lunes, 24 de agosto de 2020

La tauromaquia de Guerrita (I) La verónica

Por Jose Morente

Guerrita (fotografía publicada en el blog Plaza de la Lagunilla)


Si la historia tiene interés es porque en el pasado se encuentran muchas de las claves que explican nuestro presente. Revisar viejas fotografías y añejas películas, leer o releer libros antiguos merece la pena porque nos permite relativizar nuestras opiniones sobre el toreo de nuestros contemporáneos y aclarar y entender lo que hoy se hace en las plazas.

Pero, si nuestra aproximación al pasado se convierte en un ejercicio de falsa nostalgia con el objetivo de buscar argumentos para denigrar el presente, entonces mejor olvidarnos de los toreros y los toros de antes porque solo conseguiremos confundir y confundirnos.

Si queremos acercarnos al pasado, lo tendremos que sin prejuicios ni clichés y sin tergiversar lo que dicen esos textos antiguos. Contextualizando lo que dijeron quienes escribieron de toros en esas otras épocas. No podemos leer bajo el mismo prisma los textos de los escritores dogmáticos de la cuerda de F. Bleu o Sánchez de Neira, por ejemplo, que las oportunas y razonadas disquisiciones de aficionados tan sagaces e inteligentes como Pepe Alameda o Uno al Sesgo.

Haciéndolo así, si que merece la pena acercarse a esos viejos tratados taurinos, tratados entre los que la Tauromaquia de Guerrita brilla con luz propia.

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La verónica antigua.

En la verónica antigua se citaba de frente y presentando el capote cuadrado al toro, tal y como se ve en esta Lámina de la Tauromaquia de Pepe-Hillo (ed. 1804) y en esta fotografía de estudio de Manuel Domínguez.

Se le llama verónica por la semejanza entre la forma de presentar el capote y la del lienzo en que la Verónica, de acuerdo a los Evangelios apócrifos, enjugó el rostro de Jesús.

La Verónica mostrando la Santa Faz a la Virgen y San Juan, de Juan Antonio Vera Calvo (1864).
Domínguez citando para la verónica en una foto de estudio. Según Cossío (de quien está cogida la fotografía), el señor Manuel Domínguez fue el primero que se colocó de perfil, posición que sancionaría Guerrita en su Tauromaquia. 

Después del cite, en el lance, el torero levantaba ostensiblemente ambos brazos como se ve en esta fotografía del Papa Negro.

La verónica antigua en este caso interpretada por el Papa Negro. Las dos manos suben hasta el infinito para expulsar al toro del terreno del torero.

La secuencia completa de la verónica antigua se representa en estos dibujos publicados en la revista francesa Le midi taurin” (número del 9/08/1919)

 

La tauromaquia de Guerrita.

Aunque textos anteriores ya preconizaban cambios en la forma de torear, será la Tauromaquia de Guerrita la que mejor sintetice la transición a los nuevos modos que estaban por venir.

A Guerrita se le conoce como un torero frío, cerebral y muy poderoso. Frente al arte de Lagartijo y al valor de Frascuelo, el Guerra representa la inteligencia y el conocimiento. Pero sobre su aportación a la evolución de la técnica del toreo se ha dicho y escrito demasiado poco.

El toreo moderno no es la invención genial de un diestro genial (esa seria una lectura errónea por anti-histórica) sino el resultado de un lento proceso acumulativo de experiencias y conocimientos, de enseñanza transmitida (y mejorada) de maestro a discípulo, de generación en generación. La historia del toreo es el resultado de una lenta evolución técnica: el hilo del toreo del que habló el maestro Alameda. Y en ese hilo, el papel de Guerrita -otra vez Córdoba en la palestra- resulta crucial (aunque no se diga).

La Tauromaquia de Guerrita. Muy poco se ha hablado de su sorprendente modernidad.
De la verónica antigua a la verónica moderna: la teoría

Dice Guerrita en su Tauromaquia al hablar de la verónica:
"Se ejecuta en la forma siguiente: se coloca el diestro de costado, en la rectitud del toro y á la distancia que le indiquen las facultades de su adversario, que procurará esté paralelo á las tablas; le citará tendiendo la capa, que tendrá sostenida con ambas manos; le dejará venir por su terreno, y cuando llegue á jurisdicción, le cargará la suerte empapándole bien en el capote y lo vaciará trayéndose la mano izquierda al costado derecho, y alargando el brazo derecho, ó viceversa, según del lado de que se practique, procurando que la res quede derecha y no atravesada". 
Recapitulemos sobre los cambios que propone Guerrita en la ejecución de la verónica respecto al modo antiguo de realizar esta suerte. Son estos dos:

El cite de costado.

El cite de costado, en vez del cite frontal, lo justifica Guerrita en su Tauromaquia de la siguiente y aclaratoria forma:
"En la posición referida, encontrándose el diestro de costado al bicho, y no de frente, tiene más facilidad para dar la salida y para repetir la suerte sin moverse de medio cuerpo abajo. La suerte practicada en esta forma, resulta de más lucimiento y más parada que cuando el lidiador da la cara al toro, situándose de frente, porque para repetirla tiene, por lo menos, que dar una media vuelta girando sobre los talones".
Como dice Guerrita, con la colocación de costado resulta más fácil el remate que si el diestro hubiese citado de frente y, además, se consigue un toreo más parado, al ahorrar movimientos innecesarios entre capotazo y capotazo. Una mejora de esa quietud y ligazón que van a caracterizar el toreo moderno.

Lo curioso es que mientras el cite de costado se admitió tempranamente en el capote, todavía hoy sigue siendo discutido y no acaba de aceptarse en el toreo de muleta.

El desemparejamiento de las manos

En la verónica antigua ambas manos se movían a la vez como los limpiaparabrisas de un coche, pero Guerrita aconseja lo contrario. El Guerra dice que se deben desemparejar las manos y vaciar trayendo la mano izquierda al costado derecho y alargando el brazo derecho o viceversa.

Con ello, se consigue despedir al toro lo suficiente con la mano de salida, pero sujetarlo y ajustar el lance con la otra mano. Un avance técnico importante cuando se quiere que el toro pase cerca del cuerpo, pero que el lance tenga la largura necesaria para no tener que enmendar el diestro su posición tras el capotazo.

De la verónica antigua a la verónica moderno: la práctica

Si importante es lo que se escribe (cuando lo escribe quien sabe), más importante es lo que los toreros hacen en el ruedo. Vamos a ver en imágenes como fue esa evolución técnica de la verónica desde la época del Guerra a la época de Juan Belmonte.

La verónica antigua: Cocherito de Bilbao

La primera imagen corresponde a la verónica antigua, con el diestro -en este caso Cocherito de Bilbao- elevando las dos manos juntas hacia el infinito. Aunque Cocherito es un torero relativamente moderno (la foto es de 1911 y la colocación de perfil) la imagen transmite ese aire antiguo de las dos manos altas tan singular.


La verónica de transición: El de arriba es Bombita Chico y el de abajo, Lagartijo Chico (1902)

Esta secuencia compuesta por dos instantáneas de una misma corrida pero de dos diestros diferentes (Bombita chico y Lagartijo chico) es muy interesante, porque se ve muy bien el modo de ejecutar la verónica de transición. El cite es frontal con el capote cuadrado con la res. El segundo movimiento es el de levantar los brazos, aunque -guiño a la modernidad- las manos van desemparejadas al contrario que en la verónica de Cocherito. Las enseñanzas de Guerrita no había caído en balde y ya estaban dando sus frutos).


La verónica pre-moderna de Gaona (1911)


La verónica de Gaona tiene el sello propio de los toreros elegantes. Rodolfo se yergue sobre los pies y aunque ha citado de tres cuartos, no de perfil, tiene quebrada la cintura acompañando el viaje del astado. Las manos como el dios Guerrita manda, van cada una por su lado, por donde tienen que ir: la derecha sujeta y la izquierda -muy alta, altísima- dirige. 

La verónica de Gaona, pese a esa mano de salida a la altura de la montera, tiene aires de modernidad por lo apretado de su trazo y lo erguido de la figura.




La verónica cuasi-moderna de Antonio Fuentes.

La verónica de Antonio Fuentes es -cronológicamente- anterior a la de Belmonte, pero su aire, por ser más clásico y vertical, resulta a la postre más moderno. Fuentes cita de frente pero las manos van desemparejadas y, sobre todo, lleva ya algo más baja la mano de salida. Su expresión, su aire, es más clásico que barroco, pero ahí está el origen de la verónica actual.


La verónica personal e intransferible de Juan Belmonte. Cite de frente y mano de salida altísima

 
Otra verónica de Juan. Cite de tres cuartos y mano de salida algo más baja, pero nunca por debajo del hombro.


Citando de frente o tres cuartos, se controla mejor el embroque y se reducen riesgos en el inicio del capotazo pero se penaliza el remate que resulta algo forzado, al tener que quebrar mucho la cintura para no perder de vista al toro. En el toreo antiguo ese menor control en el remate no importaba tanto porque la ligazón con el siguiente lance no tenía la importancia que tiene hoy.

Matices técnicos y modernidades aparte, la verónica de Juan Belmonte ha sido posiblemente (con permiso de Antonio Ordoñez) la mejor de la historia del toreo por la ligazón inusitada entre capotazo y capotazo, pese al cite frontal o de tres cuartos. La clave estaba en la muñeca -prodigiosa- del trianero.


La verónica de Juan con aires de escultura. La figura forzada en el quiebro de la cintura transmite tensión y dramatismo.

El quiebro de cintura con la necesaria postura forzada del remate le dan a la figura de Juan Belmonte, en su verónica, aires de escultura barroca...

La verónica de Rafael Guerra Guerrita

Del Guerra no tenemos buenas fotografías de su época buena, cuando estaba en activo, pero si algunas cuando ya retirado gustaba dar lecciones en los tentaderos (en este caso, el alumno atento, al fondo en la segunda foto, es el maestro Joselito).

Guerrita, al contrario que Belmonte, transmite facilidad y sencillez. El Guerra se muestra, en estas verónicas, fiel a si mismo y a sus enseñanzas. Y así, si, en la primera imagen de manos desemparejadas, cita de frente, en la segunda cumple al pie de la letra los consejos de su Tauromaquia de tan fecundos resultados en la historia del toreo: cite de perfil y manos desemparejadas

La verónica moderna empieza con Guerrita, con su crucial aportación ¡Viva el Guerra!

miércoles, 19 de agosto de 2020

Cuaderno de notas (CXLII) Ortega y la conferencia del Ateneo

 Por Pepe Alameda

Iván Redondo, el propagandista de moda. El objetivo de la propaganda está en conseguir la máxima difusión de un mensaje, sin importar su veracidad.

 

"Importante fue de hecho la conferencia de Domingo Ortega en el Ateneo de Madrid sobre el arte de torear, editada por Revista de Occidente, debido a la influencia inmediata que ejerció sobre la crítica y la afición.

Pero me parece que se perdió ahí la gran oportunidad de que Ortega hubiera explicado cabalmente su toreo, un toreo único, en el sentido de radicalmente distinto a todos.

Quizás fuera aquella su idea primera a juzgar por el título, pero la limitó y redujo, sin duda por la pasión polémica, todavía entonces muy viva, ante la figura de Manolete, no nombrada pero latente en toda la disertación.

Manolete, a quien no se nombra, omnipresente en la conferencia de Ortega.

De otra manera no se comprende que el conferenciante lo redujera todo al movimiento inicial de echar la pierna de la salida hacia delante como base de una técnica opuesta al toreo enhilado o paralelo del Cordobés.

El toreo de Ortega era mucho más que aquel primer movimiento. Limitado a él como si el torero después debiera quedarse inmóvil esperando a que el toro volviese por su terreno, es una simpleza, es lo que hacen todos los que se creen que torean como Ortega.


Corrochano y Vidal: Dos de los críticos que se creyeron (o quisieron hacernos creer) que en cargar la suerte estaba todo el toreo. Sus descripciones del pase natural (en ¿Qué es torear? El toreo es grandeza respectivamente) todavía confunden a muchos aficionados.

Pero lo importante del toreo de éste era la continuación de los pases, para ir tomando el terreno que el toro iba dejando al pasar, el andarle al toro o andar con el toro. No los pases, sino los pasos. Su toreo, como hemos dicho, no se limitaba ni se encerraba en pases determinados, acuñados, iba siempre más allá, en constante interdependencia con el toro. Y esto es algo mucho más importante que el simple movimiento de adelantar una pierna. Adelantar una tras otra en sucesión armónica entre ellas, y sobre todo, con el toro. De lo cual resulta que mientras todos los demás buscan el temple en el ritmo de los brazos y de la cintura. Ortega era el único que templaba con los pies; llevaba el "duende" en las zapatillas. Es lo que hubiéramos querido que Ortega describiera y explicara.




















El toreo de Domingo Ortega. Lo que Ortega tenía que habernos contado y no nos quiso contar era que su toreo consistía en una sucesión de pases y, sobre todo, de pasos, siempre en continuo movimiento hacia el rabo del toro. Nada que ver con la interpretación que -de su forma de torear- nos han dado quienes sabrían leer y escuchar (Corrochano, Vidal, Cañabate,..) pero no sabían mirar.


Este tendría que haber sido el título del libro de Ortega: "El arte del toreo... en movimiento". Así no hubiera habido engaño.


Pero la pasión polémica de aquel tiempo pudo más y nos quedamos sin la explicación cumplida que Ortega pudiera habernos ofrecido.

Domingo fue un gran apasionado.

Aunque no lo pareciera, podía en él más el corazón que la mente, No escribió el hombre de análisis, sino el hombre de lucha. Seguro, por intuición, de que una sola idea corta y repetida como un solo clavo sobre el que se remacha, una bandera, un eslogan, en un momento preciso de acción, puede más que el desarrollo sereno de una clara teoría".

ALAMEDA, Jose. El hilo del toreo (Madrid, Espasa Calpe, S.A., 1989, páginas 264-266)

En el propagandista Ortega pudo más conseguir difundir al máximo su eslogan de que el toreo se reduce a echar la pata 'alante que explicar su verdadera forma de torear. Ortega en la conferencia del Ateneo miró más a Manolete, al que no nombró, que a sí mismo. Como todas las propagandas que ocultan, manipulan o tergiversan la verdad, sus teorías han causado un daño enorme a la fiesta.

martes, 18 de agosto de 2020

La estocada de Frascuelo

 Por Jose Morente

Empuñadura damasquinada de un estoque utilizado por Frascuelo.

Decía Pepe Alameda que era muy poco lo que sus contemporáneos nos habían explicado sobre el modo de torear de Salvador Sánchez Frascuelo.

El torero de Churriana de la Vega pasa por haber sido el más valiente de los valientes. Un rango muy meritorio pues en ese peculiar escalafón de los diestros más arrojados encontramos nombre del calado y la importancia de Diego Puerta o Maoliyo el Espartero

Diego Puerta ha sido uno de los diestros más valientes de la historia del toreo. Por eso Luís Bollaín decía que le veía muchas veces "fantasías de aficionado" con la cara de Frascuelo.

Sonada fue su competencia -larga y dura- con  Lagartijo. Todo ello explica que Frascuelo haya pasado a la historia del toreo como uno de sus nombres más míticos.

Sin embargo, Frascuelo, gran estoqueador, no alcanzó las mismas cotas toreando y su aportación al toreo es, vista con la perspectiva que da el tiempo, bastante reducida. Como decía Pepe Alameda y recogíamos en la anterior entrada, hay diestros que, siendo importantes, no dejan huella histórica al margen de su fama y Frascuelo es posiblemente uno de ellos. Y si su nombre es recordado todavía hoy, quizás lo sea por su papel de contrapunto de Lagartijo quien si que marcó un nuevo rumbo en la fiesta. Con el diestro de Córdoba, la estética, la apostura y la elegancia empiezan a cobrar carta de naturaleza y se imponen como referentes frente a la mera valentía.

En cualquier caso, si no toreando, donde Frascuelo hizo punto y aparte fue en la estocada, la suerte que caracteriza a los toreros valientes. Hay que ser muy decidido para perder de vista los pitones del toro cuando estos cruzan por debajo del cuerpo del torero. Y en la estocada, en la suerte de matar, la memoria de Frascuelo sigue intacta y sus estocadas son todavía recordadas y glosadas, hasta el punto que seguimos llamando estocada frascuelina a aquellas en las que el torero se juega el todo por el todo entrando en corto y por derecho y hundiendo el estoque hasta la bola.

La definición de la estocada frascuelina según Peña y Goñi (Guerrita, 1894. Pág. 148)

Como no hemos visto a Frascuelo no podemos saber como eran esas estocadas. Para intuirlas o soñarlas solo nos cabe leer a sus contemporáneos.

La estocada de Frascuelo según F. Bleu 

F. Bleu seudónimo de Félix Borrell Vidal. Ejemplo de aficionado radical de finales del XIX.

Como toro y torero arrancan a la vez, las estocadas del Negro Frascuelo entran en la categoría de estocadas "a un tiempo". Sus matices nos los describe con mucha precisión F. Bleu, el boticario de la Puerta del Sol, en su libro "Antes y después del Guerra" (Madrid, 1914, páginas 209-210):

"Como todos los buenos matadores que han existido, Frascuelo necesitaba de antemano tener el toro perfectamente igualado y pendiente de su muleta (...). Lo primero lo lograba quebrantando con pases de tremendo castigo en redondo y de pecho, y lo segundo colocándose a la distancia inverosímil de que ya se ha hecho mención, y de la cual, repito, no hay ejemplo en lo moderno, ni acaso en lo antiguo.

Situado a un metro de la cabeza, en el centro de la cuna, entre los dos ojos, acababa de fijar la vista del toro por medio de un movimiento ondulatorio de la muleta. Después de liar en el extremo del palo, armado con la mano derecha a la altura del nacimiento del pecho, sin perfilarse ni meter el hombro izquierdo, empinado sobre los dedos de los pies y estirado el cuerpo, apuntaba calmosamente con la espada y adelantaba las dos manos, bajando la izquierda.

A esta especie de desafío, el toro acudía, y simultáneamente avanzaba Salvador, o más bien, se dejaba caer despacio, llevando brazo y cuerpo en una masa detrás del estoque  y emparejando con imponderable desprecio del peligro y con extraordinaria exactitud.

Como acogotaba a los toros con la izquierda, forzándolos a descubrirse, el estoque no entraba tendido. Como no hería de muñeca ni con la mano alta, no caía perpendicular. Como miraba al morrillo, no se apartaba de la recta y llegaba donde hay que llegar, se burlaba de las bajas, de las atravesadas y de las delanteras. Como hería con el cuerpo más que con el brazo, no había que temer que las estocadas se quedasen a la mitad (...)

Las estocadas altas, hondas y derechas de aquel legítimo fenómeno, avaloradas por unos preparativos y un estilo de entrar a matar que no pueden llamarse más que frascuelinos, se citarán siempre como lo más grandioso y sensacional de un espectáculo que, despojado de lo sensacional y lo grandioso, no tiene más remedio que quedar reducido a piruetas de music-hall"

Al margen de excesos partidistas, la estocada de Frascuelo, tal y como la describe Bleu tuvo que ser una estocada formidable y tremenda, un encontronazo brutal de toro y torero, eléctrico y emocionante, por lo que no me extraña que, en aquella época, arrancase el alarido de los tendidos y pusiera a los públicos en pie.

Tremendismo en la ejecución aparte, su cite (tal como lo describe Bleu) resulta singular y diferente. Anotemos las siguientes características diferenciales:

1º. Frascuelo no se perfilaba, como han hecho hoy y siempre siempre casi todos los toreros, sino que se mantenía de frente al toro y así arrancaba.

Antonio Fuentes "perfilándose" para matar. El título lo dice todo. La colocación de perfil es la habitual en el cite de la estocada.


También de perfil para citar se colocan Emilio Bomba y el Algabeño.

2º. Frascuelo se colocaba en corto y por derecho o, como dice Bleu, a un metro de los pitones y en el centro de la cuna. Hoy y siempre, aunque hay excepciones se suele citar desde más lejos y el torero se coloca en la pala del pitón derecho


Dos excepciones de categoría: Machaquito y Pastor. El recuerdo de Frascuelo - y aún más, el de Mazzantini- citando entre los pitones estaba todavía muy cercano.

Pero lo habitual es colocarse algo más lejos y en la pala del pitón derecho.

3º. Frascuelo citaba al toro echando por delante ambas manos y dejándose caer al mismo tiempo. Así es como mataba Mazzantini. Sin embargo, hoy y siempre casi todos los toreros arrancan antes de que el toro se de por aludido.



Algabeño y Lagartijo chico arrancan a matar a volapié puro. En ambos casos, el toro se encuentra igualado y aplomado. Frascuelo, al contrario, provocaba primero la arrancada del toro al tiempo que iniciaba el ataque.

Una duda razonable

Sin embargo, me entra la duda de si esa descripción es o no fidedigna. No tengo claro si lo que Bleu relata responde a la realidad o está idealizado por el recuerdo. No me refiero a la emoción que provocaban las estocadas de Frascuelo sobre lo que no dudo, sino a la forma de ejecutarla. Es la misma duda que le entró a Joselito el Gallo al que sus amigos le contraponían continuamente el ejemplo de Frascuelo.

Es también la misma duda que tenía Pepe Alameda y que transcribíamos en la entrada anterior de este blog: 

"Sólo hay ciertos análisis de su estocada. Pero son contradictorios, no sólo ellos entre sí, sino con la realidad que reflejan las pocas fotografías de la época, donde Frascuelo está colocado al revés (o casi) de lo que cuentan sus devotos".

Veamos esas pocas fotografías que nos han llegado. He encontrado solo estas dos. 

La primera, muy poco conocida, es este cite en la Maestranza de Sevilla:



La segunda, mucho más vista, corresponde a una estocada en la plaza de Madrid el día de la corrida del Gran Pensamiento.



En ambas, Frascuelo cita para matar en corto, eso sí, pero perfilado de cintura para abajo y con la mano del estoque a la altura de la cara, no a la altura del nacimiento del pecho. Justo lo contrario de lo que afirmaba F. Bleu. 

A Joselito le reprochaban continuamente que matase con la mano en el tupé, por lo que no me extraña que, harto de que le rayasen con la estocada frascuelina, se alegrase sobremanera al encontrar una de estas fotos de Frascuelo citando de modo muy diferente a como le decían que Frascuelo lo hacía.


Joselito citando para la estocada. Con la mano derecha a la de la cara altura igual que lo hacía Frascuelo en las fotos que hemos encontrado. Y otro detalle: Joselito está perfilado y también tiene las puntas de las zapatillas mirando hacia el terreno de afuera como Frascuelo (aunque el de Churriana al girar el torso da la impresión que se coloca más de frente).