Magistral lección de Manuel Escribano en Bilbao con un buen toro, bravo y enclasado, de Victorino Martín (Foto: Arjona-Aplausos) |
Puede que todavía no repuesto totalmente del tremendo cornalón que un toro de Adolfo le pegó en Alicante hace ya un año, pero con el toreo metido en la cabeza y en el corazón, Manuel Escribano dio una magistral lección de como se deben torear los grises, los toros de ese encaste tan singular que es el encaste Albaserrada.
Decía José Carlos Arévalo que no es lo mismo hacer el toreo que decirlo. Hay toreros que dicen muy bien el toreo y otros que saben hacerlo. Tanto mérito tiene una cosa como la otra pero, si me dan a elegir, me quedo con la segunda. Con la faena pensada y realizada en función de las condiciones del toro, de las condiciones generales de su encaste y de las particulares de su singular embestida, pues cada toro es un mundo a explorar en el breve espacio de los veinte minutos que dura su lidia.
Hace tiempo traíamos a este blog la opinión de algunos diestros expertos sobre las claves del toro de Victorino. Un pequeño tratado de Tauromaquia gracias a quienes escriben, tarde tras tarde y toro tras toro en los ruedos la verdadera tauromaquia: los toreros.
Escribano, en Bilbao, con el toro Mecatero, siguió el guión marcado por esos maestros con fidelidad absoluta. Toreó de principio a fin tal y como se debe torear estos toros. Toreando en línea y sin obligar, que es lo que procedía y procede, a ese enclasado toro de Victorino para poder redondear los muletazos en las dos tandas finales que levantaron el clamor del público. Con toques suaves y nada bruscos, pulseando siempre ese andar humillado que es marca de la casa.
Esa es la mejor manera de conseguir que las reses de esta ganadería saquen lo mejor de si mismo, su buen fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario