miércoles, 19 de septiembre de 2012

José Tomás en Nimes (I) En el mundo hay mucho más

Dedicado a mis amigos Jack y Mireille Coursier

 

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Nimes (France)

Se puede vivir de otra manera

Lo decía con inimitable gracejo, Juan Belmonte por la vía de la pluma de Manuel Chaves Nogales:

Mi primer contacto con Francia me produjo un gran estupor. Aprendí en aquel viaje que en el mundo había más, mucho más de lo que desde el aguaducho de San Jacinto podía uno imaginarse.

Resultaba que se podía vivir de otra manera, que las gentes pensaban de otro modo y se movían por unos estímulos distintos de lo que nosotros sentíamos.

Los de mi pandilla al oírme contar estas cosas inverosímiles, empezaron a pensar que yo me estaba volviendo fantasioso

 

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Juan Belmonte en Nimes (1934)

Algo parecido a lo que sintió y pensó Juan Belmonte he sentido y pensado yo al conocer por primera vez la Francia taurina.

Pensamos, los españoles, que vivimos mejor que nadie y que sabemos más de toros que nadie puesto que hemos inventado el toreo y, además, lo hemos mamado desde la cuna.

Craso error pues nada vale si te lo dan regalado, si tú no te esfuerzas en merecerlo.

He viajado de cabo a rabo por la geografía española en pos del toreo, viendo toros, y la experiencia ha sido magnífica pues cada sitio tiene su personalidad y su interés pero lo de Francia supera cualquier expectativa.

Lo complicado es que tus amigos te crean cuando le cuentas lo que has visto… como le pasaba a Belmonte

 

El ambiente (taurino) de Nimes

El espectacular ambiente en los alrededores de la plaza de toros de Nimes después de una corrida.

Todas las calles y locales de la ciudad de Nimes se impregnan durante la feria (y durante todo el año) de sabor a toros, a flamenco y a España (¿O mejor sería decir L’Espagne?)

En cualquier callejón perdido, de esta bella y cuidada ciudad, te encuentras la tienda de modas donde no es raro ver un maniquí vestido con chaquetilla torera o la inmobiliaria de fincas rústicas y urbanas cuya oficina la preside una cabeza de toro de criminal mirada y de astifinos pitones.

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Desde Los Beatles hasta Marilyn Monroe, pasando por Louis Armstrong, en Nimes todos son toreros.

Por todas partes, las librerías (!En Francia hay librerías!) lucen en sus escaparates las más recientes novedades dedicadas a toros y toreros. Las fotos de José Tomás y el Juli, ilustran sus portadas junto a las de Juan Bautista y Castella, Castaño y Robleño. Junto a ellos, los libros de toros lucen las tremebundas pero elegantes estampas de los ejemplares de Prieto de la Cal y Miura, Yonnet o Margé.

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“Picasso bajo el sol de Françoise”. Portada del catálogo de la Exposición que se celebra en el Museo de las Culturas Taurinas de Nimes del 24 de mayo al 7 de octubre de este año. El tema taurino omnipresente en la ciudad Nimeña.

En los alrededores de la plaza un magnífico y elegante mercadillo llama la atención del viandante. Venden en él, desde capotes con los nombres de los toreros punteros (y de los menos punteros) hasta toros disecados, pasando por monteras en su estuche de cuero repujado o (por el módico precio de 800 Euros) trajes de torear completos pues gustan los aficionados franceses (pero también los franceses a secas, pues aquí la fiesta no está mal vista en los ambientes culturales ni en los otros) de decorar sus casas con cosas que recuerden nuestra fiesta. Fiesta que también es, por derecho propio, la suya.

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En Nimes, la temática taurina lo impregna todo. Hasta la publicidad (En la foto, propaganda de una empresa de autobuses)

Hay en Nimes una peña singular…

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Un espacio singular en pleno corazón de Nimes. Fotografía de la planta alta de la Revista Aplausos.

Ubicada en un antiguo taller que, en su día fue remodelado por sus propios socios, tiene Nimes un peña de entusiastas aficionados que (hace no tantos años) lucharon hasta la extenuación porque una vacada española de honda raigambre siguiese en las centenarias manos de la familia que la creó.

No fue posible conseguirlo pese al esfuerzo, incluso económico, que sus socios hicieron. Pero, en agradecimiento, el último de los ganaderos de la familia donó a la Peña todo el legado personal de la vacada y el de su familia con archivos, libros, cuadros, trofeos y demás recuerdos de un pasado glorioso. Incluyendo en el lote las cabezas de los toros míticos de la ganadería. Cabezas que ahora nos miran desde lo alto de las paredes de la Peña con una seriedad que todavía impone respeto.

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Mirada inteligente y astifinos pitones

La Peña tiene por nombre (no podía ser de otro modo) Espacio Pablo Romero y sus socios guardan con celo y cariño extremo la memoria de esa ganadería y esa familia ganadera en forma de Museo que se mantiene en exposición permanente.

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Eso, en la planta alta del antiguo taller, pues la baja está convertida en simpática y agradable bodega a la andaluza donde se trasiega sangría y se tapea paella valenciana a los sones de los aires festivos de Sevilla que es lo que allí se estila y gusta. Eso sí, el baile por sevillanas se hace bajo una enorme pantalla de video donde se van proyectando de forma continua imágenes de toros en el campo y de faenas de  los grandes toreros (Ordoñez, Camino,…) con los toros del mítico hierro de la herradura.

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La Bodega del Espacio Pablo Romero en Nimes. Toros y flamenco.

Por cierto que los espectadores que contemplan embobados  las arrancadas o el galope de los fieros toros de la pantalla son, muchos de ellos, jóvenes que no pasan de los treinta años. ¡Igualito que en España!.

 

Tengo un amigo en Francia…

Tengo un amigo en Francia aficionado a los toros. Mi amigo nació en un pueblo llamado Alés, cerca de Nimes, donde hay una diminuta plaza de toros pero donde no abundan los aficionados.

Desde luego, no los había en su familia.

Mi amigo me comenta que todos los días camino del colegio pasaba por delante de la plaza de toros de su pueblo, lo que acabó llamando su atención hasta el punto de interesarse por el espectáculo que se desarrollaba en su interior.

Así nació su afición a los toros.

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Todos los días camino del Colegio mi amigo pasaba delante de la plaza de toros de Alés conocida como Les Arenes du Temperá.

Nadie de su familia lo comprendía porque ninguno era aficionado. Su padre con el tiempo acabó admitiéndolo. Su madre nunca llegó a explicarse como era posible que el niño le hubiese salido aficionado.

Mi amigo me confiesa que desde entonces (y ha llovido) no ha pasado un sólo día en su vida que no haya pensado al menos un momento en los toros. Cinco minutos o cinco horas, pero todos los días, mi amigo sueña el toreo desde Francia.

 

Según sus merecimientos

A la vista de todo esto, lo primero que uno piensa es por qué oculta razón no tenemos en nuestro país sitios parecidos. Y no hablo de bares de copas, pues de esos sobran, sino del Museo y las librerías y las tiendas y los mercadillos taurinos. Y también sorprende que no tengamos aquí una juventud que se embelese con el toreo ni aficionados tan soñadores como mi amigo francés.

Y la conclusión inmediata es que tenemos lo que nos merecemos. Por eso, porque cada cual recibe lo que se merece, en nuestro país el toreo se critica, ignora o prohíbe.

Francia tiene también lo que se merece pero, al contrario que en España, y porque se lo han ganado a pulso, la Francia torera (y con ella mi amigo francés) tuvo el pasado domingo la dicha y el premio (aunque mejor sería llamarlo recompensa) de poder disfrutar con la histórica actuación de José Tomás en el anfiteatro romano de Nimes.

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El premio (mejor dicho, recompensa) en forma de entrada que tuvieron los aficionados franceses el domingo pasado (y también por suerte y espero que también por merecimientos propios, el que tuvimos algunos aficionados más de otros países).

 

Epílogo (que es un prólogo)

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 El Presidente acaba de sacar el pañuelo blanco. José Tomás, al que se presiente en la Puerta de Cuadrillas, va a iniciar el paseíllo en Nimes. Es un momento histórico. Son las 11:30 horas del domingo 16 de septiembre de 2012.

(Continuará…)

4 comentarios:

Juan Medina dijo...

Insuperable tu manera de contarlo, Jose. Como una gran novela por entregas del XIX. Ya estoy deseando que empiece el paseíllo...

Y lo de Francia, ejemplar, en el sentido de ejemplo de sociedad taurinizada: librerías (abiertas), museos (vivos), mercadillos (de calidad), peñas (activas).

Una feria taurina que no se limita a las dos horas del festejo dentro de la plaza, sino que impregna la ciudad durante todo el día. Para que en España pasara algo así... ¡tendríamos que clonarnos en franceses! Bueno, en el fondo sí creo que se podría "resetear" la España destsurinizada. Si no, plegaría el blog.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

El tema excede y mucho lo estrictamente taurino, aunque a su vez le afecta de lleno al mundo de los toros.
He comentado, más de una vez, a conocidos el ambiente en ciudades como Nimes y no dan crédito a lo que les relato. Seguidamente la pregunta es cual es el motivo de censurar los medios informativos esta realidad.
La cuestión tiene mucha miga.Lo primero que se te viene a la cabeza es que la sociedad española es una sociedad ignorante y acomplejada.Cada día que pasa dudo más de la bondad de la guerra de la Independencia.

Jose Morente dijo...

Juan:

Comparto contigo la creencia de que es posible "resetearnos". Que lleguemos al nivel de los aficionados franceses parece más complicado, hoy por hoy.

En cualquier caso, enfoques y análisis del Planeta de los Toros como los que se hacen en el blog "El Escalafón del Aficionado" son los que nos llevaran un día a poder equipararnos con nuestros simpáticos (y tan buenos aficionados) vecinos franceses.

Un abrazo

Jose Morente dijo...

Anónimo:

Efectivamente. Parece que Juan Belmonte, usted y yo coincidimos en lo dificil que es explicar en España cuan interesante y conocedora es la afición francesa Y, sobre todo, ¡lo difícil que es que nos crean!

Un dato sobre la guerra de Independencia (absurda como todas las guerras), y poco conocido, es la gran cantidad de festejos taurinos que se organizaron en nuestro pais por mandato del Rey (José Bonaparte) para congraciarse con la población civil. Objetivo no logrado. Esta historia está muy bien reseñada en un curioso libro titulado "Los toros de Bonaparte" del que hay una edición en facsímil muy reciente.

Un abrazo