jueves, 20 de febrero de 2014

Cuaderno de notas (VIII) La ventaja (relativa) de cruzarse

 

El Cite Belmonte 2 - copia

Juan Belmonte se cruza con el toro y se dirige resueltamente hacia el pitón contrario del animal. Esta técnica básica del toreo, aprovecha –de manera inteligente- las condiciones del comportamiento de las reses de lidia al tiempo que aparece como una valerosa apuesta del torero, desde el punto de vista del espectador. 

Los animales al embestir aumentan progresivamente su velocidad, lo mismo que un Renault 4-4 pasa de la primera a la segunda y después a la tercera. Pero, una vez embalados, su peso les impide rectificar la dirección y, por tanto, no consiguen alcanzar al enemigo que se aparta de ellos en diagonal.

Desde jóvenes pues, adquieren la costumbre de observar el punto hacia el cual se desplaza su adversario, con objeto de embestirle cortándole el camino, tal como hace un cazador cuando apunta a su presa.

Comprendido esto, es fácil entender la figura número 2, relativa al pase natural del que estamos hablando:

Si el torero avanza hacia el punto A revela al toro su verdadera salida y será cogido irremisiblemente.

Al contrario, si lo hace hacia el punto B, hace creer al animal que es esa la dirección que va a seguir y lo orienta hacia un punto al que no llegará, puesto que se parará antes.

Esta técnica básica, el famoso ir al pitón contrario, no debe iniciarse demasiado pronto, ya que si se hace así da una ventaja demasiado grande al hombre y al mismo tiempo perjudica la precisión del pase. Debe reservarse para un efecto de última hora.

(…) si el animal continúa sin arrancar (…) el torero iniciará un movimiento circular hacia el pitón contrario, es decir tomará in fine la dirección B, pero presentando constantemente la muleta para estar preparado a aguantar la brusquedad de una embestida súbita.

A eso llaman los toreros cruzarse con el toro y generalmente es de una eficacia absoluta.

Claude Popelin “Los toros desde la barrera” 2ª ed. en castellano, Madrid, Libros de bolsillo RIALP, 1966 (1ª ed., París, Editions de la table Ronde, 1964) págs. 22-25.

5 comentarios:

Juanito dijo...

Completamente de acuerdo, casi siempre desplazarse al punto el torero puede ser atropellado o bien cogido en lo que se llama el terreno del toro.

Juanito dijo...

Punto A...

Jose Morente dijo...

Juanito:

Bien por la aclaración porque con tanto punto, acaba uno liándose.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Esto es demasiado abstruso para quienes nunca fuimos duchos en la geometría de papel. Creo que el tema se explicaría mejor con una película, con imágenes en movimiento, de la misma manera que se lo explican a uno al entrenar de salón. Cosa igual ocurre con los lances y muletazos, de poco sirven escritos y fotos, siempre será menester ver las suertes en vivo, o una secuencia de imágenes, o un video. Un abrazo, mi querido Jose. Gastón Ramirez Cuevas.

Jose Morente dijo...

Estimado Gastón:

Es posible que sea abstruso. A mi me ha parecido muy claro pero también es cierto que la geometría (descriptiva) era una de las asignaturas claves de primer curso en arquitectura.

Y el problema de todo esto es que lo que no entendemos nosotros, el toro lo entiende de corrido.

Un abrazo