Por José Morente
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Joaquín Vidal |
Como cada cual ve el toreo de una forma diferente, me parece lógico que cada cual analice e interprete el toreo como mejor le venga en gana. A partir de su propio punto de vista. Algo totalmente legítimo.
Lo que ya no es tan legítimo ni defendible es tergiversar y manipular datos y circunstancias probadas para imponer nuestras convicciones. Lo que hoy algunos llaman crear un relato.
Y ese es el caso del crítico taurino Joaquín Vidal cuando escribía y hablaba de toros. Crear relatos increíbles y falaces pero envueltos en la indiscutible calidad de su prosa y lanzados a través del potente altavoz que a sus palabras prestaba el País, diario en el que escribía.
He sacado un corte de sus opiniones en el episodio de la serie Retratos que Canal Sur TV dedicó a Juan Belmonte.
El fragmento seleccionado no tiene desperdicio. Vidal no analiza el toreo de Belmonte sino que aprovecha la oportunidad que se le brinda para difundir sus teorías sobre la historia del toreo, teorías que se alejan con mucho de la realidad.
Oigamosle primero.
Primera afirmación. "El [se refiere a Belmonte] trajo un toreo nuevo que los aficionados antiguos consideraban un toreo de ventaja y un toreo decadente"
Primera afirmación de Vidal y primera sorpresa. Eso de que los aficionados antiguos consideraron a Belmonte, un toreo ventajista y decadente se lo ha sacado Vidal de la manga.
Más bien al contrario. A Belmonte se le cantó como el torero de la verdad frente a la mentira del toreo anterior y se le comparó con Pedro Romero, figura mítica, al que se suponía piedra angular de un toreo sin ventajas que ya se había perdido y que Juan recuperó.
Es más, con Belmonte se trajo a la palestra la frase de Lagartijo ("Viene el toro, te quitas tú. Que no te quitas tú, te quita el toro") ensalzando como Belmonte había hecho trizas en los ruedos el aforismo lagartijista.
Segunda afirmación. Vidal dice que los precursores de Belmonte y cita al Espartero, Reverte y Antonio Fuentes (Esto último es un error. Debería haber dicho Antonio Montes), fracasaron por intentar citar a esos toros de "enorme casta y pujanza" a menor distancia para acentuar la emoción.
Es falso que el toro de aquellos tiempos tuviera enorme casta y pujanza. Es una falacia. Lo único que ocurría es que no se había inventado el peto ni la penicilina. Al toro no se le picaba, llegaba crudo a la muleta, y cualquier herida podía ser fatal para el torero. En general era un toro más manso y mucho más a la defensiva. Con más sentido, pero no con más bravura ni más casta.
Lo de acortar la distancia merece también un comentario, pues en realidad lo que intentaban los precursores de Juan y a veces conseguían, pero de tarde en tarde, era meterse en el terreno del toro. Cruzarse al pitón contrario. Juan lo hizo.
Tercera afirmación. Cuando Belmonte empezó a mandar en las plazas entonces empezó a seleccionar las ganaderías y reivindicó que el toro no tuviese tanta pujanza, que el toro no tuviese tanta presencia. En definitiva que el toro no tuviese tanta casta.
Que esto no es cierto lo saben hasta los niños de parvulario. El cambio en el ganado de la época del que habla Vidal no es responsabilidad de Belmonte sino de Joselito, cuyo predicamento entre los ganaderos era tremendo, y no tenía como objeto quitar casta a los toros sino todo lo contrario. Se buscaba mejorar la presencia y comportamiento de las reses cara a la faena de muleta. Por ello, se deshechan las reses destartaladas y se busca un toro de embestida más brava y menos defensiva.
Cuarta afirmación. Vidal contrapone el toreo antiguo, según el de más riesgo, con el toreo de Belmonte, menos auténtico, pero más armónico, más largo, más hondo. El toreo anterior se desechó porque era mas peligroso.
Un aserto que basa en la anterior falacia (la peligrosidad del toro y del toreo antiores). Sin embargo Cossío (mejor documentado en la historia del toreo que Vidal) afirmaba justo lo contrario: "Me interesa declarar que no pienso que haya disminuido el riesgo. Torear un toro que puede poco con el estilo plástico de hoy es seguramente más expuesto que torear un toro de poder con los recursos admitidos antaño como corrientes."
Quinta afirmación. Después de Belmonte todos los toreros empezaron a tomar lo que podíamos llamar la Escuela de Belmonte. Y desde entonces (años 14-15) hasta los años 70, mejor o peor interpretado, mejor o peor ejecutado, se seguía el canon de Belmonte. A partir de los años 70, o mejor de los 80, eso ha desaparecido totalmente. Ahora [años 80] se está haciendo un toreo que no tiene absolutamente nada que ver.
Traca final con muchas cosas que comentar. Primero, la afirmación, ya desmentida, de que el toro y el toreo anteriores a la edad de oro eran más peligrosos.
La segundo afirmación falsa es que todos los toreros empezaron a torear como Belmonte. No es cierto. Lo cierto es que todos entran en el terreno en el que entró Belmonte. pero lo hacen al estilo y con la técnica del toreo en redondo que trajo Joselito. Técnica que, a través de Chicuelo y Manolete, es la que llega a nuestros días. El toreo en ochos, de pitón a pitón, se queda como una técnica más, pero ni es ya la fundamental ni es la base de la faena moderna.
Por eso, por no servir de referente en la muleta, tampoco es verdad que el canon belmontista perviviera hasta los años 70 u 80. El toreo de Belmonte fecundará el toreo de capa que vino después, pero incide poco en la muleta. Lo que pasa es que Vidal estaba en ese momento empeñado en la crítica del toreo de los años 80 y por eso afirma que el canon belmontista se mantiene hasta los años 80. Pero lo hace solo para criticar y denostar a los toreros de los 80.
Curiosamente, Vidal afirmará algunos años más tarde en su libro "40 años después" (una ácida diatriba contra Manolete y su toreo), que el canon belmontista solo duró hasta la época de Manolete ¿En que quedamos?
Dice Vidal en ese libro: “Si Belmonte revolucionó el toreo con una nueva concepción interpretativa, en cuya arquitectura cargar la suerte era la piedra angular. Manolete lo contrarrevolucionó con otra de sentido radicalmente contrario: lo que aportó Belmonte a la tauromaquia lo quitó Manolete…la escuela belmontista (no confundir el término con “estilo abelmontado”) tuvo vigencia plena, indiscutible y exclusiva desde poco antes de los años veinte hasta poco después de los cuarenta y, a partir de aquí, hubo de ceder espacio a la norma manoletista (no confundir el término con “estilo amanoletado”)"
Conclusiones
El relato vidalista no se sostiene. Ni el toreo antiguo (anterior a la edad de oro) era más arriesgado, ni Belmonte un torero ventajista que impuso un toro menos encastado.
Por otra parte las contradicciones son evidentes. Si Juan era un torero ventajista no se entiende la defensa de su toreo y la critica a los contrarrevolucionarios que se cargaron su escuela. Por cierto ¿fueron los toreros de los 80 o fue Manolete el culpable de esa ruptura y de todos los males del toreo contemporáneo?
En mi opinión, creo que el gran error del discurso vidalista (error común a otros críticos y aficionados de la misma camada) está en considerar la historia del toreo como un proceso de continua decadencia donde los datos y los hechos se utilizan y manipulan a voluntad para demostrar lo que pensamos.
La historia del toreo es, al contrario, un proceso en continua evolución.
Que es lo que sabía ese cronista lúcido y entendido que se llamó Pepe Alameda.
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