Cuatro cuadros de la serie de Andy Warhol sobre Marilyn Monroe. Repetición seriada de una misma imagen de la actriz¿La misma? |
El latinajo que da título a esta entrada, significa que las cosas dos veces repetidas gustan.
Según José María Corella, al aforismo que proviene de un verso de Arte Poética de Quinto Horacio Flaco, se utiliza para decir que una obra gustará sólo una vez, pero que repetida diez veces, podrá gustar siempre.
Y no sé porqué (o si lo sé) pero el caso es que esta cita (citada hace un par de días por mi amigo Jack Coursier) se me venía a la cabeza viendo los vídeos de las faenas de Alejandro Talavante en Istres.
Y es que el toreo en redondo se basa en la repetición (¡bendita repetición!) del mismo muletazo en tandas seriadas. Monotonía solo aparente que esconde una sinfonía de matices y sutilezas (especialmente, en la muleta de algunos grandes muleteros) que convierten el toreo en redondo en uno de los logros más estimables de toda la historia del toreo (¿Exagero? Creo que no)
Frente al toreo antiguo donde se alternaban los muletazos por uno u otro pitón, como medio para no desengañar al toro, el toreo en redondo se basa en la repetición (Uno, dos, tres,.., cinco, seis,...¿Hasta cuantos muletazos admitirá el burel o será capaz de administrar el torero) siempre por el mismo lado.
No creo que tengan más mérito las tandas cortas (que también lo tienen). Pero estoy convencido que tiene mérito, mucho mérito, esa apuesta y exploración de límites que está implícita en cada tanda en redondo.
Si además se le añade armonía, ritmo y compás y se intercala -a modo de contrapunto algún muletazo por el lado contrario previo a los remates (como hace Talavante en Istres)... es el desideratum.
Y aquí el video con esa primera tanda que ha dado lugar a este post. Una tanda no excepcional pero que ejemplifica muy bien el concepto de toreo en redondo del que aquí se habla.
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