“Aquella quietud sólo me servía para dar pases por alto”. Juan Antonio Ruiz Espartaco en sus primeros pases y pasos en el toreo. Detrás en el burladero, le observa Rafael Sánchez Pipo, el descubridor del Cordobés padre (Fotografía del libro de Rafael Moreno)
“No me gustaba ponerme delante de las becerras porque pasaba mucho miedo. Me resistía todo lo que podía. Lo que ocurría es que cuando me encontraba delante del animal y ya no podía irme, no me quedaba otro remedio que pensar como podía resolver la situación.¿Qué podía hacer yo allí para evitar que la vaca me diera una paliza? Esa fue mi primera preocupación.
Hubo un momento -en medio del embrollo que se organizaba cada vez que mi padre me empujaba delante de la vaca-, en que me di cuenta… sí, a pesar de que era muy niño y que en aquellos tiempos me ocurrían muchas cosas y muy seguidas… poco a poco me fui dando cuenta de que si me quedaba quieto, la vaca, en vez de mirarme a mí, miraba a la muleta y que cuando la estaba mirando, si yo la movía, entonces se iba a por ella en lugar de venir a cogerme a mí. Cuando el animal se distraía corneando el trapo que se movía y se alejaba un poco, yo respiraba.
Eso sí, me tenía que quedar quieto, quieto, quieto, muy quieto; y conseguirlo me costaba la propia vida porque lo que me pedía el cuerpo era todo lo contrario, salir corriendo (…)
Por supuesto, esto no lo descubrí de buenas a primeras, sino poco a poco. Y poco a poco lo fui probando: Quedarme quieto (…) Me quedaba todo lo quieto que podía. Aquella quietud sólo me servía para dar pases por alto (…)
Quedarme quieto y conseguir que la vaca mirara a la muleta, e incluso que dejara de mirarme a mí para fijar su atención en aquel trapo que yo movía fue mi primer descubrimiento.
Declaraciones de Espartaco en el libro de Rafael Moreno Cereijo “Juan Antonio Ruiz Espartaco-El largo y dificil camino del éxito” (1ª ed., Madrid, Egartorre Libros, 2011)
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