Carcassone (Fotografía Pasquina) |
La imagen es impactante y sorprendente. Una joven animalista acaba de tirarse al ruedo en la plaza de Carcassone, junto a un compañero de militancia, durante la lidia de un toro -un novillo- de Miura. El toro, cumpliendo con su instinto atávico, con su código genético se arranca furioso contra quienes invaden su territorio. La joven levanta el brazo en un gesto tan ingenuo como inútil: ¡Detente, toro, detente! parece querer decir. Luego viene la desbandada. El toro voltea aparatosamente a su compañero mientras la joven se da a la huida y toma el olivo. Su instinto de conservación -atávico también- se impone sobre su adiestramiento ideológico.
La escena pone sobre el tapete la falsedad radical de un discurso (el del supuesto pacifismo del toro) tan bien publicitado y difundido.
Pero antes de la vergonzante huida, en ese gesto de la joven, se adivina una fe sorprendente en la palabra escrita, en el mensaje recibido, una confianza cuasi religiosa en el credo aprendido e interiorizado hasta más allá de lo razonable.
No conozco los intereses espurios de quienes manejan los hilos de esta película, al final, los verdaderos beneficiarios de todo este oscuro y rentable entramado, que está socavando los valores éticos de las sociedades occidentales desde dentro. Lo que sí me interesa (y me preocupa) es lo que están haciendo con estos jóvenes que, desafiando la lógica y el sentido común, ponen en peligro sus propias vidas de forma tan simbólica como innecesaria, en aras de un ideal, su ideal.
Habrá quien vea en esto un acto de heroísmo siquiera sea inútil. Miedo y pavor me da pensar que estas actitudes pueden propagarse como la pólvora entre la juventud de nuestra época. Una juventud tan utópica como idealista, pero, sobre todo, tan urbana como desinformada.
Un idealismo, el de los animalistas antitaurinos, que es peligroso. Peligroso para nosotros pero, a lo que se ve, también puede serlo para ellos. Miedo me da.
1 comentario:
Deux abrutis au zénith de l'ignorance....
Alaejo
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