Por Antonio Pineda y Jose Morente
Busto de Joselito en el Museo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla
El recuerdo de José
Que un grupo de aficionados del siglo XXI homenajeen a un torero que murió hace casi 100 años, les puede sonar a muchos a un despropósito o a un contrasentido. Habrá quien no se explique como es posible que aficionados de hoy admiren (o quizás, idolatren) a un torero al que ninguno de ellos ha podido ver torear.
Homenaje en Málaga. Nada menos que doscientos comensales (que si habían visto al torero) agasajan a un Joselito emergente que no llevaba ni una temporada completa de matador de toros. Hoy sus partidarios son, quizás, menos numerosos pero igual de entusiastas.
No es fácil explicarlo a quien no siente pasión por la fiesta de los toros, y menos, en estos tiempos que corren, donde existe mucha información y muy poca reflexión. Muchas imágenes y casi ningún texto.
Pero el toreo (como el flamenco) se ha nutrido siempre de la memoria oral (algo desconocido en tiempos de i-pods e i-phones) que es, por selectiva, tan fiable a veces como la otra, la memoria gráfica. Máxime cuando quien transmite la información es experto en la materia como los toreros o los buenos aficionados.
El aficionado a los toros está hecho de una pasta singular
El recuerdo de Joselito persiste gracias a estos, a los toreros y los aficionados que, aunque no le vieron, oyeron hablar de él a sus padres y a sus abuelos, que han leído las reseñas de sus corridas, que han mirado, remirado y admirado, cientos de veces, las mismas amarillentas fotografías y que se han deleitado con fruición contemplando las escasas películas que no se han perdido con el tiempo.
Ambas (recuerdos y documentos) son fuentes necesarias, imprescindibles y, pese a todo, fiables.
Y no es casualidad, no puede serlo, que todos los toreros que lo vieron torear (empezando por el propio Juan Belmonte, su gran amigo y competidor y excepcional torero) se hayan declarado gallistas sin resquicio de dudas. Igual que ocurrió con los aficionados más señeros, los cuales en muchos casos fueron, además, sus amigos.
Joselito con varios aficionados amigos suyos en el campo (Fotografía del libro de Parrita)
Con la crítica la relación de Joselito fue más compleja pues a los revisteros les inspiraba más el toreo trágico y casi milagroso de Juan que la seguridad tremenda, constante y monolítica (sin resquicios) de José. Por eso, y como confiesa el propio César Jalón, aunque amigo de Joselito fue cantor de las proezas de Belmonte. Y es que los públicos entienden y comprenden los alardes de valor y los arrebatos de estética pero difícilmente llegaran a desentrañar con lucidez los últimos arcanos de la técnica pues estos están reservados a los profesionales y a los expertos en la materia.
Joselito vestía siempre de torero en la plaza y en la calle. Foto de portada de la Lidia de 1915
El toreo de Joselito
Este año, por fin y como se ha dicho hasta la saciedad, se cumplen cien años de su alternativa en Sevilla de manos Rafael el Gallo y con Antonio Pazos de testigo. El toro de la alternativa se llamaba Caballero y era de la ganadería de Moreno Santamaría. José esa tarde salió a hombros.
No es importante ese último dato, salvo para la estadística. Lo importante es que, a partir de ese momento, un torero, con la misma capacidad de mando que tuvo Guerrita pero con mucha más clase que él, se decidió a poner patas arribas el toreo.
Y es que Joselito, como nos decía ayer por mail Pablo Galán, gallista de Ciudad Real, inyectó de personalidad, maestría, pureza, grandeza, sabiduría, gracia y torería, entre otras muchas virtudes, al mundo de los toros y, sobre todo añadimos nosotros, tuvo una increíble visión de futuro pues José soñó el toreo que vendría después con una precisión y clarividencias que dan miedo.
Las relaciones con las empresas, la organización de las temporadas, las plazas Monumentales, el tipo de toro, la forma de torear, la estructura de la faena, todos los elementos del toreo moderno, los intuyó Joselito antes que nadie y puso en juego toda su enorme sabiduría torera para que el toreo siguiera esos nuevos derroteros. José modernizó el toreo de su época, pero no a base de revoluciones que a nada conducen y son extrañas a su propio corpus conceptual, sino a partir de los materiales más nobles del toreo del siglo XIX.
Joselito traía en su capote y muleta los materiales más nobles del toreo de la anterior centuria. En la foto, larga cambiada de rodillas con la que recibió al novillo de su presentación en Madrid. Detalle importante, Joselito coge el capote no por su extremo sino por el cuello de la esclavina igual que hacía su padre, Fernando el Gallo.
Tras su huellas toreras
Por todo eso, y por algunas cosas más, un grupo reducido pero sustancioso de aficionados ha querido rendir homenaje a su memoria. Como se anunció en su momento en este blog y bajo el lema de “Gallistas del mundo, uníos”, el día 29 se ha celebrado el previsto periplo por los lugares de Sevilla donde se guarda celosa memoria (algo sólo posible en la ciudad hispalense) del “Rey de los toreros”.
Lo primero que tenemos que decir es que el resultado (espectacular) ha superado con creces (como se suele decir aunque, en este caso, con total veracidad) cualquier tipo de expectativas.
Si bien todo estaba programado milimétricamente, mover a 29 gallistas por Sevilla y Gelves no es fácil, máxime cuando cada parada de nuestro peculiar itinerario (que algunos han querido calificar, puede que con alguna razón, de viacrucis) estaba tan cargada de contenidos.
Qué mejor sitio para iniciar una excusión taurina que la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
En la foto, la mayoría de los participantes. Faltan los fotógrafos Toñín y Patricia en plena labor. Está llegando, por la calle Adriano, Salomé y del campo, de ver dos vacas que habían perdido sus crías, Gerardo Ortega, nuestro ganadero belmont… ¡Perdón, gallista!. En Gelves nos esperaba otro gran aficionado partidario de José, José Manuel Pérez.
Gelves
La primera sorpresa se produjo en Gelves donde teníamos prevista la lectura de unos texto de Joaquín Albaicín delante de la magnífica estatua de José con la que el simpático pueblo del Aljarafe honra la memoria de su hijo más querido.
Joselito en Gelves (Foto de Manuel Jaimez)
Se leyeron los textos escritos exprofeso para el evento pero, además, se dio la circunstancia que el Ayuntamiento había inaugurado el día antes una Exposición sobre Joselito que incluía monteras, capotes de paseo y álbumes fotográficos del torero, entre otros recuerdos. Fue el propio Alcalde, Don José Luis Benavente, quien nos recibió personalmente, nos abrió puertas y candados, nos atendió con elegancia y nos acompañó con cariño en la visita a la Exposición y a la Estatua de José. Algo que nos sorprendió gratamente (pues era su día de descanso) pero que agradecimos de verdad.
Detalle de la exposición de Gelves inaugurada el 28 de septiembre (Fotografía de Manuel Jaimez)
La misma tarde de la inauguración de la Exposición se organizó en el mismo recinto una Tertulia-coloquio sobre la figura de Joselito y un pequeño Festival flamenco en su homenaje. En la foto, un momento de la tertulia con la participación espontánea e interesante de Finito de Triana.
El Ayuntamiento tiene previsto seguir homenajeando al torero con actos y conferencias sobre su figura que se irán celebrando a lo largo de este año y de los venideros. ¿Quien dijo que nadie es profeta en su tierra?
El grupo con el Alcalde de Gelves, Don José Luís Benavente, quien está apostando fuerte por mantener viva la memoria del gran torero ¡Gracias, José Luis!
Alameda de Hércules
La segunda sorpresa de la jornada saltó en nuestra segunda parada. Salomé Pavón, amiga de los Chicuelos, llamó a la familia de Rafaelito Chicuelo (hoy Don Rafael) mientras llegábamos a la Alameda, en nuestro autobús.
Más alegres, imposible. En primer término, Martine Blaitiere, Jesús Fernández, Claudio de Diego, Manuel Jaimez y Antonio Pineda.
Albricias, pues el torero departía con unos amigos en la terraza del cafetín más próximo a las estatuas de Caracol, Pastora y Chicuelo (¡Ahí es nada!).
Rafael Chicuelo bajo la estatua de su padre (Foto de Mati)
Rafael se incorporó a nuestro grupo en esta parada y nos contó, de primera mano, lo que su padre, Manuel Jímenez “Chicuelo”, decía de José, algo que los buenos aficionados sevillanos saben de corrido pues el diestro de la Alameda fue uno de los más fieles seguidores de las formas y conceptos toreros del menor de los Gallos.
Mejor no se puede leer un texto. Mati en acción, dominando la escena y leyendo el texto de Joaquín Albaicín, ante un atento Rafael Chicuelo. La memoria viva del toreo de la Alameda.
Incluso climatológicamente tuvimos suerte el sábado pues sólo en la Alameda cayeron cuatro gotas insuficientes siquiera para abrir los paraguas. Por cierto, que el texto de Joaquín Albaicín continuación del que se leyó en Gelves, que lee Mati y que Javier como buen documentalista fotografía con interés, quedó por culpa del agua como se ve en el fragmento que reproducimos.
Los textos leídos al amparo de esos genios de la Alameda, frente al hijo de Manolo y a la nieta de Pastora y Caracol, crearon un ambiente de magia. Parecía que habíamos retrocedido en el tiempo y que al seguir nuestro recorrido encontraríamos la casa de Joselito (frontera de la de los Chicuelo) intacta, tal y como el la dejó. Algunos, faltos de valor para comprobarlo, sólo pudimos mirarla de reojo.
La Maestranza
La Maestranza nos había autorizado muy amablemente a acceder al interior de la plaza para, en el tendido, escuchar con deleite las sabias, densas y exquisitas palabras de Javier García-Baquero. Si llega a tener una muleta en la mano, le hubieran dado las dos orejas de ese toro imaginario que lidió casi con el mismo arte que derrochaba José.
Javier García Baquero habló casi con el mismo arte que toreaba José (Y digo “casi” porque hay cosas que, para nosotros como gallistas, son sagradas) Fotografía espléndida de Jesús Fernández Castellanos.
Pero la cosa no acabó allí como habíamos programado. A estas alturas del viaje ya se veía que el guión previsto iba siendo mejorado, sensible y espontáneamente, a cada vuelta del camino.
Con enorme respeto y casi con veneración, pudimos pisar el albero de este mítico ruedo y nos hicimos la consabida foto, al estilo de la de José con Ignacio y su cuadrilla en el platillo de esta misma plaza. Además, nos señalaron el punto preciso donde Rafael selló (“aquel beso en la frente decisivo”) la alternativa de su hermano pequeño.
El grupo en el albero
Visitamos el Museo, lo que tampoco esperábamos…¡Y que recuerdos! El traje del debut en Jerez en 1908 de un Joselito novillero, un busto del torero, carteles en seda de sus tardes con Juan y Rodolfo. La Memoria histórica del toreo bajo las bóvedas que soportan el tendido de esta plaza.
El diminuto traje de un diminuto Joselito. José sólo tenía 12 años para 13 cuando debutó en Jerez de la Frontera luciendo este terno, expuesto en el magnífico e imprescindible Museo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Y para remate el patio de caballos y la bellísima Capilla de esta plaza, donde tantos miedos se han atemperado y tantos conflictos se han resuelto.
Los organizadores en la Capilla de la RMCS
La casa de Juan.
No andando, sino en el autobús, pasamos ante la casa de Juan Belmonte, al que jaleamos, frente a la Torre del Oro. Juan, el que perdió la partida en Talavera.
Y del tirón, a la Monumental. La plaza de Joselito.
Juan Belmonte en su casa (Foto del País/EFE)
La puerta de cuadrillas queda ya como único testimonio del urbanismo de la época en zona de ensanche de poblaciones. Y a la vuelta de la esquina, el “Bar Monumental”, con detalles de arquitectura al estilo de esa plaza, la gran competidora de la Maestranza (Esta sí, patio de la casa de Juan Belmonte) y donde se guardan reproducciones de sus carteles,
Manuel Jaimez. Tan torero en la Puerta de la Capilla (de la Maestranza) como en la Puerta de Cuadrillas (de la Monumental). Fotografía de Mari Carmen Saez Acosta.
La misma puerta, hace 90 años, un día de corrida y con un “pelín” más de ambiente (Fotografía localizada por José Manuel Pérez en el libro de Corrochano “La edad de oro del toreo”)
En el bar Monumental bebimos una cerveza que agradecimos, leímos un texto (“El sueño de Joselito”) que aplaudimos y brindamos (el primer brindis del día) a la memoria del “mejor de los toreros”.
Y de ahí, a Pino Montano…
El grupo llega, en peregrinación, al “Santuario de Pino Montano”
Fotografías de Matilde Fernández Jarrín, Manuel Jaimez Pastelero y Jesús Fernández Castellano
(Continuará…)
14 comentarios:
Quelle chance vous avez eue! j'ai bien pensé à vous. Content de voir que tout s'est parfaitement déroulé. (Je n'en doutais pas, vu le talent des organisateurs!)
Un abrazo
j
amigo José excelente crónica de un día inolvidable!!!
Jack
Muchas gracias. Espero que la próxima vez pueda contar con Mireille y contigo
Un abrazo
Jesús:
Muchas gracias y aún falta media jornada
Un abrazo
Se nota que lo pasasteis mejor de lo esperado. Quedamos expectantes de la continuación.
Jornada espléndida, como no podía ser menos de un organizador10. Gracias por el día tan estupendo que nos hiciste pasar. Mati
Todo el relato es encantador y sugestivo. Me surge una duda al leer en pie de foto el detalle importante de coger el capote por la esclavina.¿quiere ello decir que así se tomaba en el siglo XIX ?
¿Joselito mantuvo esta forma durante toda su carrera?
Jose, texto e imágenes muestran un envidiable día, felicidades y esperamos la continuación.
¡Olé torero bueno!, va un abrazo trasatlántico....MAL
Sé que debí perderme algo entrañable. Envidia sana siento al leer la entrada, vuestros comentarios y repasar las imágenes. Me hubiese gustado compartir con todos ustedes tan memorable día.
Felicidades a todos y saludos de
Pepe Olid
Ignacio
Efectivamente
¡Y eso que ya pensábamos pasarlo muy bien!
Un abrazo
Mati/Antonio
Gracias a vosotros por venir a acompañarnos y ayudarnos a que todo saliera como salió
Un fuerte abrazo
Anónimo
El detalle de la manera de coger el capote lo estoy debatiendo por Internet con algunos amigos. Si quiere puede enviarme un mail a mi dirección de correo y lo comentamos
Saludos
MAL
Gracias mil. Gracias transoceánicas.
Un abrazo
Pepe Olid
Es una lástima pues falto muy poco para que pudieramos hacer el recorrido juntos. Pero el gallismo propone y el clima descompone...Igual que ocurrió en Madrid el día de la alternativa de José.
Saludos
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