lunes, 13 de mayo de 2019

Arroz y naranjas en los bares de Sevilla

Por Barquerito

Calle Albareda esquina Polavieja en los años 50

La costumbre en los bares de Sevilla que sirven a diario arroz en tapas o raciones es sacarlo a las dos de la tarde y apenas antes, nunca después. En Sevilla se cultiva todavía más arroz que en Valencia -tal vez sea una exageración supremacista- y dicen que más naranjas también. Lo de los naranjales no es novedad. Lo he visto con mis propios ojos. Este año, con la cosecha recogida porque aquí la fruta es temprana. Todavía se oyen caer a plomo naranjas a plomo de los árboles de ciudad, que son muchísimos.

El aroma seductor del azahar tuvo su época: las dos primera semanas de abril. Ahora hay que comprarlo envasado y destilado. No es lo mismo.

El horario estricto de los arroces reza con los caldosos y, como todos los caldosos son de pescado, tienen nombre genérico: arroz marinera. No marinero, como pediría la gramática. Es que hay una caída deliberada de preposición y artículo: arroz a la marinera. Y en algunos bares de los antiguos dicen marinera y se entiende. La evocación de aquel arroz de las dos de los domingos de La Trastienda, en la racial Alfalfa, me hace salivar todavía. Y han pasado años. Dos o tres. El arroz del Barbiana en la calle Albareda, servido en platillo sopero, es una tapa extraordinaria. No es de receta fija. El de hoy traía de sorpresa almejas. Y siempre atún o bacalao, y pimiento. El pimiento colorado cortado menudísimo le da al marinera un toque exquisito. El pimiento es nutriente perfecto.

Según se va acercando la feria, en los garitos buenos remolonean. Ni gazpacho -el del Barbiana es el mejor que he probado en toda mi larga vida- ni salmorejo. Hace no tanto en Sevilla estaba proscrito el salmorejo solo por ser receta cordobesa. Ahora no. En la Taberna del Góngora -poeta cordobés-, cerca del lindo Barbiana, mantienen fiel su tradición del gazpacho no demasiado batido. Se quedan pedacitos de ajo en la lengua. Y en casa, antes de ir a los toros, conviene cepillarse bien la lengua. Y los dientes quien los tenga. Uso un dentífrico francés de color azul. Por darle color a la vida.

BARQUERITO. Postdata a la crónica de la corrida del viernes de pre-feria (COLPISA).

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