Antonio Carmona “El Gordito” era hermano de los toreros José y Manuel, conocidos como “Los Panaderos” por la profesión del padre. Ya con 8 años se escapaba de casa para torear en el Matadero sevillano que estaba en su mismo barrio, el barrio de San Bernardo que es el barrio de los toreros de Sevilla.
Figuró en cuadrillas de pegadores portugueses y farpeadores brasileños, lo que unido a su afición a los ejercicios gimnásticos (En Sevilla se pusieron de moda en esa época las academias de gimnasia) dará alguna de las claves de su forma de torear. Es más que probable que, en ese ambiente, pergeñara el mecanismo del quiebro que luego trasplantó a la lidia.
Pegadores portugueses (La Lidia 7-11-1887)
El quiebro es algo muy sencillo y se trata, en realidad de un regate (amagar en una dirección para luego volver a la postura inicial). La diferencia es que el regate (lo que hacen los niños jugando para que no les pille el compañero) se hace en carrera y el quiebro parado y esperando la llegada del toro.
El Gordito ejecutó el quiebro a cuerpo limpio, por primera vez en una plaza de toros, en Sevilla el 19 de abril de 1858. Fue el primer quiebro de la historia del toreo.
Un quiebro a cuerpo limpio (La Lidia 08/06/1885)
El mismo año en corrida que presidían los Duques de Montpensier (muy vinculados a varios toreros: Montes, Chiclanero, etc.) se va a porta gayola, arroja el capote al suelo y espera al toro con los brazos cruzados para quebrar en la cabeza, arrancar la moña (divisa) a la res y ofrecerla a los entusiasmados Duques.
Fotografía de Oraw-Raff para Sol y Sombra (1902) titulada “Un suicida”. En realidad parodia uno de los más famosos alardes del Gordito.
En Jerez practica ya el quiebro con las banderillas, suerte que adornó, en septiembre del siguiente año y en Sevilla, esperando a la res sentado en silla y rematándola con enorme limpieza.
Citando para el quiebro en la silla (La lidia. 24/06/1889)
El 20 de junio de 1861 practica por primera vez el quiebro con las banderillas en la Plaza de Madrid. Se sentó en una silla, el toro se le arrancó antes de tiempo pero lo vació dándole un pase con la misma silla, se volvió a sentar y citó para el par al quiebro, levantándose para poner las banderillas y volviendo a sentarse una vez puestas.
Luego coge otro par y colgando la montera del respaldo, se acerca lentamente al toro sentado en la silla, lo cita muy en corto, clava y el toro se lleva en las astas la silla que destroza. La ovación inenarrable y la plaza de Madrid entregada.
Suerte de banderillas en silla (La Lidia 19/06/1882)
Lógicamente, su fama crece como la espuma. Hasta tal punto que siendo banderillero en la cuadrilla de sus hermanos, su nombre se anunciaba en los carteles con mayor tamaño que el de ellos.
Toma la alternativa en Córdoba en 1863 y la confirmó en Madrid el mismo año. Entonces, se dice de él que ha cumplido la profecía de Francisco Montes “Paquiro”, quien quebraba a los toros pero con el capote al brazo, que había predicho:
“Llegará un día que vendrá un torero que esto que yo hago y tanto gusta lo practicará a cuerpo descubierto”
Ese torero sería el Gordito, cuyos alardes en esta suerte impresionaban: “No puede aplaudirse a tiempo, porque es suerte que aterra” decía el crítico del Boletín de Loterías y Toros .
El Gordito citando al quiebro en silla, en visión tremenda y romántica del magnífico dibujante Gustavo Doré. Obsérvese el detalle de los pies cruzados del diestro, impasible, ante la furibunda acometida del fiero toro. Este contraste es el que desató la pasión en los públicos de toda España.
(Continuará)
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