Por Jose Morente
Varelito acartelado (como se dice ahora en horrorosa expresión) entre Joselito y Belmonte (Valencia, 13 de mayo de 1920). El sevillano no ponía en aprietos a las figuras por los que estos lo incluían con frecuencia en sus carteles o lo enviaban de sustituto cuando procedía (Cartel facilitado por Joaquín Albaicín)
La historia del toreo
La historia del toreo antiguo, que generalmente nos han contado, es una historia mixtificada y tergiversada en la que se ocultan las miserias y se exageran las grandezas de lo que realmente sucedió.
La razón es que, a algunos aficionados actuales, parece que del pasado sólo les interesa lo que les sirva para denigrar el presente.
Por eso, decir toda la verdad sobre el toreo antiguo, molesta -y mucho- a muchos. La publicación, en este blog, de una carta autógrafa de Guerrita (¡de 1899!) ha provocado más de una reacción airada y algunos han llegado a atribuirnos no sé que ocultas intenciones en defensa de no se sabe qué deleznables vicios del toreo actual.
Sería para tomárselo a chacota si no fuera porque es muy grave que a alguien le moleste que se cuente la verdad, sólo porque la verdad contradice y desmiente la falsa visión que ese alguien se ha creado del toreo.
Por eso, no escribo este blog para ese tipo de aficionado difícilmente recuperable, pues no es fácil superar esa montaña de subjetivismos, prejuicios, tópicos y falsos cánones que se entretejen en tupida red que, cual tela de araña, los envuelve y nos envuelve a todos.
Escribo este blog para aquellos que no tienen miedo a conocer la verdadera historia del toreo, aquella que empezó a desvelar Pepe Alameda, y a los que no les importa enterarse de los tejemanejes que se trajeron los toreros antiguos porque, esos trapicheos, no les restan un ápice de grandeza a los diestros que los protagonizaron. Al contrario, nos los devuelven más humanos y reales. Más creíbles, ellos y sus proezas.
A los otros aficionados, a los que cierran sus ojos y su inteligencia a las verdades del barquero solo puedo decirles que se equivocan puesto que la verdad nunca puede ser un problema.
Más bien, debería ser la solución.
Creo que por ahí empieza la ética, esa que tanto reclamamos a los demás y, en particular, a los toreros actuales pero que nunca nos exigimos a nosotros mismos.
En esa línea, en la línea de contar esas verdades que, ahora, tanto parecen molestar, no está de más trasladarnos a la Málaga de 1919, pues contratados Joselito y Belmonte para una corrida de Pérez de la Concha, ocurrió lo que se supone que no debiera haber ocurrido.
Nos lo cuenta (lo contaba para El Ruedo) Juan Cortés Salido, periodista y empresario, por aquellas fechas, de la Malagueta.
Vista de la época (1918) del Puerto de Málaga con el barrio de la Malagueta y su plaza de toros, del mismo nombre, en primer término (Postal del Archivo Municipal)
Málaga, 1919
Fueron muchas las vicisitudes y peripecias que Juan Cortes Salido, orondo empresario de la Malagueta, tuvo que pasar para celebrar la corrida del 13 de julio de 1919.
Juan Cortés Salido, empresario de la Malagueta en 1919 (Caricatura publicada en sus Memorias. 1952)
Regresado Belmonte de América, su presencia en Málaga ese año, junto al insustituible Joselito el Gallo, resultaba imprescindible, por lo que el cartel de esa tarde se cerró con ellos dos e Ignacio Sánchez-Mejías.
Anuncio (publicado en el número de El Toreo del día 7 de julio), de la corrida programada en Málaga para el día 13 de ese mismo mes.
Los dos diestros toreaban juntos casi todas las tardes. De hecho, el día 6 de julio, lo habían hecho en Madrid en la despedida de Cocherito de Bilbao.
Cocherito de Bilbao el día de su despedida en Madrid (6 de julio de 1919). Toreaba con Gallito y Belmonte (Fotografía publicada en Mundo Gráfico)
Los tres diestros (Joselito, Cocherito y Belmonte) en la puerta de cuadrillas de la plaza Vieja de Madrid el día 6 de julio de 1919. Joselito, que lleva el mítico capote negro de luto por la muerte de su madre, la señora Gabriela, aparece muy serio y –según el revistero de La Lidia, con un semblante demacrado y pálido.
Una palidez que, evidentemente, no era producto del miedo (como se puede comprobar en estas tres fotografías) sino debida a las fiebres gástricas que el de Gelves venía padeciendo todo ese año (Fotografías publicadas en Mundo Gráfico, las dos primeras, y La Lidia).
Después, ambos diestros, marcharon a Pamplona donde –juntos también- torearon todas las corridas de feria (días 7, 8, 9, 10 y 11 de julio) alternando con Malla y Dominguín, en diversas combinaciones, pero siempre con los dos ases en los carteles.
Belmonte y Joselito, en la Feria de Pamplona de 1919, en sendas verónicas por el lado derecho y el izquierdo respectivamente (Fotografías publicadas en la Lidia del 28 de julio). Ambos con buen estilo pero con la mano de salida muy alta. Faltaba un lustro para que llegase al toreo Gitanillo de Triana.
Para contratar a los fenómenos, Juan Cortés se había puesto en contacto con los representantes en Sevilla de los dos toreros: Juan Soto, por Gallito, y Domingo Ruiz, por Belmonte, quienes eran además sus respectivos veedores.
Como ambos (Soto y Ruiz) andaban a la greña hasta el punto que no se hablaron durante muchos años, el empresario de Málaga había dispuesto que se turnasen por riguroso orden a la hora de embarcar las corridas que venían a nuestra ciudad y que toreasen esos dos diestros.
Joselito con Juan Soto, su veedor y representante en Sevilla, en el bautizo de un hijo de este (Fotografía publicada en La Lidia el 11 de noviembre de 1918)
Para la corrida prevista el día 13, le tocaba turno a Domingo Ruiz, veedor de Belmonte. El ganado previsto para ese día era de Pérez de la Concha. Toros grandes, gordos y muy bien armados, tanto que cuando los vio Domingo no pudo evitar torcer el gesto, máxime cuando, ese año, las corridas de esa ganadería venían saliendo francamente malas.
La reseña de una corrida de Pérez de la Concha, mansurrona, lidiada en Madrid el día del Santo de ese año de 1919, que torearon Gaona, Belmonte y Dominguín (El Toreo, 15 de mayo de 1919)
Magnífico ayudado de Juan Belmonte, a uno de los toros de Pérez de la Concha lidiados en Madrid el día del Santo. Se trata, concretamente del quinto de la tarde, Rompegala, nº 105, berrendo en castaño, con el que Juan estuvo valiente –como en él era habitual- y dominador (Fotografía publicada en Mundo Gráfico)
La noche del día 11 (dos antes de la corrida) el empresario recibía un cablegrama de Antonio Soto, redactor del Liberal de Sevilla, además de apoderado de Varelito, ofreciendo a este torero como sustituto de Belmonte, del cual lo único que se sabía es que, toreando en Pamplona, había sufrido un rasguño en una oreja, en la última corrida de feria.
Al día siguiente, 12 de julio a primera hora de lla mañana se le comunicaba, de forma oficial, a la empresa la ausencia del trianero, justificada con el pertinente y oportuno parte médico, lo que no causó extrañeza a nadie.
Como las desgracias nunca vienen solas, esa misma mañana al mediodía, llegaba a Málaga otro telegrama, esta vez de Juan Soto, ofreciendo de nuevo a Varelito para sustituir, esta vez, a Joselito (ya que el puesto de Belmonte se lo habían dado al malagueño Paco Madrid).
Paco Madrid, junto a Belmonte y Curro Posada. El torero malagueño destacaba por su notoria corpulencia y por su contundencia en la estocada. Los aficionados de la época se acercaban a los desolladeros para ver las paletillas de los toros atravesadas por el estoque de este torero (Postal de la época)
Al empresario, esa nueva propuesta, le pareció un error pero Juan Martín, Gerente de la empresa y muy cercano al entorno de Joselito, le confirmó que este había sufrido una recaída en las fiebres gástricas que le venían afectando todo ese año.
En una larga conversación telefónica, con Joselito y su mentor el Alfombrista, quedaba claro que el torero, pese a las fiebres, parecía dispuesto a torear en Málaga pero que fueron sus amigos quienes, al final, le convencieron para que no lo hiciera.
Precisamente, fue uno de esos amigos el que le explicó a Juan Cortés, semanas después en la Línea, lo que había sucedido en realidad:
Pero hombre, Juanito, usted que tan bien conoce esto del toreo ¿cree que José podía ir a torear una corrida encerrada por Domingo Ruiz, después de haberse “rajao” Belmonte?
Cuando años después Juan de Málaga, pseudónimo periodístico de Juan Cortés, relataba la anécdota, la remataba añadiendo aquello de que “no hay nada nuevo bajo el cielo taurino”.
Y tenía razón…
Reseña en la Lidia del día 14 de la corrida de Pérez de la Concha que se celebró finalmente el día señalado (13 de julio) pero con un cartel muy distinto al inicialmente previsto. Paco Madrid (que sustituía a Belmonte), Varelito (quien finalmente consiguió entrar en sustitución de Joselito) e Ignacio Sánchez-Mejías (el único de los tres que figuraba en el cartel original)
Post-scriptum
Joselito el Gallo y Juan Belmonte torearon juntos en Madrid el 6 de julio de 1919 y los días 7, 8, 9, 10 y 11 lo hicieron en la feria de Pamplona.
El día 12 ambos comunicaban a la empresa de Málaga que no podían torear en esa plaza: Joselito por las fiebres que hemos comentado y que le daban la tabarra y Belmonte por una leve herida en la oreja.
No volvieron a vestir de luces hasta el día 20 en La Línea, una semana después con una corrida de Gamero Cívico o sea de Parladé, y una vez remitidas las fiebres de José y curada la herida de la oreja de Juan.
Con fiebres o sin fiebres, Joselito seguía siendo el mismo. Un natural suyo, a un toro de Pablo Romero, en la segunda corrida de la Feria de Valencia, celebrada pocos días después de reaparecer en la Línea, servía de portada a la revista La Lidia.
Post-data: Mi agradecimiento a franmartin quien me ha facilitado la colección digitalizada completa del Ruedo, de donde he sacado la mayor parte de la información utilizada en esta entrada.
4 comentarios:
Orejas y rabo, Jose.
El objeto del hombre superior es la verdad. Confucio
Jim Verner
Jim:
En efecto, Jim, así lo creo. Cueste lo que cueste y aunque la verdad venga a desmontar tus propias creencias.
No sé si será utópico pero creo que debemos adaptar nuestros pensamientos a la realidad y no deformar la realidad para que se adapte a lo que pensamos (que es lo que todos, y me incluyo, solemos hacer).
Un fuerte abrazo
Me equivoqué, puse mi último comentario en un artículo anterior.
Va: Noto un cierto hilo conductor en la última decena de entradas de LRI. Parece como si a don Jose Morente le hubiese mordido un zombi iconoclasta.
Espero que pronto le administren el antídoto. No quiero enterarme de que anda yendo a las escuelas primarias de Málaga para, a la hora del recreo, gritar a voz en cuello: ¡Papá Noel no existe! ¡Los Reyes Magos tampoco! ¡San Nicolás y Santa Claus son sus padres! ¡Niños babosos! Un abrazo. Gastón Ramírez Cuevas.
Gastón Ramírez Cuevas:
Pues en efecto, existe un hilo conductor pero no sólo en estas últimas entradas sino en todas las de la Razón Incorpórea:
Ese hilo conductor es el deseo de dar a conocer los textos de los mejores autores taurinos (Corrochano, Popelin, Manolete, etc.) que hoy nadie cita porque contradicen y desmontan el discurso "único" oficial imperante en el toreo.
Está bien que defendamos la variedad de encastes pero estaría mejor que defendiéramos la variedad de conceptos, opciones, puntos de vistas y modos de torear.
Lo que no se hace.
Un cordial saludo.
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