lunes, 27 de junio de 2016

Tomás en Alacant

Por Jose Morente
José Tomás. Respeto y compromiso (imagen del vídeo de José Ramón García)


El tema se las trae. Resulta que mi concepto del toreo está muy alejado del concepto del toreo, del buen concepto del toreo, que tiene José Tomás.

Realmente, mis toreros son de otra cuerda. La cuerda de Guerrita, Gallito, Luis Miguel el Juli. Mis toreros predilectos no son los artistas al estilo de Lagartijo, Rafael el Gallo, Pepe Luis o Morante. Ni siquiera los valientes como Frascuelo, el Espartero, Belmonte o José Tomás. Con ser todos los citados tan grandes y tan buenos toreros resulta que, de forma personal e intransferible, prefiero la inteligencia que se impone al toro antes que la elegancia del que se acompasa a sus embestidas o la apuesta del que arriesga la vida en cada una de ellas, las cuerdas del arte o del valor.

Y es que, a fin de cuentas, lo que verdaderamente me encandila y seduce es el dominio del hombre sobre la fiera o sea, el toreo que se basa en el conocimiento de las reses (intuición y reflexión) antes que el basado en el conocimiento de las suertes o en la apuesta del todo o nada en la ejecución de las mismas. Me gusta que se toree para el toro, no con ni contra el toro. Quien lea este blog, ya lo sabe de sobra.

No obstante, también conviene puntualizar (confesión de parte) que el hecho de que, teóricamente, prefiera una opción o concepto no quita un ápice para que me entusiasmen, emocionen o seduzcan toreros y toreos de otras cuerdas por muy diferentes a la mía que puedan serlo. Una cosa es la teoría que está bien para la charla de café y otra la práctica. En la plaza, las teorías, sobran. Y es que, en la cara del toro, todas las opciones son respetables y, aún mejor, diría que admirables. Por eso, también sabe de sobra quien sigue este blog que José Tomás es uno de esos toreros que más me mueven a seguirlo. Toree donde toree, allí estaremos viéndole, siempre que podamos.

Son varias las razones que explicarían esta aparente contradicción que, en realidad, no lo es. Como tampoco era contradicción la amistad de Clarito -partidario de Belmonte- con Joselito el Gallo, más joven, más asequible y mucho más aficionado  a los toros, a hablar de toros, que el Pasmo de Triana, lo que más convenía a un crítico incipiente.

Que Tomás convierte en un acontecimiento cada una de sus apariciones, que se prodigue tan poco, puede explicar porqué le siguen tantos espectadores aparentemente al margen del toreo pero que gustan de estar en los sitios donde hay que estar pero no explica nuestra adicción.

Que sea un torero de época o sea, el que da sello y sentido al toreo de nuestra época, el que hará que su tiempo, nuestro tiempo, sea recordado en la historia del toreo como el tiempo de José Tomás, implica que no estaríamos muy finos -en mi opinión- siendo contemporáneos suyos y no yendo a verlo pudiendo hacerlo. Ese argumento me resulta más convincente pero tampoco es, para mí, lo más importante.

La razón -mi razón- es muy sencillaTomás -torero de cuerda ajena- encarna, para mí y como torero, todo lo que debe ser un torero y que se resume en dos palabras: entrega y compromiso. 

Entrega absoluta, total y sin fisuras y compromiso consigo mismo, con la afición, con el toreo y, sobre todo y es lo más importante, compromiso con el toro. Con ese animal totémico y simbólico que da sentido a nuestra piel de toro. Tomás, el torero que impone su toreo a los toros, es, paradójicamente, uno de los que más respeta al toro pues nunca se concederá a si mismo más ventajas que las que concede a los astados a los que se enfrenta. Unas reses, conviene añadirlo, que se encuentran entre lo más granado de nuestra cabaña brava pues proceden de esas tres o cuatro ganaderías (no más según sostenía Manolo Martínez) que dan, con relativa regularidad y frecuencia, toros realmente bravos o sea, aquellos que, por su entrega, hacen posible -como afirma Raúl Galindo- el mejor toreo posible.

Como el que desgranó José Tomás en Alacant el viernes pasado, que ese -el del mejor toreo posible- es el otro tema que cierra el círculo y el que -en el fondo- nos lleva a verle torear.

11 comentarios:

Ramón Albarrán dijo...

Buenos días José,

Soy un gran seguidor de este blog, el mejor blog taurino con diferencia, y normalmente estoy en total acuerdo con lo expuesto en él, como alguna vez habrás podido observar en mis comentarios.

Me gusta tu artículo sobre José Tomás y estoy de acuerdo en todo, excepto en un punto clave para mí: a José Tomás se le puede decir figura de época muy cogido por alfileres, ya que lleva 15 años sin cumplir casi ninguna de las condiciones que históricamente han llevado a los toreros a ser reconocidos como tal. No va a ninguna plaza de relevancia ni compite con los principales toreros del momento, ni torea todo tipo de toros, por lo que ni triunfa en todos los sitios, ni ante todos sus rivales, ni ante todos los toros.

La verdadera figura de época, de esta época, es Enrique Ponce. 26 años de máxima figura y los que le echen. Y tras él, El Juli.

José Tomás es un grandísimo torero, con el que disfruto una barbaridad cada vez que puedo verlo, pero para ser figura de época hace falta mucho más. Su tirón mediático se corresponde mucho más a lo poco que torea, a que no se deje televisar y a la gran campaña mediática que tiene detrás que a lo ofrecido en el ruedo.

Por supuesto, todo esto es mi opinión y no quiero que se tome como una declaración de posesión de la verdad absoluta.

Un saludo,
Ramón Albarrán

califa dijo...

A dao en la clave Ramon a Albarran

Jesús Herranz dijo...

Ramón Albarrán lo de Ponce tiene una pase aunque su técnica ventajista es más que discutible.
¿ Pero lo del Juli ?
¿ Que distinto tipo de ganaderías torea este señor?
¿con que toreros emergentes de maxima proyección, exceptuando este año se ha acartelado en temporadas pasadas?
¿Un figura un torero que ha creado la suerte del Julipié?
¿ Un figura que suprime la verdad y la colocación en pos de la profundidad y la ligazón?

Cincinato dijo...

Ramón Albarrán se me ha adelantado. Iba a comentar lo mismo sobre que, para ser torero de época, a Tomás le falta salir del circuito restringido en el que se encuentra y hacer temporadas normales.

Si se me permite la provocación, José Tomás ha elegido ser a una figura del toreo lo que los Harlem Globetrotters son a un equipo puntero de la NBA.

Por otra parte hay una duda que me reconcome sobre el autor de este magnífico blog, que en esta entrada intercala frases como estas, parecidas a otras de entradas pretéritas:

"Prefiero la inteligencia que se impone al toro"

"... me encandila y seduce el dominio del hombre sobre la fiera... el conocimiento de las reses... que se toree para el toro..."

Y consigue hacerlo sin mencionar a Enrique Ponce. Para mí es un misterio esta omisión, que por lo que he podido ver en el historial del blog (sin pretender haber sido exhaustivo) es reiterado.

Lo que resulta sorprendente porque, sin menospreciar a su admirado Juli, si creo que un torero encarna esos gustos en los últimos 30 años es Ponce. Además, la clásica crítica que les sirve a algunos de pretexto para no "enterarse" de Ponce (la colocación) no es un argumento que parezca capaz de hallar mucho eco aquí, como demuestran muchos y buenos análisis sobre la técnica de torear.

En todo caso, aquí pasa algo que se me escapa. Porque el que cierto amaneramiento estético en el que a veces incurre Ponce tal vez no sea del gusto de nuestro anfitrión, no creo que eso eclipse las indudables virtudes que para alguien de esa cuerda atesora este maestro.

Antonio Luis Aguilera dijo...

José Tomás se arrima como pocos y pone el cuerpo donde muchos colocan las telas. A nadie deja indiferente. Calla y responde en el ruedo, con ese aire de dignidad que siempre distinguió a las máximas figuras del toreo. El "sistema" propaga que exige honorarios desorbitados, pero silencia lo que ingresa y permite pagarlos, porque su compromiso de jugarse la vida donde los toros cogen o se entregan levanta tantas pasiones como el trazo de su toreo, razón por la que el público agota el papel desde que se anuncia. ¿No serán muchos los que van con el paso cambiado para verlo? Puede que José Tomás no sea un torero de época, como taurinamente se entiende, pero es innegable que ha sido el auténtico protagonista de "su" época del toreo.

Anónimo dijo...

Yo no estoy de acuerdo,pero si lo respeto, sobre la definición inicial,sobre gustos "lidiadores", a mi me gustan los toreros que me dejan recuerdo sus faenas,algunos con un quite, me basta,pero para ser figura, no sólo basta con torear bonito, hay que tener, perfecto conocimiento de las reses, y una regularidad,demostrada en varias temporadas, con muchas ganaderías y compañeros. En cuanto la deriva Tomista de este artículo, creo que cumple, parte de lo que he comentado, pues su toreo está basado, en pureza y autenticidad, ahora bien,con todos mis respetos, no comparables al que considera su espejo, Manolete, Saludos , Manuel Vázquez

Jose Morente dijo...

Ramón Albarrán
Lo primero, es agradecerle su seguimiento y su opinión sobre este blog y, porque no decirlo, congratularme de la coincidencia casi total en nuestras opiniones.

Y, en el casi, entra el interesante y apasionante tema de debate que usted suscita: La consideración o no de José Tomás como torero de época.

Puntualicemos que no lo he calificado de figura de época. No porque no sea o haya sido figura del toreo, según el baremo de Guillermo Sureda que hemos publicado en este blog recientemente, sino porque creo que su papel en el toreo excede al papel “normal” de una figura”normal”. En ese sentido, las puntualizaciones de Antonio Luis Aguilera me parecen muy ajustadas.

Dicho de otro modo, y repito que es mi opinión, figuras hay varias (las que usted cita sin ir más lejos) pero toreros que marquen con su impronta el toreo, creo que surgen muy pocos y sólo cada bastante tiempo.
Lo anterior no va en mérito o demérito de nadie. Me atrevería a decir que tanto han aportado al toreo desde el punto de vista técnico otros toreros como aporta José Tomás, pero su compromiso con el toreo es distinto, como distinta su repercusión dentro y fuera de las plazas también.

En ese sentido, puede que su impacto mediático provoque el rechazo de algunos aficionados (no muchos) pero no es ese impacto mediático lo importante. Lo importante es que tenemos hoy día un torero que le da al toreo un sentido diferente y ritual por su compromiso y su entrega como no se lo da ningún otro torero.

Un cordial saludo

Jose Morente dijo...

Joaquín Girón Mendes:

En mi opinión, el toreo es demasiado complejo para esquematizarlo como se hace en nuestra época.

Colocar en los cuatro tópicos de siempre (la pierna adelantada, el toque, el pico, ...) toda la verdad del toreo es una simplificación tan cómoda (¡eso lo ve cualquiera!) como -para mí- errónea.

Un error que nos puede llevar a no entender cabalmente lo que ocurre en el ruedo y, sobre todo, a ser incapaces de jerarquizar correctamente el toreo. Es lo que ocurre con la valoración que algunos aficionados hacen de las figuras de hoy día.

El caso es que esos prejuicios están tan arraigados (hablo de prejuicios no de gustos) que, personalmente, no le veo solución al tema.

Atentamente.



Jose Morente dijo...

Manuel Vazquez:

Sobre gustos, no hay, no puede haber disputas. Sobre todo, cuando esos gustos, se reducen en mi caso, a reflexiones de café o tertulias con los amigos. En la plaza, y como ya he dicho o insinuado en la entrada, las teorías sobran y creo que a cada torero se le debe juzgar o apreciar en función de sus planteamientos.

Por otra parte, aunque simplifiquemos el debate, creo que es muy interesante su puntualización. Es evidente, y comparto su punto de vista, que los toreros no son químicamente puros. El arte no está reñido con la técnica o con el valor. El torero tiene esas cualidades en distinta proporción. Eso es lo que da variedad e interés al toreo.

El caso de Pepe Luis Vazquez es sintomático. UN torero de mucho arte pero que no se agotaba en el arte pues su conocimiento de las reses (el de las suertes se da por hecho en el caso de los toreros artistas) era proverbial y equiparable casi al de un Joselito el Gallo (lo que ya es equiparar).

Finalmente, un dilema. La comparación de Tomás con Manolete. para mí, andan en planos éticos muy similares (ninguno de los dos es, sin embargo, perfecto) pero eso es una opinión personal y subjetiva mía.

Un cordial saludo

Jose Morente dijo...

Cincinato:

Sobre Tomás creo que mis anteriores comentarios responden en cierto modo al suyo.

Cuestión diferente es el tema Enrique Ponce. Un torero cuyas capacidades son innegables e indiscutibles y al que muy pocos reparos se le podrían hacer objetivamente.

Su elegancia (para mí gusto, un punto excesiva) o su actitud con las empresas (para mí gusto, demasiado complaciente) son los dos únicos reparos que le podría hacer a este torero. Reparos que, en rigor, ni siquiera lo son: La elegancia es, en realidad, una virtud y su relación con las empresas su forma -lícita- de plantear su carrera profesional.

En cualquier caso, Ponce es un torero al que cada vez que veo torear en la plaza (allá donde vaya), me entusiasma y me encandila (¡Qué bien torea Ponce!). Sin embargo, suelo verle pocas veces a lo largo de la temporada. Quizás, por eso, escribo tan poco sobre él.

Un cordial saludo

Nicola dijo...

Querido José,
me encanta este articulo, sobre todo porque comparto todo lo que dices aunque salga de un punto di vista - de una opinión, mejor dicho - distinta. Mis toreros son los de corte artista, mi torero de ahora, en absoluto, es Morante. Los valientes me fascinan. Los que menos me interesan, ahora, son los del corte del dominio, así me ocurre nombrarlos. Pero los de ahora, no los del pasado, porque Gallito y Guerrita son mis ídolos. Pidiéndome porque me salió una respuesta, y quiero ofrecértela por si a caso te parece que sea digna de reflexión.

La tecnica tan depurada y tan efectiva que hay ahora me parece que quite un poco de merito al toreo de dominio. Es mucho mas fácil hacerlo ahora, en la epoca de los toques milimetricos, del estudio académico y, porque no, del toro muy noble muy noble y que se deja, que en la época de Gallito donde la técnica era algo para descubrir y los toros tenían que ser dominados por los toreros que podían hacerlo. Los que lo hacen ahora utilizan una tecnica a veces demasiado fina, que no voy a describir como ventajista por la colocación, el pico o otras tonterías, pero que, sin embargo, dona al torero una ventaja sobre el toro que los antiguos no tenían. Y no hablo de Julipié u otros horrores que a veces se ven. Hablo del proprio conocimiento del toreo y del merito que tuvieron los que lo construyeron, que, para mi, es mayor de lo que tienen los que ahora utilizan este conocimiento.

Todo tipo de toreo tiene muchos méritos, esto está claro. Pero lo que ahora para mi tiene más es el toreo artistico con valor, y eso es lo que hace Morante. Pero como no todos nacen artistas, los que me parecen mas "modernos', entre comillas, son los valientes. La tecnica ayuda a todos, pero el toro sigue hiriendo y pasárselo cerca es muy duro. Por eso nos emociona tanto José Tomás. Porque su toreo es a un tiempo iperclásico y muy moderno y porque vemos que se pone sin ninguna ventaja. Tampoco la de utilizar mucha (demasiada?) tecnica.

Un abrazo