martes, 31 de marzo de 2015

Mi “otra” fiesta

Por Jose Morente

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Fandiño. Una cita con la historia

La corrida del Domingo de Ramos.

Corridas como la del domingo ponen a prueba la mesura, prudencia, conocimiento y capacidad de ponderación de quien se atreve públicamente a opinar.

No es la crítica taurina, sea profesional o diletante, un oficio fácil pues, de entrada, exige una mente clara y limpia de prejuicios lo que, por desgracia, no suele abundar.

La crítica antigua seguía un modelo sencillo. El esquema pasaba por relatar primero, toro por toro, la corrida de forma casi estadística, con una mínima y sucinta descripción de la tarde y añadiendo para finalizar, pero en un apartado claramente diferenciado, la reflexión global y de detalle con la valoración de todo lo que de importancia hubiese acaecido.

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Portada del Toreo con la reseña de la corrida del 29 de marzo de 1883 (Cada número se publicaba al día siguiente de la corrida): Para empezar, nada de opiniones, apreciaciones, consideraciones o matizaciones sino un Cuadro resumen con los datos numéricos (objetivos) de la tarde.

Pero la información, que se procuraba lo más objetiva posible (tantas varas, tantos pares de banderillas, el número de muletazos, el de estocadas o el de intentos, señalando además sus características), iba por delante con objeto que el lector pudiese formar su propio criterio de lo que había dado de sí la corrida. Luego, el crítico podía dar su opinión personal y (necesariamente) subjetiva, de forma libre.

Desde hace muchos años, ese sencillo y práctico esquema se ha roto. La información se mezcla con la opinión que, muchas veces se antepone a aquella, lo que crea batiburrillo y confusión entre los lectores.

2015-03-30 El Mundo Cronica

Hoy la información empieza desde el título con la apreciación personal del crítico. Titular de la crónica de Zabala para el Mundo.

Queda distorsionada también la crítica actual, a veces, por las convicciones y banderías del cronista, que no sólo se intercalan entre la información sino que, a veces, la sustituyen. No se informa sino que se opina. En ocasiones, la crítica y el análisis derivan hacia la proclama cuando no al panfleto.

Como no podemos ni queremos dejar de hablar de esta corrida, vamos a intentar seguir el esquema clásico. Para que nos sirva de guión y para intentar evitar el error en el que tantos, quizás sin desearlo, caen. Empecemos pues por el relato de la corrida. Por lo que pasó en una plaza llena hasta la bandera.

Lo que pasó en el ruedo.

Sobre lo que pasó en el ruedo, hay bastante que contar aunque poco en realidad de verdadero interés. La corrida fue mala sin paliativos, tanto por el juego de los toros como por la escasa capacidad de respuesta del torero.

La decepción, enorme, estuvo a la altura de las enormes expectativas creadas. Pero en los toros, siempre se ve algo..

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Reseña de los toros de la encerrona

Por ejemplo, la nobleza de algunos de los toros. En concreto, el de Pablo Romero (a mí no me gusta llamar de otro modo a los toros de esta ganadería) que aunque se cayó en demasía, muy falto de fuerzas, fue un toro muy dócil y noble.

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Siempre el más bonito: El Pablo Romero (Fotografía de la web de la Empresa de las Ventas)

Tampoco le sobraron las fuerzas al toro de Adolfo, pero este tuvo una “clase extraordinaria con 15 muletazos por fuera a cámara lenta para llevárselo de la mano al Retiro de bueno y noble que era” (Paco Carmona dixit). Hubo muletazos buenos pero no surgió esa faena que hubiéramos deseado. A la altura del toro.

El tercero fue un Cebada bajito y con mucho sentido, con mirada torva y comportamiento innoble, siempre a la defensiva, que puso en apuros al torero pese a que le picaron a modo. Creo que ahí se le encogió el ánimo a Fandiño.

Pero donde el público se percató que la corrida no iba a ir ya para arriba fue en la muleta del cuarto toro, el de José Escolar. El único toro que se justificó en varas y, por tanto, el único que justificó ese “concurso encubierto” de ganaderías que formaba parte también del guión secreto de la corrida.

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El Escolar en varas (Fotografía de la web Pureza y emoción)

El de Escolar hizo una preciosa pelea en varas, arrancando con un galope suave y muy elegante al cite de Israel de Pedro que agarró el puyazo en todo lo alto, manejando muy bien caballo y palo. Se llevó la ovación de la tarde. Luego el toro se puso complicado y Fandiño se desfondó literalmente.

No obstante, faltaban aún por salir dos toros: El de Victorino que siempre es caballo ganador y el de Palha, uno de los que más había gustado a los aficionados antes de la corrida junto al Pablo Romero y del que se pensaba o decía que más podía embestir. Quedaba un rayito de esperanza.

El de Victorino embistió (los victorinos siempre lo hacen para bien o para mal) con el morro por los suelos, humillando mucho aunque me dio la sensación de que iba quedándose cada vez más corto (¿tobillero?). No pudimos comprobarlo pues se lesionó de una pata y ahí se acabó su lidia. En su lugar salió otro Adolfo de nombre Malagueño. Sin ser un barrabás, era demasiada tela a esas alturas de la tarde.

El de Palha fue lo contrario del primero. Si aquel fue el más guapo, este fue el más feo. Si aquel estaba escaso de fuerzas, a este le sobraron. Si aquel fue noble y dócil, este opositaba a marrajo. Le pegaron mucho en el caballo como le habían pegado al Cebada. Ni se enteró.

A Fandiño, le costó salir de tablas en todos los toros, no sólo en los lances de recibo sino incluso en la muleta. Algo que no se justificaba en tarde sin viento. Mal asunto esa falta de ánimo y de recursos en tarde de tanto compromiso.

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Fandiño se desfondó a partir del cuarto toro. La dureza del toreo es parte también de su grandeza.

Y ahora, ya podemos empezar con las apreciaciones.

El planteamiento de la corrida

La corrida la componen toro, torero y público. Sobre los toros ya hemos señalado el matiz de cuasi-concurso que traía la tarde. Maticemos el comentario.

Valorada como concurso, el simbólico premio debe considerarse, en puridad, desierto pues aunque vimos muchos matices y un toro bravo en el caballo, no hubo ningún toro completo, de bravura sostenida que justificase siquiera su inclusión en ese cartel. Fue corrida torista en los carteles pero no en la plaza salvo que entendamos que eso que vimos es el torismo. Si se hubiese tratado de una tarde cualquiera diría que la corrida tuvo cierto interés y variedad pero al entrar en competencia, el resultado no puede menos que calificarse como un absoluto fiasco ganadero.

Por parte del torero, lo importante es que su encerrona fue un éxito total de convocatoria. Cuestión distinta es el acierto en la elección del ganado (¡Esos veedores!) pero, discutible o no, y aunque ahora muchos hacen cábalas (a toro pasado) de que hubiera pasado si llegan a venir otros hierros, lo cierto es que en la elección de los que se vinieron (de esos y no otros) radicó gran parte del éxito dé asistencia.

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Con otros hierros la asistencia no hubiera sido la misma. Hubo un llenazo absoluto (Cartel y foto del paseíllo de la web de las Ventas)

Puestas así las cosas, hay que reconocer que el trago para Fandiño era de órdago y muy amargo pues, mientras nosotros felices y contentos preparábamos nuestro hatillo, comprábamos boletos y billetes y nos citábamos con nuestros amigos de Madrid y de fuera de Madrid para echar un gran día de toros, sólo Dios sabe lo que el torero debía estar pasando. Un verdadero quinario por lo arriesgado de su heroica apuesta pues no es moco de pavo encerrarse con los “pavos” anunciados. Conviene no olvidarlo.

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Que el público acuda en masa a determinadas corridas es normal. Los acontecimientos mediáticos tienen mucho tirón. Pero que el tirón lo tenga la primera corrida del año en la plaza de Madrid, en pleno mes de marzo, sin figuras en el cartel y con ganaderías de las “duras” no sólo no es lo habitual sino que debería poner a cavilar a más de un empresario.

Resulta evidente que la plaza esta vez no se llenó de “público que pasaba por allí” sino de verdaderos “aficionados”. Muchos de ellos muy jóvenes (dato importante) y en su mayoría toristas si es que las etiquetas tienen algún sentido. Fue la gran jornada del torismo.

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Mucho aficionado joven -entre la grey torista y no torista- venidos de todas partes (En la foto, tres buenos aficionados de Huesca). El toreo goza hoy, pese a lo que se dice, de buena salud y mucho futuro gracias a ellos.

La actitud del público en la plaza (los habituales más los adscritos venidos de todas partes) fue de dulce. Para mí, la que debería tener todas las tardes. Sin interferir en la lidia y respetando a toros y toreros. Al final se protestó el resultado es lógico pero sin acritud alguna. Se palpaba el respeto.

El respeto que merecía Fandiño y el respeto que merecen todos los que se visten de luces y todos los ganaderos que vienen a esta plaza. Un respeto que Madrid, siempre cicatera, sólo concede a quien le pete. La bula de la que tanto hablaba Vidal la disfrutaron ayer toros y torero.

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Sólo al final hubo protestas. Las lógicas aunque yo, personalmente, no hubiera sido capaz de pitarle. Pero durante la tarde el público estuvo expectante y respetuoso con el torero (Fotografía del Cultoro)

 

A que fuimos a Madrid

No conozco los motivos de los demás pero nosotros fuimos a Madrid para ver triunfar a Fandiño y fuimos también por el interés en ver el buen juego que podían dar los toros en competencia. Por desgracia, no hubo ni lo uno ni lo otro. Ni triunfó Fandiño ni dieron juego los toros.

Pero no pasa nada. De tardes malas está repleta la historia del toreo. Y aunque esta tarde fue muy mala, la ruina fue relativa, no total.

Fue relativa para Fandiño pues al de Orduña ya le llegarán (espero que pronto) otras oportunidades de reivindicarse y triunfar. Fue relativa para las ganaderías que lidiaron en Madrid el domingo pues son ya harto conocidas y están perfectamente definidas y catalogadas por los aficionados. Uno y otras no pierden demasiado o, mejor dicho, ni pierden ni ganan nada que no hayan perdido o ganado de antemano. Los espectadores tampoco perdemos tanto pues Madrid tiene las entradas muy baratas y ,sobre todo, pasamos un muy buen día hablando de toros que es lo que nos gusta.

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Es hora de “buscar la próxima batalla”. Para Fandiño, la guerra no está perdida ni mucho menos (Mini-comunicado del diestro en las redes sociales)

Una corrida con trasfondo

La encerrona presentaba además un curioso trasfondo. Debajo de lo evidente (la arriesgada apuesta de un torero de encerrarse en Madrid con 6 toros de ganaderías “duras”) subyacía otra curiosa e interesada lectura. La realizada por algunos aficionados para quienes esta corrida se presentaba como ejemplo modélico de “otra” fiesta posible. La fiesta del toro-toro y del torero héroe.

Un modelo que no se sostiene. Pero no porque la corrida resultase un absoluto fiasco (ya hemos dicho que eso es irrelevante) sino porque esos planteamientos radicalizados y tan excluyentes no resisten el más mínimo análisis objetivo.

Una cosa es proponer mejoras, reformas o ajustes razonables (¡Bienvenidos sean!) y otra negar una realidad que es el resultado de un proceso histórico complejo y costoso; negarla además tan sólo porque uno es incapaz de entenderla y valorarla.

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El toreo actual (incluso en sus peores tardes) es demasiado complejo como para simplificarlo y demasiado rico como para obligarnos a renunciar a todos sus mejores matices.

La “otra” fiesta (Por qué vamos a los toros)

La formulación de una fiesta alternativa y verdadera (la “otra” fiesta) frente a la fiesta actual, que se denuncia como falsa y mentirosa, es probablemente una falacia.

Es posible que exista “otra” Fiesta, pero no creo que sea esa que nos quieren vender o, mejor dicho, imponer. Esa “otra” fiesta, mi fiesta, es la fiesta de quienes vinimos a Madrid a apoyar a un valiente como Fandiño en su arriesgada y heroica apuesta (sólo anunciarse en ese cartel era ya una heroicidad) pero sin banderas ni ideologías ni ideólogos. Es la fiesta de quienes también estaremos en Málaga, el Sábado de Gloria, disfrutando con Morante, Juli, Perera y Talavante, ante toros de Jandilla y Daniel Ruiz, pero sin claveles ni gin-tonics sino atentos al mejor toreo posible.

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La heroicidad estaba en la misma apuesta. Sólo el hecho de anunciarse con esa corrida merece el reconocimiento y la gratitud de los aficionados (Fotografía de la web de la empresa de las Ventas)

Es la fiesta de quienes gozamos con el excelente toreo de muleta que hoy se estila resultado de un lento y complejo proceso de depuración histórica. Pero es también la fiesta de aquellos que nos interesamos y apasionamos con los restantes tercios de la lidia, con la lidia total, herencia y testimonio de un pasado al que no queremos renunciar pero al que tampoco queremos volver.

Es la fiesta de aquellos a los que nos enamora y seduce la enclasada embestida en la muleta de un toro bravo y noble  y es la fiesta de quienes también nos emocionamos y levantamos de nuestros asientos ante la fuerte arrancada  de un toro fiero y bravo contra el caballo del picador.

Es una fiesta, mi fiesta, que no pretende restar sino sumar. Que no pretende excluir sino integrar. Integrar a todos.

(Pensándolo bien, creo que ese sería el verdadero y más legítimo integrismo)

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De Madrid a Málaga. Las dos fiestas que integran mi “otra” fiesta.

7 comentarios:

Krakablog dijo...

EX-TRA-OR-DI-NA-RIO. Úna perfecta descripción, no solo de la corrida del domingo, sino del enrarecido panorama que ofrece en la actualidad la fiesta de los toros.
Un artículo que deberían leer (y guardar) todos los aficionados. Un auténtico ejemplo de afición y mesura. Un 11 sobre 10.
Enhorabuena, Jose
Juan Antonio Polo

Jose Morente dijo...

Krakablog:

Solo una cosa MU-CHAS-GRA-CI-AS-JU-AN-AN-TO-NIO

Y un abrazo

Unknown dijo...

Maestro su blog es una enciclopedia, más para aficionados jóvenes como yo. Gracias.
El domingo un grupo de amigos jóvenes también fuimos a Madrid desde Mora de Rubielos (Teruel), el día de antes fuimos a la Taranta en la cava baja, la cual tiene abajo una cueva donde se cantaba flamenco en directo.
Yo no entiendo de flamenco pero me emocionó,y viendo que su afición son toros y flamenco y en su blog tiene una sección especial, le preguntó sí sabe el título de una canción en la que se canta a Antoñete a Curro Romero y a un tercer espada, son pocos datos pero por sí lo supiera.
Gracias nuevamente por su blog.

Jose Morente dijo...

David Simón:

Muchas gracias por lo de maestro pero aquí lo importante realmente es la incorporación de jóvenes, como vosotros, que tengan suficiente afición como para plantarse en Madrid a ver una tarde de toros.

Si además os gusta u os interesa el flamenco, miel sobre hojuelas.

Creo que el cante al que te refieres pueden ser unas bulerías pero no dedicadas a Antoñete, Curro y otro espada sino "cantadas" por ellos dos junto a Rafael Gitanillo.

Hice una entrada en el blog. Este es el anlace:

http://larazonincorporea.blogspot.com.es/2011/12/villancicos-flamencos-vii-cantan-tres.html

Espero que te guste

Un abrazo

Anónimo dijo...

Gran articulo José!
Un abrazo

Paolo

Anónimo dijo...

Buen artículo José,
Ya que acabas con una bonita definición de "integrismo", sería bonito también que las figuras de cuando en cuando y en plazas importantes se anunciaran con toros de hierro "duros". Eso sería aún un "integrismo" más legítimo.

Saludos.
Gustavo Ortiz

Jose Morente dijo...

Gustavo Ortíz:

Si, estoy de acuerdo. Tenemos sectorizada la fiesta y dividida en compartimentos estancos y cada vez más estancos, en un proceso que se inicia en mi opinión con Juan Belmonte.

No sería malo que diéramos marcha atrás en ese proceso y además de aficionados integradores se volvieran integradoras las figuras actuales.

Capacidad tienen de sobra (no lo dudo) pero no pasaría nada (¡al contrario!) si, de vez en cuando, lo demostraran.

Un abrazo.