Por Jose Morente
Un toro del Ventorrillo de desaforados pitones lidiado en Bilbao en agosto de 2010, en corrida de figuras (Diestros Ponce, Juli y Manzanares). No parece normal que esa arboladura se vea hoy día como normal.
Resumen de la anterior entrada
En la anterior entrada, repasábamos el cambio que se produjo en el toreo a partir de los años 70. La introducción del guarismo y la exigencia de un toro más grande y con más pitones, obligó a los toreros a depurar la técnica que se utilizaba con el toro de los años 60.
No fue tarea fácil sino un duro empeño que tuvo un coste demasiado alto en las muertes de Paquirri y Yiyo. Un exigente y duro proceso que no contó con el favor de la Prensa y que provocó como daños colaterales el aumento de tamaño del caballo y del peto y la desaparición de algunos encastes.
El toro actual
El proceso que describíamos en la anterior entrada ha seguido de forma imparable. El toro es todavía más grande y de más edad. Los toreros se han visto obligados a depurar aún más su técnica. Sin embargo, parte de la prensa y bastantes aficionados no se han enterado todavía y juegan a la contra.
La exigencia de un toro más grande (visto sus negativos efectos) se disfraza hoy tras la palabra “trapío”. Ya no se pide (al menos de palabra) el toro grande sino el toro con “trapío” (Una coartada como otro cualquiera). Pero la realidad, es que se protesta el toro terciado y vareado.
Por otra parte, la crisis ha abocado a los ganaderos a lidiar muchos ejemplares con 5 para 6 años (pues seis es el límite de edad legal del toro, pasado el cual ya no puede lidiarse en las plazas).
La edad de los toros en una corrida del pasado San Isidro: La Beneficencia. Un toro a falta de tres mese para cumplir 6 años, dos cinqueños y tres cuatreños pero con las cinco yerbas cumplidas. Y eso con 2 figuras en los carteles, Juli y Talavante, y un aspirante a serlo, Fandiño.
Además, la mejora de la sanidad y el entrenamiento físico del toro en los correderos de las ganaderías, los tauródromos ya se han generalizado, ha propiciado que esté saliendo a las plazas un toro con mucha mayor fortaleza y resistencia físicas que el de hace 20 o 30 años.
Toros entrenando en la finca de Adelaida Rodriguez (Fotografía del blog de Arturo Delgado)
En consecuencia, el toro que hoy se lidia es, por regla general, mucho más complicado de torear debido a su mayor sentido, edad, tamaño, peso, pitones, manoseo, resistencia y fuerza. Es un toro que tiene mucho más carbón que el de antes y, sobre todo, es un toro que no acaba nunca por entregarse totalmente lo que dificulta, cuando no imposibilita, el buen toreo.
El toro de hoy es un toro más complicado que el de antes por lo que hace más difícil que surjan esas faenas redondas que se hacían con tanta frecuencia y que tanto entusiasmaban a los aficionados de antaño.
Impecable derechazo de Paco Camino a un toro de Pérez Angoso en Madrid, el día del 47 aniversario de la muerte de Gallito. Camino se entronizó en las Ventas con esta faena, según el crítico del Ruedo Don Antonio quien, al tiempo de elogiar el toreo del camero como el mejor ejemplo de clasicismo, aprovechaba la coyuntura para propinar un pequeño puyazo a los “ultras” (entonces se les llamaba así a los “integristas”) empeñados en imponer rígidas normas en el toreo, lo que aparte de restarle espontaneidad, suponía en su opinión despeñar a la Fiesta en la decadencia. Lo más importante es que la faena fue importante pese a los toros de Angoso que fueron “chicos, flojos y mansos”.
Nota: Aunque parezca lo contrario es un derechazo como ha detectado Paco Carmona. La foto se montó invertida en el Ruedo.
Uno de los toros de Pérez Angoso en el caballo (Fotografías del Ruedo)
Una técnica más depurada y al alcance de todos
Para adaptarse a ese toro imposible, los toreros han tenido otra vez que “resetearse” y se han visto obligados a depurar y perfeccionar su técnica hasta extremos insospechados.
En esa búsqueda de nuevas soluciones técnicas, Internet ha prestado una gran ayuda. La difusión de imágenes (videos y fotos del toreo antiguo y moderno) unida a las explicaciones de los conceptos básicos del toreo realizadas por los diestros retirados, es algo positivo y muy novedoso.
El acceso a películas del toreo reciente y pasado es una de las mejores características de Internet (Entradilla de un películas sobre el toreo de los 80 colgada en Vimeo por la empresa de las Ventas)
Conviene recordar que los toreros de antes eran, en general, muy celosos de sus recetas y verlos en las plazas la única opción que les quedaba a los chavales que aspiraban a ser toreros. Los toreros actuales (retirados o en activo) son más generosos con sus conocimientos que los maestros de antaño.
Los toreros antiguos eran más celosos de sus conocimientos y les costaba transmitirlos a los más jóvenes salvo que mediaran relaciones familiares o profesionales entre ello. Y aún así… (En la foto Marcial Lalanda acompaña en el callejón a Pepe Luís Vázquez Garcés, en la época en la que el madrileño apoderaba al sevillano)
Las Escuelas Taurinas contribuyen a este perfeccionamiento, proporcionando a los noveles una esmerada preparación básica pues se les enseñan las claves del buen toreo. Del toreo real que se hace en las plazas, no de esa falacia de toreo que tienen en la cabeza los teóricos de la fiesta.
La labor de las Escuelas Taurinas (como la de Málaga, ejemplar en muchos aspectos) es impagable. Hoy los toreros aprenden el oficio como lo aprenden médicos, economistas o abogados en sus respectivas Facultades. Algo que no resta personalidad al que la tiene.
La necesidad unida a una mayor información, junto con la gran capacidad de los toreros punteros de los últimos 30 años para desarrollar nuevas soluciones, ha permitido ese perfeccionamiento de la técnica del toreo que hemos apuntado.
Una foto de José Tomás entrenando. Es un imagen que ya hemos traído antes a este blog y que volveremos a traer cuantas veces alga falta por la importancia simbólica que tiene y por ser muestra de la mejor técnica del cite en el toreo de muleta. La depuración de la técnica ha llevado a los toreros modernos a matizar colocaciones, trazos y movimientos hasta extremos insospechados hace sólo unas pocas décadas. Diestros como José Tomás, Morante, Perera y el Juli con un refinado conocimiento de las suertes y/o de las reses son los responsables de esa eclosión.
Un proceso que el aficionado percibe pero que no aprecia ni valora quizás porque nunca se le ha dado a la técnica la importancia y el mérito que realmente encierra.
La postura del aficionado
Al aficionado (y creo que siempre ha sido así) lo que le encandila de verdad son los toreros que se sitúan en el filo de la navaja. Ya sea la navaja del riesgo o la navaja del arte.
Los aficionados gustan y se emocionan con la épica de los diestros arriesgados y valerosos que apuestan por la cornada o la gloria. Y también gustan y se emocionan con la estética de los toreros artistas, esos que pueden pasar del ridículo a lo sublime en una misma tarde.
La mayoría de los aficionados se emocionan con los alardes de valor de los toreros valientes. En la imagen, el diestro Iván Fandiño es cogido por un toro de Parladé al que entró a matar sin muleta en San Isidro del pasado año 2014 (Fotografía de Javier Barbancho para el diario El Mundo)
También encandila a los buenos aficionados (y mucho) el toreo de los toreros de arte. Aquellos que saben “decir” el toreo como nadie. En la foto, media verónica de Curro Romero, un mito para muchos. En todo caso, y en frase feliz de Gregorio Corrochano, “un estilista de mucho estilo”.
Por el contrario, la seguridad que transmiten los toreros técnicos no acaba de convencer al aficionado. Y es que “tanta” técnica nos sobrepasa y puede llegar incluso a molestarnos. Según algunos aficionados, la técnica debería ser “invisible” pues, cuando resulta demasiado evidente, suponen que le resta emoción al toreo.
Lo curioso es que parece que siempre se ha pensado lo mismo. Guerrita es el mejor ejemplo.
Lo veremos en la próxima entrega.
Rafael Guerra Guerrita, quizás el torero más técnico de la historia y a quien se deben importantes innovaciones (que hoy perduran) en el modo de torear. Sin embargo su dominio de la técnica y sobre los toros acabó por penalizarle y le granjeó la repulsa de los públicos por lo que tuvo que anticipar su retirada de los ruedos: ¡Yo no me voy. Me echan! Dicen que dijo (Detalle de una lámina de la Lidia publicada en el número del 11 de mayo de 1885)
(Continuará…)
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