domingo, 12 de mayo de 2019

La camisa bien "planchá" de Pablo Aguado

Por Jose Morente


Pablo Aguado en Sevilla (Maurice Berho para Mundotoro)

A las doce de la noche del pasado jueves, Nieves planchaba una camisa de torero. Mucho almidón era la receta que le había dado su madre. "Las camisas de los toreros necesitan mucho almidón". Nieves -amiga y partidaria del torero sevillano Pablo Aguado- no sabía bien porqué ni para qué hacía falta tanto almidón pero si sabía que el toreo está hecho de detalles. O, mejor dicho, lo intuía. Igual que intuía que un detalle importante podía ser esa camisa bien "planchá" de su amigo que ahora, doce de la noche del jueves para el viernes, tenía entre sus manos.

La importancia de una camisa bien "planchá" es mucho mayor de lo que Nieves pudiera pensar o intuir. Hay muchas maneras de torear pero si quisiéramos simplificar el torero, si quisiéramos agrupar a los toreros en dos grandes grupos, yo no hablaría de toreros de arte o toreros de valor, sino de toreros apolíneos y toreros dionisíacos. Tiene más enjundia, mucha más enjundia, esa división que la otra.

Desde la sencillez, fluidez y apostura de un Joselito el Gallo al desgarro, tensión y la colisión geométrica de líneas de un Juan Belmonte, va todo un mundo. No son lo mismo, no pueden serlo, el estoico Manolete que el atlético Arruza. Ni el cerebral Camino que el visceral Cordobés. Ni la apostura de Lagartijo que la chulería de Frascuelo. Ni la suficiencia de Guerrita que la tragedia del Espartero. No es lo mismo la camisa bien "planchá" de los primeros que la pechera desabotonada de los segundos.

Son dos opciones, legítimas ambas, pero bien diferentes que no tienen nada que ver porque representan dos formas diferentes de torear, dos modos de entender el toreo, dos visiones del mundo contrapuestas. Cosmogonías, que le dicen.

Del toreo entendido como lucha y pelea contra una fiera, de Belmonte, Arruza, el Cordobés, Frascuelo o el Espartero (¡Qué tremendos toreros!) al toreo concebido como una sutil y suave caricia a un toro bravo y noble, de Joselito el Gallo, Manolete, Paco Camino, Lagartijo o Guerrita (¡Que grandiosos toreros!). 

Y he elegido esos nombres, he querido evocar su memoria con mucha intención, con toda la intención, para subrayar lo no evidente, el toreo minimalista y sin arrugas de Pablo Aguado. Porque lo evidente, lo que a todos nos vino a la memoria, real o imaginada, viendo torear al torero de la camisa bien planchá fueron los nombres de Pepe Luis Vazquez, Curro Romero, Pepín Martín Vázquez, Chicuelo y Manolo Vázquez. El toreo sevillano en vena. Canela fina del más fino árbol del toreo. Pura estirpe torera.

O lo que es lo mismo, el toreo sin arrugas.












Fotografías de Empresa Pagés, Arjona (Aplausos) y Maurice Berho (Mundotoro)

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