El propósito más importante de las pausas largas entre series es que el toro ordene su instinto mental y reconsidere que él es el que tiene que ir al trapo (Manolo Martínez) |
"¿Que crees que le pasa a un toro cuando salta a la arena con el primer castigo que se le impone, la divisa? Arremete con todo su ímpetu al que se le atraviesa en su carrera por el ruedo. Lo que sigue, para él es terrible: sus embestidas se le van en blanco. Cada objeto de su ataque termina en falso. Es natural, su fuerza está intacta, le sobra coraje. No se fija, no sabe lo que le está pasando. Ataca una y otra vez y el sujeto de la invasión se esfuma, no aparece, no se materializa.
(...)
Finalmente, ataca a la muleta en su último intento. Después de varias acometidas de balde, el animal decide pararse. Se detiene y "piensa" con su instinto para preguntarse ¿Qué está pasando aquí? Ataco, me esfuerzo y ¿que consigo? Nada, siempre me burlan. No puedo alcanzar a los que me molestan e hieren.
En su pausa, reconsidera mirando al torero y al engaño. No discierne cual de los dos es el que le acosa y parece decir: Ven, ven tú, elusiva figura, acércate que ahora sí voy a alcanzarte. Si en ese momento de "reflexión" del toro, el torero acude y lo obliga, el toro se resabia y defiende, ya que se ha puesto a la defensiva. Embestirá sin duda, pues para eso le han manipulado sus genes, pero no será claro; tirará cornadas, para identificar "quien es" su enemigo.
Si el espada, por el contrario; entiende ese momento crucial y aguarda sin precipitaciones, acercándose poco a poco hasta encontrar la distancia, sin agobiarlo, sin ir descaradamente a él, entonces el toro recuperará su seguridad y se convencerá de que es él; el que tiene que ir de nuevo.
El engaño es entonces completo o, más bien dicho, el toro se desengaña definitivamente y se concentra en la muleta".
Guillermo H. CANTÚ "Manolo Martinez-Un demonio de pasión (1ª ed., México, Editorial Diana, 1990. Página 170)
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