Por Jose Morente
Ponce brinda, al público, su toro pero ¿un toro de qué encaste?
Recogíamos en la primera entrada de esta mini-serie, la opinión de Enrique Ponce (en la magnífica entrevista que le hacia José Luis Ramón para 6 toros 6) sobre el comportamiento del toro de lidia y, más específicamente, del toro de encaste Domecq.
Sin embargo, si algo ha caracterizado a este torero ha sido su capacidad de entender y triunfar con toros de diversos encastes. Tiene por ello mucho interés leer sus declaraciones sobre las características de estas ganaderías alternativas y/o minoritarias.
El recorrido del toro de Alcurrucén.
Espectacular natural de Enrique Ponce a un castaño girón de Alcurrucén, el día de la confirmación de Javier Valverde en Madrid (Fotografía facilitada por Alberto Marcos Morante)
Sobre el toro de Alcurrucén, digno representante en la actualidad del encaste Núñez, Ponce opina muy favorablemente
Es un toro bajo y muy bien hecho. De Núñez me gusta el toro con el pitón blanco y engatillado.. . bueno, la verdad es que este es el toro que me gusta de todas las ganaderías…
Por lo que respecta al comportamiento, del Núñez siempre se ha hablado de ese “tranco” de más en su embestida, algo que confirma el torero de Chiva.
Del “Núñez” me gusta su recorrido y su temple. El toro de Núñez que embiste humillado y templado, y se reboza hasta el final, a mí me ha ido muy bien.
Y un detalle importante, para Ponce se trata de un toro, normalmente, complicadillo de salida, al que hay que ir metiendo en la canasta poco a poco.
Salvo excepciones (porque el bueno-bueno lo es de cualquier ganadería) el toro de Núñez al principio no es fácil. Es un toro muy para toreros, tienes que adaptarte a él, le tienes que ir haciendo… No es un toro que te sale ya hecho, e incluso con el capote son bastante complicaditos.
Y sigue Ponce
Es un toro con un gran fondo, y te lo va dando poco a poco. Es un toro que no te lo va a regalar, sino que tú tienes que ir sacándoselo. Y por eso mismo es grande en su embestida, porque muchas veces el público no lo espera, ni incluso el torero lo espera, y eso hace que la faena tenga una dimensión insospechada. Es un toro que suele dar grandes triunfos. Los ha dado durante toda la historia.
Vamos a ver una faena de Enrique Ponce a un toro de Alcurrucén, en Bilbao, concretamente la faena a su primer toro, “Sucesor” de 588 Kg., la tarde del 23 de agosto del pasado año. La faena completa está en el magnífico blog de Andrés Verdaguer Talens “Cornadas para toros” aunque aquí sólo he seleccionado cuatro tandas (tres del principio y una del final de faena. Tres con la derecha y una con la izquierda) donde se aprecian muy bien esos matices de la dificultad inicial (y no tan inicial) de estos toros de los que habla el torero.
En el video se aprecia también ese tranco de más que, no siempre, regalan estos toros dando, a veces, la impresión que el toro se dispara –se acelera- al salir de la muleta (Aunque la privilegiada muñeca del torero también tiene algo que ver con eso).
En resumen, vamos a ver a Ponce ante un toro exigente y con unas complicaciones a las que algunos espectadores del tendido no parecen dar, por sus voces, mucha importancia.
El toro de Atanasio. Abanto y grandón pero con mucho fondo
Ponce con un toro de encaste Atanasio en Valencia (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante)
Uno de los encastes preferidos de Ponce es el de Atanasio-Lisardo, un encaste ante el que, en una determinada fase de su carrera profesional, se prodigó mucho:
Sobre todo en los años 90 lidié camadas enteras de Atanasio Fernández y siempre triunfaba con ellas en las plazas más importantes… Madrid, Bilbao, Arles, Bayona… en esos años fueron un encaste y una ganadería muy míos.
Por lo que respecta a su comportamiento, dice Ponce:
El toro de Atanasio es parecido al de Núñez en que no se define, es abanto e informal en los primeros tercios, y de él destacaría el temple. Cuando se mete en la muleta no pega un cabezazo, embiste con temple y despacio. También es un toro muy para toreros, en el sentido de tener que extraerle el fondo. Pero te lo acababa dando.
Ahora está representado muy dignamente por Puerto de San Lorenzo y Valdefresno, y la última vez que salí a hombros de Madrid fue con uno de Javier Pérez Tabernero, de ese mismo encaste.
El “atanasio” es un toro abierto de pitones, grande de hueso y de talla, un toro largo, con alzada y con badana, y con la característica de ser un toro chochón, como nosotros decimos. Ver un toro tan grande embestir de esa manera y con esa boyantía llamaba la atención.
Vamos a ver a Ponce frente al Lironcito el toro con el que hizo historia en Madrid.
Aunque no es de las mejores faenas de Ponce, si es de las más emocionantes. El haber sido cogido al principio del muleteo (algo sorprendente en torero tan seguro) fue determinante para que, el siempre difícil público de las Ventas, se pusiese a favor del torero.
No voy a entrar en los matices técnicos de la faena. No es faena para analizar con lupa. Lo que aquí me interesa resaltar es el modo de embestir de este toro que se sale un poco –solo un poco- del comportamiento chochón y nobilísimo del encaste.
Un comportamiento que, en el fondo, encubre casi siempre, en mi opinión, una cierta mansedumbre que, en este caso, no está exenta de peligro.
El toro de Albaserrada (Victorino) según Ponce
Un natural (cumbre) de Enrique Ponce a un humillador Victorino en Valencia (Foto -y comentario- facilitados por Alberto Marcos Morante)
A la hora de definir la virtud principal del toro de Victorino (encaste Albaserrada), Enrique Ponce apunta a la misma que ya señalaban sus compañeros y que recogíamos en otra entrada de este blog: La capacidad de humillar.
Esa manera de embestir por abajo, transmitiendo tanto, es lo que le ha llevado a ser lo que es. El peligro de esa ganadería es que algún día pierda esa manera de humillar. Es un toro de gran seriedad, que normalmente no se suele rajar ni caerse.
Como el Victorino lo tenemos muy estudiado los aficionados, basta añadir esa similitud que encuentra Enrique entre el toro de ese encaste y el toro mexicano.
El toro de Victorino bueno, con el cual me he encontrado en muchas ocasiones, es un toro que ha humillado y que, salvando las distancias, tiene similitud con el toro mexicano. Es lógico, porque vienen de lo mismo, aunque en México han echado mucho Santo Coloma.
El “Victorino” es un toro, además, que tiene una gran despaciosidad en su embestida.
Otro natural de Enrique Ponce al mismo Victorino en la plaza de Valencia (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante)
El temple del toro de Murube
Natural de Ponce a un toro de encaste Murube -ganadería del Capea- (Foto facilitada por Alberto Marcos Morante.
Las corridas de rejones son el clavo ardiendo al que se han agarrado los ganaderos que tienen reses del encaste de Murube. La ganadería que salvó Joselito el Gallo de la quema, haciendo que la comprara la familia Urquijo, en plena edad de oro, ha dado a lo largo de la historia toros de gran clase y nobleza que han propiciado el éxito de los toreros.
Para Ponce esos toros siguen manteniendo las cualidades señaladas:
La característica esencial del toro de Murube es el temple. Aunque es un poco mironcito, también obedece mucho y embiste muy templado.
La humillación quizá no es su mayor virtud, lo que no quiere decir que no salgan toros humillando, pero ahí es donde más se ha tenido que trabajar. Recuerdo grandes faenas a toros de Murube, de la ganadería del maestro Capea, en Salamanca a uno le corté el rabo, el último que se ha cortado en esa plaza. Y este mismo año, en Tomelloso, le indulté un toro realmente extraordinario, que humilló de verdad.
Y desde luego, no podía faltar la mención (siquiera sea solapada) al distintivo que ha hecho famosos a esos toros: el galope
Otra característica es que embiste de principio a fin con el mismo ritmo, y eso es bonito e importante.
Una de las derivaciones más interesantes del encaste Murube, fue la ganadería que creó en 1907, don Juan Contreras. Con reses de Contreras formaron su ganadería los famosos rejoneadores de la Puebla, los hermanos Peralta. Esta ganadería es de lo poco que queda de Contreras (lo otro lo tiene Baltasar Ibán pero cruzado con Juan Pedro Domecq).
Vamos a ver a Ponce con Gomero de Peralta en la plaza de Valencia (año 1992, el de la Expo ya tan lejana).
El video es muy interesante no sólo porque Ponce con sólo 21 años despliega ante Gomero toda su ciencia (con sus muchas virtudes y también con sus escasos defectos) sino porque Gomero es un magnífico ejemplo del toro que se lidiaba entonces: Bravo y noble pero con mucha menos chispa que el toro que sale hoy a las plazas. Y también con mucha menos fuerza.
Pero con una virtud magnífica, cada vez que el torero le da sitio y tiempo (Ponce maneja muy bien los ritmos de su larga faena), Gomero galopa.
Un toro que no engaña: el toro de Santa Coloma
El toro de Santa Coloma ha sido siempre piedra de toque de toreros. Un toro muy encastado y, por tanto, nada fácil de torear pero sincero. El bueno, es bueno y el malo, malo. Dice Ponce:
Este toro, para bien o para mal. no te engaña. El toro de Santa Coloma no es el toro que tienes que hacer, porque el que es que no. es que no; y el que es que sí, es que sí desde el principio. Es el toro menos mentiroso que hay.
El toro de Santa Coloma que sale bueno es un gran toro:
El bueno es un toro que transmite, que galopa, que humilla, que tiene suavidad, que tiene un recorrido largo… el bueno de Santa Coloma es el toro ideal.
El problema lo plantea el toro de este encaste que sale malo:
El toro malo de Santa Coloma es un toro listo, que si no humilla te da muchos problemas, porque siempre te ve por arriba, por eso tienes que estar muy tapado con él.
También destacaría su viveza, su listeza, y que hay que hacerle las cosas perfectas. Y que no perdona. Si al bueno no le haces bien las cosas, aprende, y si se orienta de algo, no se le olvida. No es toro al que tienes que hacer, si no que le tienes que aprovechar.
Es decir, que según Ponce, a este toro más que hacerlo, lo que hay que hacer es no estropearlo.
Y si es bueno, puede ser interminable, con una embestida clara, templada, rítmica, con transmisión. Y con gran seriedad, en su embestida y en su expresión. Cuando el toro de Santa Coloma te mira, es una mirada muy peculiar. El malo es un toro muy listo.
Vamos a ver a Ponce, con un toro de Ana Romero en Cuenca (2010), el toro está quedado y lleva la cara a media altura pero Ponce lo entiende a la perfección. Es muy interesante la forma de colocar la muleta, con el palillo muy hacia arriba, a la altura de la cara del toro.
Una aparente paradoja.
Pedimos variedad de encastes porque pensamos que así podremos evitar la monotonía en el toreo. Incluso esa es la opinión del maestro Ponce.
Es evidente que un variado comportamiento de las reses debe propiciar también variedad en el toreo. Debiera ser así o podría ser así, sin embargo, no estoy tan convencido de que se trate de una verdad absoluta.
Y es que el modo de torear de cada torero depende no sólo del toro que tiene enfrente sino de su propio concepto del toreo. El torero aplica (y es lógico) las soluciones técnicas que mejor le cuadran a sus facultades y condiciones, aquellas con las que más cómodo se encuentra.
Toreros que adapten radicalmente su toreo, que cambien su forma de torear, en función de las condiciones del toro que tengan enfrente ha habido muy pocos en toda la historia del toreo. Y ese aserto vale incluso para los toreros (esos si abundan más aunque no mucho) capaces de entender y poderle a un gran número de toros, como Guerrita, como Domingo Ortega, como Enrique Ponce…
Por ello no debe sorprender la similitud de formas y actitudes de Ponce en las fotos que ilustran esta entrega y eso pese a tratarse de toros de tan diferente encaste y procedencia. Los matices existen pero se encuentran en detalles técnico, nimios y muy difíciles de apreciar por el profano.
Evitar la monotonía es necesario, tanto como lo es recuperar la variedad de encastes, pero ello depende, en la mayoría de los casos, tanto o más de la voluntad y propuesta de los toreros y de la amplitud de gustos del público que del modo de embestir de cada encaste o cada toro concreto.
La técnica que aplican los toreros es básicamente la misma sea cuales sean las condiciones del toro que tiene enfrente. Sin embargo, los matices (cite, toques, ángulos) varían de un toro a otro de forma imperceptible para el público. Por eso, la variedad de encastes no garantiza evitar la monotonía. Eso depende de la capacidad de proponer cosas nuevas que tengan los toreros y de la capacidad de los públicos de aceptarlas. (Enrique Ponce en Granada un 12 de junio de 2008 ante un toro de Pablo Romero. Foto de Manu de Alba)
(Continuará…)
4 comentarios:
“Por eso, la variedad de encastes no garantiza evitar la monotonía". Será para un aficionado a las carreras de motos, para un aficionado a toros le garantizo que sí.
Un saludo.
Vazqueño:
Discrepa usted de una frase concreta de este largo post (sacándola de contexto), y sin embargo no cita otras frases que dicen lo contrario, como:
"Es evidente que un variado comportamiento de las reses debe propiciar también variedad en el toreo" (Ahora soy yo el que la saca de contexto)
Entrando en el tema de fondo (el peso que la variedad de encastes puede aportar a la variedad en el toreo), lo que me ha llamado la atención al leer las declaraciones de Ponce y cotejarla con las magníficas faenas del diestro de Chiva es, esa aparente paradoja entre su cabal comprensión del comportamiento variado de los toros de los diferentes encastes y la utilización, con esos toros, de un modo de torear formalmente idéntico (al menos en apariencia).
El caso no es nuevo en la historia del toreo, pues inmediatamente he recordado a Domingo Ortega como diestro con capacidad de torear muy diferentes toros pero aplicando siempre una miama forma de torear (en ochos y andando).
Y eso sin citar el paradigmático caso de Manolete (y otros diestros de esa misma cuerda) quienes aplicaban sistemáticamente la misma faena (o casi) a todos los toros.
Es verdad que lo digo tiene matices pues en el toreo de Ponce son esos matices (colocación de la muleta, ritmo e intensidad de los toques, colocación del torero) los que le permiten resolver las cambiantes condiciones de los toros sin, aparentemente, cambiar su forma de torear.
Es, en el fondo un problema de conocimiento. Conocimiento de la técnica por parte del torero y capacidad del aficionado de entenderla. El tema es que, para el público en general (no para el aficionado), esos matices pasan desapercibidos pues, el espectador no avezado sólo capta el resultado del conjunto.
Sin embargo, para el aficionado "al toro", es evidente que la variedad de encastes debería garantizar su diversión, como usted asegura.
Pero el problema es que la corrida es un espéctaculo "para todos" (no solo para toristas): para los aficionados al toro, para los aficionados al torero y para los aficionados al toreo y también (y sobre todo pues es mayoría en la mayor parte de las plazas) para el público ocasional más o menos interesado.
En ese sentido, no sólo la variedad de encastes sino tambien la variedad de toreros y sobre todo la disposición del público (aficionado o no) a admitir diferentes formas de torear es, para mí, lo que garantiza la variedad del espectáculo.
Un fuerte abrazo.
Por tanto, José interpreto que en general, (aunque hablar de generalidades, en un arte tan rico en matices como el toreo, es un poco atrevido) los toreros (figuras o no) se identifican o entienden mejor unos determinados "encastes" que otros. (se lo he puesto en bandeja a los que sólo critican a las figuras y al "monoencaste"). En la anterior entrada (no había leído la entrevista en 6t6) precisamente comenté que Ponce "marcaba distancias y diferencias" con el toro que hay que "ir haciendo" (tal vez por su concepto del toreo?), aunque como es obvio, entiendo todo tipo de toros.
Un saludo y enhorabuena, José.
Alberto Marcos Morante
Alberto:
Pienso que es así. Todos los toreros (figuras o no figuras) siempre hablan de un tipo de toro que les va más que otros.
Incluso este tipo de toreros como Ponce que puede con todos los toros tiene unas ganaderías o encastes que por su comportamiento le van más a su estilo de torear.
Recuerdo que Paco Camino decía que el personalmente prefería los toros de encaste Santa Coloma (Buendía o Felipe Bartolome) porque era un toro que se venía pronto a los engaños.
El toreo de Ponce, en efecto y como todos los toreros de inteligencia, destaca más con el toro con problemas que hay que ir haciendo que con el que es más noblote o dócil de salida.
Un cordial saludo.
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