lunes, 29 de diciembre de 2014

Morante (IV) Inimitable y genial

Por Paco Carmona

myegoo_0moranterondalsmuestrascanyabartelssuermondt5-2_s

De Morante, lo más llamativo es lo aparente, como ese barroquismo pleno de estética, que es lo que más vende a los público y seduce a los artistas pero que, siendo importante, no es lo fundamental como bien saben los aficionados (Fotografía de Anya Bartels-Suermondt)

Morante de la Puebla es un torero cumbre, imposible de imitar y muy fácil de copiar. Muy mala referencia para los toreros que empiezan y una de las mejores fuentes para quienes se atrevan a beber de él.

De José Antonio se copia lo fácil: el fajín, la pañoleta, ciertas posturas, ademanes y un sinfín de gestos para la galería, pero es imposible imitar la innata torería, la firmeza de plantas, la autoridad en toques, su natural colocación, cómo enganchar los toros, su perfecta geometría, su gran valor para esperarlos, ese temple belmontino y su capacidad manoletista para crear grandes muletazos con medias arrancadas.

Se habla de su estética, de ciertas hechuras que acompañan a su toreo.

¿Cuál de sus toreos? ¿El de muñecas rotas? ¿El torero que vuelca su peso para hundirse un muletazo tras otro le pase el toro por donde le pase? ¿Ese torero que torea a la verónica como nadie en la Historia a una gran mayoría de toros? ¿El del artista que domina el toreo por todos los palos?

Gran conocedor del toro pero sin adaptaciones, Suavidad y temple con el noble, caricia y compás con el bueno, capacidad y orden con el bravo, conocedor y poderoso con el complicado.

Un torero que coge los trastos perfectos, que toca perfecto, que espera a que los toros le lleguen hasta en el ultimo momento y que tira de ellos tan despacio, tan bello, tan lento que por eso es imperfecto.

Cuando Morante está en vena, que son muchas más veces de lo que la gente cree, su entrega no tiene límites, se sitúa en esa línea tan dura que separa el toreo de pureza y verdad al toreo de reservas y esperas.

Un torero que entrega la cuchara y no vende nada, ni una pata p’alante a destiempo, ni un pantallazo, ni una ayuda, sin alivios, ni de uno en uno... Solo torear.

Corregir el toro dentro de cada embestida y ligar, no perder pasos de más y convencerse de que una y otra vez el toro va a pasar. Gran capacidad técnica a la hora de resolver tantos matices que plantean los toros y que por su estética tan personal y esa belleza de formas pasan desapercibidas.

Me gusta ver a Morante caliente, apretado, reunido con los toros y muy encajado. Ese perfil de torero que le nace cuando los animales no fáciles le complican un poco la vida y él consigue hacer un poco más feliz la nuestra.

Digo esto, porque es de los poquísimos espadas que, cuando torean, crean un clima de expectación y una sugestión en los tendidos maravillosa, un deseo de verle cuajar un toro que hace que, antes que acabe el lance, el olé ya se hace ronco.

Su facilidad para torear es tan evidente que es de agradecer que no te venda una moto si por allí no va a pasar gran cosa, además ese juego con los triunfos y fracasos hacen de él un torero aún más de leyenda.

Me gustaría ver torear a Morante toda la vida. Uno no se cansa de lo bueno. Pero a veces pienso que debe ser pecado no agradecer lo suficiente a Dios por hacernos coincidir en el tiempo con este genio.

Si Morante nace en otra época se acaba el papel, se hacen películas, se escriben novelas de amor, se sacan botellas de licor en su honor, le hacen alcalde honorífico de la Puebla y se forma en las Plazas de Toros una escandalera solo con verle anunciado en el cartel...

Aquel cartel que yo vi desde mi mundo cuando todavía él y yo éramos niños. La diferencia es clara, yo deje de serlo y Morante aún no ha parado de soñar.

 

image

Morante, aún no ha parado de soñar

 

 

Adenda: ALBÚM FOTOGRÁFICO 

Por Jose Morente

image

Morante es un torero de gestos llamativos, posturas elegidas, aposturas elegantes y movimientos acertados. Su toreo tiene textura y colorido. Todo eso, tan aparente y tan llamativo, resulta tan evidente que invita a la réplica y a la imitación. Morante resulta fácil de copiar. Una fuerte tentación para el torerillo que empieza. Sin embargo, lo verdaderamente importante es que, contradictoriamente, su fondo torero, su toreo, es inimitable e incopiable.

 

1997 Nov Nimes La quinta - copia

Morante es el torero que atesora el mayor número de registros diferentes posibles, capaz de asumir muy diversos modos de torear. Desde su etapa de novillero a la de madurez, pasando por la de matador primerizo, Morante ha vivido etapas muy diferentes. Su toreo siempre cambiante, siempre el mismo, ha ido en cualquier caso ganando solera con el tiempo como los buenos vinos añejos (Fotografía de Morante con un novillo de la Quinta en Nimes en 1997)

 

45

Siendo un torero artista a algunos todavía les sorprende (nos sorprende) el poderío que demuestra Morante con el toro que exige ser dominado (Conviene aclarar que el toro que reclama Morante no es un toro fácil o tontorrón sino un toro que pueda acabar obedeciendo al mando del torero). En Morante ese dominio se manifiesta, además, a través de una estética diferenciada. Y es que el torero de la Puebla puede recurrir (pues las conoce todas en profundidad) a las formas toreras de hace 30, 50 ó 100 años según le convenga y en función de las condiciones del toro. Lo mejor y lo más importante es que, en su caso, ambas (técnica y estética) van indisolublemente unidas. Y lo singular es que, en Morante no se llega a la estética a partir de la técnica como es habitual en la mayoría de los diestros sino al revés.

 

12

Se pueden contar con los dedos de la mano los diestros a los que aficionados y críticos han atribuido la extraña y valorada capacidad de “parar el tiempo”. Al más llorado de todos ellos, al genial trianero Curro Puya, llegó Corrochano a preguntarle si se le paraba el corazón cuando toreaba en metáfora gráfica y muy expresiva. La misma pregunta se le podría hacer hoy día a Morante de la Puebla pues su toreo, de corazón parado, atrapa el instante y lo fija en nuestra memoria de modo inapelable. Y eso, una tarde tras otra.

 

40

Si tuviésemos que explicar a alguien con una única imagen lo que es el toreo, lo que significa torear, bastaría con elegir al azar la fotografía de cualquier capotazo o muletazo del torero de la Puebla. En un instante fugaz (el atrapado por la cámara fotográfica) de un muletazo o un capotazo de ese torero se condensa no una Tauromaquia cualquiera sino el concepto mismo de lo que es la Tauromaquia Eterna.

 

18

Cuando el toreo de Morante se torna ligero, displicente, fluido o natural, la técnica desaparece como por ensalmo de la escena. En realidad desaparece aparentemente, desaparece de la percepción del espectador, pero aunque no la veamos sigue ahí, oculta tras el halo mágico de ese capote y esa muleta tan esenciales. Morante es, en resumen, un torero de una gran capacidad técnica. Una técnica que, sin embargo, la mayor parte de las veces nos puede pasar (nos pasa) desapercibida.

 

37

Frente al toreo etéreo, alado, ligero o grácil existe otro toreo en Morante de signo muy diferentes, de signo opuesto al que cuadran los adjetivos de hondo, encajado, roto, hundido (¿El mejor toreo posible?). Un toreo ese que también practica (y con enorme solvencia) nuestro torero. Y lo cierto es que nunca el toreo de Morante (tópicamente calificado o etiquetado como artístico) alanza cotas más altas que cuando este diestro se rompe con el toro, cuando torea encajado. (“Me gusta ver a Morante…muy encajado” nos dice, con toda la sabiduría posible, Paco Carmona)

 

10850258_10205446369583941_5721458835486325767_n

Cuando una obra de arte o una creación humana es de alta calidad, cuando alcanza la excelencia, es imposible que llegue el hastío o cansancio del consumidor. Dicho de otro modo, el buen toreo (el toreo de Morante) no cansa nunca. No puede cansar. Al contrario, su toreo se paladea más y mejor cada día que pasa.

 

morante_de_la_puebla_Bilbao (El Pais) (Copia)

Como bien afirma Paco Carmona, si Morante llega a nacer en cualquier otra época de la Historia del Toreo, en las Plazas y fuera de ellas se hubiera formado una escandalera de órdago.

Hoy día, la expectación que pueda despertar este diestro, con ser mucha, no está ni de lejos a la altura que merece la calidad de su excepcional toreo.

¡O témpora, o mores!

4 comentarios:

Luis Miguel López R. dijo...

Preciosas, precisas y profundas la serie de entradas de Paco Carmona sobre Morante. A la altura del torero y de su toreo. Con eso lo digo todo. Muchas gracias Paco por compartir ese niño que llevas dentro. Ese niño, que sigue soñando de la misma forma que un día soñaba en Sevilla y se encontró con el genio. Ese niño que sueña el toreo. El toreo que sueña Morante.
Terminar con una frase del propio José Antonio: “Soñar el toreo es aún más hermoso que torear”.
Morante y Paco tienen dos cosas en común: Que son toreros y que sueñan el toreo. Gracias a ambos por compartir sus sueños con nosotros. Vuestros sueños que también son los nuestros.
Ya lo digo Gerardo Diego: “La vida es sombra… y el toreo… sueño”
Un abrazo.

Paco Carmona dijo...

Así da gusto intentar explicar y expresar la manera de ver y entender el toreo y en este caso a Morante. Gracias Luismiguel, un fuerte abrazo y Feliz año nuevo.

Jorge dijo...

¡Enhorabuena! Ahora me siento más Morantista que nunca y orgulloso de ello. Gracias Sr. Morente por recoger la esencia, la inspiración y los valores artísticos tan toreros como lo es MDLP. // Atte., Torotino.

Jose Morente dijo...

Jorge (Torotino):

Se lo agradezco y transmito su agradecimiento a Paco Carmona que es quien ha hecho por su fino análisis del torero de la Puebla, que todos nos sintamos, como usted bien dice, un poquito más cerca de ese torero y de entender y valorar adecuadamente su toreo.

UN cordial saludo y feliz año