domingo, 7 de septiembre de 2025

La dureza del toreo (XIII) Carmelo Pérez

 Por José Morente
El loco Carmelo en un desplante en la corraleta del Rastro de Tecubaya. Sus visitas al matadero venían exigidas por el negocio de barbacoas al que se dedicaba su familia. Allí aprendería (a su modo) el oficio.

Primeros pasos

En realidad se llamaba Armando, pero se puso en los carteles Carmelo para que su familia y en particular su madre no se enterara de sus andanzas toreriles.

Armando, o sea Carmelo, había nacido en Texcoco (México) en 1908, en el seno de una familia trasladada a Tecubaya (uno de los pueblos históricos de Ciudad de México), diezmada por una dolencia cardiaca hereditaria (solo sobrevivirían los tres hermanos toreros de un total de diez hijos) y amenguada económicamente por negocios desacertados y la muerte en accidente de automóvil del padre de familia.

Enloquecido por el toreo, Carmelo acuñaría un estilo y una técnica absolutamente personal y precursora en el matadero de Tecubaya. Y de ahí -casi sin solución de continuidad- pasó a debutar como novillero en la plaza de Mixcoac en septiembre de 1927.

Carmelo trajo un estilo nuevo. Toreando dentro del terreno del toro

Sus primeras novilladas provocaron un entusiasmo tremendo pues lo que traía Carmelo a los toros era auténticamente novedoso. Los públicos llenaban las plazas al reclamo de su nombre y de lo que esperaban de él. Por eso, solo un año después a finales de 1928 tomo la alternativa en Puebla de manos de Cagancho y con un desatinado encierro (Carmelo siempre estuvo muy mal administrado por sus apoderados) de San Nicolás Peralta.

Cagancho se pasó toda la tarde recomendándole precaución y que no se arrimara tanto, hasta que Carmelo harto le recriminó: "Mire usted, Cagancho, vaya mucho a chingar a su gitana madre, allá de aquel lado y a mí ¡déjeme en paz!!

Pero aquella alternativa tan prematura no tenía sentido y Carmelo renunció para poder presentarse en la plaza del Toreo de la Colonia Condesa como novillero el 5 de mayo de 1929 con Jesús Solórzano y Alberto Balderas y reses de Ajuluapan.

Anduvo perdido en su primer novillo y tampoco consiguió acoplarse con el capote con el que cerraba plaza, por lo que los escasos espectadores empezaron a avandonar el coso. Carmelo enfadado empezó la faena de muleta con las dos rodillas en tierra y el pitón le arrancó la pechera y el corbatín. Siguió con seis muletazos por alto sin mover un alamar.

El alarido del escaso público fue tan brutal que los espectadores que habían abandonado la plaza regresaron a tiempo de presenciar un final de faena alucinante. Recibió una voltereta pero siguió impasible con pasas de pecho y cuatro naturales en un palmo de terreno. Después de cuatro pinchazos y una estocada entera, le concedieron la oreja y lo llevaron en hombros hasta la sede del periódico el Universal.

Mismas emociones se vivirían en las siguientes novilladas por lo que plaza se llenaba hasta la bandera. Lo anunciaron como el torero que asusta (frase de un periodista aunque parece que el primero que lo etiquetó así fue Cagancho)-


La competencia con Esteban García

Pronto le buscaron un competidor en la persona de Estebán García con quien entabló un duelo a muerte, y nunca mejor dicho. Una competencia que aumentó el interés de los públicos pero que duró poco pues a Estebán lo mataría un novillo en la tradicional corrida del día de los muertos en Morelia. Estebán actuaba con cuadrilla improvisada e inexperta de aficionados de la localidad, por lo que nadie acudió al quite cuando el novillo de Queréndaro le asestó varias cuchilladas en el muslo izquierdo, en el vientre y en otras partes del cuerpo. Murió varios días después insultando a Carmelo.


Competencia a cara de perro. Esteban García (sonriente) y Carmelo (taciturno) en el patio de cuadrillas.

Alternativa en el Toreo

El 3 de noviembre de 1929, al día siguiente de la infausta novillada de Morelia, con Esteban agonizando, Carmelo tomaba de nuevo la alternativa en en el Toreo otra vez a manos de Cagancho, acompañados por Heriberto García.


El toro de la alternativa, de Piedras Negras, lo trajo por la calle de la amargura, pero en el sexto se desquitó. Los críticos como Paco Malgesto empezaron a elogiar su técnica y a compararla con la de Belmonte al que decían que superaba pues Carmelo se metía en el terreno del toro con las dos piernas, no con una, y no se quitaba de allí.

Michín

El domingo 17 de noviembre de ese mismo año, Carmelo toreaba su tercera corrida como matador con Antonio Márquez y Pepe Ortíz y con toros de San Diego de los Padres.

17 de noviembre de 1929. Carmelo hace el paseíllo desmonterado vistiendo un terno grana y oro, entre Antonio Márquez y Pepe Ortiz. Esa tarde empezaría su infierno en la tierra. 

El bravísimo séptimo de la tarde (segundo de Carmelo pues Márquez había reglado un toro) se llamaba Michin. Al tercer capotazo el toro lo entrampillo con el pitón izquierdo y lo lanzó hacia delante suyo con un cornadón en el muslo izquierdo. Allí siguió metiendo con saña el pitón una y otra vez, dejando jirones de carne, traje y sangre en el ruedo, asestándole cornada tras cornada hasta que sus horrorizados compañeros pudieron hacerle el quite. Su hermano Silverio en el tendido lo presenció todo.

La carnicería. Carmelo bajo las astas de Michín

Aunque nadie del público pensase que Carmelo podría sobrevivir, lo cierto es que los doctores Ibarra, Rojo de la Vega y Herrera consiguieron salvarle la vida. El parte facultativo describía las siguientes lesiones:

Primera. Herida... de veinticinco centímetros de longitud, situada en el tercio medio inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando todas las partes blandas, faltando solo la piel para salir por la cara externa, descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural destruyendo grandes porciones musculares

Segunda. Herida... en el hemitórax derecho a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión 

Tercera. Herida contusa de 3 centímetros en la región axilar que interesó el tejido celular

Cuarta. Herida contusa de 2 centímetros de extensión en la parte superior de la ceja izquierda

Quinta.... desgarradura en la porción izquierda del escroto central de 3 centímetros 

Sexta. Varios varetazos en distintas partes del cuerpo

Pronóstico. El conjunto de lesiones pone en peligro la vida del diestro 

De todas esas heridas conseguería recuperarse Carmelo salvo de la herida del tórax que requirió de la extracción de varias costillas, lo que tuvo que hacerse una a una a lo largo de varios meses. Las molestias y dolores fueron tremendos por lo que le administraron morfina desde el primer momento, durante medio año.

Carmelo tenía que respirar con medio pulmón, cargar con apósitos de gasa para aumentar el volumen de su torso disminuido y supurante, limpiar diariamente la fístula que le dejaron en el pecho, y soportar las sucesivas operaciones de extracciónn de las costillas. Además tuvo que desacostumbrarse a la morfina a fuerza de su enorme voluntad.

Se fue al campo a entrenar y regresó a los ruedos el 4 de enero de 1931 a demostrar que no era un chalado sino un torero genial que traía un toreo novedoso y sorprendente.

Y lo demostró. 

El día de su reaparición toreó de capa de manera deslumbrante y comenzó de muleta al estilo de sus faenas novilleriles, pero se ahogaba y no pudo prolongar el trasteo. En una de sus escasa actuaciones tras la cornada, una tarde en Guadalajara realizó un faenón increible a base de dieciseis naturales seguidos.

El natural de Carmelo.

Carmelo en España

Vino a nuestro país, pero solo pudo torear la corrida de su alternativa española en Toledo con Chicuelo de padrino y Domingo Ortega. Ya no volvería a torear nunca más.

El problema es que aquí los médicos le cerraron la fístula (los doctores mexicanos le habían aconsejado que no lo hiciera), cogió una pulmonía y falleció en la pensión donde se alojaba el 18 de octubre de 1931, maldiciendo a todos e increpando (el también) a su fallecido contrincante Estebán García. Don Manuel Bienvenida, el Papa Negro costeó el traslado de sus restos a México.

¿Logo o genio?

Gillermo H. Cantú se preguntaba:

¿Quien fue realmente Carmelo Pérez? ¿Que hizo de su vida? ¿Fue en verdad un torero de excepción? ¿O simplemente se trató de un muchacho audaz, temerario e ignorante que logró emocionar a los públicos, aunque sin la substancia de un torero consciente que una vez asimiladas las reglas, busca romperlas con serenidad interior y arrojo excepcional? (Silverio o la sendualidad en el toreo, México, Diana, 1987, p. 76)

Para mí, Carmelo Pérez fue un loco genial con un valor desusado pero con un muy buen concepto del toreo, tremendo y sosprendente para el público pero, en realidad, muy técnico y acertado. 

Fué el primero en entrar de verdad en el terreno del toro... y, lo más importante, el primero en quedarse allí.

El aguante de Carmelo

Fuentes (texto y fotografías):

CANTÚ, Guillermo H.,Silverio o la sensualidad del toreo; México, Diana, 1987
GUARNER, Enrique, Historia del toreo en México, México, Diana, 1979

No hay comentarios: