El cite según Manolete
En la primera entrega de esta serie sobre el toreo de Manolete, repasaba someramente los reparos técnicos que se han hecho de su toreo y decía que se planteaba un problema: si Manolete fue tan mal torero como están empeñados en demostrar algunos, ¿Cómo se explica que gran parte de los públicos, la mayoría de los aficionados y la práctica totalidad de los toreros de su época lo tuvieran en tan alta estima, llegando a convertirle en un mito antes incluso de su muerte?. Vamos a ir punto por punto. Empezando primero por la cuestiones de técnica y estilo.
A Manolete, se le discute -sobre todo- su colocación (de perfil), la colocación de la muleta (retrasada) y la ejecución (no cargar la suerte). Vamos a ver los dos primeros conceptos, que se refieren a la colocación del torero ante el toro y como le presenta la muleta, o sea, al cite, dejando la trascendental cuestión de cargar la suerte para una próxima entrega.
Como dijimos, para describir y analizar el toreo de Manolete, vamos a acudir a Gregorio Corrochano. Por dos cosas: Primero por su prestigio como crítico (Corrochano es el Joselito de la crítica taurina) y segundo, porque Don Gregorio no es partidario de Manolete. Al contrario, su torero preferido es Domingo Ortega, cuyo toreo es radicalmente distinto al del diestro cordobés, lo que da a sus opiniones mayor valor.
Es tal la admiración de Corrochano por Domingo Ortega que cuando reedita su primer libro “¿Que es torear?-Introducción a la tauromaquia de Joselito”, lo re-titula “¿Que es torear?-Introducción a las tauromaquias de Joselito y Domingo Ortega” y le añade todo el análisis del toreo de Domingo Ortega, que es quien realmente le gusta.
¿Que es torear? La nueva edición con la incorporación de la Tauromaquia de Domingo Ortega.
Madrid, Editorial Revista de Occidente, 1966
El índice con los capítulos dedicados a Domingo Ortega
Corrochano analiza el toreo de Manolete en su libro “Cuando suena el Clarín” (libro que ya citamos en Parecidos razonables (III). Luís Miguel Dominguín-Joselito el Gallo) y dice, nada más y nada menos que lo siguiente (Atención porque los párrafos que siguen no tiene desperdicio):
Una edición de Cuando suena el clarín en libro de bolsillo
“Se iba a los toros en rectitud, con la muleta en la mano izquierda. Subrayamos en rectitud para la ruta, que aconseja Montes, y para diferenciarlo de los que quiebran la recta para al pitón contrario. Si ir al pitón contrario es una necesidad, un recurso para que embista un toro tardo, a Manolete no le hacía falta este recurso. Manolete lo resolvía tomando decidido el terreno del toro, adentrándose hasta donde hiciera falta, como el que asalta una fortaleza, y allí dentro peleaba y los toros le embestían en rectitud, como quería Montes, el de la más bella y escolástica Tauromaquia […]
Es posible que yendo al pitón contrario, los toros agotados se arranquen más pronto, sin necesidad de acercárseles tanto; pero el que tenga valor para acercarse hasta donde haga falta, tiene la solución, y de las dos, esta es más académica y más clásica, si partimos de Montes y nos paramos en Belmonte, que tampoco tenía necesidad de irse al pitón contrario”
Citando y toreando muy, muy cerca de los pitones a un Miura en Sevilla
Añade Corrochano que aunque Manolete iba en rectitud, lo cierto es que iba de perfil. y dice que si se acepta el perfil para el toreo de capa, porque hace más largo y reposado el lance, debe aceptarse también para el toreo de muleta. Y añade:
“Después de hacer objeciones al toreo de perfil, porque le considero descolocado, digo que es necesario, imprescindiblemente necesario, si se lleva la muleta retrasada, que es como él la llevaba y se lleva ahora [Ahora, es 1966], para dejarle al toro su salida natural. De esta manera, el toro ve la muleta que le llama y si es boyante y va por su terreno, el toro pasa fácilmente. Si es de los que ganan terreno, ya es peligrosa esta posición, porque delante de la muleta está el torero”
La tranquilidad de Manolete ante el toro de su época.
Sobre la muleta retrasada añade:
“Manolete empezaba el pase por la mitad, prescindía de la primera parte, que es citar con la muleta adelantada, y mantenerla así hasta que la tome y se embarque en ella el toro; esto lo suplía, peligrosamente, toreando a cuerpo limpio hasta que llegaba el toro a la retrasada muleta, y aquí ya pasado el toro empezaba el pase donde otros lo cortan. Esta segunda parte del pase, que es la más eficaz de la faena, porque es la que más quebranta al toro y la que decide el remate, encierra toda la personalidad de Manolete y todo el procedimiento discutible de su toreo. Si el toro tiene sentido, la cogida es difícil de evitar esperándole a pie quieto en esa posición. Por esto le cogieron mucho los toros”.
En la corrida de la Prensa de Madrid, aguantando a pie firme la arrancada del toro que le viene andando.
Finaliza Corrochano, diciendo:
“Pero no llamo truco al toreo de perfil [Esto es refutación a Hemingway], aunque prefiera el otro. Todo lo más lo llamo tranquillo, que es un recurso de que se vale el torero para facilitar una suerte. Pero si tenemos en cuenta todas las fases, todas las circunstancias, todos los matices del toreo de Manolete, tampoco era tranquillo; era un estilo discutible, pero muy peligroso, para lo que hacía falta su tranquilidad de estoico para ver venir y ver llegar a los toros”
Elijo, al azar, una tanda de pases de muleta con la derecha en la plaza de toros de Toledo (Sacada de las viejas películas de la serie “Toreros para la Historia” de Fernando Achúcarro) donde se observa muy bien la mecánica de su toreo. Un aguante impresionante para ver venir al toro a pie firme, esperando que llegue a la muleta que está algo atrasada respecto al cuerpo. Cualquier extraño del toro le permitiría alcanzar el cuerpo del torero que no tiene defensa alguna en esa posición (en lenguaje taurino que “no se tapa”).
Viendo estas imágenes, entiendo perfectamente el impacto que en los públicos causó la nueva forma de torear del torero de Córdoba. Forma de torear que, como decía Corrochano, supone una vuelta al clasicismo, al toreo más puro y original. Puesto que al toro sólo se le desplaza con el mando de la muleta sin quiebro o movimiento alguno del cuerpo del torero que expulse al toro hacia el terreno de afuera y que lo desvíe de su trayectoria. Entronca en eso Manolete, por tanto, con las máximas que conocemos de Pedro Romero:
“El lidiador no debe contar con sus pies, sino con sus manos”
“Parar los pies y dejarse coger este es el modo de que el toro consienta y se descubra”
Y eso es lo que hace Manolete, parar tanto los pies que se tenía la sensación de que la cogida era inevitable (como recuerda Corrochano), lo que provocaba el estupor y la emoción en los que tuvieron la suerte de verlo torear. Nosotros nos conformaremos con verle en vídeo y leer viejas crónicas de su época, como lo que escribe César Jalón en su libro de Memorias de Clarito, con estilo menos doctrinal que Corrochano:
“La polémica en torno de las máculas y deficiencias técnicas del toreo de Manolete distraerá nuestro ocio invernal. Y nunca cesará […] Bien amigos, pero el paso del toro, obseso, por delante del cuerpo descubierto a tomar la muleta desplegada en su zaga, emociona bárbaramente, porqué ¿y si desvía la vista y se detiene?. Y no siempre Manolete se perfila al rafe del pitón; también llama desde lejos […] Más a fin de cuentas, “robando” un tiempo y, por añadidura “codilleando”, sus largos brazos y su muñeca portentosa han venido a dar los pases más largos de la historia.
Lo innegable es que Manolete ha saltado ese espacio, ese medio paso, ese escalón relabrado por los imponderables del genio que separa con proporciones abismales del buen torero, y aún del gran artista, al artista llamado fenomenal”.
El cite clásico de Lagartijo
(Continuará)
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