Por Jose Morente
Lagartijo el Grande propinando su típica media lagartijera (Pan y Toros, 20 de septiembre de 1897)
De la media lagartijera…
Parece casi una regla universal que los mejores toreros, los de cuerda larga, no sólo no hayan destacado como estoqueadores sino que incluso hayan flaqueado más de la cuenta en esa suerte.
Resulta hasta cierto punto comprensible que el diestro inteligente, para el que “mandar” en todo momento sobre la embestida de la fiera es la clave de su toreo, vea con desagrado una suerte (la de matar) en la que el torero, si quiere ejecutarla con pureza, debe perder de vista -siquiera por un momento- los pitones del toro.
Por ello, estos diestros han ido buscando un tranquillo que les permitiera resolver con más habilidad que pureza ese duro trance.
El caso es que nos estamos refiriendo, nada más y nada menos, que a la “crème de la crème” del toreo: Francisco Montes Paquiro, Rafael Guerra Guerrita, Rafael Molina Lagartijo y José Gómez Ortega “Gallito”.
Desde las estocadas atravesadas de Paquiro en la suerte de recibir hasta la estocada brazo en alto de Joselito el Gallo pasando por la estocada eléctrica de Guerrita el muestrario de recursos desplegado por los más grandes maestros para no arriesgar más de lo preciso en esa suerte ha sido amplío y variado.
Francisco Montes Paquiro, el Napoleón de los toreros.(Cuadro de Ángel Lizcano)
Montes atravesaba los toros en la suerte de recibir por exceso de mando en la muleta. O dicho de otro modo, por darle demasiada salida al toro, O dicho más francamente, por aliviarse en la suerte.
Su discípulo el Chiclanero fue mucho mejor matador que él y más puro en la ejecución de la estocada recibiendo. Sin embargo nunca alcanzó el prestigio ni la categoría que alcanzó Montes como maestro indiscutible de su época hasta el punto que se le conoció como el Napoleón de los toreros.
Guerrita en Bilbao en 1899, citando para la estocada.
A Guerrita le llamaron el matador eléctrico y le reprocharon la velocidad de sus estocadas, el paso atrás (no uno, sino dos o tres), el tapar la cara y el brazo alto y suelto.
Y sin embargo fue el maestro indiscutible de su época y no encontró rival ni en Mazzantini, ni en Reverte ni, menos aún, en Maoliyo el Espartero.
Joselito el Gallo en una estocada con el brazo en alto.
Joselito tuvo matando los mismos defectos que Guerrita por lo que no procede repetir la lista. Por aliviarse con el estoque le llamaron Matolín. Eso sí, sus estocadas fueron siempre efectivas y los toros le solían durar poco.
A pesar de sus carencias en la suerte suprema (quizás su único punto flaco) fue el maestro indiscutible de su época y, para muchos aficionados, el de todas las épocas. Ni siquiera un genio de la talla de Juan Belmonte pudo hacer sombra a su grandeza como torero dentro de las plazas, donde José le ganaba sistemáticamente la partida.
Uno de esos recursos o tranquillos, quizás el más conocido fue el famoso “paso atrás” de Lagartijo el Grande con el que el torero de Córdoba se aliviaba y preparaba para un cuarteo tan excesivo que casi nunca podía culminar en una estocada entera sino, generalmente en una media estocada.
Eran las que se conocían como “medias lagartijeras”, nombre que aún hoy se mantiene, y que designa a un tipo de estocada de dudosa ejecución pero de las que, indefectiblemente, casi siempre cae el toro de rodillas herido de muerte y sin necesitar puntilla.
“Cayó el toro de rodillas con media lagartijera” cantaba Pastora Pavón por bulerías
…a la media granaína de Chacón
Contaba Chacón al periodista Galerín, en una entrevista que se publicó en el Liberal de Sevilla el 9 de julio de 1922, que cuando se presentó en Cádiz en la Feria del Peregil en 1886, cantaban allí por seguiriyas Enrique Ortega y el Mellizo “los mejores que había en aquella época”.
Por eso, cuando le tocó su turno, le dijo a su guitarrista, el maestro Patiño
“Yo no canto por seguiriyas. Me da vergüenza (…) Tócame por malagueñas”.
Y añadía que:
“Y canté por ese cante, que no sabía bien y me aplaudieron mucho.
Desde aquella noche quedé enamorado de las malagueñas y empecé a quitar y poner de mi cosecha”
Galerín se llamaba Agustín López Macías y había nacido en Sanlúcar de Barrameda. En 1928 entrevistó a Chacón para el Liberal de Sevilla
Cuando Chacón empezó a hacer los cantes de Granada, le pareció oportuno también empezar a “quitar y poner de su cosecha” y lo que hizo fue ponerle a la granaína, por delante, un “cante corto” de preparación. Una “granaína corta”.
Don Antonio Chacón. Fotografía de Campúa.
Según Romualdo Molina como era la época en que estaba de moda la “media lagartijera” de Rafael Molina, a Chacón gran admirador de Lagartijo se le ocurrió (por asociación de ideas y en una especie de homenaje al Primer Califa del toreo) llamar “media granaína” a la granaína corta de preparación que había creado.
Romualdo Molina
Muchos estudiosos han discutido esta terminología señalando la imposibilidad y el absurdo de que exista un cante que sea sólo medio cante.
Sin embargo, el origen del término y su derivación de la taurina media estocada lagartijera, explica y justifica su nombre. Por ello, creemos que, en principio, hay razones más que suficientes para mantener la denominación propuesta por Chacón para el cante de su creación: La media granaína.
De la media granaína hablaremos (y la escucharemos) en la próxima entrega.
2 comentarios:
Media granaína, media lagartijera, media verónica... ¿No será esta --la media verónica-- un "alivio" de la verónica?
japolos:
En este caso, la calidad de la media verónica belmontina se impone su condición evidente de "alivio" de la verónica.
Creo.
Un abrazo fuerte
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