viernes, 8 de marzo de 2013

Tauroteca (III) Una estocada de Antoñete

Por Jose Morente

Estocada

Antoñete ejecutando la suerte de matar en tablas a principios de los 80. La mano izquierda es la que mata.

 

En los comentarios a la anterior entrada de este blog, un lector Pablo Galán razonaba porqué –en su opinión- toreros como Antoñete o Manolo Vázquez después de sus últimas reapariciones, ya entrados en años, se habían los amos del cotarro y su toreo constituyó una novedad para la gran mayoría.

No sé si la respuesta a esa pregunta es la que señalaba Pablo o cualquier otra. El caso es que con Belmonte en su reaparición del año 34 ocurrió lo mismo: Que todos los toreros toreaban ya en redondo pero que él, siguiendo fiel a su toreo cambiado, seguía siendo de máximo interés para el aficionado.

Imagen

Belmonte en Nimes en su reaparición en el año 34. Mientras Juan seguía fiel a sus viejas formas, el toreo ya había cambiado. Sin embargo, el trianero concitaba la máxima expectación e interés de los aficionados.

Desde luego, lo que si tengo claro es que esos diestros, como hiciera también hace un par de años Juan Mora en la Feria de Otoño de Madrid, inundaron de aroma torero las plazas que pisaron.

Al hilo de este recuerdo, me parece oportuno traer aquí a colación (en esta mini-entrada) la secuencia (filmada por Gan) de una estocada de Antoñete en una faena en Madrid de los años de su reaparición a principios de los 80.

En ella se ejemplifica a la perfección algo que decían los viejos toreros decimonónicos: Que para matar bien a los toros hay que darles la muleta “para que la muerdan”.

Lo que hace, de forma ejemplar, el maestro Chenel. Lo vemos.

 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Don José:

Sí es cierto que traía a colación los triunfos de Manolo Vázquez y Antoñete después de sus últimas reapariciones y más recientemente el de Juan Mora en Madrid, pero me gustaría puntualizar, no me preguntaba el por qué de sus triunfos, AFIRMABA, humildemente desde mi punto de vista, el por qué de esos triunfos, por traer unas formas que por olvidadas lejos de parecer rancias o pasadas de moda, constituían una gran novedad, traían un concepto basado en el toreo eterno, ese que yo defino como aquel que no pasa de moda pero si pasa de modas.

Un saludo y hasta pronto.

Pablo Galán.

Jose Morente dijo...

Pablo:

fectivamente, tiene usted razón. Usted no preguntaba sino que afirmaba con rotundidad y (ahora) en mayúsculas.

Corrijo inmediatamente el lapsus y le pido mil disculpas.

Saludos.

Anónimo dijo...

Saludos, si fuera ud tan amable de hacer uno de esos eruditos e historicistas análisis de la estocada de su adorado El Juli, llamada "Julipie", y de la que estoy seguro, será ud capaz de hallar resonancias históricas con Romero, Costillares, Antoñete, El Viti, Agüero, y ese torero menor llamado Uceda Leal, y quizá un parangón con otro pedazo de figura actual, Manzanares (superior al padre, por lo que no me atrevo a llamarle Hijo)y además, qué duda cabe, podrá ud determinar la miseria taurina de quienes no gustan del toreo actual de las figuras, en el análisis de esa estocada, todo en uno como siempre. Y recuerde, todo para ud desemboca en José Tomás. Muchísimas gracias.

Jose Morente dijo...

Anónimo:

Pues llega usted un pelín tarde.

El comentario crítico a la estocada del Juli ya lo hemos hecho y por extenso (espero que de forma suficientemente sesuda e historicista para su gusto), el día 23 de junio del 2011: "Del guerripié al julipié" (1ª parte).

Eso si, su parangón no está en Romero, Costillares, Antoñete, El Viti, Agüero, Uceda Leal o Manzanares hijo como usted (no sín ironía) nos propone sino en otros diestros tanto o más ilustres como Francisco Montes Paquiro, Rafael Guerra Guerrita o José Gómez Ortega "Gallito".

Atentamente

Anónimo dijo...

Ya lo había leído; está claro que ud no puede defender una posición en la que 1)el análisis histórico demuestra que los diestros citados han sido criticados por la espada. 2) La crítica de la época de cada quien los ha condenado por ello. 3) En el caso de El Juli, él admite la imperfección de su forma de matar: Es evidente que el Juli, como reconoce el mismo torero no ejecuta la suerte de matar con perfección: "En la entrevista concedida a Andrés Amorós en ABC, del martes 10 de mayo de 2011, por ejemplo y que me facilita mi amigo Vazqueño, requerido sobre “el saltito al matar”, reconoce que:
“En esa suerte he encontrado la regularidad en una forma que no es perfecta. Espero mejorar”.

Con lo que usted tiene las agallas de merluza para nadar en contra de la corriente histórica, crítica e incluso conceptual del mismo torero, para defender una porqueriza. Hombre ya se ha dicho, no hay necesidad de demostrar su ilimitado amor a las figuras forzando de manera innecesaria la historia, e incluso las mismas opiniones de los toreros. En un post se queja usted de que los críticos pretender enseñar a los toreros a hacer las cosas bien; ahora resulta que usted pretende enseñar a los mismos toreros que no lo hacen mal cuando ellos mismos lo reconocen; ambas cosas participan de la misma impertinencia, de la misma insolencia. Pero eso es su actitud, y tiene derecho a tenerla. Lo que no es aceptable es la mentira sistemática que usa para todo: pretende legitimar la actualidad aferrándose desesperadamente a un pasado (para legitimar vicios en otras épocas presentes) que en el mismo discurso condena, al decir que el torero debe evolucionar. Cree que una simple foto es suficiente fundamento para demostrar un principio, por ejemplo, algunas que por error de perspectiva muestran a un Juli arrojándose sobre el morrillo antes del pitón, cuando todos sabemos (y él mismo lo ha dicho muchas veces) que lo hace en la pala del pitón. La perspectiva de las fotos es engañosa, mejor sería un video, cuadro por cuadro, desde varias perspectivas. El mero hecho de taparle la cara al toro lo deja ciego para dirigir su pitón derecho, eso en cualquier caso es una trampa cochina, que le resta ética y valor a cualquier acción de un espada, sea su nombre el que fuere. Solo por ese hecho, El Juli nunca debería recibir dos orejas, y su forma de matar debe rayar de inmediato en el escándalo. Dice usted que el resto del procedimiento descrito por la crítica le parece surreal y de matrix, de hecho no lo es, el torero pega un salto abriéndose de la suerte, no hacia adelante, nunca sale por el rabo del toro, por ello le queda espacio y tiempo para clavar.

Anónimo dijo...

Lo anterior se lo explica mejor alguien que en ese post suyo, le da una absoluta bofetada retórica; si es necesario léalo nuevamente:
La importancia de la ejecución de la suerte de matar radica esencialmente en el valor que le otorga el hecho de que el matador le pierde la cara al toro, es decir, que el matador deja de ver los pitones mientras que el toro si que podría ver a su matador, esto es matar dándole ventajas al toro. En consecuencia, el valor de la estocada debe ser menor cuando el toro no puede ver a su matador porque éste le tapa la cara, o mejor dicho, los ojos en el momento justamente anterior a clavar. La diferencia radica en que en el segundo caso no se torea, matar toreando es el camino para evitar que el toro vea al matador que lo empapa en su muleta en ese momento como en los demás de la lidia.



Efectivamente el salto lo da antes de pasar el pitón del toro, pero el salto es hacia afuera, cruza por delante de los pitones que no es lo mismo que cruzar los pitones, en el primer caso el viaje del torero es hacia afuera y en el segundo es sobre todo hacia adelante, con la consecuencia de que en el primer caso es imposible que el matador salga limpiamente por el costillar hasta el rabo que es de lo que se trata, prueba inequívoca de que hubo ajuste en la ejecución. La consecuencia de estas dos formas de hacer la suerte se refleja en la posición en que el ejecutante está cuando, suponiendo que la estocada se consume, la mano llega al pelo.

Jose Morente dijo...

Anónimo:

Si usted había leido ya esa entrada como afirma, pedírmela como ha hecho creo que retrata su (mal) estilo personal.

Allá cada cual con sus opiniones (nunca me he negado a comentar ninguna de las vertidas en este blog por cualquiera de sus lectores por muy alejadas que estuvieran de las mías propias) pero los insultos con los que usted entrevera las suyas demuestran su afán por provocar y su nulo interés por debatir. Postura esa que, creo sinceramente, no tiene cabida en este blog.