Un contratiempo clínico nos va a privar, en lo que queda de Feria de Pamplona, de las impagables crónicas de Juan Antonio Polo (a quien desde aquí saludamos). Nos toca a nosotros (en calidad de sobresalientes) finiquitar las tres corridas que restan.
Compleja y ardua tarea pues el toreo anda hoy revuelto y ser sincero, como lo es Juan Antonio (que no tiene pelos en la lengua) no es tarea fácil pues corren malos tiempos para quien se atreva a decir la verdad, ya sea torero, ganadero, periodista o aficionado.
No pasa el toreo por una de sus épocas malas, más bien todo lo contrario, pero escasean hoy día aquellos cronistas de antaño capaces de la crítica mordaz pero también del ditirambo más hipérbolico. Elogios que encendían la pasión de los públicos a favor de los mejores. Hoy, nos hemos acostumbrado a contar las cosas con sordina. Los éxitos y los fracasos. Sobre todo, si los éxitos son los de las figuras y los fracasos los de las ganaderías duras.
Al elogio al triunfo del torero puntero lo llaman triunfalismo. A la crítica del mal comportamiento del toro de ganadería dura lo llaman derrotismo.
No voy a hacer por ello crónica de la corrida de ayer. No me atrevo a relatar el mal juego que dieron los toros del Conde de la Maza. Y es que no tengo el valor ni la sinceridad del titular de estas reseñas pamplonicas, Juan Antonio Polo.
Solo diré que la terna estuvo bien. En ocasiones, incluso, muy bien y, siempre, por encima de las condiciones de los toros. Unos toros que ni siquiera eran aptos para la lidia antigua pues esa exige un toro duro y fiero y los de ayer no lo fueron. Tuvieron peligro, cierto es. Pero un peligro sordo. Ese que no llega al público y que no trae premio para el torero valiente y/o lidiador.
Copio un texto de Don Gregorio Corrochano. Quiero dedicarlo a los palmeros de las figuras y a los palmeros de los ganaderos duros. Tales para cuales:
"Las corridas de toros pecan de insinceridad. La insinceridad es el morbo de las corridas de toros. Se ha vuelto la cara a la verdad: Todo es disimulo, ficción y bien lograda farsa con tan vivas apariencias de realidad, que la insinceridad parece sincera. Todos acusan y todos se excusan"
Lo dicho: las corridas de toros, los aficionados a las corridas de toros, pecan hoy de insinceridad.
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