miércoles, 4 de noviembre de 2015

Cuaderno de notas (LXVI) Un jarro de agua fría sobre nuestro entusiasmo

 
Ava Gadener en la Maestranza de Sevilla, reacciona ante una cogida de Manolo González. Corría el año 1950. El disfrute del espectador, sus emociones, no deben verse empañados, bajo ningún concepto, por un mal entendido prurito técnico
 
"Los toros, o sea, la fiesta taurina, como sucede con todos los espectáculos y en general con todas las manifestaciones de arte, pueden considerarse desde dos punto de vista diferentes y hasta casi se podría decir antagónicos; uno es el del simple espectador aficionado; y otro el del profesional y por extensión el del aficionado práctico.
 
Para estos tienen los lances un valor técnico, mientras que para aquellos no lo tienen más que espectacular.
 
(...)
 
El torero y el que ve los toros con ojos de torero, no hay más remedio que repetirlo, da la máxima importancia a detalles y formas de ejecución en las suertes que el no profesional, el simple aficionado espectador, es muy difícil que aprecie, aun conociendo teóricamente y de memoria en que consisten.
 
El entusiasmo, la emoción, que le haga experimentar un determinado lance, por su belleza, por su gallardía, por su elegancia, por lo que haya puesto de personal, y por lo tanto, de nuevo e imprevisto, el diestro que lo realiza, distraerá su atención hasta el punto de olvidar en que terreno, con que ventaja o desventaja, etc. se ha llevado a cabo.
 
El profesional, por el contrario, eso es lo que tendrá en cuenta; y sobre nuestro entusiasmo verterá un jarro de agua fría, haciéndonos saber que aquello hubiera tenido mérito un poco más fuera del tercio, bajando otro poco más el capote, adelantando la pierna contraria, etc., etcétera, también.
 
Total, que el aficionado espectador que estaba la mar de contento con el buen rato que el tal torero le había dado, so pena de confesar su ignorancia, ha de renunciar a la impresión recibida y trocarla por la ajena.
 
(...)
 
Lo que yo trato, con los reparos expuestos, es de evitar que un exceso de técnica perturbe al aficionado, lo desoriente, lo desconcierte, acabando por no saber qué es lo que le gusta o qué es lo que le debe de gustar o no gustar."
 
Tomas Orts y Ramos "Uno al Sesgo" El arte de ver los toros (Nueva edición ilustrada, corregida y notablemente aumentada, Barcelona, Ediciones de la Fiesta Brava, 1928. Páginas 7-11)

 
El punto de vista del torero es muy distinto al del espectador. Pepín Martín Vázquez, en la misma tarde, ve la corrida mezclado entre el público. El conocimiento de la técnica es positivo si nos lleva a entender mejor lo que ocurre en el ruedo sin mermar nuestro entusiasmo pero cuando la técnica sólo sirve como jarro de agua fría para enfriar nuestras emociones, es preferible prescindir de ella.
 

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