domingo, 21 de septiembre de 2014

Cuaderno de notas (XXXII) La libertad de pensamiento en la Tauromaquia

Por José Morente

1930-05-17 Midi Taurin Encabezamiento

Cabecera del semanario Midi-Taurin del 17 de mayo de 1930 donde se publicó un interesante Editorial titulado: “La libertad de pensamiento en la Tauromaquia” que nos ha facilitado Jack Coursier

El 17 de mayo de 1930, el semanario Midi-Taurin que se editaba en Nimes, publicó un más que interesante Editorial con un muy expresivo título: “La Libertad de Pensamiento en la Tauromaquia”

Uno de sus párrafos más sagaces es, quizás, el que reproducimos a continuación:

La intolerancia 1930 p. Midi Taurin

Y cuya traducción sería algo así como:

"Que se sea torista o torerista es, evidentemente, el derecho de cada uno pero que un grupo, perteneciente a una u otra de esas categorías de aficionados, pretenda que los de la categoría opuesta son unos ignorantes, unos vendidos o no se sabe qué, no demuestra nada aparte de falta de elegancia en el lenguaje y de predisposición a la intolerancia"

Dicho de otro modo, suponer que lo que mueve, a quienes no piensan como nosotros, es la ignorancia, la estupidez o el mero interés es lo que delata a los intolerantes.

Aquí se podrían añadir algunas sustanciosas reflexiones sobre el tema pero creo que, con lo dicho por el editorialista francés de Midi-Taurin en 1930, es suficiente.

 

NOTA: El Editorial completo se puede leer aquí (Gentileza de Jack Coursier)

1 comentario:

japolos dijo...

Evidentemente, en todas partes ―y en todo tiempo― cuecen habas. El documento reproducido es realmente impagable y pone de manifiesto como hace casi un siglo ya se estaban radicalizando en Francia las posturas de los toristas y toreristas. No obstante, tengo la impresión de que las cosas han ido a peor y observo que la ignorancia, la falta de elegancia en el lenguaje y la intolerancia, cuando no la estupidez o el mero interés, se han hecho los dueños de la situación. Basta asomarse a la red y ver qué cosas se escriben en los distintos blogs.

Personalmente me he mostrado siempre contrario a esa distinción entre toristas y toreristas. Cierto que sin el toro no hay toreo, ni fiesta que valga. Pero no es menos cierto que sin el torero… ocurriría otro tanto. Eso significa que, indiscutiblemente, el toro y el torero son los elementos esenciales ―e indispensables― de la fiesta. Y de ahí que no conciba que un buen aficionado se encasille y adscriba con armas y bagajes en favor de cualquiera de las posturas en cuestión.

Lo malo es que luego, en la plaza, haya que lamentarse del sinsentido que supone ver a un torero solvente y de calidad reconocida enfrentado a toros sin presencia, sin casta y sin fuerza. O de ver a un toro hermoso, bravo y encastado, desperdiciado ante un torero que no da la talla.