Ya hemos dicho muchas veces en este blog que el toreo evoluciona con los tiempos y va cambiando al ritmo de las modas. Por eso cuando se habla de clasicismo y pureza hay que tener mucho cuidado pues lo que una generación determinada considera clásico y puro, puede no serlo tanto. Y es que, en ocasiones, nos falta perspectiva histórica, conocimiento de la historia.
Esto es lo que ocurre con el tema del compás. Hoy, muchos aficionados consideran más puro y más clásico el toreo con el compás abierto y echando la pata 'alante.
Sin embargo, esa apreciación es errónea pues lo que preconizaban las tauromaquias clásicas era justo lo contrario. O sea, el toreo con el compás relativamente cerrado y sin menear los pies.
Veamos un ejemplo. En la edición de la Tauromaquia de Pepe-Hillo, publicada en Madrid en la Librería e Imprenta de Eduardo Martínez (Sucesor de Escribano) en la biblioteca de Palmas y Pitos (y, por tanto, entre 1913-15 y no en 1875 como erróneamente se asigna en la Biblioteca Digital de Castilla y león) y que recoge con mucha fidelidad lo dicho por Hillo, se dice al hablar de la suerte a la verónica lo siguiente:
El [toro] franco, boyante, sencillo o claro, que todo es uno, se debe dejar venir por su terreno, y cuando llegue a jurisdicción, cargarle la suerte y sacarla; y hasta este acto, parará el diestro los pies para lograr echarle cuantas suertes quiera, procurando siempre que quede la res derecha y no atravesada.
En el "Alfabeto de voces y expresiones de la Tauromaquia" que se recoge al final del citado texto se define "cargar la suerte" de la siguiente forma:
Cargar la suerte.—Es aquella acción que hace el diestro con la capa cuando sin menear los pies tuerce el cuerpo de perfil hacia fuera, y alarga los brazos cuanto puede.
Que es lo que se ve en el grabado que se incluye en dicha edición y que hemos insertado al inicio de esta entrada.
Esta forma de ejecutar la verónica es la más clásica y la más pura. Luego, época de Guerrita, empezó a ponerse de moda el toreo espatarrado que hizo furor en las primeras décadas del siglo XX y que se mantuvo hasta que llegó Manolete.
Manolete ejecutaba la verónica con toda su pureza y clasicismo aunque incorporó algunas innovaciones de diestros anteriores. Una, la de Guerrita de ponerse de perfil, lo que le permitía ligar mejor una verónica con otra y, otra, la de Juan Belmonte de bajar los brazos, lo que le daba a la verónica mayor hondura y profundidad.
Pero el clásico (si consideramos clásico al que más se acerca al toreo parado definido en las Tauromaquias clásicas) es Manolete. No Guerrita, ni Juan Belmonte.
Y eso es así, aunque a nosotros (hijos de nuestra época al fin y al cabo) nos siga encandilando más el toreo espatarrado de "fin de siecle" (del fin del siglo XIX, claro está) que el toreo de compás ligeramente cerrado de Pepe-Hillo y Manolete.
¡Modernos que somos!
1 comentario:
Pues asi es: la suerte se carga con los brazos. Tambien, fijense en el dibujo y en la foto: son veronicas "de perfil". Cuando se decian "de frente" estaban diciendo "en frente del toro".
Jim Verner
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