Por Jose Morente
El toro agarrado al suelo (Detalle de una fotografía de Laurent)
El toro agarrado al suelo
Una tarde de mayo de 1886 en Madrid, el negro Frascuelo dio un mitin con la muleta en un toro de Núñez de Prado. Sin embargo, lo mató bien con una media estocada en la que “agarró el corazón haciendo innecesaria la puntilla” pues, no en balde, era mucho mejor matador que torero.
He aquí la reseña publicada en la Lidia de esa faena de Frascuelo
En realidad, lo que me interesa no es recordar una mala faena de un antiguo torero para desmitificar a un diestro que hoy tenemos bastante mitificado (como a casi todos los diestros antiguos) sino desempolvar ese lenguaje añejo que tanto sabor tiene como nos recordaba hace unos días, en facebook, Prudencio German.
Y es que hay una frase de esa crónica que me ha llamado poderosamente la atención. Es esa expresión del “toro se agarró al suelo”.
Una expresión de idéntico sentido a esa del "toro agarrado al piso", tan actual y tan habitual. Una frase que yo pensaba, erróneamente, que era un neologismo y resulta que no lo es.
Como estos primeros días del 2015 son los de los buenos deseos para todo el año, prometo que, a partir de ahora, procuraré sustituir cuando proceda lo de "piso" por "suelo" en pos de ese casticismo añejo que tanto sabor le da al lenguaje taurino.
Frascuelo pasando de muleta con ciertos apuros y con auxilio del peonaje a un toro que no se agarra al suelo. Sin embargo, ese modus operandi (el toreo de piernas, que no de brazos, y la ayuda de los Cirineos como decía la reseña de la Lidia) era algo admitido por los aficionados conspicuos de la época. Hoy –los exija o no el toro- se admiten y toleran muchos menos recursos y licencias (Fotografía de Laurent)
La estocada de Frascuelo
He dicho que Salvador era mejor matador que torero. No está de más, por tanto, recordar una de sus espléndidas estocadas.
Esta otra reseña de la Lidia es de la corrida del 11 de julio del mismo año (1886) y describe muy bien como era la estocada de este diestro:
Salvador se estrechó tanto que el toro le pegó un palotazo en el brazo derecho destrozando la guarnición de esa manga. Algo que, en él, era habitual pues para Frascuelo sólo era buena la estocada cuando sacaba la manga derecha destrozada (o sea sin agremanes) de tanto estrecharse con los toros.
A la vista de ese prurito (vergüenza torera se llamaba y se llama) queda claro el porqué ese diestro alcanzó la fama que tuvo matando toros.
Frascuelo citando el toro para una de sus estocadas frascuelinas. Cita con la mano en el tupé pero muy enfrontilado con la res casi en el pitón contrario. El diestro de Churriana va a sacar destrozada la manga derecha de la chaquetilla de tanto estrecharse.
La cuestión es que, a un manso huido y que se defendía al hilo de las tablas, Frascuelo le propinó, en cuanto pudo o sea, cuando se agarró al suelo o sea, cuando se le aplomó, una estocada de la que salió el toro muerto sin puntilla (“muerto de la mano” como entonces, también castizamente, se decía).
Lo que ayer era virtud y hoy es defecto
Hecha esta digresión en homenaje a las estocadas de Frascuelo y volviendo al tema que nos ocupaba al principio, resulta interesante señalar como lo que, a mediados del siglo XIX (agarrarse al suelo), era una cualidad del toro necesaria para poder entrar al volapié con garantías, se ha convertido hoy día (agarrarse al piso) en un defecto capital pues dificulta e imposibilita la faena de muleta que hoy se exige.
En este siglo y medio, muchas cosas han cambiado y el interés de los públicos se ha desplazado desde la estocada a la faena de muleta, resultando que lo que que ayer era virtud es hoy defecto (y viceversa).
Y es que las modas son pasajeras… y la evolución del toreo, nos guste o no, inexorable.
Paulita cita de largo a Flameado, un bravo toro de Ana Romero “que no se agarra al piso” y que fue premiado en Zaragoza en 2012 un año después de que otro toro de esa misma ganadería destrozase la cara –que no la carrera profesional- de Juan José Padilla (Fotografía del blog Bravura Real)
Del aplomado y mayoritariamente mansurrón toro decimonónico (esto es una generalización) al bravo y generalmente repetidor toro de nuestra época (esto es otra), se ha recorrido un largo trecho.
Hoy –al contrario que en la época de Frascuelo- se necesita un toro que no se agarre al piso… Perdón, quise decir ¡al suelo!
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