miércoles, 9 de noviembre de 2016

El viernes en Córdoba

Por Jose Morente



Alabado por muchos (En México era un dios) y criticado por algunos, la figura de MANUEL RODRÍGUEZ MANOLETE, pieza clave en la historia del toreo, se agiganta a medida que pasa el tiempo. 

Manolete no es el martillo que destroza y pulveriza las normas clásicas o el canon belmontista, como algunos han dicho, sino el torero en el que culmina el sueño del toreo en redondo que tantos desvelos e inquietud había provocado los toreros desde los albores de la Fiesta. Al mismo tiempo con Manolete empieza también la andadura, la magnífica andadura, del toreo moderno.

Sin conocimiento, no puede haber entusiasmo ni empatía. Analizar el toreo de nuestra época, sin conocer cuál ha sido el papel y legado de Manolete (y el de Guerrita, y el de Joselito el Gallo y el de Chicuelo) en su construcción, es imposible

Quizás ese desconocimiento sea la principal causa del desapego de muchos aficionados de hoy hacia el toreo de hoy. Un toreo que es hijo legítimo y magnífico de la apuesta que hace ya 70 años hizo, en los ruedos, un cordobés cabal y honrado como pocos.

Es necesario, por tanto, evocar su figura, analizar su papel en la historia del toreo y recuperar su memoria. Sólo entendiendo a Manolete y descubriendo lo que significó y supuso su arriesgada apuesta torera, podemos entender plenamente el toreo de nuestra época. 

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