domingo, 25 de junio de 2023

Suertes en desuso (IX) Sacando la espada con una banderilla

 Por Jose Morente

23 de julio de 1911. Primera corrida de la feria de Santander. Vicente Pastor sacando el estoque con una banderilla (Fotografía publicada en Arte Taurino el 2 de agosto)

Hoy es muy frecuente a la hora de descabellar, sacar antes la espada del cuerpo del toro ayudándose con la cruceta del estoque de descabellar.

Algo que era imposible antes de la guerra civil cuando aún no se había inventado el verduguillo y se descabellaba con el mismo estoque de matar sin cruceta, lo que ocasionaba situaciones de riesgo con peligro para toreros y espectadores por la facilidad con la que las espadas salían disparadas al tendido.


San Sebastián. Belmonte descabellando con el estoque normal ante la atenta mirada de Joselito el Gallo.
Para sacar el estoque del cuerpo del toro con la mano había que exponer en exceso. Por eso, los matadores antiguos utilizaban una banderilla como ayuda para esa extracción. Como veíamos hacer a Vicente Pastor en la curiosa imagen que abre esta entrada.

Eso ocurría en Santander el día 23 de julio de 1911. Poco días después. el 27, Pastor repetía esa suerte en Valencia y con toros de Miura.

Valencia. 27.07.1911. Pastor intenta sacar el estoque del cuerpo del miura con la banderilla que lleva en la mano derecha (Fotografía publicada en Arte Taurino el 2 de agosto)
La reseña de la corrida publicada en Arte Taurino lo contaba así:



Y, otra vez lo intentaba tres días despúes, el 30, en Santander con otro toro de Miura. Era la tercera de abono y esta vez, Pastor tuvo la mala fortuna que al intentar quitarle una banderilla para sacar el estoque con ella, el miura alargó el pescuezo y le lanzó un pitonazo que, resbalando por el pecho, fue a entrar por la garganta del torero de Embajadores. Pastor empezó a sangrar por el cuello lo que causó la lógica alarma del público al creer que el toro lo había degollado



Secuencia de la cogida. Pastor esperando la muerte del 5º toro de Miura de la corrida del 30 de julio en Santander; el momento de la cogida -tras llevar el toro a las tablas- cuando intentaba coger una banderilla para sacar el estoque (Fotografías publicadas en Nuevo Mundo el 3 de agosto) y el diestro cuando era retirado en brazos de las asistencias (Fotografía publicada en la Actualidad de Barcelona el día 8)
Aunque muy aparatosa pues el pitón entró por la regíon submaxilar inferior, saliendo por la boca y hubo abundante hemorragia, las consecuencias no fueron graves y, aunque en Madrid se pensó que la cornada había sido mortal, Pastor pudo volver a torear pocos días después, reapareciendo en Alicante el día 11 con toros de Veragua.

La cornada de Pastor fue por su trayectoria muy similar a la sufrida por el diestro Julio Aparicio en Madrid el 21 de mayo de 2010. Habían pasado 99 años.
Como la cornada de Santander era el bautismo de sangre de Vicente, hubo aficionados que pensaron que después de esa cogida Pastor no volvería a ser el mismo. Craso error pues el valor del torero de Madrid no decayó un ápice tras lo de Santander. Al contrario en una interesante entrevista realizada durante su convalecencia Pastor se quejaba, no de la cogida o sus consecuencias, sino de los gastos que se ocasionaban (médicos. farmacia, hotel y hasta los telegramas para tranquilizar a sus partidarios). A lo que había que añadir (¡ruina!) la cuenta del sastre pues al desgarrón de la piel solía acompañar el desgarrón del traje.

El consuelo es que, como decían los médicos e ironizaba Pastor, las heridas de asta de toro son dolorosas pero fáciles de curar.

¿Fáciles? Desde luego los toreros -de ayer o de hoy- están hechos de otra pasta,

Pastor tras la cogida de Santander convaleciendo en la habitación de su hotel y contestando a los telegramas de sus partidarios y amigos (Fotografía publicada en Nuevo Mundo, el 3 de agosto de 1911)

lunes, 12 de junio de 2023

Los que tiran la piedra...

 Por Jose Morente


(Sin comentarios)





Como lo de ayer no es nuevo, no me sorprendió lo más mínimo que el público de las Ventas se volviera de manera unánime contra los reventadores amargados que, por desgracia, son legión minoritaria, pero legión, de esta plaza.

Lo que le hicieron a Roca Rey lo llevan haciendo desde hace muchos años contra las figuras. Madrid tiene sus "consentidos", pero también tiene sus inquinas. Inquinas históricas que, en épocas pretéritas se desataron contra Cúchares, el Gordito, Lagartijo, Frascuelo, Guerrita, Joselito el Gallo, Luis Miguel Dominguín y tantos otros, recientemente contra el Juli. Lo dicho, los mejores.

No es nuevo y no sorprende. Lo que sin embargo, si sorprende, es esta nueva moda, de hace unos cuantos años a la fecha, de "reventar" las faenas mientras se torea. De protestar la colocación diestro. De vociferar en los cites de muleta cuando el toro se para. O de tocar las palmas de tango tras una tanda o una estocada. Solo porque a ellos y solo a ellos no les gusta una forma -legítima- de torear. Una guerra ideológica de quienes demuestran tarde a tarde y toro a toro saber muy poco, o nada, de toros.

Cuando llegué a Madrid a estudiar a mediados de los 70, no existía el 7 sino la Andanada del 8. Unos simpáticos (simpáticos visto lo de hoy día) protestantes que se limitaban a corear algunas frases hechas (como "a picar, a picar", "a tu sitio") sobre todo durante la suerte de varas y a protestar cojeras de toros,  pero cuya interferencia en las faenas de muleta era mínima. Eso sí, se protestaban entonces las malas estocadas (por colocación; que por ejecución nadie echaba ni echa cuentas) y también se protestaban (en las vueltas al ruedo y haciendo gestos negativos con el índice de la mano derecha) las orejas que no se consideraban merecidas. Mientras la prensa "independiente" (esto de independiente hay que ponerlo entre comillas) alentaba y jaleaba estos incívos comportamientos con el peregrino argumento de que siempre había habido broncas en los toros.

Como Madrid es una plaza muy barata, algunos descubrieron que el 7 (tendido de sol pegadito al 8) era una muy buena localidad para hacerse escuchar. La llegada del Canal+ no hizo sino darles vuelos a algunos de esos personajes que, como Molés los sacaba en televisión, empezaron a hacerse famosos (¡Y a quien no le gusta la fama!). Así en vez de conocer el nombre de banderilleros y picadores empezamos a conocer al Lupas, al Brillantina, al Ensabanao, al Rosco, al japonés del 7 y a unos cuantos elementos mediáticos más.

Empezó el postureo y, sobre todo, empezó el intentar -y a veces lograr- que el  espectáculo se desarrollase en función de los gustos particulares de los gurús de ese tendido. Un tendido que funcionó y funciona como funcionan los grupos ultras los estadios de fútbol. Con sus mantras, sus clichés, sus tópicos, sus eslóganes y sus consignas (a los antes indicados, se unieron el "crúzate", "pico", "fuera de cacho", "se va sin torear", etc.). Todo, sea dicho, dicho a destiempo. El colmo es que algún crítico llegó a dirigir esa orquesta en algunas ocasiones...

De aquellos polvos vinieron estos lodos y el 7 (aunque parecía imposible) siguió degenerando. Hoy una caterva de chavales (y no tan chavales), criados a los pechos de quienes ahora (¿ahora?) reniegan de ellos, gritan y se desgañitan desaforadamente, visceralmente, irrespetuosamente, haciendo imposible que en esa plaza se pueda -no ya torear- sino respirar. Han viciado la atmósfera taurina de las Ventas. Convertida por su culpa en plaza de talanqueras.

No se como se arregla este desaguisado. Que, en el fondo, solo denota una falta enorme de educación cívica, de respeto a los demás. Pagar una entrada (máxime lo barato de los abonos de Madrid) no da derecho a nada. No da derecho a incomodar a los demás espectadores ni mucho menos a inomodar y a increpar a los toreros. Un dato importante: en Madrid no se protestan las malas faenas. En Madrid la protesta es ideológica o conceptual. Se protesta un concepto del toreo que se tiene por impuro. Es como una guerra santa. Por eso, esos aficionados se han ganado a pulso el apelativo de talibanes. Lo son.

Objetan que, cuando se torea de verdad todo el mundo se pone de acuerdo. Es mentira, cochina mentira. Entre otras cosas porque cuando se torea como a ellos les gusta, los demás (incluidos aquellos a quienes no nos gusta el toreo que a ellos les gusta, ni el toro que a ellos les gusta) nos callamos educadamente.

Para colmo de males, a todo lo anterior se une la incompetencia de los presidentes. Ayer un presidente incompetente estuvo a punto de provocar un conflicto de orden público por incumplir el reglamento denegando una oreja pedida mayoritariamente. No lo provocó porque el público de los toros (menos los susodichos) es un bendito. Pero no hay derecho a tomarle el pelo a una plaza entera solo por chulería, desconocimiento o miedo a la crítica de los integristas. Ya está bien.

Pero lo peor es lo del título. Lo peor es que, quienes aleccionaron, adoctrinaron y amamantaron a sus pechos a los jovenes indocumentados y vociferantes que ahora enrarecen el ambiente de una plaza que hogaño fue referente del mundo taurino, quieran ahora escurrir el bulto y negar su paternidad. Su responsabilidad en este desaguisado. 

Lo peor es que quienes tiraron la (primera) piedra, quieran ahora esconder la mano....

Surrealistas declaraciones de quienes llevan años alabando la nueva hornada de jovenes aficionados de la grada 6 y altos del 7 (sus díscolos discípulos) y ahora -vista la reacción del resto de la plaza- los repudian. Esta claro que los valientes solo están en el ruedo (El Mundo).



martes, 6 de junio de 2023

¿Y cuando han tenido casta los toros?

 Por Jose Morente

Entrada al caballo de un toro de Santiago Domecq lidiado esta feria de San Isidro en Madrid (Fotografía de Ana Escribano publicada por la Asociación  El Toro de Madrid)

Leo, casi a diario, ese tole-tole de la falta de casta del toro de hoy y de la casta fiera del toro antiguo... ¿De la casta del toro antiguo?

Hablemos un poco de la casta del toro antiguo. De ese toro antiguo (¿Cual?¿El de que época?) que dicen los toristas de hoy (que, por cierto, no lo vieron) que tenía mucho más casta que el toro actual.

De los toros antiguos de verdad, los del siglo XIX, no me atrevo a hablar. Muy bonitos, a la vista de las espectaculares láminas de la Lidia o de los dibujos de M.Castellanos, pero cuyo comportamiento me genera muchas dudas. Sobre todo cuando el baremo de la bravura se cifraba en una suerte de varas sin petos en los caballos. Toros que tomaban 10 o 12 varas (algunos), derribaban unas cuantas veces y mataban algunos caballos... sin peto, repito.

De lo que tengo más datos es del toro del siglo XX. No solo por ser más reciente y parecerse más al de ahora el modo de torearlo, aunque se le exige mucho menos, sino porque de esa época quedan algunas pruebas irrefutables en las viejas películas. Y ¿que vemos en esas viejas películas? Pues lo que vemos es un toro mucho más manso, cobarde y descastado que el toro de nuestros días, ese que tan poco les gusta a los conspicuos toristas de hoy..

Dos escenas pueden servir para hacernos reflexionar. Primera, la del toro de Miura liadiado el año 1913 en Zaragoza, al que Joselito le cogía un pitón. Un año antes de que Belmonte se proclamara como el primer torero que había cogido un pitón a un Miura (Hazaña, por tanto, más falsa que un Judas).

Segunda escena, la del tercio de quites de Gitanillo de Triana en Sevilla en los años 20 (una de las pocas películas donde aparece Curro Puya) en el que el toro se le para y desentiende... a mitad del capotazo.

Y no sigo, aunque hay más. Muchas más escenas donde se comprueba que ni el león es tan fiero como lo pintan, ni el toro de antes tan encastado como algunos (que no lo vieron) quieren hacernos creer.

No se lo digan a nadie, pero lo que creo que algunos lo que quieren hacernos creer es que el toro de hoy no vale un pimiento y que no tiene ningún mérito ponerse delante. Salvando, siempre hay excepciones, aquellos encastes o ganaderías que son de su agrado. Y es que, toros encastados y toros mansos, los ha habido antes y ahora...

Por cierto, algunas de esas ganaderías preferidas por los toristas pueden figurar por méritos propios entre las que menos casta gastan de toda la cabaña brava de este pais... Contradicciones del torismo.

Cazarratas. Un toro descastado y peligroso de Saltillo. (Foto de Andrew Moore publicada en el Blog Dominguillos)


domingo, 4 de junio de 2023

Un lujo que los aficionados no podemos permitirnos

 Por Jose Morente y David Bracho (fotografías)


Son muy complejas y complicadas las corridas de un solo matador. Como decía Corrochano fue norma de los maestros en Tauromaquía "con clase y recurso para ello" encerrarse con seis toros en solitario. De manera esporádica u ocasional y con objeto de medir sus fuerzas, por hacerse valer o por un, muy taurino, sentimiento de superioridad.

En cualquier caso, la prueba no ha sido nunca empresa corriente ni siquiera tratándose de muy buenos toreros. Muchos grandes diestros (Belmonte, por ejemplo) nunca la hicieron. Lo que prueba lo difícil del empeño.

El resultado de estas corridas no se mide por el corte de orejas, ni debe medirse por la faena excepcional que, si viene, bienvenida sea, sino por el conjunto, por la variedad y por el repertorio. Por la sensación de poderío que transmita el torero, maestro, y por su capacidad de resolver las cambiantes condiciones de la lidia de cada toro pues cada toro es diferente, máxime si al alarde se añade la complejidad de elegir astados de diferentes categorías, en una especie de tour de force de estas complicadas corridas.

Remataba Corrochano diciendo que lo principal es, por tanto, la variedad, el repertorio amplio que evita la monotonía, peligro de estas fiestas, el conocimiento de las reses y de las suertes, los recursos empleados.

Ayer Saúl Jiménez Fortes se encerró en Antequeraen solitario  -otra vez más- con seis toros de distintas ganaderías (Blazquez, El PIlar, Julio de la Puerta, Victorino, Valdefresno y Garcigrande).

Sin tener que recurrir a la épica (aunque la verdad y pureza en la ejecución de las estocadas a todos los toros merecen destacarse), la tarde se fundamentó en el conocimiento de las reses (pues todas las lidias fueron exactas y diferentes) y en el conocimiento de las suertes (pues todos los lances tuvieron el sabor de la pureza verdadera). Los dos conceptos fundamentales del toreo.


Cortó 5 orejas y salió a hombros, pero, por esta vez (y solo por esta vez), estoy de acuerdo con mi amigo Javier Sanz y el balance de las orejas cortadas no me sirven para medir la importancia de la tarde. Cuajó al toro de Julio de la Puerta, pero estuvo cumbre toreando de muleta y bregando (llevó el peso de la lidia) toda la tarde y en todos los toros y muy especialmente en el encastado pero complejo toro de Victorino Martín. Me encantó la lidia de ese toro.

Eso de la brega y la lidia merecen comentario aparte pues, a Fortes, el valor se le supone y la pureza en la ejecución de la suertes también. Sin embargo, lo verdaderamente destacable, lo llamativo en la tarde de ayer fue el recital de maestría que dió este torero bregando y lidiando. Dando a cada toro lo que el toro pedía, tanto en terrenos y distancias como en el trazo de los engaños. ¡Que suavidad y sutileza en los toques! ¡Que templado en el toreo de capa y muleta! ¡Que capacidad para resolver los problemas (ahora les dicen teclas) de cada toro!


Un recital de maestría y como maestro sale consagrado Saúl de la tarde de ayer en la plaza de Antequera. Y todo eso en su primera actuación de esta temporada. Un dato sorprendente e inexplicable que pone en solfa a todo el sistema y al sistema todo.

Que Fortes no esté toreando todas las tardes es un lujo que los aficionados no podemos permitirnos.