En todos los órdenes de la vida, nadie cuestiona la necesidad de la enseñanza y el aprendizaje impartido por un maestro con autoridad y conocimientos suficientes. Sería impensable ponerse en manos de un arquitecto o un médico que hubiera hecho su aprendizaje sólo, sin maestro, por pura intuición personal.
Bertrand Russell impartiendo una clase magistral
Sin embargo, esto que nadie discute en las demás profesiones, hay todavía quien se lo plantea en el tema taurino. En un debate al que asistíamos la semana pasada, se acusaba a las escuelas taurinas por la fabricación de toreros en serie, faltos de personalidad.
Maestro budista
Aunque fuera cierto, que no lo es, no sería argumento suficiente para discutir la necesidad de estos centros de enseñanza. Hay que recordar que no sólo las profesiones tradicionales, sino también en el mundo del arte, la trasmisión de conocimiento de maestro a discípulo es secular y ha sido el modo tradicional de aprendizaje.
Me gustaría recordar para el que no lo conozca, el caso de un cantaor como Pepe Marchena que, cuando ya era figura indiscutible (aunque discutida) de su época, se hacía acompañar en sus “tournés” por Rafael Pareja, un buen pero viejo cantaor ya sin voz, para que le pusiera cantes y le corrigiera defectos y eso que Marchena tenía una capacidad de improvisación y un desparpajo ante el público proverbiales.
Pareja con Marchena y Pilar, en un rato de descanso en una gira
De hecho, se cuenta que en una actuación y en medio de un cante Pepe soltó un sonoro “gallo”, de lo que el público asistente rápidamente se percató. Marchena veloz, nada más acabar de cantar se dirigió a respetable y le soltó:
“Distinguido público, el “gallo” que acaban de oír, no se me ha escapado a mí, sino que es del cante, lo lleva el cante que he interpretado”
Lógicamente, la ovación fue de gala, por la hábil salida del cantaor.
Pues bien, hasta Pepe Marchena tan sobrado, como acabamos de ver, se hacía acompañar en sus giras por un maestro para perfeccionar sus cantes.
Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Pedro Romero da clases a Cúchares
En el toreo, ha pasado tres cuartos de lo mismo, y no sólo hablo de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla en época de Fernando VII, donde Pedro Romero impartía clases teóricas y prácticas a alumnos de la talla de Paquiro o Cúchares, sino posteriormente cuando, una vez suprimidas las escuelas, los toreros hacían su aprendizaje en las cuadrillas, como peones y banderilleros de los matadores, y pasaban varios años, al lado de su maestro, hasta que éste, convencido de su preparación les permitía primero matar algún toro suelto y luego les concedía la alternativa. Algún rifirrafe se produjo por esta cuestión, que otro día comentaremos.
Las cuadrillas de Mazzantini, Lagartijo y Frascuelo
Nada tuvieron que ver, en cuanto a estilo, Cúchares con Montes, y salieron los dos de la Escuela de Sevilla. Tampoco, tienen nada que ver entre sí, más recientemente, el Juli con Joselito y también salen ambos de la misma Escuela, la de Madrid.
Viene esto a cuento, porque el lunes pasado, día de Andalucía, estuvimos en la inauguración de la nueva plaza de toros de Benamocarra; plaza portátil comprada por su Ayuntamiento (con lo que pasa a ser plaza fija) con el fin de celebrar no sólo eventos taurinos sino actos de todo tipo.
Benamocarra, una portátil convertida en plaza fija.
Se celebraba una becerrada con participación de alumnos de las distintas escuelas taurinas de Andalucía.
Y, mientras transcurría la becerrada recordaba las críticas que a las Escuelas taurinas y la supuesta falta de personalidad de los toreros en ella formados, se había hecho en la mesa redonda a la que antes aludía.
Los becerros de Julio de la Puerta (con unas gotitas de encaste Veragua)
tuvieron presencia y bravura
Falta de personalidad que, sin embargo y por más que miraba, no veía yo por ningún lado mientras disfrutaba con la actuación de los chavales de las escuelas. Con más o menos rodaje, todos estuvieron a la altura de las circunstancias y sobre todo cada uno en su estilo propio. La técnica se adquiere y se aprende, pero la personalidad la pone cada uno.
7 toreros, 7 estilos
Aunque también es cierto que, en esto del toro, como en tantas otras profesiones el que quiera destacar tiene que tener intuición y cualidades naturales. Incluso así, la suerte juega un fuerte papel.
Al alimón Miguel de Jerez y Lavado de Málaga.
Obsérvese el distinto estilo de cada uno en el mismo capotazo.
Cualidades naturales y muy importantes, demostró José Antonio Lavado de Benamocarra, torero de la Escuela Taurina de Málaga, que con tanto tino dirige Fernando Cámara quien enseña el oficio, pero deja a cada cual que se exprese según sus formas, según su propia personalidad.
Una de las cogidas de Lavado
Lo que me gustó de la actuación de Lavado fue precisamente que -siendo torero de Escuela- me recordó a los novilleros antiguos (a los de antes de las Escuelas) por su casta. Ya que no sólo toreó y muy bien, sino que cada vez que fue cogido (el novillo se lo echó a los lomas aparatosamente varias veces) volvía a la cara del becerro con más ganas sin cabe que antes.
El pase de pecho de cabeza a rabo, como debe ser
Pero lo importante, ya lo he dicho, es lo bien que toreó.
2 comentarios:
Shiquillo!. Con la cantidad de entradas que estas publicando en el blog van a tener que empalmarle otro blog para que tengas más sitio. Sigue así, que todos tenemos mucho que aprender.
Preciosas las fotos que has insertado del gran torero que fué Manolete,los comentarios muy bien documentados y amenos.Enhorabuena por éste magnífico Blog.
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