lunes, 28 de enero de 2013

El toreo de Belmonte (VI) Técnica y estética en Juan Belmonte

Por Jose Morente

Juan Belmonte preparado para el paseillo (Andres Martinez -Los g 001

Belmonte, vestido de luces, espera para hacer el paseíllo (Excepcional ilustración de Andrés Martínez de León para el libro de Luís Bollaín, “Los genios de cerca”)

Es muy difícil imaginar a un siglo de su alternativa (1913) el impacto que, entre los públicos de la época, causó el toreo de Juan Belmonte a quien sus contemporáneos motejaron de fenómeno nada más verlo aparecer en las plazas.

Belmonte salida a hombros 001

El toreo de Belmonte impactó a los aficionados desde el primer momento. Fue una especie de revelación.

Un aficionado nada sospechoso de “modernismos” como F. Bleu (pseudónimo de Félix Borrell) escribía en 1914, después de criticar las (para él, inexplicables en un torero) falta de facultades de Juan Belmonte que:

“Su verónica es sencillamente colosal pero no es del todo completa. Para y espera la acometida sin anticiparla con los alargamientos de brazos o de vuelos de capote a que nos tienen acostumbrados los manteadores contemporáneos.

Como la acometida del toro no se anticipa y el tiempo central de la suerte se efectúa en el tiempo debido y en el instante preciso, o sea cuando los pitones lamen el cuerpo, las dos primeras fases de la suerte, entrada y reunión, tienen el valor extraordinario y la capacidad emocionante de los grandes aciertos del toreo”.

El problema estaría en el remate pues ahí las facultades son –según Bleu- imprescindibles para evitar los embroques imprevistos o impuestos por el vigoroso empuje de algunos toros. Belmonte resolvería ese trance forzando la salida y violentando los brazos y el cuerpo:

“para lo cual se ve forzado a adoptar una posición parecida a la del estoqueador que vuelve la cara

Película del toreo de Belmonte (AML) 001

  En el remate de la verónica, Juan adoptaba una posición “parecida a la del matador que vuelve la cara en la estocada”. Es decir forzando el giro del cuerpo, de cintura para arriba, debido a que mantenía la posición inicial de las piernas por su prurito de “parar los pies”.

 

1914-01-18 Guadalajara (Mex) Belmonte verónica (3º) mano mano (San Diego de los Padres

De forma similar a la captada por Martínez de León, Belmonte toreaba así a la verónica en 1914. La foto corresponde al 18 de enero, día de su esperadísima presentación en Guadalajara (México). Juan torea a la verónica exactamente como decía F. Bleu. 

1914-05-02 Madrid Contreras Belmonte veronica (3º) 001

Pocos meses después en Madrid, el día 2 de mayo y con toros de Contreras, Juan lanceaba así a la verónica, a su primer toro, intentando controlar el capote ante el fuerte viento que se levantó en ese preciso instante. Era el primer enfrentamiento de José y Juan delante de la cátedra madrileña. Les acompañaba Rafael el Gallo.

Por el contrario, en los últimos años, quizás por citar algo más perfilado (en rigor de tres cuartos) según aconsejaba Guerrita en su Tauromaquia, la posición del cuerpo resultaba mucho más flexible y la estética más lograda.

Juan Belmonte Veronica (La tauromaquia de JB 86-87) 001

Juan Belmonte torea a la verónica en un Festival en la Maestranza algunos años después de la “revolución belmontina”. El cite, en este caso, sigue siendo casi de frente (no de tres cuartos) pero ya la estética de la figura se ha dulcificado y la figura ha perdido rigidez. Detalle importante: la forma de “volver” o girar la muñeca izquierda, lo que permitirá ligar ese lance al siguiente. ¡Esa muñeca de Belmonte!

Parece evidente que el impacto que causó su toreo en sus primeros años (sus famosas “cinco verónicas sin enmendarse”) se debía a lo mucho que esperaba, a ciertas apreturas de ritmo en su toreo y, sobre todo, a lo emocionante que resultaba su forma de torear pues daba la sensación que los toros podían cogerle en cualquier momento… y, de hecho, le cogían.

Por lo que hace a su toreo de muleta, Bleu pasa como de puntillas sobre él. Eso sí, señala que aquí el riesgo es menor por existir en esta suerte “diversos medios para resolver el conflicto, tantos, como pases de recurso existen en el toreo de muleta”. Lo que nos pone en la pista de dos cosas: Primero, que con lo que de verdad arriesgaba y emocionaba Juan era con el capote y, segundo, que con la muleta en la izquierda, y pese a ser su natural “notabilísimo”, se prodigaba mucho menos.

Natural de Belmonte en Madrid (La tauromaquia de JB 90-91) 001

El magnífico natural de Belmonte que, sin embargo (“rara avis”), prodigaba muy poco y nunca (o casi nunca) en series. La contextura técnica y estética de su natural es muy similar a la de su verónica: Cite frontal (no de tres cuartos) y con el cuerpo girado de cintura para arriba.

Un detalle. Mientras el pie izquierdo apoya completamente en el suelo, el derecho presenta el talón levantado, lo que es indicio de que el peso del cuerpo se carga sobre la pierna izquierda.

 

Geometría y estética

Fue tan fuerte el impacto de Juan Belmonte en el toreo que muchos aficionados llegaron a pensar que el toreo de Juan no sólo superaba a todo el toreo anterior (algo que siempre se afirma en todas las revoluciones) sino que era materialmente imposible que pudiera ser nunca superado en el futuro (algo más difícil de sostener racionalmente).

Eso es lo que se ha dicho y repetido hasta la saciedad y eso, lo que sostenía su mayor panegirista, Luis Bollaín quien dedicó todos sus esfuerzos y todos sus libros (y fueron bastantes) a glosar la figura del trianero. Bollaín situaba a Belmonte como cumbre indiscutible, inalcanzada e inalcanzable del toreo, tanto por su aportación técnica como por su indiscutible estética.

La cosa tiene enjundia.Y Bollaín recurre a un esquema geométrico para explicarla.

Defensa del compas abierto (Los dos solos p. 125) 001

Con este esquema geométrico es como Luís Bollaín pretendía explicar la supuesta  superioridad técnica del toreo cargando la suerte (En realidad, se refiere al toreo abriendo el compás y cargando el peso en la pierna de salida pues, en puridad, la suerte se carga con los brazos) frente al toreo de pies juntos (“Los dos solos”. Pág. 125).

Lo que sí permite apreciar claramente el esquema es el porqué, en el toreo de Belmonte, el pie de salida apoya en el suelo mientras el talón de la otra pierna aparece levemente levantado como veíamos en la fotografía anterior. Postura esta que muchos aficionados de la época defendían como la única posible desde el punto de vista de la ortodoxia. Algo que el propio trianero desmentirá posteriormente.

En conclusión, la tesis sostenida por Bollaín es que, sólo mediante el canon belmontista (toreo de tres cuartos y cargando la suerte), el toreo puede alcanzar su máximo equilibrio pues se aúna rigor técnico, estético e, incluso, ético.

 

Un giro inesperado. El natural de Juan de frente y sin cargar la suerte

Para Bollaín y sus epígonos (Domingo Ortega, Joaquín Vidal, etc.) cargar la suerte es la “piedra angular del toreo”. No se podría torear bien sin cargar la suerte, entendido este concepto (de modo impropio) como avanzar hacia adelante la pierna de salida y cargar el peso del cuerpo en dicha pierna.

En su libro “Los dos solos” (su primer libro), Luís Bollaín defiende esta tesis con fervor. Sin embargo, en un momento dado, se desdice y señala:

Belmonte –mi ídolo, la cima inaccesible de perfección torera en todas sus facetas- prodigó sobre todo en su última época, un tipo de naturales sin cargar la suerte. Eran aquellos que daba citando muy de frente –quedándose por tanto, al final del pase, casi de espaldas al toro- y con los talones pegados al suelo a lo largo de la ejecución”.

Pruebas cantan y Bollaín aporta cuatro fotos de lo que dice:

naturales de Juan Belmonte (Los dos solos p. 128-129) 001

Páginas 128 y 129 del libro de Luís BollaínLos dos solos” con los cuatro naturales –sin cargar la suerte- a los que se refiere el autor. Naturales muy parecidos a las verónicas de las que hablaba Bleu. Muy coherentes por tanto con la concepción torera del trianero.

Sorprendente ¿no?. Acostumbrados a oír decir y leer que Belmonte siempre cargaba la suerte, avanzando la pierna de salida y citando de tres cuartos resulta que aquí, por el contrario lo tenemos dando cuatro naturales de frente y con el compás ligeramente abierto  pero con los dos talones asentados en la arena. Bollaín añade que eso lo hacía frecuentemente, en su última época. ¿En qué quedamos?

Sigamos leyendo al simpático y vehemente notario:

“Fotos cantan. En todas se ve al toro impecablemente toreado, buen presagio de que los pases quedarían rematados a la perfección y de que, por ello, habría ligazón sin enmienda (…) Esto indica [habla de un pañuelo blanco cayendo al suelo en una de las fotos] que Belmonte no se desplazó entre uno y otro pase, que ligó el natural con el de pecho sin enmendarse o sea que paró, templó, mandó y remató; o, más claro todavía: que toreó de un modo técnicamente irreprochablesin cargar la suerte”.

naturales de Juan Belmonte (Los dos solos p. 128-129) 001 (2)

La última de las cuatro fotografías, donde se ve como está cayendo del bolsillo de Juan, el pañuelo blanco que aparecerá a los pies del trianero, en otra fotografía del Ruedo correspondiente al pase de pecho que siguió a este. “Prueba irrefutable” de que Juan no se enmendó después entre pase y pase.

Belmonte veronica (Tauromaquia de Bollaín  p. 256a) 001

Una verónica de Juan Belmonte de contextura muy similar a los cuatro naturales anteriores: De frente y sin cargar el peso en la pierna de salida (“El toreo” de Luis Bollaín. Pág. 256)

Sigue Bollaín:

“Y si torear es –que sí que lo es- ligar sin enmienda a base de temple, mando y remate, y ello puede hacerse sin cargar la suerte, hay que concluir que esta práctica torera no es requisito técnico inexcusable del buen torear”.

Atención también a lo que sigue que tampoco tiene desperdicio:

Pero… aquí viene la estética. y, con ella, mi gusto particularísimo: Desde el punto de vista de la belleza no se pueden comparar –sobre dejar escrito que en mi sentir- los cuatro naturales últimamente ofrecidos al lector, con todos los anteriormente publicados (…) Les falta la dulzura, la elegancia, de líneas, la armonía inigualable de aquellos otros naturales belmontinos en los que el torero ejecuta cargando la suerte”.

Dicho de otro modo, cargar la suerte no es (para Luís Bollaín, pontífice máximo del belmontismo), requisito indispensable para torear correctamente sino un simple medio de alcanzar determinadas cotas de estética. Cargar la suerte no es, por ello, una cuestión de técnica ni (mucho menos) de ética, como se empeñan en sostener bastantes aficionados.

 

Epílogo a modo de conclusión (provisional)

Como vengo repitiendo, cada vez estoy más convencido de que, en el toreo, no existen supuestas verdades eternas  sino tópicos o dogmas con los que algunos pretenden arrimar el ascua a su sardina y hacernos comulgar con sus ruedas de molino.

El toreo de Belmonte fue exquisito e impresionante. Impresionante por el valor que el trianero derrochó en los ruedos, tarde tras tarde, le saliera o no su toro, y enfrentado además a un coloso de la categoría de Joselito, al que más de una vez incluso le ganó la pelea.

Y exquisito porque el expresivo patetismo de su figura le hacía transfigurarse ante el toro y transmitir a los espectadores novedosas sensaciones que éstos recibían con alaridos de placer.

Juan basó su toreo en una técnica intuitiva y arcaica (“ganar el pitón contrario”), aprendida en las capeas pueblerinas y en los cerrados de las noches de Tablada, muy alejada de la técnica espléndida, académica y depurada de su rival en los ruedos.

Fue ésta, la técnica de su rival la que cimentó y sirvió de base para el ligado toreo en redondo que vino después. Igual que fue la estética de Juan, en mayor medida que su técnica, la clave e inspiración para algunas de las nuevas formas estilísticas que llegarían años más tarde.

Después de ellos dos, en el toreo ya nada volvería a ser como antes.

 Joselito recorte capote a una mano

Aunque la principal aportación de Joselito al toreo del futuro fue de índole técnico, no hay que desdeñar tampoco su influencia estética en los toreros sevillanos como Chicuelo o Pepín Martín Vázquez.

 

Una prueba irrefutable (y definitiva)

Hemos dicho que, en el toreo, ningún dogma tiene validez universal, algo que se encargan de demostrarnos día a día, los buenos toreros.

He aquí la prueba:

naturales de Juan Belmonte (Los dos solos p. 128-129) 001 (3)

En la foto de Baldomero, el propio Juan Belmonte se entretiene en dinamitar los tópicos y dogmas belmontistas.

Juan ejecuta un natural “impecable” (impecable dice Luís Bollaín) pero citando de frente (no de tres cuartos) y sin cargar la suerte (pese al compás abierto).

¡Para que luego digan!

jueves, 24 de enero de 2013

Joselito el Gallo (XI) Gallito puede con Tabacoso

Por Jose Morente

Joselito con Santa Coloma (Luis Bollain-Los genios de cerca) 001

Joselito inmenso con un exigente toro de Santa Coloma en Madrid sin que (como suele suceder) se enteraran ni el Presidente, ni algunos aficionados, ni parte de la crítica (Ilustración de André Martínez de León para el libro “Los genios de cerca” de Luís Bollaín)

 

El difícil oficio de la crítica

Narraba Luís Miguel López-Rojas en la anterior entrada de este blog una serie de anécdotas que venían a demostrar que mientras los aficionados de la época de José y Juan andaban enzarzados en sus fuertes trifulcas, los dos diestros emblemáticos de la edad de oro se profesaban respeto, admiración y verdadero afecto.

Y eso no quiere decir que Joselito se dejase ganar la pelea por Belmonte, más bien al contrario, como apuntaba Pablo Galán en un comentario a esa entrada. Precisamente, uno de los relatos más interesantes del artículo de Luis Miguel era el de aquella tarde en Madrid en la que un motivado e inmenso Joselito hacia derroche de valor ante un agresivo y fiero toro de Santa Coloma. José le ganaba la partida en la plaza a Juan Belmonte pero luego en la calle buscaba a su ya amigo como testigo fiel de su hazaña y de su capacidad torera, una capacidad torera puesta en duda por algunos de sus propios partidarios.

La anécdota tiene interés no sólo porque refleja el tipo de relaciones entre los dos toreros sino también porque pone sobre el tapete varias cuestiones. La primera, la de la veracidad de estas historias antiguas, algo discutible cuando ya las faenas pasaron y tenemos que fiarlo todo al testimonio -oral o escrito- de terceros y otra, no la menor, lo difícil que resulta calibrar el mérito real de lo que sucede en la plaza salvo para el que se pone delante del toro.

Eso explica quizás la disparidad de opiniones y valoraciones que suscita una misma faena. Disparidad que resulta más evidente en el caso de la crítica taurina y es que escribir de toros no es nada fácil pues estoy por decir que cada revistero (cada aficionado) ve las cosas de forma diferente a como la ven los demás. Por eso, muchas veces nos parece haber asistido a una corrida distinta de la que reseñan los periódicos, como ya señalaba en su día el maestro Marcial Lalanda.

Marcial

Marcial Lalanda de quejaba de que a veces cuando leía una crónica taurina le daba la impresión de que no había estado en la plaza ese día. Como si hubiera visto otra corrida

Vamos a indagar en estos dos aspectos (veracidad de la memoria oral y dificultad de analizar con justeza lo que ocurre en el ruedo) al hilo de la faena de Joselito al toro de Santa Coloma de la que hablaba Sebastián Miranda y lo vamos a poder hacer porque, en este caso (al contrario que otros donde sólo quedan reseñas siempre discutibles), tenemos la suerte de disponer de un testimonio único, directo e irrefutable. El testimonio de Juan Belmonte cuya palabra creo que debe significar algo en el toreo. Testimonio que nos llega, además, por dos vías diferentes: la de Sebastián Miranda (que ya conocemos) y la de Luis Bollaín (que ahora conoceremos). Las dos versiones son prácticamente coincidentes lo que garantiza la veracidad de la anécdota.

Los genios de cerca Bollaín 001

Un libro que ya conocemos “Los genios de cerca. Belmonte visto por un belmontista”. En este caso, el belmontista (insigne) es Luís Bollaín quien nos da en él su versión de lo que le contó Juan sobre la faena de Joselito al Santa Coloma.

El testimonio de Juan Belmonte.

Vamos a transcribir lo que decía Juan Belmonte sobre esa faena de José pero ahora a través de la versión que nos dio Luís Bollaín en su libro “Los genios de cerca”. Y vamos a contrastar sus palabras con lo que dijeron en su día los críticos taurinos de la época en diarios y revistas. Ya veremos a donde nos lleva esto.

Empecemos por lo que dice Juan Belmonte. Concretamente, por lo que Juan dice del toro de Santa Coloma que dio pie a la anécdota ¿Cómo fue realmente ese toro? 

Juan lo describe así:

“En cuanto lo vi salir por los toriles me hice el firme propósito de no darle un sólo capotazo. ¡Y cumplí lo prometido a mí mismo! Había que ver el respeto de aquella cara, las agujas de aquellos pitones brillantes y negrísimos, la lumbre de aquellos ojos inyectados en sangre, el genio endiablado de aquella fiera”.

Añade Belmonte que, como Camero pudo meter el palo un par de veces, Joselito creyó que el toro estaba suficientemente picado y mandó que no le pegaran más, andando por la plaza muy sereno como si tuviera que vérselas con un enemigo modelo de nobleza y suavidad.

Cogió las banderillas, puso tres pares soberbios y cuando tocaron a matar:

Se fue para el toro dispuesto a iniciar la faena con el ayudado por alto, es decir, con el pase que en mi época empleábamos para empezar el muleteo a los toros que, por su embestir noblote, no precisaban trasteo de castigo.

Yo no salía de mi asombro ni de mi admiración”.

Y sigue diciendo Belmonte:

Embistió el toro, Joselito dio el ayudado por alto y se quedó con la muleta en la izquierda. ¡Dios Santo –pensé-, con un bicharraco así y, al segundo pase de la faena, un natural!. Pues sí, vino el natural pero vino también un revolverse el toro con tal rapidez y con tal genio que hubo un instante en el que el Santa Coloma quedó enroscado al cuerpo de José y con el pitón en la oreja izquierda del torero.

¡Claro –me dije- si tenía que suceder. Si el toro lleva dentro una pimienta pavorosa! 

Joselito lo comprendió sin duda, en aquel instante. Ante el trágico aviso, retrocedió unos pasos, impuso una breve pausa al muleteo y cuando volvió a la carga, lo hizo en otro tono muy distinto, con una táctica muy diferente.

Desde luego, estuvo admirable. Si estaría bien que cortó la oreja –¡con lo difícil que era entonces cortar una oreja en Madrid!- pero a base de hacer una faena de matiz defensivo y dominador.

Añade Juan que esa tarde no intercambiaron palabras ni comentaron lo que había pasado pero que unos días después estando en la Estación del Norte, vio aparecer a Joselito con dos amigos. En cuanto José le divisó se vino hacia él apresuradamente:

“¡Oye, Juan! ¡Di a estos amigos que te pareció el toro de Santa Coloma al que desorejé la otra tarde aquí en Madrid.

Pues –contestó Juan rápido- el toro más “malage” que yo he visto lidiar”.

Lo que aprovechó José para decir la frase que conocemos y que recogía Sebastián Miranda:

“¡Lo veis ustedes como de esto no entendéis ni una palabra? ¡La guasa que tenía el animalito!”

 

Indagando en las hemerotecas

img_0364 Madrid Gallito y Belmonte Santa Coloma cruce

Página de la revista Toros y toreros del día 8 de mayo de 1917 con la crónica de la corrida extraordinaria del viernes 4. Mucha fotografía pero poca información, sobre todo si se compara con la Prensa diaria no especializada (Ejemplar facilitado por Rafael Cabrera Bonet)

Después de indagar en las hemerotecas (algo hoy fácil gracias a la digitalización de las mimas) y, también, en las bibliotecas de los amigos, hemos localizado (no sin trabajo) la corrida en que ocurrió el hecho al que se refería Juan Belmonte.

Fue una corrida extraordinaria (fuera del abono madrileño) en un mano a mano con Joselito y donde se lidiaron seis toros de Santa Coloma. La corrida se celebró, concretamente, el viernes día 4 de mayo del año 1917. Joselito estuvo sensacional pero la actuación de Juan Belmonte no pasó de regular.

1917-05-04 Mundo Grafico Titulo

Joselito triunfó ese día en Madrid como reconocía la revista generalista Mundo Gráfico que dedicaba al torero una página completa pocos días después. He aquí la entradilla. 

El toro del sucedido, que diría un castizo, se lidió en tercer lugar (era el segundo de Joselito) y se llamaba Tabacoso, tenía el número 85, era negro zaíno y estaba bien puesto de pitones.

Si bien Juan afirmaba que Joselito había cortado la oreja del toro, ese dato no se ajusta exactamente a la realidad pues, ni esa tarde ni otras, José desorejó ningún Santa Coloma en Madrid. Pero, eso sí, la faena debió impactar al respetable público madrileño (igual que impactó a Belmonte) pues hubo petición de oreja que (aunque no la concediera el despistado Presidente) debió ser bastante fuerte, lo que explica el recuerdo triunfal que Belmonte tenía de esa faena.

Tampoco puso José tres pares, sino dos, pues cerró el tercio el Almendro. Los tres excepcionales pares a que se refiere Belmonte fueron en el 5º un toro de bravura más asequible.

Pero todo lo demás, todo lo que dice Juan, encaja línea por línea con los documentos que disponemos, con las fotografías que nos han llegado y con lo que dijeron los críticos. Con los datos objetivos. Porque, por lo que respecta a las opiniones subjetivas de los críticos, la cosa, en algunos casos, difiere bastante.

Vaya por delante que le concedemos mayor crédito a la opinión de Juan Belmonte que a la de cualquier crítico de la época (por mucho prestigio que tuviese), entre otras cosas porque Juan estaba en el ruedo al lado de José y enfrente del temible toro de Santa Coloma mientras los críticos estaban –como es lógico- el tendido. Y hay cosas que, desde el tendido, son muy difíciles de apreciar aún para el espectador más avezado.

1917-05-05 La Nacion Título

José Lebrón en la sección Mundo taurino del diario “La Nación” resumía de forma tajante como estuvieron los dos ases esa tarde.

La opinión de la crítica

Repasando las críticas taurinas sobre esa corrida, lo primero que llama la atención es, que pese a la diversidad de matices, existe cierta unanimidad en calificar la corrida de Santa Coloma como buena y al toro Tabacoso como toro bravo y de mucho nervio (que, en resumidas cuentas, es lo que opinaba Belmonte de ese toro).

Es cierto que hay algún revistero despistado como el anónimo firmante de la reseña de “El País” que, aunque precisaba que el tercero fue bravísimo, calificaba a todos los toros (salvo al manso primero) de “más inocentes que un cubo”. Algo que es una contradicción en origen. También Paco Media-Luna opinaba en “El Toreo” que los diestros no tendrían quejas de los toros. Pero, evidentemente se refería a la corrida en su conjunto.

Por el contrario, Corrochano en ABC y Montera en “Toros y toreros” destacaban el nervio del tercer toro, nervio muy acusado y que atribuían ambos a su origen saltillesco. El crítico de “Toros y toreros” aprovechaba de paso para recriminar al Conde por la cruza con Saltillo señalando que con ella se estaba:

“Buscando una ilusoria mejoría innecesaria en una vacada que como la suya era superior por su historia y por su procedencia murubeña”´

Corrochano, siempre muy atento a las condiciones del toro, clave según él para valorar al torero dijo que:

“En las verónicas ya vimos que se trataba de uno de esos toros nerviosos, muy bravos, de mucho celo, que no dejan reponerse al torero”.

 

1917-05-04 (TyT) Madrid Joselito (3º) Veronica

“En las verónicas ya vimos que se trataba de uno de esos toros … de mucho celo, de los que no dejan reponerse al torero” (Gregorio Corrochano). En la fotografía de Toros y Toreros (facilitada por Rafael Cabrera),  se aprecia la casta y el nervio de Tabacoso, ya de salida, ante el capote de un Joselito que tiene que abrir mucho el compás para poderle al toro. Don Pío dijo de esas verónicas de recibo que si no fueron paradísimas (no podían serlo, añadimos nosotros) si que fueron apretadísimas y colosales .

Don Pío añadía, en “El Liberal”, que “el cabezón de Santa Coloma” tiraba “2.749 cornadas por segundo”. Tantas que “hasta en el tendido tiritábamos”.

1917-05-05 El Liberal Título

Gallito, Gallito y Gallito. Así titulaba el críticoo del Liberal, el gallista Don Pío su crónica del día siguiente. Una crónica llena de “kikirikies” al menor de los Ortega

 

1917-05-04 (TyT) Madrid Joselito (3º) Quite

Que el toro tirara 2.749 cornadas por minuto no parece importarle a Joselito quien se arrima de verdad en este quite. Merece la pena fijarse donde está el pitón de Tabacoso y donde la pierna derecha del torero (Fotografía de Toros y toreros facilitada por Rafael Cabrera)

1917-05-04 (El Dia) Madrid Joselito remnata un quite

Posiblemente, el mismo remate visto desde otro punto y captado por otro fotógrafo. Se ve aún mejor la posición de la pierna y el pitón. A este recorte, Don Pío lo llamó “el quite nuevo”, una especie de medias verónicas por delante que, al parecer, estrenó en Andújar. Por lo visto gustó mucho al público (Foto de Casa Alfonso publicada en el diario “El Día”)

La mejor descripción (y la mejor crónica) fue la de Barbadillo, el más equilibrado (no en balde era el favorito de Clarito) quien ponía en “El Imparcial” los puntos sobre todas las íes (incluida la excepcional actuación de Camero).

1917-05-04 (TyT) Madrid Joselito (3º) Quite Belmonte

Tabacoso (cuya imagen infunde pavor) derriba a Camero. Belmonte (de azul claro y oro) al quite. José (de grana y oro) muy atento. De Camero destacaba Barbadillo uno de sus puyazos, “doblándose colosalmente sobre el palo y lastimando atrozmente a la res con la perfecta y asombrosa ejecución del arte de picar”. En general, la crítica puso por las nubes la actuación de Camero, el picador estrella de Joselito (Fotografía de Toros y toreros facilitada por Rafael Cabrera)

1917-05-04 (La Lidia) Madrid Joselito remate quite

Joselito remata un quite. José estuvo muy bien con el capote toda la tarde (Fotografía de la Lidia)

Los toros fueron para Barbadillo, finos, bien criados, de nota buenísima. Para Tabacoso, se deshace en elogios:

“Fue el tercero un gran toro: fino, bonito, terciado, bravísimo, con la sobra de nervio del ganado andaluz de estas vacadas de primera clase; se comía la muleta; era un relámpago

1917-05-04 (Mundo Grafico) Madrid Joselito (3º) viendo morir (2)

Aunque Tabacoso está ya encogido y con la lengua fuera, pues lleva una estocada de muerte, se aprecian, en la fotografía, perfectamente sus hechuras puramente saltillescas. El Conde de Santa Coloma cruzó las vacas de Ibarra con sementales puros de Saltillo. Cruza que según las malas lenguas le endosó luego –por exceso de casta- a su hermano el Marqués de Albaserrada, de donde procede lo de Victorino y Adolfo Martín

Bien claro está que, sin llegar a la fina percepción de Juan Belmonte, tanto el público como la mayoría de la crítica se apercibieron de las dificultades del toro.

Igual que con el toro, todo el mundo (o casi) valoró también el derroche de facultades y la entrega de Joselito que estuvo (como dijo Belmonte) valiente en exceso. Don Pío lo recalcaba y se exaltaba:

“Su nota de ayer fue principalmente la valentía (…) Pues ya le visteis exponer en aquel ayudado por alto, más parado que un reloj sin cuerda y de aquel inmenso natural que le siguió metiéndose temerario, valentísimo entre los pitones”

 

1917-05-04 (Mundo Grafico) Madrid Joselito (3º)natural 01 

1917-05-04 (Mundo Grafico) Madrid Joselito (3º) natural 02

“Hubo un momento en que el Santa Coloma quedó enroscado en el cuerpo de José” (Juan Belmonte).

En Mundo Gráfico se publicaban estas dos fotografías de Alfonso (Fotos A y B) señalando que correspondían a dos de los naturales que Joselito dio a su segundo toro. No cuadra pues José a Tabacoso no le dio más que un único pase natural (aquel del que hablaba Belmonte). Por lo que caben dos posibilidades. Primera, que una de las fotos corresponda a uno de los estupendos pases en redondo de los que dio José al quinto toro o, segunda que se trate de dos fotos del mismo natural desde dos ángulos distintos. Hipótesis esta última más que creíble pues ese año (1917) a Alfonso Sánchez Portela empezó a acompañarle en tareas de reportero taurino su propio hijo, Alfonso Sánchez García, trabajando juntos pero en tendidos distintos (normalmente, en el 2 y 8, según Juan Miguel Sánchez Vigil y Manuel Durán Blázquez) para cubrir un mayor ángulo en la plaza. Lo que es evidente es que, en la segunda de las fotos, se aprecia perfectamente como el Santa Coloma se enrosca en el cuerpo de Joselito.

Después del natural vino el achuchón del toro y a continuación, lo que hoy llamaríamos un arrimón. Lo cuenta Paco Media-Luna

“Luego se dejó atropellar por el toro y después se arrimó de un modo indecible dando manotadas en el testuz y luchando de poder a poder con el animal, hasta que este cuadró y entró el espada para cobrar una estocada definitiva que tumbó al toro”.

Barbadillo es, de nuevo, quien da en la tecla y mejor lo cuenta:

“La faena ante el tercero fue admirable. El animal embestía nerviosísimo. José empezó con un pase ayudado; siguió con un soberbio natural y, siempre entre los cuernos, como peleando de poder a poder con con aquel bravo y pegajoso toro, le hizo igualar en brevísimo tiempo, le entró derecho y le dio una estocada que hizo doblar en el acto al cornúpeto”

1917-05-04 (Mundo Grafico) Madrid Joselito de rodillas

Después vino una faena de corte distinto, de poder a poder, que encandiló a la afición madrileña (Fotografía de Alfonso para Mundo Gráfico).

 

1917-05-05 El Imparcial Titulo

En “La Torería”, sección taurina del “Imparcial”, Barbadillo titulaba así su crónica. El relativo Himalaya era Joselito mientras que el Cerro del Pimiento en absoluto era ese día, Juan Belmonte.

Como nunca falta un roto para un descosido, la nota discordante la ponía –otra vez- el anónimo crítico de “El País” quien vio la faena de forma muy distinta:

“Muy mal no toreando despacio al 4º (sic) que era bravísimo. Pases efectistas que le aplaudieron. Lo mató de media baja ¡Qué lástima de toro!”

Lógicamente, con ese punto de vista, el crítico de “El País” tampoco pudo entender la favorable reacción del público a la faena de Joselito. Por ello, y porque no puede ocultarla, la cuenta pero la puntualiza con un exabrupto:

“Ovación enorme que le obligó a saludar desde el tercio después de dar la vuelta al ruedo. Una ovación, vuelta y petición de oreja por no torear ¡Viva San Isidro!”

Como vemos, esa forma tan sui-generis de contar las cosas que han tenido y tienen los revisteros de “El País” de esta época, viene ya de esos tiempos que los flamencos llamarían “inmemoriables”.

 

Fulgencia de Miguel (cara)

El Presidente de la corrida, Fulgencio de Miguel, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Madrid en aquellos años. Otro que tampoco supo apreciar el mérito de la faena de Joselito.

Pero lo que más me sorprende es la opinión de Corrochano ya que el crítico de ABC siempre se destacó por hacer mucho hincapié en las condiciones de los toros y desde luego, don Gregorio dedicaba bastantes líneas en sus crónicas a analizar el comportamiento de las reses . Dice Corrochano de esa faena al tercero:

“Con la muleta estuvo valiente pero le faltó reposo. Le faltó dominio. Dio un gran pase natural y otro de pecho pero sin guardar relación muy movido , acosado por el toro que, cada vez estaba más bravo, cada vez más ágil, revolviéndose en un palmo de terreno no le dejaba reponerse al torero ¿Qué digo reponerse? Ni respirar. Dos toros así cada tarde acaban con la torería”

Lo curioso (y sorprendente) es que después de describir con nitidez las tremendas complicaciones de ese toro y sus dificultades y de enfatizarlas, no fuera capaz de valorar al torero en función de esas condiciones. Es más añade que:

“Como yo creo que Joselito sabe más que el que inventó el toreo, hubiese deseado más reposo en la faena y desde luego más dominio, que para estas insuperables dificultades quiero yo estos insuperables toreros

1917-05-05 ABC Titulo

La Crónica de Corrochano se iniciaba con una reflexión sobre Echevarría, Retana, la lluvia, Neptuno y la Cibeles. También la crítica de toros estaba empezando a cambiar en esa época”

 

Apuntillando a Tabacoso y apostillando a Corrochano

Lo dijo el Papa Negro: La clave está en fijarse en las cambiantes condiciones de los toros.

De ello, de fijarse en las cambiantes condiciones de los toros presumía Corrochano  (como presumen muchos aficionados de ayer y hoy) pero creo que entender de toros es algo más. Hay que saber valorar lo que hace el torero en función del toro. Sin exigencias desorbitadas. En su justa medida.

La frase con la que Corrochano sentencia su crónica es muy efectista (a Corrochano le encantaba hacer frases efectistas y de ahí su fama entre los aficionados) pero su opinión no deja de ser dogmática y teorizante.

Gregorio Corrochano redactor de ABC

Gregorio Corrochano, crítico taurino del diario “ABC”. Con él llega un nuevo modo de hacer la crónica taurina pues abandona el relato toro por toro por una visión más general de lo que ocurre cada tarde. Le perdía su suficiencia y dogmatismo pues siempre hablaba “ex-cátedra”. Pese a todo, tenía mucho más conocimiento del toreo que los críticos costumbristas que vinieron después. Por todo ello, tuvo mucha influencia en su época. Algunos de sus conceptos mantienen su validez hoy día pero la mayoría, ya no.

Corrochano hizo una crónica muy exigente con Joselito porque ser exigente es lo que le daba (y da) prestigio y categoría de gran crítico entre los aficionados exigentes. La verdad, sin embargo, es otra muy distinta y está más cerca del equilibrio de Barbadillo que de la pomposidad y suficiencia de don Gregorio.

Joaquin López Barbadillo

Don Joaquín López Barbadillo, el magnífico y ecuánime crítico de “El Imparcial”, en cuya tribuna había sustituido a Don Modesto a su muerte. Para Clarito, el mejor de aquella época.

Ya se lo dijo José a sus partidarios con Juan Belmonte de testigo (y cuidado que estos dos –Juan y José– si que sabían de toros):

“¡Lo veis ustedes como de esto no entendéis ni una palabra? ¡La guasa que tenía el animalito!”

Joselito le pudo a Tabacoso pero… ni el Presidente, ni algunos aficionados ni parte de la crítico se enteró de lo que pasaba en el ruedo.

Apliquémonos nosotros el cuento.

1917-05-04 (Mundo Grafico) Madrid Joselito (3º) viendo morir

Joselito viendo morir a Tabacoso entre la aclamación del público de Madrid, la admiración de Juan Belmonte y la incomprensión del Presidente, de algunos aficionados y de parte de la crítica (Magnífica fotografía de Alfonso para Mundo Gráfico)

sábado, 19 de enero de 2013

Cien años de lucha son suficientes

Por Luis Miguel López-Rojas

Joselito y Belmonte

José y Juan

Nota del autor:

El pasado día 21 de diciembre, tuve el privilegio de asistir en la Maestranza de Sevilla, a la magistral charla a cargo de D. José Morente, bajo el títuloJoselito el Gallo en la Real Maestranza de Sevilla”. La síntesis queda recogida en la anterior entrada “Joselito el Gallo (IX) Joselito torea en la Maestranza”.

En ese marco incomparable, se vivieron momentos que calificaría de mágicos. Mi imaginación volaba y visualizaba a Belmonte abriendo las puertas de la Maestranza (“el patio de su casa”) a Gallito, para que a través de D. José Morente, recibiera el reconocimiento que el Rey de los Toreros merece. En un clima de máximo respeto, en las mismas entrañas maestrantes de su salón de carteles, se alcanzó una plena armonía entre “gallistas” y “belmontistas”. Cuando salíamos, una imagen final de despedida… estos dos colosos abrazándose en el cielo torero y sus caras reflejadas el Guadalquivir que tantas veces fue testigo mudo de sus triunfos… Pura magia.

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Un grupo de belmontistas agasajan a Belmonte después de su vuelta de México (Fotografía publicada en Arte Taurino el 23 de marzo de 1914)

Gallistas y belmontistas

Aún reconociéndome neófito en la materia más, si cabe, ante ese “sanedrín” allí congregado, es una inmejorable ocasión (finalizado el año del centenario de la alternativa de Joselito y abriendo el de la alternativa de Belmonte), de intentar enterrar de una vez por todas, el hacha de guerra entre “gallistas” y “belmontistas”.

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El gallinero de Gijón el día de su constitución el 2 de marzo del 14 (Fotografía publicada en Sol y Sombra del mismo año)

La ocultación interesada de las virtudes de uno y otro por parte de los “anti-istas”, para contar y entender la historia del toreo, es un lujo que los aficionados no se pueden o deben permitir. Cien años de lucha son suficientes.

Por eso que mejor que preguntar a los propios protagonistas, que en vida reconocieron pública y abiertamente, con nobleza y gallardía, la valía de su competidor. Incluso ante los partidarios suyos más radicales, acérrimos “antigallistas” y “antibelmontistas”.

 

Belmonte, reconocido “gallista”.

Así lo recoge Nicolás Salas en su libro “Sevilla en tiempos de Joselito y Belmonte” (Editorial Castillejo).

“... estando Juan Belmonte en la tertulia “Los Corales”, junto a Luis Bollaín, Andrés Martínez de León y Pepe Zarco, pasó un acérrimo belmontista y se encaró con Juan Belmonte, diciéndole: «¿No te da vergüenza estar sentado a lado del gallista Zarco? », a lo que Juan respondió: «Este que va a ser gallista. Aquí no hay más gallista que yo».

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El más cualificado gallista: Juan Belmonte

Joselito, reconocido “belmontista”

De forma análoga el propio Joselito

“...Joselito está junto a la actriz Consuelo Hidalgo, rodeado de los amigos y admiradores, en el patio de la casa de la Alameda de Hércules, una noche de verano. Y sale Belmonte a la palestra en la animada tertulia. Pero sale... hasta arriba de improperios, lanzados por aquel coro.

Claro que José, completamente callado, escucha... sin escuchar y aprovechando una breve pausa en el vocerío, dice a la que fue popular artista de opereta, para que se enteren... «Está visto, Consuelito, que aquí somos tú y yo los únicos belmontistas».

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El más afamado belmontista: Joselito el Gallo

Pero este reconocimiento mutuo no sólo lo era de cara a la galería, recogemos ahora testimonios sobre actuaciones en concreto de uno y otro y la opinión de su competidor.

Dice Belmonte de Joselito

Joselito posando para Sebastian Miranda (ABC)

Joselito acompañado por Rafael, en el estudio del escultor Sebastián Miranda (Fotografía publicada en el extraordinario de ABC del 16 de mayo de 1970 dedicado al diestro de Gelves)

Cuenta el escultor Sebastián Miranda en ABC (16 de mayo 1970) que en cierta ocasión Juan Belmonte le hablaba sobre un toro de Santa Coloma que le había tocado a Joselito en Madrid, con estas palabras:

Era de tal fiereza y bravura, que tenía los ojos inyectados de sangre, con un nervio que sólo el verlo producía escalofríos. Me propuse no darle ni un solo capotazo y guardé siempre una prudente distancia. Este era uno de esos toros que si a mí me hubiera tocado en suerte, hubiera dado de buen grado todas las ganancias de mi temporada por verle muerto. José le pego diez o doce pases, doblándose y castigándole a modo, y en cuanto se le cuadró unos segundos, le echó a rodar con media estocada en las agujas. Naturalmente, le dieron la oreja que algunos protestaron.

Los amigos de “Gallito” criticaban la faena por su excesiva brevedad y comentaban:

«No has sabido aprovecharlo. Ten seguro que si le toca a Belmonte, ¡menuda es la que arma!».

A los pocos días después nos encontramos a Joselito en la estación de Atocha, con el grupo de íntimos... pidiéndole a Juan que se acercase al grupo.

«Hazme el favor -dijo José a Juan- de decirle a éstos lo que te pareció el Santa Coloma al que le corté la oreja la otra tarde».

A lo que Belmonte se apresuró a responder:

«Pues era el bicharraco más difícil que he visto en mi vida y que si me toca a mí no sé que hubiera pasado, porque en cuanto le vi, juré no darle ni un capotazo».

A lo que respondió Joselito:

«¡Lo veis ustedes cómo de esto no entendéis ni una palabra!»

Joselito con Santa Coloma (Luis Bollain-Los genios de cerca) 001

La anécdota del Santa Coloma la cuenta también, en su libro “Los genios de cerca”, Luís Bollaín  quien ilustra las palabras de Juan Belmonte con un precioso dibujo de Andrés Martínez de León (que aquí reproducimos).  

 

Dice Joselito de Belmonte

1917-06-21 Madrid Belmonte con Barbero de Concha y Sierra ayudado

“¡Suerte la del toro!” dijo Joselito el Gallo sobre el toro Barbero de Concha y Sierra con el que Juan Belmonte cuajó en la plaza de Madrid el 21 de junio de 1917 una faena histórica.

El día del triunfo de Belmonte con el toro de la Viuda de Concha y Sierra en Madrid (corrida del Montepío de toreros, celebrada el 21 de junio de 1917, alternando con Gaona y Joselito), según relata el doctor Juan M. Lara en “ABC” (16 de mayo de 1970), en el callejón un banderillero de Joselito, le dijo a su maestro:

« ¡Qué suerte ha tenido Juan con este toro!».

«No- respondió Joselito, -la suerte es la del toro que lo está toreando el mejor de los que ha nacido».

No obstante, este último texto habría que tomarlo con cierta cautela ya que no es muy probable que Joselito utilizara el adjetivo el mejor. Teniendo en cuenta el testimonio de su sobrino Rafael Ortega en su libroMi paso por el toreo”, ser el mejor fue siempre el objetivo y la obsesión de Joselito. Hasta tal punto, que cuenta que tras la muerte de la madre de Joselito en 1919, éste se fue a vivir una temporada a casa de su hermana Gabriela (madre de Rafael Ortega). Sumido en una profunda tristeza, su hermana intentaba hacer algunas bromas para sacarle de dicho estado. “Mi madre para distraerle a veces le hacía bromas cariñosas. Un día fijándose en unas fotos de José y Rafael que había sobre la mesa, cogió dos, una en cada mano, y mirando a su hermano le dijo:

-Rafael torea mejor que tú, ¿verdad?

Muy sorprendido, la mira fijamente Joselito y pregunta:

-¿Quién te ha dicho eso?

-Nadie, que yo lo veo.

-Mira, tu hermano Rafael ha toreado mejor que yo y mejor que todo el mundo; pero el amo de esto soy yo, y el mejor soy yo.

Se detiene en una corta pausa para agregar, sonriente:

-Perdona, pero es que no me puedo aguantar.

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Rafael torea mejor que tú ¿Verdad?” Le preguntó Gabriela Gómez Ortega a su hermano José (Fotografía de Rafael el Gallo en la feria de San Miguel de Sevilla de 1914)

Por eso mis razones fundadas en que no utilizara este adjetivo, aunque seguro que esta conversación tendría lugar y que utilizara otro expresión de admiración. Siguiendo con aquella actuación, más credibilidad me ofrece la opinión de Aurelio Sánchez Mejías a quien Joselito le dijo sobre esa faena:

«Mira, fue una faena que no ha habido nadie que la haya hecho, que no hay nadie hoy día que sea capaz de hacerla y que jamás habrá torero capaz de igualarla. Y que si por un milagro resucitasen al toro de la Viuda y le diesen a Juan la espada y la muleta, tampoco podría repetir una faena tan perfecta. Esta es la opinión que tengo.»

1917-06-21 Madrid Belmonte con Barbero de Concha y Sierra

“Una faena que jamás habrá torero capaz de igualarla” (Joselito el Gallo sobre la faena de Juan a Barbero)

Quiero cerrar estas vivencias con lo que dijo Juan Belmonte, que obviamente sobrevivió más años que José. Con la perspectiva que da el tiempo, dijo según cuenta Luis Bollaín:

Joselito es el único torero de la historia que ha sabido todas las papeletas ante un toro por difícil que fuese

y continúa con lo que me resulta todavía más impactante:

lo mío [lo que Juan ha traído al toreo] no tiene importancia, puesto que otros muchos posteriores a mí lo han podido repetir, mejor o peor. Pero lo que ha realizado Joselito con los toros, el poderío y el conocimiento que ha desgranado una tarde y otra, eso... no volverá a realizarlo ningún torero en la historia”

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Según Juan Belmonte “lo que Joselito trajo al toreo no volverá a realizarlo ningún otro torero de la historia” (Archivo ABC)

Enterrando el hacha

Pues bien, con la admiración mutua que se profesaban los protagonistas de la “Edad de Oro” y que nosotros como aficionados muchas veces “no entendemos ni una palabra” (ya lo dijo Joselito y estoy de acuerdo con él), parece un poco absurdo seguir con este enconamiento y división entre “gallistas” y “belmontistas” y lo que me parece aún peor ser “antigallista” o “antibelmontista” para contar la historia del toreo.

Mi humilde y discutible opinión, es que aquella batalla que, según Belmonte, perdió para siempre en Talavera, dio un giro inesperado con un hecho que no tiene nada que ver con el mundo del toro: El libro de Chaves Nogales, “Juan Belmonte, matador de Toros. Su vida y hazañas” (Publicado en fascículos por el diario “Estampa” de junio a diciembre de 1935).

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Portada de una reciente edición del libro de Chaves Nogales: Juan Belmonte, matador de toros (Alianza Editorial)

La fascinación por el personaje y toda la literatura asociada al “Pasmo de Triana”, ha hecho que la historia del toreo se haya contado mayoritariamente por la corriente “belmontista”. El silencio interesado sobre la influencia de Joselito en el toreo moderno (totalmente de acuerdo con la opinión de José Morente en su conferencia), nos ha llevado a la idea equivocada de que Joselito fue el culmen del toreo antiguo, cerrando una etapa, y que es Juan Belmonte el único y exclusivo precursor del toreo moderno. Nada más lejos de la realidad y a los hechos me remitió: toreo en redondo con base de su tauromaquia, el intento de ligazón base de la estructura de la faena moderna, influencia en la selección del toro, la organización de la temporada, el apoderamiento, construcción de plazas de toros monumentales

Esa idea, tomada como axioma incuestionable por muchos aficionados, ha hecho perder la verdadera perspectiva de la evolución del toreo y no entender en muchos casos el toreo de nuestros días. Ocultar la influencia de alguno de ellos por alguien que se tenga por aficionado en aras de su alistamiento a las filas “gallistas” o “belmontistas”, es un grave error. Así que propongo cerrar estos 100 años de “…istas y anti-istas”.

Si aceptan mi proposición, permítanme elegir una fecha y un lugar. Aquella que nos decía el “Divino Calvo” como inicio de una “nueva era”: 16 de septiembre de 2012 y Nimes.

José Tomás en Nimes en septiembre de 2012.

Difícilmente se podrá entender la magnitud de la encerrona de José Tomás sin la influencia de Joselito y de Belmonte… y de Chicuelo, y de Manolete, de Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, de Ordoñez, de Ojeda… de los toreros mejicanos… de tantos y tantos otros que han aportado su granito de arena (mayor o menor) a la evolución del toreo.

Para los aficionados, en nuestro deber y nuestra obligación, tratar de entenderlo sin excluir las aportaciones que no se adecuan a nuestros gustos personales. Porque lo mejor de todo, es que esto no para. Tenemos que tener los ojos bien abiertos para percibir los continuos cambios y no perder el “hilo del toreo” que dijo el gran Pepe Alameda…

Tú, gallista, no renuncies a Belmonte… y tú, belmontista, no renuncies a “Gallito”. Cien años de lucha son suficientes.

 

1914-06-23 La lidia Encuentro de Jose y Juan

Joselito y Belmonte se dan la mano. Fotografía publicada por la Lidia, el 23 de junio de 1914.