domingo, 11 de febrero de 2018

El tiempo. El que da y quita la razón...

Por Luis Miguel López Rojas


Pepe Moral


Cuando el frío aprieta, enero apura sus últimos días y en espera de una nueva temporada taurina, los aficionados tratamos de mantener viva la llama de nuestra afición mediante la lectura. Releyendo el libro “El Juli, sin comillas” (Ed. Espasa Libros), escrito por Ignacio López, hermano del torero, en la página 242, me ha llamado la atención lo que le decía Roberto Domínguez a su poderdante. Lo cuenta así El Juli:
-Con Roberto he conseguido muchas cosas. Ha sido el eslabón entre el torero y mi vida privada, el que los ha hecho fundirse. Ha captado todas mis ideas y me ha explicado cómo conseguirlas y cómo plasmarlas. Recuerdo muchas cosas que me adelantó el primer año y que luego se fueron cumpliendo. Una vez me dijo: “Mira, la gente te va a respetar cuando dejes de banderillear, pero sólo será el día que coincida que no lo hagas y además cuajes un toro en una plaza importante". Y así pasó...
 Y continúo con lo que me interesa: 
“Incluso en las épocas más difíciles me comentaba que llegaría un momento en que me aplaudirían solo por la forma de colocar la muleta. Yo le decía: “Pero si me pitan hasta haciendo el paseíllo…” Entonces, él con toda tranquilidad, me contestaba: “No te preocupes y hazme caso”. 
Reparé en lo de de “la forma de colocar la muleta” y lo que profetizó Roberto. Mi mente, de forma automática, me llevó a la imagen de aquel cite que hizo Aranjuez, el día de San Fernando de 2013. Ese día, que tuve el inmenso placer de compartir la tarde con el añorado y siempre recordado Juan Antonio Polo. A los dos nos llamó poderosamente la atención esa “nueva forma de citar”, y así se lo comentamos, por separado, a nuestro amigo común José Morente.


La imagen, la inmortalizó José Mendoza “El Bomba” en esta foto y dio lugar allá por junio de ese año, a una primera entrada en La Razón Incorpórea “El Juli, una vuelta de rosca al toreo”, que levantó gran polémica y batió record de comentarios. Y con posterioridad, a otras dos de una misma serie,  "Un ¿nuevo? concepto del toreo (1ª parte)" y "Un ¿nuevo? concepto del toreo (2ª parte)", que siguieron con la misma tónica. De polémica y de comentarios...

Hoy, las vuelvo a releer con especial atención y reparo en una respuesta que me dio el autor del blog:
“…El tiempo dirá si estas propuestas perduran o no”.


Y mi mente de aficionado, me lleva a estas otras imágenes, que también tuve la suerte de vivir in situ, esta vez en la temporada 2017:


¿Les suena esa forma de colocar la muleta?


Es Pepe Moral en Illescas, el 7 de octubre de 2017, en el indulto del toro de Victorino Martín de nombre “Jarretero”. Interpretando el mejor toreo que vieron mis ojos en vivo en la pasada temporada. O al menos, para evitar polémicas, el que más me emocionó.



No les puedo decir si esa forma de colocar la muleta es la misma a la que se refería Roberto Domínguez en el libro que cito al inicio de esta entrada. Tampoco si el público ya le aplaude por eso mismo, como profetizó. Lo que les puedo asegurar es que esa forma de citar, que en su momento a mí me hizo replantearme muchas cosas y así lo comentaba “… renuncia totalmente a la estética o mejor dicho, sacrifica ésta, en pos de la profundidad  y largura de los muletazos. Los intenta enganchar tan delante y llevar tan atrás, con la muleta tan baja…, que su cuerpo se retuerce en demasía. Aunque no sé si esto es defecto, virtud o que realmente no se adecua a mi gusto personal en la estética del toreo.”, particularmente, me encanta y me ha hecho disfrutar de este toreo observándolo desde otro prisma distinto, alejado de tanto prejuicio

Cuatro años después, un torero de tan diferente concepto como Pepe Moral, ante “Jarretero”, un toro de un encaste tan diferente a aquel colorado de Garcigrande, al que presentaba la muleta de esa forma El Juli en el Real Sitio, la foto, esa misma foto, se vuelve a repetir… Aquella que José Morente interpretó al momento como “una vuelta de rosca al toreo”, es un hecho incuestionable que perdura en el tiempo. El “tiempo” ha dictado sentencia

Quisiera terminar con dos puntualizaciones:

Primera: Para que se pueda citar de esta forma el toro debe ser muy bravo, embestir muy humillado, colocando muy bien la cara, independientemente de su encaste. Lo fueron el de Garcigrande y este “Jarretero” de Victorino, que hoy disfruta de su vida de semental en “Las Tiesas de Santa María”. De éste último, no es que lo diga Victorino, Álvaro Núñez del Cuvillo ha manifestado recientemente que ha sido el toro que más le ha impresionado por su forma de embestir este año y que  particularmente, le ha gustado incluso más que “Cobradiezmos”.  

Segunda y final: Hay que tener mucho valor para dejar la muleta muerta, tan baja, con casi ausencia de toques. Para ver pasar por allí al toro durante un tiempo que se debe hacer eterno. Y dar un pase tan largo, tan profundo, tan sometido, tan por abajo... Independientemente de nuestros gustos estéticos. Eso ya es harina de otro costal.

Por todo esto, ahora que nuestra querida Razón Incorpórea ha bajado su actividad por motivos laborales de su autor, D. José Morente. Para que su corazón vuelva a latir, este humilde aficionado ha tenido el atrevimiento de escribir esta entrada a forma de acta

Porque, “a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César…y a D. José Morente lo que es de D. José Morente”.

Luis Miguel López Rojas (28 de enero de 2018).



5 comentarios:

Jose Morente dijo...

Luis Miguel:

Muchas gracias por tu artículo que, aparte de hacer pensar y espero que recapacitar a más de uno, ya ha tenido un efecto inmediato pues una vez recibido hace más de una semana, me he puesto las pilas y he retomado, espero que ya con más continuidad, el blog.

Pero lo más importante, es el hecho de que tres aficionados tan diferentes como nuestro recordado Juan Antonio Polo, tú y yo, saltáramos inmediatamente del asiento (vosotros en la plaza y yo ante el ordenador) ante ese cite que, al final, resulta que ha hecho escuela y, a lo visto, de la buena. Los gustos, algo que muchos aficionados ponen siempre por delante, no dejan de ser cuestión subjetiva y/o menor y, por tanto y para mí, realmente intrascendente. Guste o no guste, las claves del toreo, del buen toreo, van por otro lado. En mi opinión.

Muchas gracias y un fuerte abrazo.

Jose Morente dijo...

Luis Miguel:

Y una pequeña postdata que creo de interés en la entrevista publicada ayer en el Mundo, Vicente Zabala le pregunta al Juli: "La obsesión de su tauromaquia siempre fue la búsqueda de la profundidad. Pero en algún ciclo de su evolución sacrificó la estética en esa búsqueda."

La respuesta del torero es muy aclaratoria:

"Como todo joven tenía mis ideas. Veía que el toreo pasaba por aprovechar las inercias, un toreo lineal, un toreo relativamente fácil. Pensaba que el toro tenía que embestir más por abajo, que debía curvarse... Cuando te metes en una idea radical la radicalizas, te pones extremo y la priorizas sobre otras... Sacrifiqué la estética en esa persecución. Hasta que me di cuenta de que podía conseguir lo mismo guardando la compostura. Ahora me siento orgulloso de ver que el toreo en general y el toro han ganado en profundidad. Lo que yo un día vislumbré."

Lo dicho, el tiempo es, finalmente, quien dicta sentencia y pone las cosas en su sitio.

Saludos

Luis Miguel López R. dijo...

José:
Lo primero muchísimas gracias por publicar mis artículos y hacerme partícipe de esa joya que es “La Razón Incorpórea”. Por el nivel del blog y de las personas que escriben en él, sinceramente y sin falsa modestia, es algo que me queda grande. Por eso, mi gratitud.
Al hilo de lo que afirma el Juli en esa entrevista de “El Mundo” y que siguiendo su último comentario, acabo de leer, me alegra que sea el propio torero, él que diga sin tapujos que la búsqueda y la obsesión por la profundidad en su toreo, le llevó a sacrificar en cierto modo la “estética”.
También encuentro muy interesante el intento de renunciar a las inercias y al toreo lineal. Algo parecido a lo que allá por el 2012 escuché en una entrevista al ganadero Justo Hernández, hijo el recién desaparecido Domingo Hernández, propietario de Garcigrande: “El toreo surge cuando se para el toro”. Aludía a que el galope del toro, en muchas ocasiones por las inercias, enmascara el verdadero fondo (bravura o mansedumbre). Cuando galopa, el torero se “limita” (lo que ya no es poca cosa) a conducir o ver pasar la embestida. Cuando la inercia desaparece (se para), es el torero el encargado de enganchar, tirar de él y extraer todos los matices (si es capaz), mediante el moldeo de su embestida. La profundidad. Será ésta, la que nos muestre, según el ganadero, la verdadera condición el toro.
Supongo que los conceptos de bravura tan coincidentes entre lo que busca el ganadero (Justo Hernández) y lo que espera un torero para expresar su tauromaquia (Juli), han sido tema de debate entre ambos, en las largas charlas de invierno y de tentaderos.
¿Les suena la influencia toreo en la evolución del toro? ¿Les suena un tal “Gallito” y como participó activamente en la labor de selección de los ganaderos para que criaran ese toro que “necesitaba” Belmonte y que posibilitaría la llegada e implantación del toreo “moderno”?
Lo dicho, el tiempo es finalmente quien dicta sentencia.
Muchas gracias José, un abrazo y saludos para los lectores del blog.

Jose Morente dijo...

Luis Miguel:

Estoy bastante de acuerdo con esa opinión. El toro al galope, aunque emocionante, rebasa con más facilidad el cuerpo del torero. Hay que tener valor para verlo venir pero más valor hace falta en mi opinión para ver pasar a un toro que va al paso y parece que se te va a parar.

Quizás eso explique el gusto de tantos buenos aficionados por el encaste saltillo. Y la importancia, que en España nunca acabamos por reconocer plenamente, del toreo mexicano hecho con toros de ese tipo de embestidas.

Un cordial saludo

Juan Diego Madueño dijo...

Creo que en este muletazo se le exige al toro en el embroque. Físicamente es imposible mantener esa largura con la mano tan baja y al final la muleta deja salir la embestida algo aliviada. No es un buen medidor de la bravura, que se ve mejor cuando crece en la adversidad, en la exigencia progresiva. Además el muletazo resulta redondo cuando el matador obliga al toro a rematar el viaje por abajo. Si no, la sensación que queda es otra. Blanda, como fácil, desganada o deshilachada, por decirlo de alguna manera. Sin cuajar.