lunes, 11 de junio de 2018

¿Estamos llegando tarde? (Descabello y puntilla)

Por Juan Guadalupe

La puntilla... tantas veces fallida
Sobresaltado como si de un mal sueño me despertara, me doy cuenta de que empieza una nueva temporada taurina y me decido a no dejar pasar esta ocasión, como las anteriores por falta de diligencia, sin expresar desde mi insignificancia pero también con todas mis fuerzas y los medios a mi alcance, lo que vengo sintiendo desde hace algunos años. Hay que modificar y adaptar las normas y las formas de lo que considero una barbaridad, como es, en los festejos taurinos, el uso y abuso del descabello y la puntilla. Creo a mi juicio, tener elementos y argumentos para decir esto y los desarrollaré a continuación.

He cumplido 80 años y desde los 4 o 5 estoy viendo toros de la mano de mi padre y a partir de unos años, por libre. Disfruté y lloramos en familia a Manolete, sobre un periódico con las fotos de su muerte, extendido sobre la mesa de camilla de mi casa de Granada. Tenía 9 años pero lo mantengo vivo en mis recuerdos. Dos años antes, en el 45 lo había visto triunfar, cortando hasta una pata en una corrida donde el impacto mas grande no fue esto, sino la tremenda doble cogida de Parrita, al que el toro corneó al lanzarlo y recogerlo cuando caía. Se salvo milagrosamente. Alternaban con Pepín Martín Vázquez.

La cogida de Parrita en Granada el 1 de junio de 1945, alternaba con Manolete y Pepín (Fotografía publicada en El Ruedo el día 6 de junio)
El 17 de enero del año siguiente, El Ruedo informaba que Parrita se había operado de la cornada de Granada. Estuvo todo el año toreando con la herida abierta, tras reaparecer el 29 de junio en Alicante, corrida en la que fue cogido Manolete
Estuve y obtuve premios de las célebres rifas que se celebraban, a veces con más tirón que el propio evento taurino, en la vieja Plaza de Toros de El Triunfo, "La Chata". Perdió las andanadas por un ciclón que atravesó la ciudad. Cerró en 1948, para siempre y se demolió. Hasta entonces había dos plazas dando toros, esta y la nueva en la Avda. Doctor Oloriz.

Antigua fotografía de la Plaza de toros de Granada "El Triunfo" (Blog "Te recuerdo")

He visto pues muchos festejos y conocí a algunos célebres toreros, Arruza que era amigo de mi tío Antonio y me dedicaba sus fotos en postales (que perdí con el tiempo) y al característico Rafael "El Gallo", que iba a ver a otro Rafael, Mariscal, torero granadino de su gusto y del mío, pues me recordaba a Manolo Gonzalez, por su tipo y sus formas toreras.

Mariscal formó terna con otro buen torero granadino, Miguel Montenegro, que dieron muchas tardes de gloria a la afición española tanto de novilleros, como de matadores. De Montenegro fue el primer capote que cogí en mis manos cuando mi padre me apuntó a la Escuela Taurina, dependiente del Club Taurino de Granada, pero mi paso en ella fue corto, porque yo mismo "no me veía".

A Mariscal le dieron la ultima pata que vi otorgar, en dos corridas del año 54 en Granada. En las corridas celebradas el 12 y 26 de septiembre de ese año, Mariscal cortó 7 orejas, 2 rabos y 1 pata, Miguel Montenegro 8 orejas, 4 rabos y 1 pata y el malagueño Manolo Segura, 2 orejas. Y según mi entender, en adelante empezaron a producirse las primera decisiones lógicas para suprimir y modificar algunas costumbres que empezaban a chocar con los tiempos que venían.


Fotografía del paseillo y reseña de los trofeos cortados en la novillada del 26 (Información publicada en El Ruedo el día 30 de septiembre de 1954)
Reglamentos y decretos, como el de marzo de 1962 promulgado por el Ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, prohibía "terminantemente el corte de patas" y dejaba a juicio del Presidente que, en casos excepcionales, concediera el rabo de la res, amén de una o dos orejas.   

Artículo 68 del Reglamento Taurino de 1962
   
He visto muchos caballos -con el peto antiguo- heridos y con el mondongo fuera, pasarlos al patio para meterselos en el estómago, coser y volverlos al ruedo. Sucesivas reglamentaciones han ido proporcionando a este tercio, de inicio el más antipopular de la corrida, una casi total protección de los equinos, como asimismo adaptando las puyas al justo formato para su función. Otro paso mas hacia el sentido común del momento.

Se han modificado las banderillas, acortando los arponcillos y cambiando la rigidez de los palos, en beneficio tanto del toro como de los profesionales que ejecutan este tercio. Nuevo paso en positivo, para todos.

Como decía al principio "he estado dormido" y creo que, como yo, muchos aficionados, cuando permanecemos impasibles ante la masacre que suponen el descabello y la puntilla. ¿Como no somos conscientes de su nefasta influencia en nuestro entorno general, taurino o no? ¿Como está permitido, y no prohibido y fuertemente penalizado, dañar los morros del toro, cuando no humilla, haciéndoles sangrar abundantemente? Y es que, con relativa frecuencia, vemos multiplicarse los intentos de descabello.

¿Y la puntilla? Dicen que ya no se puede practicar ni en los mataderos, como antes. Está prohibido. O sea que se prohíbe en el matadero y no en la plaza ante miles de personas. Personas que, en su inmensa mayoría, vuelven la cara con pesar y desagrado, mientras que otros cuentan en voz alta y con tono de mofa, los golpes fallidos.  

Creo que no estamos a la altura de los tiempos. Pienso que tenemos que reconocer la realidad y es que, en general, la sensibilidad hacia los animales ha cambiado (algunos, en eso, se pasan). La razón, la lógica de los tiempos y si cabe, el sentido práctico, hacen que sea conveniente buscar soluciones.

Es mi criterio, aunque con frecuencia hable en plural. Propongo una solución en base a un artilugio en forma de verduguillo al que se le acople una porra eléctrica/láser (igual para la puntilla), que produzcan la caída de la res por aturdimiento y pueda ser atronada de inmediato por el puntillero con total efectividad y sin riesgo para él. Otras sugerencia de profesionales mas expertos, pueden aportar ideas que lleven a buen fin el cambio. No se trata de "dulcificar" sino adaptarse a los tiempos pues quizás aún sea posible llegar a tiempo.

Y. por otra parte, me pregunto ¿Cuántos grandes triunfos se han visto empañados por ese final fallido que, realmente, no tiene trascendencia ni en la lidia ni en la suerte suprema?. ¿Que aportan el descabello y la puntilla de arte, estética y belleza al toreo? Mi respuesta es que nada.

Pero sobre todo, alimenta o, mejor dicho, proporciona un banquete a los anti, que no podemos ni nos debemos permitir.

Por Juan Guadalupe (Aficionado Práctico)



El mensaje antitaurino se basa en imágenes vinculadas al momento del descabello y la puntilla
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Nota de LRI. Se dice que hay tantas opiniones diferentes como aficionados existen y creo que es cierto. Abrir el debate de la modificación del reglamento en cuestiones que atañen a la muerte del animal parece ser hoy muy complicado. Para muchos aficionados (y para los toreros como afirman algunos de ellos en el vídeo que hemos insertado) modificar el reglamento no es lo más deseable por su evidente complejidad y consecuencias (salvando las distancias, sería como modificar la Constitución). Se empieza modificando el descabello y la puntilla y se acaba cuestionando la muerte del toro. 

Dicho esto, la sangría que suponen el descabello y la puntilla y, sobre todo, el desagrado que provocan en la mayoría de los aficionados y espectadores, esos frecuentes intentos fallidos merecen una reflexión en profundidad. Del descabello siempre se ha dicho que era suerte de matarifes y que el acierto o desacierto en el desempeño de esa suerte no debía modificar la valoración de la faena. Es evidente que no es eso lo que pasa. También esta actitud merece nuestra reflexión.







10 comentarios:

Unknown dijo...

Yo no llego a los 80 pero me voy acercando.... ¿Dónde está el límite de la sangre, de la dura verdad del torero que es la muerte?
¿En el peto del caballo, en la prohibición de las banderillas de fuego? ¿En el corte de rabos patas?
Y si se ha prohibido, cedido y concedido a la "sensibilidad" una cosa tras otra ¿se ha conseguido satisfacerlos y aplacarlos?
Si ahora cedemos en la puntilla o en el descabello ¿en que habrá que ceder mañana? ¿En las banderillas? ¿En el arponcillo de la divisa? ¿en el viaje del toro desde el campo a la aplaza en un cajón? ¿En la prohibición del caballo como animal indispensable para criar toros bravos? o ¿en la muerte del toro?
Es el eterno problema. El toreo es un juego con la muerte y, se admite y seguimos viendo toros, o no se admite y nos vamos a casa a ver en la televisión como los leones se comen a las cebras.

Aprende de toros dijo...

Increíble artículo ¡Enhorabuena! Da gusto tratar estos temas con la sensibilidad que lo haces

Anónimo dijo...

Señor Liguer: En Colombia, muy pronto (febrero de 2019) nos iremos para la "casa", por no haber existido el consenso en aras de adaptar el espectáculo taurino a los tiempos presentes. Hoy día no es admisible que sigan existiendo actos que solamente conlleven sangre por el mero hecho de producirla al toro: la divisa o el descabello no tienen NADA de artístico o de funcional a la lidia, pero gentes hay que los defienden por el único tópico de persistir en la involución que surge del estatismo; ser fugitivos de nuestro tiempo no es otra cosa que lograr con supina pasividad presenciar la desaparición del toreo... Lo dicho: en pensamiento de algunos, mejor nos vamos a casa...

Curro dijo...

En total desacuerdo con usted; el oficio nones torero, es matador de toros.
¿En su longeva experiencia recuerda usted alguna estocada ejecutada según los cánones por el hoyo de las agujas que no haya sido fulminante? El problema es que cada vez se alivian más al entrar a matar y se ejecuta peor y con más desdoro y ventajismo las estocadas, tragando el público con solicitar orejas a bajonazos infames y alevosas puñaladas en los riñones.
Jamás va a contentar a un antitaurino con concesiones, pues su objetivo es la desaparición de la fiesta.
Los láseres opino que mejor dejarlos para la guerra de las galaxias, sobre el albero acero y corazones bien templados, no más.
Un saludo desde Sevilla y mi enhorabuena por su blog, al que sigo con asiduidad, aunque en ocasiones disienta de sus siempre fundamentadas opiniones.

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo con la opinión de Ureña,el puntillero en las plazas de primera, o donde se den más de cinco fesejos, sería una parte de la solución,otra la que vi en Méjico, una puntilla, más larga,permite rematar los toros desde más lejos, pero me temo, que aun implantando una pistola, no estarán de acuerdo los antis, pienso que la verdadera modernización del espectáculo, será, invertir por parte de los propietarios de las plazas, concretamente, Madrid, una cubierta móvil,para evitar viento, y que se mojen, los espectadores,saludos Manuel Vazquez

Anónimo dijo...

Estoy plenamente de acuerdo con el comentario de Curro.

Misti-Aqp

Juan Guadalupe dijo...

Sres.:
Problemas de ordenador no han permitido contestar hasta ahora.
En principio, solo decirles que agradezco la atención que han prestado al articulo.
Hay mucho que debatir con aquellos que no lo encuentran conveniente y qué decir de los que lo ven oportuno.
Quizás tengamos ocasión de comentarlo en adelante, lo que sería un placer.
Cordiales saludos para todos.
Juan Guadalupe.

Adrián A.R. dijo...

Genial artículo amigo Juan, he de decirte que estoy totalmente de acuerdo contigo habría que buscar algún método alternativo para el descabello, porque llega a ser desagradable la carnicería en la testuz que se suele ver en las plazas.
Un abrazo.

gonzalo de amarante dijo...

Desde antiguo, cualquier innovación en el tema que sea, encuentra reticencias y oposición al cambio; es condición humana.
Pero en tema tan delicado como el que comentamos -múltiples e inútiles pinchazos provocados por el descabello o la puntilla-, hemos de retrotaernos a las disposiciones del General Primo de Rivera cuando obligó proteger con petos los caballos de picar, evitando las carnicerías que tenían lugar durante ese tercio, ante la impasibilidad de espectadores que eran ajenos a esa matanza, tomada ya como ritual.
La proposición de don Juan Guadalupe está cargada de lógica y sentido común. Descargaría de inútiles efectos cruentos el final de la faena y evitaría un bochornoso espectáculo que atenta a cualquier sensibilidad moderna (si el toro ha de morir, ha de hacerlo con dignidad, no acribillado a cuchilladas).
A los "puristas", recordarles que no pueden negarse a reconocer la evolución de los tiempos. El Coliseo romano es hoy una ruina, y hace veinte siglos era escenario de sangrientos espectáculos donde un público embrutecido disfrutaba con una orgía de sangre.
Por tanto, los lectores de este elegantísimo blog -de magistral redacción, correcta sintaxis y admirable altura cultural-, deberían ser defensores a ultranza de cualquier adminículo a aplicar en los momentos de agonía del animal, restando razones a quienes piden -una vez más en la Historia- la prohibición de nuestra Fiesta Nacional.
Sr. Guadalupe, ENHORABUENA por su ocurrencia.

Anónimo dijo...

Buenas a todos. Si es verdad la la reglamentación siguen inmóviles en muchos aspectos, pero esta idea d Juan No es para nada desorbitada, quizás los Matadores y Puntilleros,profesionales del Toro deberían de plantear al menos,un estudio ante los reiterados machetazos en falso!! Una cuestión interesante....enhorabuena Juan!!