, y La Lidia).

 

Después, ambos diestros, marcharon a Pamplona donde –juntos también- torearon todas las corridas de feria (días 7, 8, 9, 10 y 11 de julio) alternando con Malla y Dominguín, en diversas combinaciones, pero siempre con los dos ases en los carteles.

 1919-07-28 Pamplona Belmonte veronica

1919-07-28 Pamplona Joselito veronica

Belmonte y Joselito, en la Feria de Pamplona de 1919, en sendas verónicas por el lado derecho y el izquierdo respectivamente (Fotografías publicadas en la Lidia del 28 de julio). Ambos con buen estilo pero con la mano de salida muy alta. Faltaba un lustro para que llegase al toreo Gitanillo de Triana.

Para contratar a los fenómenos, Juan Cortés se había puesto en contacto con los representantes en Sevilla de los dos toreros: Juan Soto, por Gallito, y Domingo Ruiz, por Belmonte, quienes eran además sus respectivos veedores.

Como ambos (Soto y Ruiz) andaban a la greña hasta el punto que no se hablaron durante muchos años, el empresario de Málaga había dispuesto que se turnasen por riguroso orden a la hora de embarcar las corridas que venían a nuestra ciudad y que toreasen esos dos diestros.

1918-11-11 (p. LL) Joselito en bautizo hijo Juan Soto - copia

Joselito con Juan Soto, su veedor y representante en Sevilla, en el bautizo de un hijo de este  (Fotografía publicada en La Lidia el 11 de noviembre de 1918)

Para la corrida prevista el día 13, le tocaba turno a Domingo Ruiz, veedor de Belmonte. El ganado previsto para ese día era de Pérez de la Concha. Toros grandes, gordos y muy bien armados, tanto que cuando los vio Domingo no pudo evitar torcer el gesto, máxime cuando, ese año, las corridas de esa ganadería venían saliendo francamente malas.

1919-05-15 (p. ET) Madrid Perez de la Concha

La reseña de una corrida de Pérez de la Concha, mansurrona, lidiada en Madrid el día del Santo de ese año de 1919, que torearon Gaona, Belmonte y Dominguín (El Toreo, 15 de mayo de 1919)

 

1919-05-15 (MG) Belmonte ayudado - copia

Magnífico ayudado de Juan Belmonte, a uno de los toros de Pérez de la Concha lidiados en Madrid el día del Santo. Se trata, concretamente del quinto de la tarde, Rompegala, nº 105, berrendo en castaño, con el que Juan estuvo valiente –como en él era habitual- y dominador (Fotografía publicada en Mundo Gráfico)

 

La noche del día 11 (dos antes de la corrida) el empresario recibía un cablegrama de Antonio Soto, redactor del Liberal de Sevilla, además de apoderado de Varelito, ofreciendo a este torero como sustituto de Belmonte, del cual lo único que se sabía es que, toreando en Pamplona, había sufrido un rasguño en una oreja, en la última corrida de feria.

Al día siguiente, 12 de julio a primera hora de lla mañana se le comunicaba, de forma oficial, a la empresa la ausencia del trianero, justificada con el pertinente y oportuno parte médico, lo que no causó extrañeza a nadie.

Como las desgracias nunca vienen solas, esa misma mañana al mediodía, llegaba a Málaga otro telegrama, esta vez de Juan Soto, ofreciendo de nuevo a Varelito para sustituir, esta vez, a Joselito (ya que el puesto de Belmonte se lo habían dado al malagueño Paco Madrid).

11737767 - copia

Paco Madrid, junto a Belmonte y Curro Posada. El torero malagueño destacaba por su notoria corpulencia y por su contundencia en la estocada. Los aficionados de la época se acercaban a los desolladeros para ver las paletillas de los toros atravesadas por el estoque de este torero (Postal de la época)

Al empresario, esa nueva propuesta, le pareció un error pero Juan MartínGerente de la empresa y muy cercano al entorno de Joselito, le confirmó que este había sufrido una recaída en las fiebres gástricas que le venían afectando todo ese año.

En una larga conversación telefónica, con Joselito y su mentor el Alfombrista, quedaba claro que el torero, pese a las fiebres, parecía dispuesto a torear en Málaga pero que fueron sus amigos quienes, al final, le convencieron para que no lo hiciera.

Precisamente, fue uno de esos amigos el que le explicó a Juan Cortés, semanas después en la Línea, lo que había sucedido en realidad:

Pero hombre, Juanito, usted que tan bien conoce esto del toreo ¿cree que José podía ir a torear una corrida encerrada por Domingo Ruiz, después de haberse “rajaoBelmonte?

Cuando años después Juan de Málaga, pseudónimo periodístico de Juan Cortés, relataba la anécdota, la remataba añadiendo aquello de que “no hay nada nuevo bajo el cielo taurino”.

Y tenía razón…

 

1919-07-13 (p. 14 La Lidia) reseña corrida

Reseña en la Lidia del día 14 de la corrida de Pérez de la Concha que se celebró finalmente el día señalado (13 de julio) pero con un cartel muy distinto al inicialmente previsto. Paco Madrid (que sustituía a Belmonte), Varelito (quien finalmente consiguió entrar en sustitución de Joselito) e Ignacio Sánchez-Mejías (el único de los tres que figuraba en el cartel original)

 

Post-scriptum

Joselito el Gallo y Juan Belmonte torearon juntos en Madrid el 6 de julio de 1919 y los días 7, 8, 9, 10 y 11 lo hicieron en la feria de Pamplona.

El día 12 ambos comunicaban a la empresa de Málaga que no podían torear en esa plaza: Joselito por las fiebres que hemos comentado y que le daban la tabarra y Belmonte por una leve herida en la oreja.

No volvieron a vestir de luces hasta el día 20 en La Línea, una semana después con una corrida de Gamero Cívico o sea de Parladé, y una vez remitidas las fiebres de José y curada la herida de la oreja de Juan.

 

1919-08-04 (p. LL) Joselito natural portada

Con fiebres o sin fiebres, Joselito seguía siendo el mismo. Un natural suyo, a un toro de Pablo Romero, en la segunda corrida de la Feria de Valencia, celebrada pocos días después de reaparecer en la Línea, servía de portada a la revista La Lidia.

 

Post-data: Mi agradecimiento a franmartin quien me ha facilitado la colección digitalizada completa del Ruedo, de donde he sacado la mayor parte de la información utilizada en esta entrada.

jueves, 27 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (XIV) El ganado que exigía Guerrita

 

1969-08-12 (p. ER) Carta de Guerrita M01

Cuando a principios de 1899, el empresario de la plaza de toros de Murcia se dirigía a Rafael GuerraGuerrita” para que este diestro participase en la corrida prevista para el día 4 de abril, el torero le contestaba, mediante esta curiosa carta, poniendo dos condiciones para acceder a lo solicitado: Primero, que se le contratase en tres fechas más a finales de esa temporada (exactamente, los días 7, 8 y 9 de septiembre) y segundo, señalando las ganaderías a las que debían pertenecer las reses de esas corridas. El Guerra programaba -muy a principios de año- su temporada completa e imponía las ganaderías de su agrado, igual que hacen los toreros de nuestros días. No hay nada nuevo bajo el sol.

 

Muy señor mío:

Confirmo a usted mi telegrama de anteayer, y, desde luego, estoy dispuesto a torear en esa plaza el día 4 de abril, pero precisa dejemos también ultimado el contrato para las tres corridas de feria, o sea el 6, 7 y 8 de septiembre, pues para una corrida no debo ajustarme.

Los toros para las referidas corridas han de ser de acreditadas ganaderías andaluzas o del duque de Veragua o de don Esteban Hernández, caso de que sean del Colmenar.

Sírvase decirme con la brevedad posible si está conforme con las condiciones expresadas y en caso afirmativo ya nos pondríamos de acuerdo respecto al precio.

En espera de la suya queda de usted afmo. y s.s.

Rafael Guerra “Guerrita”

 

Carta de Guerrita al empresario de Murcia de fecha 6 de febrero de 1899 (Publicada en el nº 1.312 del Ruedo de 12 de agosto de 1969)

miércoles, 26 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (XIII) La amargura de los mejores toreros

 

Trapio verde p. 163 001 - copia

Joselito el Gallo toreando en el campo, relajado y tranquilo, lejos de la actitud pasional e incomprensible del público de las plazas de toros: un público que, según Corrochano,no sabe lo que ve” (Fotografía del libro Trapío Verde de Robert Ryan)

 

El que más siente el peso de la pasión es el mejor torero, el que cuenta con más recursos.

Es un caso digno de mejor y más detenido estudio éste de la psicología de las multitudes taurinas, que en lugar de sentirse amparadas y garantizadas por el torero más seguro de sí mismo, que por su conocimiento de los toros puede tranquilizar la inquietud del peligro, desconfía frecuentemente de ese torero, recela, teme que le engañe, sin saber en qué consiste el engaño.

Sin darse cuenta de ello, el público hostiliza por un complejo de inferioridad, que si es molesto para el torero, es a la par un signo de gran admiración inconfesada. Alguna vez lo reconoce por una voz de protesta del subconsciente que grita:

“Si no le exijo a este torero, ¿a quién le voy a exigir?”

El público piensa que, porque paga, sabe. Se oye decir en el tendido: “Para eso he pagado”. “Eso” es pretender que el torero le oiga su opinión gritada y le haga caso. Y siempre se encara con el mejor.

Así acontecía con Gallito. Se le exigía cada vez más, porque siempre parecía que podía dar más. Se desconfiaba de lo que hacía, porque como sabía más que todos, había recelo y desconfianza aldeana por si se reservaba y por no saber si aquello era lo real o lo fingido.

La amargura de Gallito en el en el ruedo habrá que considerarla como una de las más agudas que puede sufrir un hombre en su profesión. Explicar y practicar la Tauromaquia encerrado en el recinto de un público incapaz, exigente por desconfiado, es una angustia insospechada para el que no la padeció y menos para el que la causa.

Saber lo que se hace delante de una multitud que no sabe lo que ve sólo puede soportarse con alma mística o con un insobornable concepto profesional.

   Gregorio Corrochano ¿Qué es torear? Introducción a la Tauromaquia de Joselito (1ª ed., Madrid, 1955. Págs. 49-50)

    

domingo, 23 de febrero de 2014

La perversión de las normas clásicas

Por Jose Morente

Tauromaquia de Pepe Hillo Turner 001

Gato por liebre. Los cánones que hoy se defienden como tradicionales no tienen nada que ver con las verdaderas normas clásicas, del toreo incluidas en las viejas Tauromaquias cuya lectura y estudio debería ser asignatura obligada para todos los aficionados actuales (En la imagen, portada de una re-edición de la Tauromaquia de Pepe-Hillo de 1793).

Las normas clásicas

Venimos rescatando en la serie Cuadernos de notas, textos de los más avispados tratadistas taurinos con la intención de poner orden en este confuso mundo de los conceptos técnicos del toreo que, como cánones o dogmas, circulan en nuestros días propuestos por los aficionados más dogmáticos e intransigentes.

Resulta paradójico que sea, precisamente, el aficionado radical el que achaque y acuse de desviación de las normas clásicas a los toreros actuales y al toreo moderno (un toreo que, sin embargo, ni es tan moderno ni se desvía tanto de dichas normas)  cuando es, precisamente, el propio aficionado el que desconoce, confunde e ignora los cánones más elementales.

En toda esta historia, hay un concepto clave: el concepto de “cargar la suerte” (entendido como “adelantar la pierna de salida”), que se ha convertido en la piedra de toque con la que se pretende juzgar la validez de todo el toreo de ayer y hoy.

Desde la conferencia que, sobre “El arte del toreo”, pronunció Domingo Ortega en el Ateneo madrileño en marzo de 1950, se propone como axioma infalible que “el torero que no cargue la suerte (o dicho de otro modo, que no adelante la pierna de salida), no torea sino que destorea”.

Sin embargo, hay una cosa que se omite cuando hablamos de estas cuestiones y es que el de Borox, no esperaba, parado y sin moverse, al toro sino que "andaba" continuamente alrededor del mismo alternando los pitones (lo que en Andalucía se suele llamar toreo "de acá p'allá").

En esa forma de torear, adelantar la pierna de salida (que es a lo que Ortega llama “cargar la suerte”) es fundamental y necesario pues si no andas para adelante, el toro (como explicaba Claude Popelin) adivina las intenciones del torero e "irremediablemente" le coge.

 

11 D. Ortega. El Arte del Toreo 2ª ed 001

El arte del toreo y la bravura del toro. Edición de la Revista de Occidente de las dos conferencias que Domingo Ortega pronunció en Madrid. La primera de ellas se ha convertido en una verdadera Biblia del toreo cambiado o “en ochos”. El problema surge cuando se han extrapolado esas normas (válidas sólo para ese tipo de toreo) a otro modo de torear radicalmente diferente: el toreo “en redondo”.

 

La perversión y mixtificación de la normas clásicas

Corrochano (Copia)

Gregorio Corrochano fue un magnífico e irónico revistero cuyas crónicas y frases encumbraban o hundían a un torero. Sin embargo como tratadista taurino no alcanzó, en absoluto, el nivel que logró como crítico.

El problema aparece cuando se quiere aplicar lo de “adelantar la pierna de salida” (principio básico y fundamental en el toreo “en ochos”) al modo de torear “en redondo” que es un modo radicalmente distinto.

No tiene nada que ver (y el que no lo vea será porque no quiere) andar dando vueltas alrededor del toro que esperar al toro (sin moverse) y que sea este el que de vueltas alrededor del torero. Son dos conceptos radicalmente diferentes.

En consecuencia, en el toreo “en redondo”, mover las piernas no sólo es contradictorio con los preceptos clásicos o una incoherencia estilística sino (como decía Manolete) una ventaja. O sea, una especie de engaño o mixtificación que revela, en el aficionado que lo propugna y exige, un cierto desconocimiento de la historia y la técnica del toreo.

La trasposición del concepto de adelantar la pierna de salida, desde el toreo “en ochos” al toreo en redondo, se inicia con la charla de Domingo Ortega (quien no hizo distingos entre esos dos modos de toreo) pero tuvo sus principales valedores en algunos críticos y aficionados señeros.

Algunos de esos críticos, como Corrochano o Joaquín Vidal, han sido buenos revisteros con una gran capacidad de describir el ambiente y las circunstancias de la corrida (lo que se conoce como críticos costumbristas) pero patinaban, y mucho, cuando se ponían dogmáticos y querían teorizar pues su desconocimiento, de algunos matices técnicos del toreo, resulta notorio.

Corrochano y Vidal, por ejemplo, cayeron en en el flagrante error de suponer que el toreo consiste en juntar sin más pases sueltos y que lo que vale para un pase aislado vale también cuando los pases se ligan en tandas.

Olvidaron que no es lo mismo dar un pase que dar dos y, por tanto, que no es igual que, después de un natural, se quiera dar otro natural (toreo en redondo) o que se pretenda dar un pase de pecho (toreo en ochos).

Esto, tan sencillo, no lo supieron ver los críticos citados y fueron ellos (y sus adláteres y epígonos) quienes crearon el clima de confusión que impera en nuestros días. Un clima donde se exige (como supuesta norma de buen toreo) que se adelanta la pierna de salida, no sólo en el toreo “en ochos” sino también en el toreo “en redondo”.

 

La postura del intransigente aficionado actual

 

Vidal (Blog)

Joaquín Vidal, revistero de notoria influencia. Tenía una enorme capacidad, como gran crítico costumbrista que era, de describir el ambiente de una corrida. Sin embargo, su deficiente conocimiento de la técnica unida a un dogmatismo extremo a la hora de calificar o descalificar a los toreros, dio lugar a una suerte de iluminismo que nos encandiló a los jóvenes aficionados de entonces. “Simplificar y denostar” ha sido siempre una fórmula mágica infalible para conseguir el beneplácito de los más radicales.

Los aficionados actuales, formados bajo la influencia del subyugante estilo periodístico de Joaquín Vidal, hemos acogido con alborozo ese falso dogma cual si se tratase de una verdad revelada por un Dios taurino (en este caso Domingo Ortega) a un Moisés de la crítica (en este caso, Joaquín Vidal), hasta tal punto que esos conceptos han acabado grabados a fuego en nuestro código genético, con las siguientes y nefastas consecuencias:

Primero.- Se afirma y sostiene que sin cargar la suerte no se puede torear bien sino que se “destorea”.

Incluso los menos extremistas, piensan que toreo que se hace sin cargar la suerte será, como mucho, un toreo de menor mérito y complejidad que el que se hace cargándola.

Cuando, toreando en redondo, un torero adelanta la pierna de salida, la afición radical lo acoge con alborozo y agrado, cuando esa forma de torear es, en el fondo, una ventaja o mixtificación del toreo clásico descrito en las viejas Tauromaquias.

Segundo.- Como el toreo moderno se hace sin adelantar la pierna de salida (lo que es lógico pues se rige por la evolución normal de las verdaderas normas clásicas que no tienen nada que ver con las normas o cánones impostados que se pretenden imponer), se rechaza en bloque ese toreo moderno.

 

Conclusión.

Adelantar la pierna de salida (cargar la suerte) es un mecanismo técnico adecuado cuando se torea “en ochos” alternando los pitones.

Sin embargo, cuando se torea “en redondo”, el mérito máximo radica en no mover las piernas. 

Adelantar la pierna de salida es, en este tipo de toreo, una ventaja (pues ayuda a desplazar al toro) o, cuando menos, una mixtificación contraria a los preceptos de las viejas tauromaquias.

 

1944-10-01 (p. 03 El Ruedo) Madrid Sindicato Manolete natural

Manolete en Madrid, el 1 de octubre de 1944 (Foto publicada en el Ruedo). En el toreo en redondo sólo los brazos deben moverse. No las piernas. Eso es lo más clásico y lo más puro. Desplazar al toro hacia afuera con la ayuda de las piernas es una relativa ventaja…por muy emocionante que ese movimiento aparezca a los ojos del espectador.

Cuaderno de notas (XII) La pierna escondida

 

image

Manolo dos Santos, citando de espaldas con la pierna escondida

 

El, por fin, “carga la suerte”; pero de un modo muy especial. Si nos fijamos en un natural de Dos Santos veremos que el toro es recibido por la muleta de Manolo con la pierna derecha de éste adelantada, siendo así que para que el natural se dé “cargando la suerte” ha de ser la pierna izquierda la que avance, la que soporte la gravitación del cuerpo del artista.

Y, sin embargo, aunque Dos Santos inicia el pase con los pies colocados a la inversa de como lo manda la buena ortodoxia del cargar la suerte, y, a pesar de que el torero portugués no mueve las piernas en ningún momento de la ejecución de su larguísimo pase natural, los pases cumbres del toreo son, en la muleta de Manolo dos Santos, impecables naturales cargando la suerte.  

¿Como se explica esta aparente paradoja?

Pues de una manera muy sencilla (…) Es esto:

[image44.png]

El torero está (…) con las piernas colocadas en la posición que nos muestra el gráfico. Así puesto, lleva la muleta hacia la cadera derecha para provocar la arrancada del toro; siendo en ese instante cuando la pierna derecha del diestro es la que está más adelantada.

Pero como la trayectoria que la muleta describe no es en recta sino en arco (…) viene a producirse el curioso fenómeno de una verdadera permuta en la posición de las dos piernas… que no se mueven (...)

No hay duda; la pierna izquierda de éste es la que, indiscutiblemente, aparece ahora más avanzada.

¡Es la postura canónica de cargar la suerte! Y si a esto añadimos que Dos Santos echa entonces su cuerpo sobre esa pierna izquierda, y levanta el talón del pie derecho, y estira bien el brazo… hemos de reconocer que nos encontramos ante un cuadro del “cargar la suerte” digno del pincel de las más clásicas Tauromaquias.

¿Que al principio del pase la posición de los pies del torero está invertida? Conforme. Pero es que cargar la suerte es un recurso preciso y precioso de alargar el pase.

Y el pase se alarga, no haciéndolo nacer antes, sino haciéndolo morir después.

   

  Luís Bollaín. “Litri NO, Aparicio sí” (1ª ed., Madrid, Edición del autor, s.f., págs. 75-77)

sábado, 22 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (XI) La faena hecha o que lo vea Rita

 

De Coria a Sevilla-Martinez de Leon p. 187 001 - copia

Andrés Martínez de León en esta colaboración en el Ruedo el año 64 pone el dedo en la llaga de la estrechez de miras de muchos buenos aficionados que van a la plaza con “su faena hecha”

Existen aficionados de ojos perfectamente sanos que sólo ven er toreo con uno. De tener sien como Argos er resurtao sería esactamente er mismo.

Van a la plaza con su faena hecha –esa “faena hecha” que tanto critican ar torero- y estilo, personalidá o característica que no entra de lleno en er campo visual del único ojo de su gusto, no es válido. De antemano puede contar con un afisionao menos.

Lo curioso es que estas restricsiones óptico-taurinas sean enfermedá exclusiva de buenos aficionaos. Er gran público es mucho más fluido, más propisio a la novedá, la diversidá, lo diferente.

El afisionao fetén, una vez tragao er duro bastón de su faena única e intransferible, ya no puede mirar que en una sola direcsión:

- Hoy ha debutao un muchacho que puede ser torero. Ve a verlo.

- ¿Echa la pata alante?

- No. Pero…

-Ya no me gusta. Que lo vea Rita…

 

Andrés Martínez de León, “La faena hecha”. Colaboración en el Ruedo del 25 de agosto de 1964. Artículo publicado en el libro recopilatorio “De Coria a Sevilla pasando por Moscú” (1ª ed. Sevilla, Diputación de Sevilla, 1912. Pág. 187

Cuaderno de notas (X) Los mejores toros deben ser para los buenos toreros

 

19170416 (p. La Lidia) Toro Palha alternativa Ale - copia

Precioso ejemplar de Palha con el que tomó la alternativa el diestro Ale. El toro de Palha (el de aquellos años) era un toro de lidia dificultosa y casi imposible. Toros que sembraban el “horror, terror y pavor” entre la torería andante (…y también entre la “caballante”) de la época.

 

Se me antoja un disparate el de los “buenos aficionados” que defienden la teoría de que a los mejores toreros deben dárseles los peores toros, los de lidia más difícil, los de casta más dura, los de intenciones más aviesas, los más grandes y cornalones.

(…) contra lo que yo pensaba, el sentido común de los otros, les dictaba que los toritos nobles, bravos, suaves, son precisamente los que deben destinarse a los que no saben torearlos ni han de poder aprovecharlos, y en cambio los de malas condiciones son los a propósito para los toreros máximos, a fin de que no puedan hacer nada con ellos y nos aburran.

(…) Si una plaza de toros fuera una escuela de tauromaquia, y si los espadas que figuran en una corrida tuvieran el carácter de alumnos, y el público asistiera no como a un espectáculo, sino como a una prueba de aptitudes, estaría bien que a los discípulos aventajados se les reservasen los toros que ofrecieran mayores dificultades y viceversa.

Pero no se trata de eso; una corrida es un espectáculo al que el público va a divertirse, lo más posible, y los espadas que en él toman parte están todos revalidados.

(…)

¿No lo sabe esto todo el mundo?

Pues hacen como que lo ignoran, y lo mismo ayer cuando Lagartijo y Guerrita le ponían reparos al ganado colmenareño, como después Joselito y Belmonte preferían ciertas castas andaluzas, como hoy [hoy es 1925] determinados toreros rehúyen habérselas con los Miura o Palha, y sus similares, los buenos aficionados ponen el grito en el cielo , como si cometieran los diestros el mayor de los desafueros, cuando en realidad al mirar por su conveniencia, miran por las del público…     

Uno al Sesgo “ A los cuarenta y tantos años de ver toros” (1ª ed., Barcelona, Editorial Lux, 1926. págs. 118-121)

viernes, 21 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (IX) De como tomar el rábano por las hojas

Dedicado a Jim Verner, incansable defensor del toreo de brazos

 

Emilio Muñoz natural - copia

Conviene recordar que abrir el compás (como hace el maestro Emilio Muñoz en este magnífico muletazo fotografiado por Pozo Boje) no es sinónimo de “cargar la suerte”, pues esta se carga con los brazos, no con las piernas, aunque estas puedan ayudar a desplazar la trayectoria del toro.

En el natural de la foto, más que para avanzar (la pata ’alante que dirían los castizos), la apertura del compás parece tener pot objeto componer la figura, forzando una determinada estética de aire muy trianero.

 

En la terminología viciada de nuestro tiempo, se ha venido  a confundir el movimiento de abrir el compás, o despatarrarse (que es de piernas), con el de cargar la suerte (que es de brazos).

Y si bien, aquel primer movimiento puede servir de ayuda para el segundo, ambos son claramente distintos.

Cargar la suerte es el movimiento de adelantar el brazo, o los brazos, y por ende el engaño, al llegar al centro de ella, para lo cual el movimiento fundamental ha de ser el de los brazos mismos; y el primer movimiento coadyuvante –en orden de necesidad-, el de cintura; quedando el de piernas, o apertura de compás, en tercer término.

Sin embargo, hoy en día, suele tomarse esto de abrir el compás como idéntico a cargar la suerte, lo que es un tomar el rábano por las hojas

Pepe Alameda “Los arquitectos del toreo moderno” 2ª ed., Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2010 (1ª ed. México, B. Costa Amic Editor, 1961) págs. 56-57

jueves, 20 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (VIII) La ventaja (relativa) de cruzarse

 

El Cite Belmonte 2 - copia

Juan Belmonte se cruza con el toro y se dirige resueltamente hacia el pitón contrario del animal. Esta técnica básica del toreo, aprovecha –de manera inteligente- las condiciones del comportamiento de las reses de lidia al tiempo que aparece como una valerosa apuesta del torero, desde el punto de vista del espectador. 

Los animales al embestir aumentan progresivamente su velocidad, lo mismo que un Renault 4-4 pasa de la primera a la segunda y después a la tercera. Pero, una vez embalados, su peso les impide rectificar la dirección y, por tanto, no consiguen alcanzar al enemigo que se aparta de ellos en diagonal.

Desde jóvenes pues, adquieren la costumbre de observar el punto hacia el cual se desplaza su adversario, con objeto de embestirle cortándole el camino, tal como hace un cazador cuando apunta a su presa.

Comprendido esto, es fácil entender la figura número 2, relativa al pase natural del que estamos hablando:

Si el torero avanza hacia el punto A revela al toro su verdadera salida y será cogido irremisiblemente.

Al contrario, si lo hace hacia el punto B, hace creer al animal que es esa la dirección que va a seguir y lo orienta hacia un punto al que no llegará, puesto que se parará antes.

Esta técnica básica, el famoso ir al pitón contrario, no debe iniciarse demasiado pronto, ya que si se hace así da una ventaja demasiado grande al hombre y al mismo tiempo perjudica la precisión del pase. Debe reservarse para un efecto de última hora.

(…) si el animal continúa sin arrancar (…) el torero iniciará un movimiento circular hacia el pitón contrario, es decir tomará in fine la dirección B, pero presentando constantemente la muleta para estar preparado a aguantar la brusquedad de una embestida súbita.

A eso llaman los toreros cruzarse con el toro y generalmente es de una eficacia absoluta.

Claude Popelin “Los toros desde la barrera” 2ª ed. en castellano, Madrid, Libros de bolsillo RIALP, 1966 (1ª ed., París, Editions de la table Ronde, 1964) págs. 22-25.

lunes, 17 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (VII) Diagnóstico clínico

 

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El Juli en Bayona ante un toro de Ana Romero, encaste Buendía-Santacoloma (Fotografía: André Viard) 

 

Si uno quiere exagerar un poco el análisis, esta confrontación entre dos toros santacolomeños con caracteres tan distintos y uno de los mejores lidiadores de todos los tiempos, constituye un laboratorio perfecto para evaluar con microscopio la problemática del encaste.

Si uno parte del principio ampliamente demostrado de que el Juli es el modelo maestro del toreo contemporáneo –quien mejor que cualquiera de sus compañeros respeta en todo momento el ritmo y las distancias- es en su muleta en donde se puede, con precisión quirúrgica, aquilatar mejor las embestidas de sus oponentes.

En el caso anterior, las virtudes y las complicaciones de los santacolomas aparecen claramente, sin que uno esté obligado a, como cuando son toreados por compañeros menos experimentados, tener en cuenta la parte aleatoria que resulta de las aproximaciones.

Claro que todas las formas del toreo son aceptables, en la medida en las que transmiten las emociones de quienes las producen, pero ciñéndonos a un análisis puramente científico de la calidad de sus embestidas, solo el toreo del Juli, al que podríamos agregar el de Perera, nos permite aprehender ese cero absoluto a partir del cual todo error de interpretación parece estar proscrito, debido a la precisión matemática de los pases dados.

 

Análisis de André Viard sobre la lidia dada por el Juli, a dos toros de Ana Romero, en su encerrona del 5/09/2009 en Bayona. Texto publicado en “Tierras Taurinas-Opus nº 5. Buendía-El mestizaje perfecto”

jueves, 13 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (VI) La ligazón según Paco Camino

 

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Paco Camino en un natural inmenso quebrando el cuerpo como a él le gustaba torear.

 

Hay otra idea muy importante: la de ligar. Un concepto que, además de fundamental en el toreo, también es peligroso.

Y, la verdad, ahora mismo yo no sé si cada día que pasa entiendo menos, estoy hecho un lío, o la gente no sabe lo que quiere.

Para ligar los muletazos es imprescindible dejar la muleta puesta y quedarse en el sitio. Esa es la única manera. No hay que rectificar la posición ni cruzarse, ni tampoco adelantar todas las veces la pierna, sino que el torero debe quedarse en el sitio, quizás un poquito al hilo, pero nunca fuera de cacho.

En el momento que estás rectificando cada pase porque te obligan a ello, la mayoría de la plaza se enfría.

El público brama de verdad cuando se ligan los pases.

 

Declaraciones de Paco Camino recogidas en el libro de José Luis Ramón “Todas las suertes por sus maestros” (1ª ed., Madrid, Espasa Calpe S.A., 1998)

miércoles, 12 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (V) El toreo en redondo según Manolo Martínez

 

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Manolo Martínez en un derechazo que refleja muy bien su forma de concebir el toreo y sobre el que merece la pena detenerse por sus detalles y matices.

 

Algunos quieren que yo toree como ellos se imaginan el toreo pero como te he dicho anteriormente, no saben nada de esto. Parecen jesuitas hablando del matrimonio. Algunos ni siquiera han tocado una muleta. No saben ni lo que pesa.

El toreo contemporáneo, desde hace más de 30 años, se hace en redondo (…) Al torear en redondo, es preciso colocar la pierna de salida en la dirección del viaje natural si se quiere mandar hacia dentro y ligar; es decir, adelantar la pierna de entrada para propiciar su giro en el segundo y subsecuentes pases.

Lo que se busca es no tener que enmendar, sino darle a la serie una continuidad armónica que prolongue el juego del toro para que alcance su ritmo, sin estorbos o quiebros innecesarios que rompan su son.

Echar la pierna de salida adelante, obliga a enmendar. Es una cuestión de mecánica. No tiene nada que ver con el peligro.  

En la actualidad, lo que se hace es prolongar el encuentro en series de varios pases, donde hay que ir ajustando el empuje del toro constantemente. No se trata de obtener un pase bonito, que apenas sirve para una foto, sino de ligar, de prolongar el control del toro, rematando sólo al final de la serie.

Declaraciones de Manolo Martínez incluidas en el libro de Guillermo H. Cantú “Manolo Martínez-Un demonio de pasión” (1ª ed. México, Editorial Diana, 1990)

lunes, 10 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (IV) El natural según Manolete

 

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Manolete. Un natural en Madrid.

 

El pase natural puede considerarse como el eje de la faena de muleta.

Muchos han pretendido explicarnos como debe hacerse: para mí, para mi modesto criterio, entiendo que debe dar así: en el toro que embiste no se debe adelantar la muleta, sino que hay que dejar llegar al toro hasta que los pitones lleguen a una distancia como de una cuarta de la muleta. Cuando el toro está a esa distancia, entonces se le debe correr la mano con la máxima lentitud y estirar el brazo todo lo que se pueda; la pierna izquierda tiene que quedarse completamente inmóvil, y cuando el pase llega a su terminación, es entonces cuando hay que girar con la pierna derecha, hasta quedarse en posición de darle el siguiente muletazo en el mismo terreno en que se inició el primero, y así sucesivamente dar todos los que se puedan… o deje dar el toro.

En cambio, cuando el toro no tiene arrancada, hay que provocarla. Es entonces cuando está justificado el adelantar la mano de la muleta para llegar a provocar la arrancada, y una vez que el toro embiste, se debe hacer lo mismo que lo indicado en el otro caso.

Todo eso que se dice de cargar la suerte en el natural viene a ser lo mismo que el cargar la suerte en las otras fases del toreo. Esto es simplemente una ventaja para el torero, puesto que se desvía más fácilmente el camino que trae el toro. Cargar la suerte, yo lo creo así, es tan sólo una ventaja. En el pase natural hay que dejar que el toro se estrelle en la muleta.

Manuel Rodríguez Manolete. Número extraordinario del Ruedo del día 5 de julio de 1945

domingo, 9 de febrero de 2014

Cuaderno de notas. (III) Manolete en la línea de Chicuelo

 

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Sevilla, 2 de julio de 1939. Chicuelo le concede la alternativa a Manolete

Corría el mes de febrero de 1946, cuando tuve ocasión de hablar con Manolete sobre este tema. Nos encontrábamos en el Hotel Reforma, de la ciudad de México, charlando mientras el terminaba de vestirse para acudir a una cita. Estaba en mangas de camisa, anudándose la corbata y, al oírme decir que yo encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, volvió hacia mí sus ojos que revelaban una complacida sorpresa:

- Así es –dijo sin titubear-. La gente no suele verlo, porque la gente no se fija en esas cosas, pero ese es mi toreo. Yo creo que el torero debe mantenerse lo más posible en su centro, en la línea. Y, en eso, el mejor que yo he visto ha sido Chicuelo.

Todavía, mientras salíamos y tomábamos el elevador para dirigirnos a la calle, siguió con el tema, que parecía agradarle, y me contó que, a raíz de haber recibido de Chicuelo la alternativa, lo ayudó cuanto pudo no sólo porque algún pariente de Dora la Cordobesita (esposa de Chicuelo), cordobés también y amigo suyo, se lo había pedido, sino porque el siempre había creído que era era “la línea verdadera del toreo”   

- Lo que pasa –añadió- es que el Diablo le escogía los toros. Toro malo que venía en aquellos encierros le tocaba a él. Y como no peleaba mucho…

Pepe Alameda. Los arquitectos del toreo moderno. Ediciones Bellaterra, 2010. pág, 74 y 75 (1ª ed. B. Costa-Amic. Ed., México)

sábado, 8 de febrero de 2014

La tauromaquia de Enrique Ponce (II) El comportamiento del toro (2ª parte)

Por Jose Morente

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Ponce brinda, al público, su toro pero ¿un toro de qué encaste?

 

Recogíamos en la primera entrada de esta mini-serie, la opinión de Enrique Ponce (en la magnífica entrevista que le hacia José Luis Ramón para 6 toros 6) sobre el comportamiento del toro de lidia y, más específicamente, del toro de encaste Domecq.

Sin embargo, si algo ha caracterizado a este torero ha sido su capacidad de entender y triunfar con toros de diversos encastes. Tiene por ello mucho interés leer sus declaraciones sobre las características de estas ganaderías alternativas y/o minoritarias.

  

El recorrido del toro de Alcurrucén.

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Espectacular natural de Enrique Ponce a un castaño girón de Alcurrucén, el día de la confirmación de Javier Valverde en Madrid (Fotografía facilitada por Alberto Marcos Morante) 

Sobre el toro de Alcurrucén, digno representante en la actualidad del encaste Núñez, Ponce opina muy favorablemente

Es un toro bajo y muy bien hecho. De Núñez me gusta el toro con el pitón blanco y engati­llado.. . bueno, la verdad es que este es el toro que me gusta de todas las ganaderías…

Por lo que respecta al comportamiento, del Núñez siempre se ha hablado de ese “tranco” de más en su embestida, algo que confirma el torero de Chiva.

Del “Núñez” me gusta su recorri­do y su temple. El toro de Núñez que embiste humillado y templado, y se reboza hasta el final, a mí me ha ido muy bien.

Y un detalle importante, para Ponce se trata de un toro, normalmente, complicadillo de salida, al que hay que ir metiendo en la canasta poco a poco.

Salvo excepciones (porque el bueno-bue­no lo es de cualquier ganadería) el toro de Núñez al principio no es fácil. Es un toro muy para toreros, tienes que adaptarte a él, le tienes que ir haciendo… No es un toro que te sale ya hecho, e incluso con el capote son bastante complicaditos.

Y sigue Ponce

Es un toro con un gran fondo, y te lo va dando poco a poco. Es un toro que no te lo va a regalar, sino que tú tienes que ir sacándoselo. Y por eso mismo es grande en su embestida, porque muchas veces el público no lo espera, ni incluso el torero lo espera, y eso hace que la faena tenga una dimensión insospechada. Es un toro que suele dar grandes triunfos. Los ha dado durante toda la historia.

Vamos a ver una faena de Enrique Ponce a un toro de Alcurrucén, en Bilbao, concretamente la faena a su primer toro, “Sucesor” de 588 Kg., la tarde del 23 de agosto del pasado año. La faena completa está en el magnífico blog de Andrés Verdaguer Talens “Cornadas para toros” aunque aquí sólo he seleccionado cuatro tandas (tres del principio y una del final de faena. Tres con la derecha y una con la izquierda) donde se aprecian muy bien esos matices de la dificultad inicial (y no tan inicial) de estos toros de los que habla el torero.

En el video se aprecia también ese tranco de más que, no siempre, regalan estos toros dando, a veces, la impresión que el toro se dispara –se acelera- al salir de la muleta (Aunque la privilegiada muñeca del torero también tiene algo que ver con eso).

En resumen, vamos a ver a Ponce ante un toro exigente y con unas complicaciones a las que algunos espectadores del tendido no parecen dar, por sus voces, mucha importancia.

 

El toro de Atanasio. Abanto y grandón pero con mucho fondo

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Ponce con un toro de encaste Atanasio en Valencia (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante)

Uno de los encastes preferidos de Ponce es el de Atanasio-Lisardo, un encaste ante el que, en una determinada fase de su carrera profesional, se prodigó mucho:

Sobre todo en los años 90 lidié camadas enteras de Atanasio Fernández y siempre triunfaba con ellas en las plazas más importantes… Madrid, Bil­bao, Arles, Bayona… en esos años fueron un encaste y una ganadería muy míos.

Por lo que respecta a su comportamiento, dice Ponce:

El toro de Atanasio es parecido al de Núñez en que no se define, es abanto e informal en los primeros tercios, y de él destacaría el temple. Cuando se mete en la muleta no pega un cabezazo, embiste con temple y despacio. También es un toro muy para toreros, en el sentido de tener que extraerle el fondo. Pero te lo acababa dando.

Ahora está representa­do muy dignamente por Puerto de San Lorenzo y Valdefresno, y la última vez que salí a hombros de Madrid fue con uno de Javier Pérez Tabernero, de ese mismo encaste.

El “atanasio” es un toro abierto de pitones, grande de hueso y de talla, un toro largo, con alzada y con ba­dana, y con la característica de ser un toro chochón, como nosotros decimos. Ver un toro tan grande embestir de esa manera y con esa boyantía llamaba la atención.

Vamos a ver a Ponce frente al Lironcito el toro con el que hizo historia en Madrid.

Aunque no es de las mejores faenas de Ponce, si es de las más emocionantes. El haber sido cogido al principio del muleteo (algo sorprendente en torero tan seguro) fue determinante para que, el siempre difícil público de las Ventas, se pusiese a favor del torero.

No voy a entrar en los matices técnicos de la faena. No es faena para analizar con lupa. Lo que aquí me interesa resaltar es el modo de embestir de este toro que se sale un poco –solo un poco- del comportamiento chochón y nobilísimo del encaste.

Un comportamiento que, en el fondo, encubre casi siempre, en mi opinión, una cierta mansedumbre que, en este caso, no está exenta de peligro.

 

 

El toro de Albaserrada (Victorino) según Ponce

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Un natural (cumbre) de Enrique Ponce a un humillador Victorino en Valencia (Foto -y comentario- facilitados por Alberto Marcos Morante)

A la hora de definir la virtud principal del toro de Victorino (encaste Albaserrada), Enrique Ponce apunta a la misma que ya señalaban sus compañeros y que recogíamos en otra entrada de este blog: La capacidad de humillar.

Esa manera de em­bestir por abajo, transmitiendo tanto, es lo que le ha llevado a ser lo que es. El peligro de esa ganadería es que algún día pierda esa manera de humillar. Es un toro de gran seriedad, que normalmente no se suele ra­jar ni caerse.

Como el Victorino lo tenemos muy estudiado los aficionados, basta añadir esa similitud que encuentra Enrique entre el toro de ese encaste y el toro mexicano.

El toro de Victorino bueno, con el cual me he encontrado en muchas ocasiones, es un toro que ha humillado y que, salvando las distancias, tiene simili­tud con el toro mexicano. Es lógico, por­que vienen de lo mismo, aunque en Méxi­co han echado mucho Santo Coloma.

El “Victorino” es un toro, además, que tiene una gran despaciosidad en su embestida.

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Otro natural de Enrique Ponce al mismo Victorino en la plaza de Valencia (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante)

 

El temple del toro de Murube

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Natural de Ponce a un toro de encaste Murube -ganadería del Capea- (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante. 

Las corridas de rejones son el clavo ardiendo al que se han agarrado los ganaderos que tienen reses del encaste de Murube.  La ganadería que salvó Joselito el Gallo de la quema, haciendo que la comprara la familia Urquijo, en plena edad de oro, ha dado a lo largo de la historia toros de gran clase y nobleza que han propiciado el éxito de los toreros.

Para Ponce esos toros siguen manteniendo las cualidades señaladas:

La característica esencial del toro de Murube es el temple. Aunque es un poco mironcito, también obedece mucho y embiste muy templado.

La humillación quizá no es su mayor virtud, lo que no quiere decir que no salgan toros humi­llando, pero ahí es donde más se ha teni­do que trabajar. Recuerdo grandes faenas a toros de Murube, de la ganadería del maestro Capea, en Salamanca a uno le corté el rabo, el último que se ha cortado en esa plaza. Y este mismo año, en Tomelloso, le indulté un toro realmente ex­traordinario, que humilló de verdad.

Y desde luego, no podía faltar la mención (siquiera sea solapada) al distintivo que ha hecho famosos a esos toros: el galope 

Otra característica es que embiste de principio a fin con el mismo ritmo, y eso es bonito e importante.

Una de las derivaciones más interesantes del encaste Murube, fue la ganadería que creó en 1907, don Juan Contreras. Con reses de Contreras formaron su ganadería los famosos rejoneadores de la Puebla, los hermanos Peralta. Esta ganadería es de lo poco que queda de Contreras (lo otro lo tiene Baltasar Ibán pero cruzado con Juan Pedro Domecq).

Vamos a ver a Ponce con Gomero de Peralta en la plaza de Valencia (año 1992, el de la Expo ya tan lejana).

El video es muy interesante no sólo porque Ponce con sólo 21 años despliega ante Gomero toda su ciencia (con sus muchas virtudes y también con sus escasos defectos) sino porque Gomero es un magnífico ejemplo del toro que se lidiaba entonces: Bravo y noble pero con mucha menos chispa que el toro que sale hoy a las plazas.  Y también con mucha menos fuerza.

Pero con una virtud magnífica, cada vez que el torero le da sitio y tiempo (Ponce maneja muy bien los ritmos de su larga faena), Gomero galopa.

 

 

Un toro que no engaña: el toro de Santa Coloma

 

El toro de Santa Coloma ha sido siempre piedra de toque de toreros. Un toro muy encastado y, por tanto, nada fácil de torear pero sincero. El bueno, es bueno y el malo, malo. Dice Ponce:

Este toro, para bien o para mal. no te engaña. El toro de Santa Coloma no es el toro que tienes que hacer, porque el que es que no. es que no; y el que es que sí, es que sí desde el principio. Es el toro menos mentiroso que hay.

El toro de Santa Coloma que sale bueno es un gran toro:

El bueno es un toro que transmite, que galopa, que humilla, que tiene suavidad, que tiene un recorrido largo… el bueno de Santa Co­loma es el toro ideal.

El problema lo plantea el toro de este encaste que sale malo:

El toro malo de Santa Colo­ma es un toro listo, que si no humilla te da muchos problemas, porque siempre te ve por arriba, por eso tienes que estar muy tapado con él.

También destacaría su viveza, su listeza, y que hay que hacerle las cosas perfectas. Y que no perdo­na. Si al bueno no le haces bien las cosas, aprende, y si se orienta de algo, no se le olvida. No es toro al que tienes que ha­cer, si no que le tienes que aprovechar.

Es decir, que según Ponce, a este toro más que hacerlo, lo que hay que hacer es no estropearlo.

Y si es bueno, puede ser interminable, con una embestida clara, templada, rítmica, con transmisión. Y con gran seriedad, en su embestida y en su expresión. Cuando el toro de Santa Coloma te mira, es una mirada muy peculiar. El malo es un toro muy listo.

Vamos a ver a Ponce, con un toro de Ana Romero en Cuenca (2010), el toro está quedado y lleva la cara a media altura pero Ponce lo entiende a la perfección. Es muy interesante la forma de colocar la muleta, con el palillo muy hacia arriba, a la altura de la cara del toro.

 

 

Una aparente paradoja.

Pedimos variedad de encastes porque pensamos que así podremos evitar la monotonía en el toreo. Incluso esa es la opinión del maestro Ponce.

Es evidente que un variado comportamiento de las reses debe propiciar también variedad en el toreo. Debiera ser así o podría ser así, sin embargo, no estoy tan convencido de que se trate de una verdad absoluta.

Y es que el modo de torear de cada torero depende no sólo del toro que tiene enfrente sino de su propio concepto del toreo. El torero aplica (y es lógico) las soluciones técnicas que mejor le cuadran a sus facultades y condiciones, aquellas con las que más cómodo se encuentra.

Toreros que adapten radicalmente su toreo, que cambien su forma de torear, en función de las condiciones del toro que tengan enfrente ha habido muy pocos en toda la historia del toreo. Y ese aserto vale incluso para los toreros (esos si abundan más aunque no mucho) capaces de entender y poderle a un gran número de toros, como Guerrita, como Domingo Ortega, como Enrique Ponce…

Por ello no debe sorprender la similitud de formas y actitudes de Ponce en las fotos que ilustran esta entrega y eso pese a tratarse de toros de tan diferente encaste y procedencia. Los matices existen pero se encuentran  en detalles técnico, nimios y muy difíciles de apreciar por el profano.

Evitar la monotonía es necesario, tanto como lo es recuperar la variedad de encastes, pero ello depende, en la mayoría de los casos, tanto o más de la voluntad y propuesta de los toreros y de la amplitud de gustos del público que del modo de embestir de cada encaste o cada toro concreto.

 

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La técnica que aplican los toreros es básicamente la misma sea cuales sean las condiciones del toro que tiene enfrente. Sin embargo, los matices (cite, toques, ángulos) varían de un toro a otro de forma imperceptible para el público. Por eso, la variedad de encastes no garantiza evitar la monotonía. Eso depende de la capacidad de proponer cosas nuevas que tengan los toreros y de la capacidad de los públicos de aceptarlas. (Enrique Ponce en Granada un 12 de junio de 2008 ante un toro de Pablo Romero. Foto de Manu de Alba)

(Continuará…)