Toro manso fogueado en la plaza de Sevilla |
Es relativamente fácil distinguir un toro muy bravo; es también relativamente fácil distinguir uno muy manso. Ejemplo de toro muy bravo. Bastonito de Baltasar Ibán cuya lidia, que por suerte correspondió al muy bravo César Rincón (por cierto, que el primero al que oi darle a ese toro la importancia que hoy sin duda se le reconoce, fue a mi amigo Andrés de Miguel, que dijo que había sido el toro más bravo de la feria y de muchas ferias).
Insertamos el video que merece la pena:
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Bastonito & Rincón
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Bastonito de Ibán. Lidiado por César Rincón
El problema está en que el comportamiento del toro en la plaza mezcla factores asociados a la bravura (valentía) con otros que encubren mansedumbre (cobardía). Para complicar más las cosas, otra escala define el sentido del toro; desde el que aprende muy rápido y busca el bulto, hasta aquel que es tan noble que los antiguos revisteros comparaban con una hermana de la Caridad.
Igancio con algunos escritores de la Generación del 27 |
Estoy leyendo estos días a Ignacio Sánchez Mejías. Si lo he escrito bien “leyendo a”, no “leyendo sobre”, porque Ignacio además de torero, además de amigo de artistas y literatos, era escritor de novela, de teatro y de artículos.
El libro se titula Sobre Tauromaquia- Obra periodística. conferencias y entrevistas (1ª ed., Editorial Berenice, 2010). Es un libro muy curioso, porque contiene las críticas taurinas del propio Ignacio sobre corridas en las que el tomaba parte como torero. Y es muy interesante porque Sánchez Mejías escribe muy bien y sobre todo con una tremenda sinceridad. No tiene pelos en la lengua ni con sus compañeros, y menos consigo mismo. Cuando ha estado mal, es el primero en reconocerlo.
Un toro en el campo (dibujo de Martínez de León) |
Pero volviendo al tema que nos ocupa, es muy interesante lo que Ignacio opina sobre la bravura. Y dice que no comparte la distinción entre el toro bravo para el ganadero y el toro bravo para el torero, distinción entonces en boga. Corrochano también lo discute y dice que son dos conceptos peligrosos porque hacen pasar por bravo (bravo para el torero) el toro que no es bravo sino noble. Aunque Ignacio matiza que la diferencia estaría sobre todo en el poderío (fuerza) que tenga el toro.
Ignacio encerrado en tablas (donde murió) |
Lo sorprendente es que defienda esa tesis no un crítico taurino, sino un torero. Bien es verdad que se trata de un torero que cimentó su carrera sobre el pilar del valor. Pero, en cualquier caso, no deja de ser curioso y sorprendente.
Portada de la edición de la Tauromaquia de Montes Editorial Turner (1983) |
Mas curioso aún es que Ignacio encuentra los antecedentes de estos conceptos (toro bravo para el torero y toro bravo para el ganadero) nada más y nada menos que en la tauromaquia de Montes, escrita 100 años antes. En efecto, Montes llama boyantes a los toros que:
“conservan la sencillez propia suya … son los más a propósito para todas las suertes, van siempre por su terreno, siguen perfectamente el engaño, y las rematan con tanta sencillez y perfección, y tan sin peligro del diestro, que parece más bien que una fiera, un animal doméstico enseñado por él”
Por el contrario, define como revoltosos a los toros que:
“tiene más celo por coger los objetos y, por consiguiente se revuelven mucho para buscarlos, sosteniéndose con fuerza sobre las manos en toda clase de suertes, y siguiendo con la vista el engaño o el bulto que sin saber como se les huyó de la cabeza”
Montes manifiesta idéntico criterio que Ignacio y también se decanta por el toro más encastado, afirmando que estos toros son “también muy buenos de torear” siendo las suertes que con ellos se hacen:
“más lúcidas cuanto muestran más bravura y celo por los objetos que los boyantes y no dan lugar como aquellos a perder de vista que son fieras”
Me parecen muy oportunas las opiniones de estos dos antiguos toreros, en un momento como el actual en que la tendencia ganadera empieza a volver a recuperar y ponderar esa casta que nunca debió amortizarse a costa de la nobleza.
No sé si estas definiciones tienen valor hoy (creo que sí pero habría que analizarlo más despacio), aunque seguro que alguna vigencia mantienen. Como remate la imagen y definición (brutales) que de la bravura da Luís Bollaín en su libro El Toreo (1ª ed. Sevilla, 1968): Codicia, casta, celo de coger.
Yo lo único que añadiría es que la bravura aunque fiera debe venir necesariamente acompañada de nobleza. El toro tiene que ser fiero, pero franco. Con lo que vuelvo a lo que comentaba días atrás sobre los Miuras (Valientes y traicioneros). El toro bravo de verdad (para el ganadero o para el torero, debe dar igual) debe ser valiente y leal. Es cierto, que al aficionado siempre nos ha gustado más el toro fiero que el excesivamente noble, pero no podemos engañarnos: si la fiereza va unida a las malas intenciones y a otros defectos, el toro es de sentido y así lo catalogaba Montes (que los diferencia de los toros boyantes y los revoltosos) y así habrá que catalogarlo. Si además huye y se raja, es manso.
3 comentarios:
A proposito de Sanchez Mejias, es un torero "atipico",siempre me ha atraido su figura aunque apenas conozco nada de su vida. Me gustaria que le dedicaras algunas lineas o incluyeras algunas anecdotas de su vida personal o taurina. Gracias.
José, este blog es espectacular... tato así que me he visto obligado a iniciar su lectura desde el inicio. Al ver e vídeo de Bastonito me he quedado con l sensación que el público debió haber pedido indulto.
Jos Castro:
Muchas gracias.
Sobre lo de Bastonito, tengo que comentar que no estuve en la plaza (vi la corrida en la TV) pero si estuve en Madrid un par de días después comiendo con un nutrido grupo de buenos aficionados. La faena de Bastonito se vivió -por todos los allí presentes- como una lucha sin cuartel entre toro y torero. Sobre si el vencedor fue el toro o el torero, hubo en ese momento, división de opiniones. Visto con la perspectiva que da el tiempo creo que podríamos hablar de empate técnico. Quizás por eso no se pidió el indulto.
Un cordial saludo.
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