Por Clarito
Lección de tauromaquia |
Sevilla, 20 de abril.- Y fue el joven catedrático, cogió la tiza, subió al encerado y dictó su lección de tauromaquia.
El joven catedrático es sevillano, de Gerena por más señas, tiene 33 años y se llama Daniel Luque en los carteles. La clase del día tenía título: "Asi se lidia y torea un toro bravo". Bonito, aunque nada fácil, tema.
Empecemos por el temario. Un toro bravo es, por antonomasia, un toro valiente y noble. Nobleza obliga pues la cobardía traicionera solo puede encerrar mansedumbre. La bravura se ve en el caballo, pero sobre todo en la muleta, pues el mérito en el toro -y diría que en el toreo- es ir a más y nunca a menos.
El toreo es carcia suave. Y eso es lo que el Catedrático Luque hizo de salida. Primero, a pies juntos y luego con el compás abierto: mecer el capote con suavidad máxima. Dicho sencillamente, torear.
Todo lo que le hace al toro tiene que tener su razón y su porqué. Torear sin saber porqué y para qué se torea no es torear. Podrá ser más o menos bonito, pero carece de enjundia. Cada toro tiene su lidia y no otra y solo es maestro quien es capaz de descifrar ese enigma. Quien sabe lo que hacer en cada momento, en cada lance, y quien sabe porqué lo hace. Eso es lidiar. Un ejercicio de conocimiento.
El inicio de la faena de muleta fue excepcional. La suavidad en el manejo del engaño, ahora la franela, el juego de muñecas, la verticalidad relajada y natural, pero sobre todo saber el sitio que debe conquistar el torero en cada cite, en cada muletazo.
El maestro, el joven catedrático, le dio al toro -Príncipe del Parralejo- todo lo que este necesitaba para desarrollar todo su bravura y su clase. Un detalle, el cite de inicio de algunas de las primeras tandas, dando al toro los adentros. Inusual, pero genial, y apropiado detalle de conocimiento torero.
Conocimiento de las reses y conocimiento de las suertes. Lidia y toreo. Cúchares y El Chiclanero, dos maestros, juntos en una sola pieza.
¿Hay quien de más?
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