jueves, 22 de mayo de 2014

Una catarsis necesaria

Por Jose Morente

Alberto_de_Isidro

La enfermería de la plaza de las Ventas el pasado martes (Fotografía del blog de Gloria Sánchez-Grande)

 

Conmoción en la plaza y la mala baba de los anti

Lo acontecido en la plaza de las Ventas el pasado martes, cogida de los tres diestros actuantes y suspensión de la corrida en el segundo toro, provocó en primer lugar el estremecimiento de los espectadores que se encontraban en la plaza. También quedaron conmocionados los televidentes que seguían la corrida por Canal+.

Lógicamente, las reacciones de condolencia y solidaridad con los tres diestros no se han hecho esperar como tampoco se ha hecho esperar el derroche de “mala baba” del que han hecho gala los anti-taurinos quienes, en las redes sociales, han acogido con alborozo las cogidas.

El mayor ejemplo de esa tremenda “mala baba” ha sido el del periódico “Público” que en un alarde de anti-periodismo decía en un titular exultante e insultante: “Ganan los toros”. Todo un ejemplo de las miserias a las que nos puede conducir una ideología mal entendida.

Se ha repetido hasta la saciedad pero el distanciamiento del mundo rural, con lo que implica de desconocimiento de la realidad en general y de los animales en particular, nos ha traído una visión de estos idílica y fantasiosa. Visión de la que resulta una actitud equivocada hacia los animales, en cuya defensa y cuidados ponemos más amor e interés que en la defensa y cuidado de nuestros propios congéneres. Una situación que resulta surrealista.

 

Lo verdaderamente importante

Lo importante es que los tres diestros evolucionan favorablemente y, más importante aún, que tardes tan dramáticas como este pueden servir de catarsis a muchos aficionados quienes deberían o, mejor dicho, deberíamos reflexionar, de una vez por todas, sobre los límites de nuestra afición.

Y es que los encendidos cantos al heroísmo de los toreros, que se están haciendo estos días, casan mal con esa visión deformada y deforme del toreo actual y de su importancia y riesgo, que tienen (tenemos) los aficionados modernos.

 

El discurso de los apocalípticos

Desde hace mucho tiempo (desde los años 70 aproximadamente) la afición entró en una fase de negativismo y crítica que el tiempo no ha conseguido apaciguar, antes al contrario. Circulan hoy día, las más de las veces por mero desconocimiento, muchos tópicos y falsos dogmas sobre lo que es el toreo y sobre como se debe torear.

Analizar, enjuiciar y valorar el toreo del siglo XXI desde los criterios, planteamientos e hipótesis del toreo decimonónico es un tremendo contrasentido y fuente de graves confusiones.

Por mor de ese erróneo punto de vista, se piensa y se dice que la tauromaquia de hoy está en decadencia; que los toros de ahora son animales domesticados y bobalicones y que los toreros de esta época son, la mayoría, unos tramposos que practican una especie de toreo ventajista y truquista al que llaman irónicamente “destoreo”.

Un discurso que, por repetitivo, llega a hacerse creíble pero al que tardes como la del martes (y otras muchas) ponen en evidencia.

 

La situación real del toreo de nuestros días

Las corridas son aburridas para muchos pero no porque el toreo esté en decadencia, como afirman algunos anti-sistema, sino porque el toreo es un arte complejo cuyas claves no son fáciles de aprehender (especialmente, cuando no no hay ningún interés en aprenderlas).

Los toros son un espectáculo denso, fuerte y dramático (El más denso, fuerte y dramático que conocemos incluso las tardes en que aparentemente no pasa nada). Si para el espectador medio puede haber muchas tardes anodinas, no ocurre lo mismo (no debería ocurrir lo mismo) con el buen aficionado. No sólo porque la sorpresa puede saltar todas las tardes sino porque la lidia del toro, de cualquier toro tiene tantos matices que, si se saben ver, nos mantienen siempre alertas e interesados en lo que ocurre en el ruedo. 

Los toros de hoy tienen más edad, están mejor presentados y mejor alimentados que los de hace cuarenta años. El toro de hoy, sobre todo en plazas de primera, asusta al verlo. Es un toro que da miedo sea cual sea el hierro que luzca. Cuando yo empecé a ver toros (principios de los 70) se lidiaba un utrero desmochado que rodaba continuamente por el suelo. No que rodaba, que se echaba aburrido por falta de casta. Algo que hoy rara vez se ve. En las últimas dos décadas el toro además sale a la plaza (el toro de las figuras) con un carbón y un picante como pocas veces se ha visto en la historia aunque parte de su gasolina tenga que emplearla en mover su tremebundo corpachón.

Los toreros han llegado, en nuestros días, a un nivel de perfección técnica (las escuelas son las grandes “culpables”) que hasta a los novilleros les exigimos un nivel de dominio de los engaños y precisión en su manejo que no se le exigía antes a las figuras más consagradas. Este nivel de perfección lo reconocen hasta los más conspicuos aficionados pero en vez de satisfacerles ese logro lo acaban considerando un motivo más de crítica: Tanta perfección –dicen- les aburre.

En el fondo, como decía ayer Jack Coursier, la autoridad máxima en la materia (la materia es el sentido común que es el que menos abunda entre los aficionados actuales) catalogando a ese sector del público que todos conocemos, minoritario pero muy representativo de un cierto estado de opinión, se trata de:

Un público decadente, de sensibilidad atenuada, siempre buscando emociones más fuertes, desganado, pidiendo siempre 'más': Pitones más largos, más puntiagudos, toros más grandes, de más peso, trayectorias más cercanas... Nunca satisfechos, nunca aplaudiendo, siempre quejándose porque que se otorgan demasiadas orejas y se conceden demasiados indultos… ¡Beurk!

 

Una aparente paradoja

Si el toreo, el toro y los toreros actuales son tan decadentes, malos y tramposos, como algunos machaconamente nos cuentan, muchas tardes como la del martes por ejemplo, resultan, desde ese punto de vista, sencillamente inexplicables. Una aparente paradoja.

Que los toros de encaste Domecq (toros de una de las ganaderías del -ito, -illo, -ico) salgan encastados y peligrosos o que toreros de la nueva hornada se la jueguen sin cuento, parece que no entra en el guión que hemos prefabricado. Y como la tragedia viene sólo de tarde en tarde, olvidamos el riesgo real y la importancia que tiene el toreo.

Tiene razón Jack en su análisis pues uno de los graves problemas de la fiesta actual no está en la propia fiesta sino en la mirada parcial del aficionado actual, dogmático e intransigente hasta límites desesperantes. Un aficionado excesivamente duro y arbitrario, que pone a los toreros al borde el abismo pero que luego se compadece y solloza, cual plañidera, cuando caen heridos.

No importa que toreen modestos o figuras y no importa que los toros sean de un encaste u otro. El toreo entraña un riesgo cierto. Y eso, todas las tardes y en todas las corridas. Por eso, el toreo es grandeza.

Aunque muchos no puedan, no sepan o no quieran verlo, salvo raras ocasiones…

Como la del martes pasado en Madrid.

4 comentarios:

Jose Luis dijo...

El riesgo es de verdad, y todas las tardes, pero somos los aficionados los que cada ves entendemos menos de toros,he asistido a algunas tertulia de mas joven, y recuerdo todo lo que aprendí, entonces se hablaba del toro de verdad, del torero de turno pero siempre coincidí con gentes muy puesta en la materia, escuche aprendí, y sigo escuchando y aprendiendo, y no comparto que hayan toristas, o toreristas, por al toro se sabe de verdad como ha salido cuando la quitao el pellejo,y del torero hay veces que ver una novillada con desconocido jóvenes se disfruta mas que con una corrida de figuras,a los anti-hay que combatirlo con argumentos, no entrar en su juego barato.
Pero lo visto el dia de marras en Madrid, no lo entiendo, un Mora que con el oficio que tiene le tira el capote al toro a destiempo, y forte que las cualidades de pies no lo acompañan, y no hay nadie que lo corrija, siempre lo he visto,me recuerda un novillero que hay en Málaga que el Maestro Fernando siempre le esta diciendo el día que te apriete un toro con esas formas de andar te la va ha dar toda junta, y es así,para ser torero hay que tener la cabeza bien colocada, no nombro a nadie pero hay fuguras que en 25 años tienen solo dos o tres cornadas, y no es suerte, es oficio con cabeza.
Gracias José por estos momentos en los estamos engachado a tu sapiencia torera.

Anónimo dijo...

De acuerdo con Vds. Habría que acabar con ese lamentable sector de pseudoaficionados puristas, unos auténticos "siesos", que ayer negaron la vuelta al ruedo al mejor Talavante de la historia y que siguen sin enterarse de que los tres mejores toreros de la actualidad, Juli, Morante y Ponce, han sido víctimas durante el último año de los cornalones que los perritoros de turno les propinaron en Sevilla, Huesca y Valencia, respectivamente.

Jose Morente dijo...

LMG:

Aquí no hay que acabar con nadie pero si con la incultura y el desconocimiento en materia taurina...y con los prejuicios y los dogmas.

Luego que cada cual piense lo que le plazca y diga lo que le guste.

Saludos

Anónimo dijo...

Suya es la razón… y rectifico:

De acuerdo con Vds. Habría que acabar “CON LA INCULTURA Y EL DESCONOCIMIENTO EN MATERIA TAURINA… Y CON LOS PREJUICIOS Y LOS DOGMAS” de ese lamentable sector de pseudoaficionados puristas…

Así queda mejor, Sr. Morente. Y muchas gracias

Luis Moreno Giménez