domingo, 23 de febrero de 2014

La perversión de las normas clásicas

Por Jose Morente

Tauromaquia de Pepe Hillo Turner 001

Gato por liebre. Los cánones que hoy se defienden como tradicionales no tienen nada que ver con las verdaderas normas clásicas, del toreo incluidas en las viejas Tauromaquias cuya lectura y estudio debería ser asignatura obligada para todos los aficionados actuales (En la imagen, portada de una re-edición de la Tauromaquia de Pepe-Hillo de 1793).

Las normas clásicas

Venimos rescatando en la serie Cuadernos de notas, textos de los más avispados tratadistas taurinos con la intención de poner orden en este confuso mundo de los conceptos técnicos del toreo que, como cánones o dogmas, circulan en nuestros días propuestos por los aficionados más dogmáticos e intransigentes.

Resulta paradójico que sea, precisamente, el aficionado radical el que achaque y acuse de desviación de las normas clásicas a los toreros actuales y al toreo moderno (un toreo que, sin embargo, ni es tan moderno ni se desvía tanto de dichas normas)  cuando es, precisamente, el propio aficionado el que desconoce, confunde e ignora los cánones más elementales.

En toda esta historia, hay un concepto clave: el concepto de “cargar la suerte” (entendido como “adelantar la pierna de salida”), que se ha convertido en la piedra de toque con la que se pretende juzgar la validez de todo el toreo de ayer y hoy.

Desde la conferencia que, sobre “El arte del toreo”, pronunció Domingo Ortega en el Ateneo madrileño en marzo de 1950, se propone como axioma infalible que “el torero que no cargue la suerte (o dicho de otro modo, que no adelante la pierna de salida), no torea sino que destorea”.

Sin embargo, hay una cosa que se omite cuando hablamos de estas cuestiones y es que el de Borox, no esperaba, parado y sin moverse, al toro sino que "andaba" continuamente alrededor del mismo alternando los pitones (lo que en Andalucía se suele llamar toreo "de acá p'allá").

En esa forma de torear, adelantar la pierna de salida (que es a lo que Ortega llama “cargar la suerte”) es fundamental y necesario pues si no andas para adelante, el toro (como explicaba Claude Popelin) adivina las intenciones del torero e "irremediablemente" le coge.

 

11 D. Ortega. El Arte del Toreo 2ª ed 001

El arte del toreo y la bravura del toro. Edición de la Revista de Occidente de las dos conferencias que Domingo Ortega pronunció en Madrid. La primera de ellas se ha convertido en una verdadera Biblia del toreo cambiado o “en ochos”. El problema surge cuando se han extrapolado esas normas (válidas sólo para ese tipo de toreo) a otro modo de torear radicalmente diferente: el toreo “en redondo”.

 

La perversión y mixtificación de la normas clásicas

Corrochano (Copia)

Gregorio Corrochano fue un magnífico e irónico revistero cuyas crónicas y frases encumbraban o hundían a un torero. Sin embargo como tratadista taurino no alcanzó, en absoluto, el nivel que logró como crítico.

El problema aparece cuando se quiere aplicar lo de “adelantar la pierna de salida” (principio básico y fundamental en el toreo “en ochos”) al modo de torear “en redondo” que es un modo radicalmente distinto.

No tiene nada que ver (y el que no lo vea será porque no quiere) andar dando vueltas alrededor del toro que esperar al toro (sin moverse) y que sea este el que de vueltas alrededor del torero. Son dos conceptos radicalmente diferentes.

En consecuencia, en el toreo “en redondo”, mover las piernas no sólo es contradictorio con los preceptos clásicos o una incoherencia estilística sino (como decía Manolete) una ventaja. O sea, una especie de engaño o mixtificación que revela, en el aficionado que lo propugna y exige, un cierto desconocimiento de la historia y la técnica del toreo.

La trasposición del concepto de adelantar la pierna de salida, desde el toreo “en ochos” al toreo en redondo, se inicia con la charla de Domingo Ortega (quien no hizo distingos entre esos dos modos de toreo) pero tuvo sus principales valedores en algunos críticos y aficionados señeros.

Algunos de esos críticos, como Corrochano o Joaquín Vidal, han sido buenos revisteros con una gran capacidad de describir el ambiente y las circunstancias de la corrida (lo que se conoce como críticos costumbristas) pero patinaban, y mucho, cuando se ponían dogmáticos y querían teorizar pues su desconocimiento, de algunos matices técnicos del toreo, resulta notorio.

Corrochano y Vidal, por ejemplo, cayeron en en el flagrante error de suponer que el toreo consiste en juntar sin más pases sueltos y que lo que vale para un pase aislado vale también cuando los pases se ligan en tandas.

Olvidaron que no es lo mismo dar un pase que dar dos y, por tanto, que no es igual que, después de un natural, se quiera dar otro natural (toreo en redondo) o que se pretenda dar un pase de pecho (toreo en ochos).

Esto, tan sencillo, no lo supieron ver los críticos citados y fueron ellos (y sus adláteres y epígonos) quienes crearon el clima de confusión que impera en nuestros días. Un clima donde se exige (como supuesta norma de buen toreo) que se adelanta la pierna de salida, no sólo en el toreo “en ochos” sino también en el toreo “en redondo”.

 

La postura del intransigente aficionado actual

 

Vidal (Blog)

Joaquín Vidal, revistero de notoria influencia. Tenía una enorme capacidad, como gran crítico costumbrista que era, de describir el ambiente de una corrida. Sin embargo, su deficiente conocimiento de la técnica unida a un dogmatismo extremo a la hora de calificar o descalificar a los toreros, dio lugar a una suerte de iluminismo que nos encandiló a los jóvenes aficionados de entonces. “Simplificar y denostar” ha sido siempre una fórmula mágica infalible para conseguir el beneplácito de los más radicales.

Los aficionados actuales, formados bajo la influencia del subyugante estilo periodístico de Joaquín Vidal, hemos acogido con alborozo ese falso dogma cual si se tratase de una verdad revelada por un Dios taurino (en este caso Domingo Ortega) a un Moisés de la crítica (en este caso, Joaquín Vidal), hasta tal punto que esos conceptos han acabado grabados a fuego en nuestro código genético, con las siguientes y nefastas consecuencias:

Primero.- Se afirma y sostiene que sin cargar la suerte no se puede torear bien sino que se “destorea”.

Incluso los menos extremistas, piensan que toreo que se hace sin cargar la suerte será, como mucho, un toreo de menor mérito y complejidad que el que se hace cargándola.

Cuando, toreando en redondo, un torero adelanta la pierna de salida, la afición radical lo acoge con alborozo y agrado, cuando esa forma de torear es, en el fondo, una ventaja o mixtificación del toreo clásico descrito en las viejas Tauromaquias.

Segundo.- Como el toreo moderno se hace sin adelantar la pierna de salida (lo que es lógico pues se rige por la evolución normal de las verdaderas normas clásicas que no tienen nada que ver con las normas o cánones impostados que se pretenden imponer), se rechaza en bloque ese toreo moderno.

 

Conclusión.

Adelantar la pierna de salida (cargar la suerte) es un mecanismo técnico adecuado cuando se torea “en ochos” alternando los pitones.

Sin embargo, cuando se torea “en redondo”, el mérito máximo radica en no mover las piernas. 

Adelantar la pierna de salida es, en este tipo de toreo, una ventaja (pues ayuda a desplazar al toro) o, cuando menos, una mixtificación contraria a los preceptos de las viejas tauromaquias.

 

1944-10-01 (p. 03 El Ruedo) Madrid Sindicato Manolete natural

Manolete en Madrid, el 1 de octubre de 1944 (Foto publicada en el Ruedo). En el toreo en redondo sólo los brazos deben moverse. No las piernas. Eso es lo más clásico y lo más puro. Desplazar al toro hacia afuera con la ayuda de las piernas es una relativa ventaja…por muy emocionante que ese movimiento aparezca a los ojos del espectador.

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