sábado, 29 de abril de 2023

Filósofo. Un toro de vacas

 Por Clarito


Sevilla. Lunes, 24 de abril. La noticia -publicada en Campo Bravo el día 25- resultaba llamativa. Álvaro Núñez le cortaba los testículos al toro Filósofo de Olga García Jiménez tras su lidia en la plaza de Sevilla. Aunque el toro no era de su ganadería, le pareció tan bravo que le pidió permiso en el callejón a Jorge Matilla -propietario del citado hierro charro-, y así lo llevó a efecto tras lidiarlo Emilio de Justo, que le cortó las dos orejas.

Esto de las dos orejas, premio ya habitual este año en la Maestranza, era la noticia de esta corrida. Pero en mi opinión, la verdadera noticia, sin desmerecer la faena de Emilio de Justo, fue la bravura de ese tercer toro de la tarde.

Filósofo fue algo más que un toro bravo. Fue toro de vacas o sea, de indulto, como supo ver Álvaro Núñez y como no llegó a ver la plaza de Sevilla. Y es que, acostumbrados a ensalzar a los "grises", el que embista de verdad un toro "negro" nos coge por sorpresa. Máxime en una ganadería que, como decía y repetía Domingo Delgado en Mundotoro TV, suele ser bastante irregular.

El caso es que estamos mediatizados por tantos años de retransmisiones televisivas poniendo el acento más en lo espectacular que en lo real. Así se explica, por ejemplo, que no seamos capaces de calibrar la bravura en varas. Aplaudimos al toro que se arranca de largo y con brío al caballo, aunque salga huído, y ninguneamos al toro que se emplea en el caballo, mete los riñones y empuja sin hacer un extraño, con más o menos fuerza, pero sin espectacularidad.

Ese fue el comportamiento de Filosofo que, en la muleta, no se cansó de embestir con prontitud, clase, empuje, nobleza y un punto de fiereza o sea, eso que llamamos bravura. Derroche de bravura de verdad, de la buena, de la que desborda al torero, en este caso a Emilio de Justo, que se ve obligado a tandas trepidantes, pero vibrantes y emocionantes, a pique de asfixiarse con tanto empuje. Lo mejor de Emilio, el inicio de faena por bajo. Inicio que hizo posible lo que vino después. Un mérito enorme, en cualquier caso, el aguantar sin achicarse lo más mínimo esas tremendas y picantes oleadas del bravo toro de Matilla. 

¡Que belleza tiene la embestida de un toro bravo! ¡De un toro de vacas, como supo ver Álvaro Núñez!

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