Por Jose Morente
Antonio Díaz Cañabate, en una foto histórica pues se trata de la ultima aparición en público de Juan Belmonte, el 1 de abril de 1962, en el Puerto de Santa María.
La propaganda no es buena
Decía don Gregorio Corrochano, en un capítulo perdido de uno de sus más conocidos libros, que la propaganda excesiva (aquella que se encubre en forma de crítica taurina) no era buena para el toreo ni para los toreros pues el triunfalismo confunde y contagia de impudor y engreimiento. Tenía razón el cronista de ABC y sus consejos eran más que útiles en una época donde la venalidad era la norma.
Hoy día la aparición de Internet y las redes sociales ha posibilitado la incorporación a estas tareas reseñadoras de una ingente cantidad de aficionados generosos y desinteresados. La crónica taurina ha dejado de ser por tanto coto de profesionales y la independencia de sus autores ha subido de forma notoria pero, lamentablemente, hay que reconocer que, sin embargo, la situación no ha mejorado mucho pues la fiabilidad de esas reseñas taurinas sigue bajo mínimos.
Y es que salimos de los toros entusiasmados (o deprimidos o moderadamente alegres) y cuando leemos las crónicas del día siguiente (profesionales o no) tenemos que frotarnos los ojos pues lo que allí se cuenta rara vez corresponde al espectáculo que vimos en la plaza. Situación que creo viene de antiguo.
Un ejemplo de lo anterior son las distintas valoraciones que ha merecido la última corrida retransmitida por TVE. Mientras unos disfrutaban en la plaza, otros calificaban el mismo espectáculo de bochornoso. No importa quien tenga razón (si es que alguien la tiene), lo importante es la distancia abismal que existe entre los distintos puntos de vista que tienen apocalípticos e integrados, la incapacidad de cada uno de estos grupos de entender las razones de los otros y el convencimiento de todos de estar en posesión de la verdad más absoluta.
Las razones, para que estas distorsiones se sigan produciendo, son muchas y complejas. Pero para mí la principal es el grado de subjetividad (derivado del desconocimiento) con el que se analiza lo que ocurre en el ruedo.
¿Quien es el mejor crítico?
Es la misma opinión que tenían Domingo Ortega y Antonio Díaz Cañabate. En efecto, decía Ortega en una entrevista que le hacía El Caña:
"A mi forma de ver, el arte de torear es lo que está más aislado que cualquier otra profesión. Es decir, el crítico va un poco, caprichosamente, a su forma de sentir y de ver las condiciones que tiene el que está en la plaza. Pero, en términos generales [los críticos] no son hombres que han dedicado la vida al estudio de lo que es el arte de torear y por eso, tiene tan poca fuerza en términos generales. Si la crítica del arte de torear estuviera formada por hombres que se hubieran vestido de torero, yo creo que la cosa variaría".
A lo que el propio Cañabate apostillaba:
"Yo también lo creo. Yo, me habrás oído sostener muchas veces, que yo los mejores críticos que he leído (y creo que he leído a todos los que han escrito sobre toros porque no son muchos) pues ha sido siempre el torero. E, incluso, un torero mediocre. Porque no hay ningún arte que pueda, como el del toreo, juzgar delante de un animal, lo que ese animal está haciendo. Qué no [lo] sabe el que está en el tendido.
Porque tú puedes juzgar de pintura. Ahí estamos viendo unas rosas. Pues, esas rosas, no se necesita ser pintor para saber que son bellas mientras que el toro, [se] necesita saber qué clase de toro es para saber si es bueno o malo. Y desde ese momento, juzgarlo con arreglo a sus condiciones. Y eso es lo que no hacen ni el aficionado ni el crítico porque no saben, porque no están cerca del toro"
Aunque, personalmente, no creo que haga falta ser torero para hacer crítica de toros, si creo necesario atesorar ese conocimiento práctico y real (que no es ni teórico ni especulativo) del que nos hablan Cañabate y Ortega. Un crítico y un torero ¿Estamos?
Juan Posada, fue crítico taurino después de retirarse de su profesión de torero.
Adenda
Aunque hemos transcrito literalmente parte de lo dicho por Ortega y Cañabate en la entrevista que ambos mantuvieron en el campo, hemos creído conveniente insertar el video correspondiente al inicio de dicha entrevista (incluyendo el susodicho párrafo) pues lo dicho por ambos tiene más fuerza oído de sus propios labios.
Lo mejor además es que, sobre el fondo de los comentarios, vamos a poder ver torear a Ortega en el campo, ya mayor, pero con su peculiar y personal estilo, en ochos, yendo siempre a buscar el rabo del toro.
Una delicia…
28 comentarios:
El único dueño de la verdad eres tú.
Sabino.
Anónimo 1:
Todo lo contrario.
Precisamente, lo que quiero denunciar en esta entrada (y en todas las demás) es el dogmatismo y el convencimiento de estar en posesión de la verdad absoluta del que hacen gala tantos aficionados a los toros que (como usted) no admiten otro criterio que el suyo propio...
Buenos días.
Yo no vea nada claro que si los críticos fueran antiguos toreros se haría mejor.
Pienso que el corporativismo primaría sobre la objetividad.
En la retransmisiones de tv los toreros que comentan la corrida, jamás dicen nada malo de los toreros, del toro, presidente y del público no tienen problemas en criticarlos si lo estiman oportuno.
Por otra parte todos los toreros tienen sus puntos fuertes y débiles ¿el crítico extorero afeará la conducta a otro por fallar en lo mismo que falló el? o lo tapará para no ponerse a el mismo en evidencia?
Me parece mas fácil encontrar la independencia y objetividad desde fuera que desde dentro.
Un Saludo.
Lo que quieres es aliviar a los hierros que,no resisten la suerte de varas.Lo actual está ayuno de emoción y tu posición está en la línea de Molés.Todo lo malo es culpa del toro.
P.D.No te gastes comentando,no regreso más.Me deprimes.
Sebastián
En mi opinión, cuando Cañabate y Domingo Ortega opinan que el mejor crítico es el torero (no necesariamente retirado) creo que están señalando que los aspectos técnicos del toreo no son fáciles de apreciar ni siquiera por los aficionados más conspicuos.
No es una cuestión de corporativismo sino de conocimiento. Eso no quita para que el espectador (sea o no aficionado) no pueda tener su propia opinión (legítima) sobre lo que le gusta y lo que no.
Pero una cosa es manifestarse el público en la plaza (aplaudiendo o silbando) y otra pontificar desde cualquier tribuna sin el mínimo conocimiento necesario que, en el caso del toreo, debe ser un conocimiento empírico. No teórico, ni mucho menos dogmático.
Ahí, creo que está el quid de la cuestión y no en que, necesariamente, sólo puedan hacer crítica los propios toreros, algo con lo que yo mismo, ya lo he dicho en la entrada, no estoy de acuerdo.
Un saludo
Anónimo 2:
Se equivoca usted en sus suposiciones.
Por otra parte, si cada vez que escucha una opinión diferente de la suya, se deprime... tiene usted todas las papeletas de acabar con una depresión de órdago.
Saludos.
Con la expresión "Saber de toros" da titulo a esta entrada. Por otra parte bien sabe qué, sobre el tema tratado en ella, hemos tenido conversaciones en privado en las que le he manifestado que la crítica taurina -la separo totalmente de la crónica- debe ser ejercida por el aficionado y dirigida al propio aficionado. Acepto como excepción a Juanito Posada, caso en el que no hubo incompatibilidad ya qué, su objetividad estaba por encima de convencionalismos, connivencias y conveniencias.
Ya que ha puesto como ejemplo de percepción la pintura de esas rosas, me permito colocar otras comparaciones con las que he de decirle que no tengo referencias de qué, Don Alfredo Marquerie, el gran crítico de teatro en ABC fuese autor de alguna obra o en su defecto, al menos fuera buen actor. Tampoco supe que mi amigo, séneca y maestro, "El Curro", Don Francisco Torres de Écija, el entrañable crítico de Cante Flamenco de la Codorníz -su mujer sí- fuese un buen "cantaor". Y menos aún, tengo noticia de que Rafael Pulgar García, gran ilustrador, también en la Codorniz y compañero mío de curso -todavía nos vemos a diario- fuese profesional de la política.
El Caña sabía de Toros hasta dónde pudo. En ese mismo invierno de 1962 mantuve, yo con mis veintidós añítos, en el Salón de Actos de la Casa de la Falange en Jaén, una polémica de dureza e intensidad impresionantes, en la que trató de convencerme de que era necesario meter el pico de la muleta (defendía a Ordoñez). Así qué, no me pongas como ejemplo a Don Antonio Díaz Cañabate, tal vez sí, como buen escritor y, referencia del articulo literario. A Domingo Ortega, mejor callado y con la penitencia de borrar las rayas del ruedo, quise verlo.
Usted puedes ser paradigma de buen crítico, si se lo propusiere; pero ha comenzado mal al ser el más leído y, cuando no reconoce como Señor de la Fiesta al Toro. Y creo que lo hace porque ha asentado sus criterios sobre la demolición de los Cánones; los cuales con su "torito" no son posibles. Con la moderna tauro-mentira ya no tienen qué, demolerse ni ser anatemizados; sencillamente no harán falta, ya no será necesaria su aplicación; y sobre todo sí las vacas bravas paren torusquillos (perdón pido al torusco de parada o yugo) de los indultados en estos días.
Saludos de Gil de O.
Estimado Gil de O.:
Vamos por partes
Primero.- La conversación de Cañabate y Ortega me llamó la atención porque me sorprende que un crítico que no era torero admita que el ideal para hacer crítica de toros es un torero. Que lo diga Ortega parece lo normal pero que lo diga Cañabate produce cierta extrañeza.
No entro en quien debe hacer crítica o crónica taurina. No es mi intención ni mi objetivo (por ahora) tratar esa cuestión. En esta entrada pretendía solo poner de relieve lo “relativo” de nuestras opiniones (de cualquier opinión) sobre ese tema.
Segundo.- Las comparaciones que cita no desdicen, creo, sino que abundan en la tesis de la entrada.
Es el propio Cañabate el que centra muy bien el debate cuando señala que el factor toro (su comportamiento) hacen del toreo caso aparte y distinto al teatro, la pintura o el cante. Lo que si tengo claro es que el que escribe obras de teatro, el que pinta o el que canta tienen mucho ganado para valorar la verdadera dificultad de una tragedia, un cuadro o una seguiriya. Lo que no impide, por supuesto, que haya aficionados en cada materia con una gran sensibilidad ante la obra que se les presenta. Ese es otro tema. La necesidad del artista de tener un público que le comprenda. Para él es para quien se escribe, dibuja, canta o torea. No para el crítico o el cronista.
Tercero.- Mandar callar a Cañabate y Ortega no me parece lo correcto. Mejor rebatirles ¿O no?
Por lo que respecta a Cañabate, el mismo era el primero en reconocer sus limitaciones en orden a la técnica, eso da más valor o interés a sus opiniones. Ortega es uno de los factótum del concepto erróneo que hoy tenemos sobre “cargar la suerte”. También creo, por ello, de interés conocer lo que opina sobre la crítica.
Cuarto.- No me sobrestime. Personalmente no me veo como paradigma de nada ni creo ser muy leído. Al contrario, cuando escribo siempre estoy pensando sólo en los tres o cuatro amigos (como usted) que leen y, en su caso, comentan habitualmente estas entradas.
Por lo que respecta al orden de prioridades, no creo que el toro deba estar por delante (ni por encima) del torero. NI al revés, tampoco. Toro y torero tiene su sitio y ambos evolucionan con el tiempo. Una lectura atenta de la historia creo que lo demuestra sin lugar a dudas (sobre la evolución del toro, en particular, aconsejo el libro de Domingo Delgado, “Avatares históricos del toro de lidia” que estimo imprescindible).
En ese sentido, no creo que sea buena ni la fiereza extrema, imposible de domeñar (por muchos que a algunos le divierta) ni la docilidad bobalicona que quita emoción (por mucho que a algunos le interese).
Finalmente, no crea usted que tengo ningún interés oculto alguno en demoler los sagrados cánones del toreo pero si poner en solfa aquellos dogmas que, en mi opinión, y sin base real alguna, sólo se utilizan de coartada para valorar negativamente el toreo actual…
Un cordial saludo
Si entiendo bien el tema de la entrada, en medio de algunas polémicas, se trata de determinar las condiciones de una crítica fiable y objectiva, pensando Ortega y Cañabate que solos los que han toreado son capaces de analizar el toreo con certeza, gracias a sus conocimientos de los toros. Parece sensatez... Pero, cada torero tiene su concepto del toreo, su manera de analizar las situaciones, y se necesitaría confrontar las declaraciones, hacer la síntesis de opiniones contradictorias, y no alcanzaríamos la verdad con garantía. Sin embargo, este problema no se planteará : los profesionales tienen muchos conocimientos, experiencia, pero no dicen nada, o casí nada. Silenciosos, los toreros. O no saben hablar, o no saben escribir, o nadie piensa a pedirles que se expresen (lo que es una pena), o no quieren exponer sus opiniones, para no molestar a nadie, o piensan que los de los tendidos no valen la pena. Cuantos ensayos de tauromaquia, analisis de las diferentes maneras de torear, críticas del toreo de sus contemporáneos u otras reflexiones nos han dejado los toreros ? Poquisimos, casí nada. Lo mismo podría decirse de los ganaderos. El mundo del secreto. Omertá. Cuantos toreros y ganaderos aceptan participar a tertulias después de las corridas ? Muy pocos.
Ojalá, hay periodistas con profesionalidad, aficionados asidúos y listos, que expresan sus opiniones, explican lo que entienden, escriben libros. Y si no nos parecen contundentes sus críticas, tienen el mérito de fomentar la reflexion. Sean agradecidos. Un abrazo admirativo, don José.
J.Coursier
Estimado J. Coursier:
Como le decía a Gil de O. no se trataba tanto de establecer cuáles serían las condiciones de una crítica objetiva (tema del que nos tendremos que ocupar más adelante) sino de poner de relieve la distancia que hay entre la percepción del espectador y lo que lo que realmente ocurre en el ruedo.
Es cierto que cada torero tiene su concepto y su modo de ver los toros, como usted señala, pero no es menos cierto que la proximidad a la res le facilita una información de primera mano que no tiene el que está en el tendido. Y cuidado, porque puede haber espectadores atentos que capten de primera matices que pueden escapar al ojo del profesional. Pero no es lo normal.
Creo que la causa de la dificultad de apreciar cabalmente lo que realmente ocurre en el ruedo se debe a nuestra manera de “ver” los toros. Cuando la mirada está condicionada por clichés y prejuicios, tópicos y dogmas, es muy difícil valorar objetivamente lo que ocurre en el ruedo. Pues lo que ocurre en el ruedo no es una traslación al plano real de determinados planteamientos teóricos (la cuestión no es torear conforme a unos cánones determinados, ni mucho menos) sino la aplicación de reglas prácticas que los toreros deducen de la experiencia.
Eso no quiere decir que el mejor crítico tenga necesariamente que ser un torero como proponen Cañabate y Ortega. Al público los matices técnicos le traen al pairo pues sólo le interesa el resultado no los medios para conseguirlo. Por ello, el crítico, que (como decía Uno al Sesgo) debe escribir para el público, es en esos aspectos en los que debería hacer hincapié. Por eso, coincido con usted en que son aquellos periodistas atentos y sagaces (no dogmáticos) los que fomentan el debate y los que nos hacen reflexionar. Y a los que debemos nuestro agradecimiento eterno.
Un cordial saludo
Todo está muy bien don Jose, pero como usted nos ha repetido tantas veces, estas épocas nuestras no son las de antes. Y eso de querer críticos que sepan de toros y de la tan cacareada técnica para educar al respetable, presupone que el respetable sepa y quiera leer: una entelequia hoy en día. Pues en el presente ya no hace falta mucho seso para saber si el toro sirve o no. Cuando -cada seis mil tardes- sale un toro bravo la gente no necesita que se lo expliquen con una pizarra, ositos y manzanas. Todo lo demás son -casi siempre- espectáculos bochornosos, triunfalistas y aburridos, protagonizados por pegapases frente a bichos mansos, débiles y bobos, para un público que es feliz en la ignorancia y que gusta de las lluvias de orejas y los indultos. Quizá el último bastión para poder aplicar los preceptos del Caña y de Ortega sean las novilladas con o sin picadores, o los festejos que torean los coletas de menor fama y fortuna frente a cornúpetos que las figuras no quieren ver ni en daguerrotipo. Además, no debe olvidar que de toros las únicas que saben son las vacas, y no todas... Reciba usted un cordial abrazo de parte de Gastón Ramírez.
Estimado Gastón.
Su comentario denota un desencanto y hastío hacia el toreo actual que lo convierten (quizás sin querer o queriendo, no lo sé) en el mejor exponente del discurso apocalíptico más radical.
Nada que ver, en mi opinión, con la realidad, pues como le conozco bien, sé que su talante personal (encantador) no coincide con su agrio discurso.
Tanta crítica me hace pensar que la últimas corridas que haya presenciado deben haber sido un fiasco.
Por ello, creo necesaria una terapia de choque inmediata y dado que José Tomás no piensa torear por ahora, le envío este enlace.
http://www.youtube.com/watch?v=LZuenC_C87c
Despues de verlo, le garantizo que sentirá un placer indescriptible, el gozo le subirá de los pies a la cabeza y se sentirá flotar como en una nube. Para colmo, el toreo actual le parecera la maravilla de las maravillas.
Y no me venga con objeciones: José Tomás es un torero de esta época. Mejor dicho, "el" torero de esta época.
Atentamente
Un cordial y fuerte abrazo
¿Toro? Venga la música.Es lo suyo.
Se te ve el plumero.
Aquí una réplica de Uno al sesgo: http://dominguillos.blogspot.com.es/2013/03/toreros-comentaristas.html
Saludos
Vazqueño:
Muchas gracias por la referencia a Orts y ramos (Uno al Sesgo) de quien ya habíamos recogido nosotros esas opiniones en una antigua entrada de este blog (el 18 de abril de 2012 para ser más precisos):
http://larazonincorporea.blogspot.com.es/2012/04/valor-tecnica-o-arte-2-parte.html
Precisamente, incluíamos esas opiniones de Uno al Sesgo, en contraposición a otras afirmaciones de Cañabate (sacadas del Cossío Tomo 5/30), donde este abundaba en el mismo criterio que en la entrevista con Ortega.
Resumiendo a ambos autores creo que la posible conclusión sobre el tema podría ser:
1. El único que verdaderamente sabe de toros es el torero que está delante de ellos, por lo que, normalmente, el crítico se tiene que limitar a juzgar por las apariencias (Opinión de Cañabate y Ortega)
2. Lo anterior no supone problema pues son las apariencias (la emoción y la belleza. O sea, el valor y el arte), precisamente las cosa que interesan a los públicos que es para quien debe escribir el crítico (opinión de Orts y Ramos)
3. Lo que no tiene sentido (en mi opinión) es que el crítico escriba y juzgue, no sobre las cosas aparentes (el valor y el arte) sino que lo haga sobre las cuestiones técnicas cuyo conocimiento profundo y último le está necesariamente vedado.
Concluyendo. En mi opinión, hacer critica de toros valorando y haciendo hincapié en las cuestiones técnicas del toreo (la colocación de la muleta, la posición del torero frente al toro, las distancias, los terrenos, la colocación de las piernas durante el lance, etc.) como se hace hoy habitualmente pero sin el conocimiento profundo que de estos temas tiene un torero (cualquier torero) es legítimo pero supone una mixtificación inaceptable.
Un fuerte abrazo
El torito bonito,noble,justo de fuerzas y sin picar.Así es como quiere él toro de hoy.Por ello la monotonía,la falta de emoción y el alejamiento del aficionado.
El toro es el rey de la dehesa y la fiesta.Señor Gil de O no pierda tiempo.
Le trou.
Saber de toros. ¡Qué difícil! Tal vez sea imposible. Acaso ni siquiera sea tan importante para sentir la emoción del toreo.
¿Es necesario haber toreado para saber de toros? No. Rotundamente no. Puede ayudar, pero hay toreros que tengo para mí que no saben de toros.
Tuve un profesor que cuando presenté a corrección mi primer proyecto en la escuela se echó para atrás en su silla y mirándome muy seriamente me dijo:
- Quien sólo conoce la casa de su abuela sólo será capaz de proyectar la casa de su abuela.
Después dijo aquello de ¡que pase el siguiente!
Y es que para saber de algo hay que estudiar y ver (no basta con mirar). Conocer a los maestros y enriquecerse con la diversidad se sus aportaciones. Esto abre la mente y afina el juicio.
No necesitamos torear para analizar el toreo de Joselito, Belmonte, Manolete, Domingo Ortega, Antoñete, Rincón, Ponce o Manzanares. Tenemos otras herramientas, otras capacidades intelectuales e innumerables fuentes a las que acudir.
Si además, tratamos de experimentar en primera persona, añadiremos un punto de vista más, pero sólo eso.
Es más si exigiéramos la experiencia como condición para ejercer la crítica taurina, sólo engrosarían las filas de los plumillas aquellos que hubieran pasado con suficiencia el filtro del valor.
Sólo los valientes podrían criticar. ¡Mmmmm ¡ No suena mal, tal vez no fuera mala idea.
- Niño, antes de escribir demuestra que sabes y que eres valiente.
- Bueno, es que…
- ¡Que pase el siguiente!
Anónimo 3 (el de la música):
Veo que sigue usted en la brecha ¡Admirable empecinamiento!
Anónimo 4:
Lamento informarle que se equivoca usted en todas sus suposiciones.
F. Romero:
Efectivamente, coincido en que no hace falta ser torero para poder ser crítico de toros.
De igual modo, para analizar el toreo y "saber" de toros, en sentido amplío, no hace falta saber torear. En eso, creo que estamos (¿todos?) de acuerdo.
Sin embargo, en mi opinión particular, para atreverse a analizar el toreo desde el punto de vista estrictamente técnico (no el de la estética o el arrojo) si creo que ese conocimiento directo es impagable y, quizás, imprescindible.
Para "saber" de toros, de la técnica del toreo, no hace falta saber torear (aunque ayuda) pero si escuchar a los toreros o, como usted dice, saber verlos.
En la historia del toreo ha habido toreros que han entusiasmado a los públicos; otros que han encandilado a los aficionados y, finalmente, otro, el grupo de los elegidos, que han sido "torero de toreros". No siempre han coincidido sus nombres. Las diferencias creo que han venido marcadas por los diferente conocimientos técnicos de públicos, aficionados y toreros.
Un cordial saludo
PD. Un posible debate: ¿Que significa "saber" de toros?
Muchas gracias por defender a los toros de la abusiva pica.
Walt Disney y Sony.Inc.
Anónimo 5:
¡Qué atrevida es la ignorancia!
Pienso que la Identidad "Anonimo" da un buen ejemplo de lo que es la mansedumbre de los malos toros sin casta ni bravura, o de la cobardía de los toreros sin valor.
J.Coursier
Totalmente de acuerdo con Jack Coursier,hay mucho anonimo de media casta...Saludos de Domi.
Después de leer esta interesante entrada (como siempre), me he acordado del polémico crítico (pero, para mi extraordinario) Alfonso Navalón. Creo que el título ("saber de toros"), se ajusta perfectamente a su persona. (otra cosa es lo que escribiera, cómo lo escribiera, lo que hablara y cómo lo hablara). Como dice Felipe Romero, el ser "aficionado práctico" es otro punto de vista y estoy de acuerdo, pero no creo que sea uno más, pues bien, Navalón que toreó numerosos festivales, compartió infinidad de tentaderos con toreros de la época, figuras, toreros retirados y demás y compró ganado bravo (yo creo que más bien para "consumo propio" que con fines comerciales)...En fin que tenía bastantes puntos de vista para dominar la materia, como así era. No quiero decir con esto que para saber de toros haya que hacer todo esto, pero si me parecen suficientes argumentos para conocer el toreo desde todos sus ámbitos. Y otro aspecto importante para mi; Siempre se ha dicho que el toreo tiene que entrar en la cabeza (como todo en la vida, creo)y hablo tanto desde el punto de vista teórico como práctico.
Un saludo
Totalmente de acuerdo con Jack Coursier.
Un saludo Don José.
domi/José Antonio G. Villarrubia:
Un cordial saludo a ambos
Teatro Sancti-Spiritus:
En efecto, ya hemos dicho alguna vez que, aunque sin compartir sus formas, tenemos que reconocer que Alfonso Navalón demostraba unos conocimientos en materia taurina que no tenían otros críticos afamados de la época.
Su libro Viaje a los toros del Sol (recopilación de artículos periodisticos) es imprescindible para el que quiera empaparse del toro en el campo. Además, se publicó en una época en que no abundaban los libros sobre el toro.
Su experiencia como aficionado práctico y como ganadero le daba un conocimiento adicional en la materia más que notable.
Lástima que la misma picaresca que denunciaba en sus escritos le envolviera a él mismo a veces.
Un cordial saludo.
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